ESPERE POR ELLO… “ES POR CULPA DEL CAPITALISMO”

Por Max Borders
American Institute for Economic Research
3 de setiembre del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es max borders, american institute for economic research, capitalism, September 3, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Capitalismo es la creencia extraordinaria de que el más desagradable de los hombres, por las razones más desagradables, de alguna manera opera en beneficio de todos nosotros. ̶ John Maynard Keynes

Se asoma una crisis económica. Cuando la materia proverbial llega al ventilador, los comentaristas de la marca de check azul culparán al “capitalismo.” Así que, debemos seguir siendo vigilantes.

De hecho, ellos ya han empezado.

Yo uso referencias que asustan, pues pocos definen lo que es el “capitalismo,” y aún menos conocen cómo es que funciona. En particular cuando usan la expresión H de P.

Como con neoliberalismo, “capitalismo” es más o menos usado por quienes odian eso, que ni siquiera entienden ni tienen una mano en la creación. La ignorancia, como estrategia retórica, funciona principalmente debido a que las masas han llegado ser mas crédulas e ignorantes con cada año que pasa. Simplemente, los críticos sólo tienen que indicar cualquier fenómeno socioeconómico que no les gusta y culpar de ello a la palabra C.

LA INTERVENCIÓN, LA PALABRA C, Y LA EXPRESIÓN H DE P

Cuando uso la palabra capitalismo tengo en mente un conjunto específico de características, como lo veremos. Debido a que capitalismo es término de Marx, podríamos usar otras palabras menos cargadas, como mercados empresariales.
Pero, estas pueden parecer como esotéricas o imprecisas. Con frecuencia, los detractores tienen algo más en sus mentes, y no hay un incentivo que determine algún marco de referencia común. Algunas veces su misma identidad es atrapada en ser anticapitalista. Una cosa es desafiar sus posiciones. Otra muy distinta es desafiar su identidad.

Lo que es peor, los políticamente poderosos activamente destruyen las características ideales de un sistema de mercado empresarial, a menudo para forjar un compromiso con anticapitalistas. Luego, culpan al capitalismo de cualquier fallo de la intervención. Este proceso empró hace ya mucho tiempo. Ahora, lo mejor que podemos decir es que el intervencionismo crea las condiciones ideales bajo las que las empresas y autoridades pueden entrar en colusión. Y, gente, ellos lo hacen. En la medida en que empresarios se alían con funcionarios gubernamentales, es el grado en que el sistema se hace menos capitalista, menos liberal, y en mayor grado corrupto.

Pero, ¿qué bestia engendra esta corrupción?

La intención hace que surja ya sea el amiguismo o el fascismo. La diferencia entre amiguismo y fascismo descansa sólo en los objetivos de las autoridades. El amiguismo está diseñado para apuntalar la incumbencia de políticos específicos.
El fascismo es más acerca de dirigir los intereses de las empresas para fines de la autoridad, en nombre del llamado interés nacional, y en que de todos modos se benefician los amigotes.

El escritor David Boaz señala esta verdad inconveniente al escribir que:

“El 7 de mayo de 1933, sólo dos meses después de la inauguración de Franklin Delano Roosevelt, la reportera del New York Times, Anne O’Hare McCormick, escribió que la atmósfera en Washington era ‘extrañamente reminiscente de Roma en las primeras semanas después de la marcha de las Camisas Negras, de Moscú al inicio del Plan Quinquenal. …Hoy, literalmente, Estados Unidos espera por órdenes.” La administración Roosevelt, agregó ella, “visualizó una federación de la industria, el trabajo y el gobierno, siguiendo la moda del Estado corporativo tal como existe en Italia.”

¿No visualizan hoy los progresistas una federación de la industria, el trabajo, y el gobierno?

¿No es divertido que, quienes son rápidos en llamar fascistas a otros, les dan apoyo a garganta plena a autoridades que den instrucciones a corporaciones para que cumplan las órdenes del estado? Como Keynes, ellos justifican esto vagamente en términos del “interés nacional,” no los derechos del individuo. Y Mussolini está de acuerdo:

“Contra el individualismo, la concepción fascista de la vida enfatiza la importancia del individuo sólo en el tanto que sus intereses coinciden con los del Estado, que abogan por la conciencia y voluntad universal del hombre como entidad histórica. Se opone al liberalismo clásico que surgió como una reacción al absolutismo y agotó su función histórica cuando el Estado llegó a ser la expresión de la consciencia y voluntad del pueblo. El liberalismo rechazó al Estado en interés del individuo; el Fascismo reafirma al Estado como la verdadera realidad del individuo. Y, si la libertad es para él el atributo de los hombres con vida y no de tontos abstractos inventados por el liberalismo individualista, entonces, el Fascismo aboga por la libertad, y por la única libertad que vale la pena tener, la libertad del Estado y del individuo dentro del Estado.”

Ya sea que eso signifique amenazar a compañías de medios sociales para que silencien la disensión, ordenar vacunas experimentales, o recompensar bancos por su comportamiento riesgoso, los verdaderos fascistas salen impunes.

Y, si eso no fuera suficiente:

“El Fascismo está totalmente de acuerdo con el Sr. Maynard Keynes, a pesar de la prominente posición de este último como un Liberal. En efecto, el excelente pequeño libro del Sr. Keynes, The End of Laissez Faire [El fin del laissez faire] (1926), puede, hasta donde llega, servir como introducción útil a la economía fascista. Escasamente hay algo que objetar en él y hay mucho que aplaudir.”

Así que, ya no podemos permitir más a la gente que acuse al capitalismo de fascismo, en particular cuando fascistas involuntarios abogan por esas políticas. Por tanto, cuando se trata de jugar el juego de la culpa por la siguiente crisis importante, tenemos que llamar al pan pan y al vino vino ̶ con coraje, con consistencia, e implacablemente.

UN CAPITALISMO MÁS PERFECTO

Pero, primero, necesitamos identificar algunas de las principales características del capitalismo.


  1. Requiere la propiedad privada de los medios de producción, extensiva incluso a los derechos de propiedad a la tierra, capital, y utilidades.
  2. Involucra patrones de producción e intercambio en que cualquier empresa colaborativa (sin importar cómo se organiza) obtiene ingresos en exceso de costos debido solamente a la disposición de los clientes a pagar.
  3. Incorpora acuerdos legales que permiten a fundadores, trabajadores, e inversionistas cooperar al servicio de una misión. (Tales acuerdos pueden incluir cooperativas de trabajadores.)
  4. Opera según acuerdos entre partes en los intercambios.
  5. Incluye sistemas de arbitraje con base en la Ley Consuetudinaria, en que las partes resuelven sus disputas en donde las partes lesionadas pueden ser reparadas.


También, capitalismo significa un sistema altamente competitivo definido por la ausencia de intervención estatal.


  1. En la medida en que existen en algún grado, los gobiernos deberían funcionar como árbitros que no subsidian ni ponen impuestos a organizaciones.
  2. En la medida en que existen en algún grado, los gobiernos dejan que los individuos persigan libremente sus asociaciones, en el tanto que esas asociaciones sean pacíficas.
  3. En el tanto en que cortes privadas o gubernamentales hacen fallos, sus fallos deberían restringirse a adjudicar fricciones entre las partes, identificando las fuentes del daño o violación del contrato, y determinando o imponiendo una recompensa justa.
  4. En el grado en que existen regulaciones estatales, estas llegan ser producto de cortes imparciales, que toman decisiones basadas en evidencia y jurisprudencia, no en estatutos ni regulaciones fiduciarias.
  5. En el grado en que existen bancos centrales autorizados por el estado, su papel debería limitarse a asegurar un dinero fuerte y relativamente estable.


Algunos afirmarán que la lista de arriba es demasiado utópica ̶ esto es, que no es políticamente factible descartar las capas muy pesadas de nuestra burocracia intrusiva y sus solicitantes corporativos. Eso puede ser cierto, pero, eso también significa que el sistema que tenemos no es capitalista.

ESO NO ES CAPITALISMO

Recuerde, los intervencionistas culparán al capitalismo por los problemas del intervencionismo, en especial si la intervención involucra empresas.


  • Cuando los legisladores cierran empresas por meses con base en la histriónica del COVID y, luego, aprueban leyes de gastos de “emergencia” que asignan fondos públicos para proyectos que benefician a cierto grupo, con dinero que el gobierno no tiene, nada de eso tiene que ver con el capitalismo.
  • Cuando profesores marxistas culpan al capitalismo por la inflación, tenemos que recordarles que imprimir dinero causa inflación, lo que, per se, no es una característica del capitalismo. En vez de eso, la banca central es el esquema de falsificación legal de moneda por el gobierno, que beneficia a los poderosos.
  • Cuando Bancos Centrales se involucran en la facilitación cuantitativa, manipulaciones de las tasas de interés, controles de capitales, o invertir la curva de rendimientos, eso no es capitalismo. Lo ha ido la tecnocracia progresista a partir de 1913.
  • Cuando primero un presidente soca las tuercas de la producción doméstica de energía, a la vez que culpa a nuestros enemigos por los “aumentos de precios” multiplicados por sanciones económicas que él ordenó- eso no es capitalismo. (Tampoco es capitalismo la invasión de Putin a Ucrania.)
  • Cuando un presidente falla en reformar un esquema de préstamos estudiantiles aprobado y subsidiado por el gobierno, pero perdona las deudas de aquellos adultos que eligieron libremente acogerse a ese esquema (pasándonos la cuenta al resto de nosotros), eso no es capitalismo.


Los problemas que ahora debemos enfrentar emanan de políticos y banqueros centrales tratando de adherir sus manos (visibles) a nuestros ecosistemas económicos, a lo que ellos se refieren como intervencionismo ̶ esto es, administrar la economía mixta. (Keynesianismo también servirá).

“Estos dos sistemas, capitalismo y colectivismo,” escribe el economista Sandy Ikeda, “organizados según con dos principios diametralmente opuestos -el orden espontáneo y el diseño deliberado- se mezclan tan bien como el agua y el aceite.”

No en balde es difícil para la gente distinguir entre fracaso del mercado y fracaso del gobierno.

“Tratar de mezclar ambos,” agrega Ikeda, “produce el caos pues es imposible combinar dos principios organizativos contradictorios en un sistema coherente.”

Usted puede ver cuán fácil es culpar al capitalismo por los fracasos de la economía mixta. De hecho, en tanto el “neoliberalismo” es la doctrina incoherente de la economía mixta, uno puede, cualquiera día, encontrar causa común con quienes irreflexivamente arquean ese término.

Pero, yo lo dudo.

La mayoría de lo que hoy pasa por comentario acerca de la economía equivale a balidos de rebaños que piensan que la cura para todo mal social es gravar más recursos de los multimillonarios o las empresas. Pero, como nos lo recuerda, nuestro amigo, el economista Antony Davies,

“Juntos los 550 multimillonarios de Estados Unidos valen $2.5 billones. Si confiscáramos el 100% de su riqueza, obtendríamos lo suficiente para manejar el gobierno federal durante menos de ocho meses. (Cifras actualizadas pueden llevarlo a nueve meses, dice Politifact.)”

Obviamente, si el estado tuviera éxito en tal confiscación, sería catastrófico.

EL ENDEUDAMIENTO DEL GOBIERNO Y LA INTERVENCIÓN

El problema no es el capitalismo, El problema no es la codicia per se ̶ o tal vez lo es. Demasiada gente quiere vivir a expensas de otros o cargando la tarjeta de crédito nacional, que -con un 138 por ciento del PIB más pasivos no financiados- está al tope.

Así que, cuando se trata de repartir culpas, tenemos que empezar a ser más específicos. Sí, hay actores individuales malos, actores corporativos malos, y actores gubernamentales malos. Pero, en vez de culpar al capitalismo empresarial, que sólo es un sistema por el que las personas sosteniblemente se sirven la una a la otra, es el momento de culpar a quienes se mantienen interviniendo para “salvar al capitalismo” o quienes tratan de salvarnos del capitalismo. Y es hora de culpar a aquellos cuyas fallas de imaginación terminan siempre en una de las zanjas ideológicas del intervencionismo: la regulación o la redistribución.

El problema con el intervencionismo es que usted no lo puede tener en alguna forma sin que sea empaquetada en alguna medida de fascismo. Eso es porque estas dos ideologías son primos besándose. A menos que la gente regule al gobierno y redistribuya su poder de vuelta los individuos, daremos bandazos de crisis en crisis causadas por la intervención. Y nuestros enemigos fascistas o socialistas simplemente redoblarán esfuerzos.

Max Borders es autor de After Collapse: The End of America and the Rebirth of Her Ideals y de The Social Singularity: A Decentralist Manifesto. También, Max es cofundador del acontecimiento experiencia Future Frontiers y fundador de Social Evolution, una organización dedicada a liberar a la humanidad y resolver problemas sociales por medio de la innovación.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.