SE NECESITA: ALFABETISMO ECONÓMICO

Por Per Bylund
American Institute for Economic Research
14 de setiembre del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es per bylund, american institute for economic research, economic, September 14, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

En una ocasión el economista Thomas Sowell escribió: “La primera lección de economía es la escasez: nunca hay suficiente de cosa alguna que satisfaga a todos los que la quieren. La primera lección de política es despreciar la primera lección de economía.”

Probablemente, la verdad de las palabras de Sowell nunca han sido más obvias que hoy en día. La política contemporánea ignora la escasez, sino es a la economía como tal, y así lo hace abiertamente. Políticos, burócratas y expertos no más pretenden reconocer hechos de economía básica, sino que hasta parecen sentirse orgullosos de proponer políticas que se burlan de una economía sólida.

Pero, tal vez, los políticos no deberían ser culpados de ignorar la economía y, en específico, la escasez. Tienen todo incentivo para hacerlo. Entre más logran prometer sin tener que considerar lo “no previsto” (el costo y qué otra cosa se pierde), mayores son sus probabilidades de ser electos y ganar influencia. Así que, es esperable que actúen de esa forma. El problema es la razón por la que los políticos se pueden salir con la suya. La población como un todo no reconoce la imposibilidad de las promesas.

EL ANALFABETISMO ECONÓMICO ES EL PROBLEMA ESENCIAL

Si bien hay razón para despreciar a políticos por involucrarse oportunistamente en una guerra de subastas con el dinero de otras personas, el problema surge debido al analfabetismo económico extendido entre la gente como un todo. Los políticos enfrentan poca o ninguna resistencia y rara vez son cuestionados al sugerir políticas económicamente desastrosas (paquetes de estímulos cada vez más grandes, expansiones del estado asistencial, guerras interminables, asignación de fondos para proyectos que benefician a ciertos grupos para así ganar elecciones), debido a que nosotros, como población, no sabemos qué hacer que sea mejor.

En ese sentido, sólo obtenemos los políticos que merecemos. O, puesto ligeramente diferente, logramos las políticas que no tenemos la sabiduría de rechazar. Al votar y expresar nuestro apoyo a políticos y políticas, nuestra ignorancia no nos permitirá escapar a las consecuencias de políticas insostenibles y destructivas. Todo tiene un costo. Ya sea que entendamos esto o no, el costo es real. Ahora se verán sus consecuencias.

¿Cómo podría ser que tenemos un sistema educativo que prácticamente le toma a todo mundo doce, si no es que dieciséis, años de escolaridad, pero que deja a casi todos económicamente analfabetos? Parte de la respuesta posible es que, lo que sea educación económica, es casi terrible y no se enfoca en proveer a los estudiantes con alguna comprensión de cómo funciona la economía de mercado. Igualmente, hay otras respuestas potenciales, pero esta es una importante.

La enseñanza de la economía está mal enfocada, la materia es enseñada por gente equivocada y de forma incorrecta, y fracasa miserablemente en hacer excitante el estudio de la economía. En vez de eso, los economistas logran alejar a la gente de la materia. Mucha gente hasta rechaza la economía por ser una “ideología,” sin que rara vez sea extraño, pero sí irónico, sobre bases puramente ideológicas.

LA REINA DE LAS CIENCIAS SOCIALES

A menudo mencionada como la reina de las ciencias sociales, la economía es por mucho la más difícil, la más no ideológica, de las ciencias sociales. Podría ser el ámbito de estudio académico menos abierto a la ideología. La economía, cuando se hace correctamente es una ciencia tan dura como puede haber. Es una ciencia más exacta que la física.

La teoría económica es tradicionalmente un empeño deductivo, lo que significa que se deriva lógicamente de algún punto de inicio razonable o verdadero. Sencillamente, por esta razón tiene poco espacio para influencia ideológica. Una teoría puede ser errada o ideológicamente cargada de dos formas: ya sea que el punto de inicio es sesgado normativa o ideológicamente, o que la lógica es fallida en alguna dirección ideológica.

En la Escuela Austriaca, que es la más consistentemente deductiva de las tradiciones en teorización económica, el punto de inicio de la deducción lógica de la teoría económica es el axioma de la acción, que la acción es comportamiento intencionado [o comportamiento con un propósito]. En otras palabras, las acciones siempre están dirigidas a lograr algún objetivo personalmente valorado que el actor espera que mejore su situación.

Si bien hay abundancia de críticos de la economía austriaca, muchos de quienes alegan es ideológica, la crítica se basa en una incomprensión fundamental. La teoría económica austriaca es puramente deductiva, así que, cualquier ideología que puede haber debe encontrarse ya sea en la definición de la acción o en derivaciones lógicas de ella. Ningún crítico ha logrado señalar en dónde la acción humana, como un comportamiento intencionado [o con un propósito], es una reivindicación ideológica, ni que derivaciones lógicas son infundadas o normativas.

INVITANDO A LOS CRÍTICOS, EXCLUYENDO A LOS ESTUDIANTES

Por desgracia, la economía de la corriente principal no es ni cerca de ser consistentemente deductiva como la escuela austriaca, lo que significa que su desarrollo teórico es más dadivoso y, por tanto, con un riesgo mayor de ser afectada por juicios normativos. Esto no significa que la economía es más ideológica, sólo que tiene un riesgo mayor de serlo, a menos que los académicos sean muy cuidadosos en su trabajo académico. Desde de una perspectiva austriaca, la economía de la corriente principal abre el campo de estudio a una crítica y sospecha innecesarias.

En vez de volver a las raíces del campo y su base apropiada en la teorización deductiva, la economía de la corriente principal a lo largo del siglo pasado ha tomado pasos en dirección opuesta, al adoptar el modelaje formalizado y el análisis empírico. Esto significa que la teoría no sólo no es tan confiable como solía ser, pero, también, que eso se expresa en formas que sólo expertos en el ámbito pueden descifrar.

Hoy la economía se parece mucho a la física, dándole al campo un aire de rigor que beneficia a economistas en diversas formas. Por ejemplo, pueden apalancar su habilidad técnica y acceso a enormes conjuntos de datos para generar predicciones muy precisas, que pueden usarse para argüir a favor o en contra de políticas específicas. Esto les ha permitido a economistas ingresar en los salones del poder y convertirse en parte integral de la formulación de políticas, aun cuando típicamente sus predicciones resulten ser erradas.

HACER DE NUEVO GRANDE A LA ECONOMÍA

El problema con la economía altamente técnica de la corriente principal contemporánea es que el razonamiento económico, que en una época fuera la esencia del campo, y produjo la base estable sobre la que se construyó la economía moderna, crecientemente es olvidado. No sólo la economía moderna está plagada de errores y concepciones equivocadas, sino que es prácticamente inútil para la gente ordinaria.

Estudiar economía solía ser una empresa que abría los ojos. La forma de pensar económica, en fuerte contraste con el estudio de modelos formales y análisis estadístico avanzado, brinda una comprensión fundamental del mundo a nuestro alrededor. El razonamiento económico es ilustrativo, pues nos permite ver y entender los mecanismos y procesos que generan el fenómeno que podemos observar.

La lógica de mi nuevo libro How to Think about the Economy: A Primer (Mises Institute, 2022), es brindarle al lector una oportunidad de lograr alfabetización económica en el sentido que solía tener la economía ̶ ese es el legado de la economía. Como afirmo en el propio inicio del primer capítulo:

“La economía es un campo excitante.

La economía de antaño buscó descubrir cómo funcionaba el mundo. Mostró, y hasta probó, que en ella hay un orden natural. Hay estructura en el caos aparente. La economía tiene una especie de vida propia: tiene una naturaleza. Esto no sólo significa que podemos estudiarla y aprender acerca de sus normas, pero, también, que no somos libres de manipularla según nuestra voluntad y que no podemos hacer que funcione en formas que podemos preferir, pero que no se alinean con su naturaleza. Hay “leyes” por las que la economía funciona, y ellas son inmutables. La economía durante los tres últimos siglos ha sido acerca de identificar, aprender, y entender esas leyes.”

Al proveer esta comprensión fundamental, la economía realmente brilla y puede tener un impacto positivo sobre la sociedad. Empieza con un entendimiento del concepto e implicaciones de la escasez, como lo enseña la “primera lección” de Thomas Sowell, y se desarrolla a partir de esta.

En un sentido muy real, la economía es una forma de pensar que es continuamente esclarecedora para quien domina esa ciencia. No es acerca de memorizar lemas o modelos, o aprender métodos técnicamente sofisticados. Es algo mucho más esencial: una comprensión de cómo funciona el mundo.

Per L. Bylund, Ph. D., es profesor asociado en la Universidad del Estado de Oklahoma, en dos ocasiones Académico Visitante en el Institute for Economic Research, Compañero Sénior del Instituto Mises, y autor de How to Think about the Economy: A Primer.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.