Un artículo muy interesante, cuya lectura recomiendo.

LA “CIENCIA” DEL COVID Y DEL CLIMA

Por Donald J. Boudreaux
American Institute for Economic Research
4 de setiembre del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es donald j. boudreaux, american institute for economic research, science, September 4, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

El magnífico libro del 2021 del físico y anterior rector del Instituto Tecnológico de California, Steven Koonin, Unsettled? What Climate Science Tells Us, What It Doesn’t, and Why It Matters, destruye muchos mitos populares acerca del cambio climático. Koonin es claro en que las temperaturas en efecto están aumentando, y que algo de este aumento en las temperaturas es causado por la actividad humana. Pero, Koonin advierte -y reúne muchos datos para justificar sus advertencias- que, lo que en realidad necesitamos saber acerca de los detalles que están detrás y más allá de estos cuantiosos hechos acerca del cambio climático, y del esfuerzo por disminuirlo, es sorprendentemente tentativo. En efecto, tal conocimiento es a menudo tan escaso como para ser inexistente.

Nuestra relativamente escasa cantidad de conocimiento acerca del cambio climático, así como de las posibles consecuencias de diferentes políticas para tratarlo, es sorprendente, no debido a algunos descubrimientos recientes acerca de lo que en una ocasión legítimamente se creyó era de conocimiento amplio. No, nuestra relativamente escasa cantidad de conocimiento acerca de asuntos climáticos siempre ha sido exigua, sin embargo, esta “escasez” ha sido consistentemente ignorada por prominentes políticos, periodistas y otras élites moldeadoras de la opinión pública.

Un público asustado para que crea que alguna calamidad colectiva está a la vista, es un público más ansioso, o, al menos, más dócil, a la luz de esfuerzos autoritarios mercadeados como necesarios para prevenir la calamidad.

Al voltear cada página de ¿Unsettled? me vi impactado por los ominosos paralelos entre la narrativa de la corriente principal acerca del cambio climático y la narrativa de la corriente principal acerca del COVID. Señalar esos paralelos del todo no era el propósito de Koonin; en efecto, me sospecho que él mismo no notó estos paralelos. Y, por supuesto, previamente yo había sido advertido por otros escritores de estos paralelos. Pero, la extensión y realidad de esos paralelos no los llevé a mi casa sino hasta que leí el tracto de Koonin. Todas y cada una de las siguientes actitudes -que destilo de mi lectura del libro de Koonin y de mi inmersión durante los últimos 30 meses en todas las cosas que tienen que ver con el COVID- es prominente en asuntos del COVID, así como en asuntos del clima.

La humanidad está condenada a sufrir gravemente a menos que el gobierno tome una acción correctiva drástica, de hecho, sin precedentes y ¡que lo haga de inmediato!


Nada -ningún otro objetivo, aspiración, esperanza, o preocupación- nada es tan importante como hacer ¡todo lo que podamos hacer para reducir, tanto como sea físicamente posible, nuestra exposición a la sustancia tóxica que postula una amenaza existencial para la humanidad!

La emergencia actual demanda intervenciones decididas que no sea retrasadas ni diluidas por preocupaciones triviales, ¡tales como la santidad de los derechos privados a la propiedad o el deseo de evitar la extralimitación de la rama ejecutiva del gobierno!


El problema es uno que sólo puede ser correctamente diagnosticado por expertos científicos. Por suerte, tal diagnóstico ha sido hecho con confianza. Y así, para salvar a la humanidad, ¡debemos dejar de lado nuestros mezquinos intereses individuales y, para bien mayor, hacer tal como somos instruidos por los expertos! La misma supervivencia de la humanidad demanda que ¡todos obedezcamos a la Ciencia, pues sólo la Ciencia puede iluminar el camino, desde un oscuro y peligroso hoy, hasta un brillante y seguro mañana!

La Ciencia revela que hay uno y sólo un camino para nuestra salvación. ¡Todo mundo debe seguir el Camino Único! Quienes insisten en otros caminos ¡no sólo se destruirán ellos mismos sino a toda la humanidad!


Por suerte, ¡la Ciencia es clara, completa, y establecida! Por tanto, cualquiera que desafíe la Ciencia -cualquiera que se atreve a desafiar la predicción de que ocurrirá esa catástrofe, a menos que el gobierno reforme la sociedad y la economía como lo instruyen la Ciencia y los Científicos- ¡es un estúpido inculto, un apologista sociópata de los plutócratas, o un ideólogo peligrosamente ignorante! Y así, ¡nada se gana permitiendo que esas voces disidentes se expresen! En efecto, las voces disidentes deben ser silenciadas ¡no ser que ellas atraigan a masas desprevenidas hacia un escepticismo autodestructivo de la Ciencia!

Para mantener en un mínimo el número de renegados antisociales que insisten en actuar contra el consejo de la Ciencia, Científicos y sus defensores en el gobierno y los medios, deben, es triste decirlo, simplificar o exagerar rutinariamente -y, en ocasiones, por desgracia, hasta falsificar- los mensajes al público. Tomar esas libertades con la verdad literal y estricta, no es, por supuesto, mentir; sólo un patán pensaría que eso es así. Tomar esas libertades con la verdad literal y estricta sólo promueve la Verdad superior. Tomar esas libertades es un medio necesario para promover el bien mayor, que asegure que masas nobles, criaturas de mentes simples como lo son, no se desvíen, por dudas inútiles y detalles irrelevantes, a comportarse autodestructivamente.

Estos paralelos de las discusiones pública acerca del clima y las discusiones públicas acerca del COVID son, en efecto, reales y ominosos.

El pasaje del libro de Koonin que, más que cualquier otro, llevó a mi casa la realidad de esos paralelos ominosos, aparece en la página 171:

“Una cosa es crear encabezados alarmantes a través de proyecciones altamente inciertas acerca del futuro, pero, otra es promover el espectro de muertes relacionadas con el clima, distorsionando datos existentes. Un artículo del 2019 en Foreign Affairs, del director general de la Organización Mundial de la Salud [OMS], Tedros Ghebreyesus, fue titulado “El cambio climático ya nos está matando.” A pesar de lo anterior, el texto no cumple con el título pegajoso. Mágicamente, el artículo mezcla muertes debido al ambiente y la contaminación del aire en los hogares (lo que causa un estimado de 100 por cada 100.000 muertes prematuras cada año, o alrededor un octavo de la totalidad de muertes provenientes de todas las causas) con muertes debido al cambio climático inducido por el hombre. La propia Organización Mundial de la Salud ha dicho que la contaminación del aire interior en países pobres -el resultado de cocinar con madera y desperdicios animales y de cosechas- es el problema ambiental más serio en el mundo, afectando hasta tres miles de millones de personas. Eso no es resultado del cambio climático. Es resultado de la pobreza. En efecto, esa contaminación afecta el clima… pero las muertes por contaminación no son causadas por un clima que cambia; es la contaminación en sí lo que mata. Tal desinformación tan descarada del liderazgo de la OMS es particularmente perturbadora, por su potencial para disminuir la confianza en la misión de salud pública de la organización.”

Los lectores pueden recordar que el Dr. Ghebreyesus, sentado en su alto puesto, tiene un hábito de predecir calamidad por el COVID, aún bien entrada la declinación en la letalidad del virus. Este desempeño deshonesto o incompetente (no estoy seguro de cual) de uno de los principales funcionarios en la salud pública, es, obviamente, parte de una práctica más extendida. El patrón es ominoso.

La ciencia es un fruto especialmente dulce y nutritivo de la Ilustración. Pero, aún un fruto incluso más dulce y nutritivo es el reconocimiento de que la verdad -incluido, pero no limitado a la verdad científica- es sólo confiablemente abordado sin ser siempre absoluto y eternamente seguro, y abordado sólo por medio de la investigación abierta, la discusión, el debate y la tolerancia ante opiniones y perspectivas disidentes.

Demasiados intelectuales de élite y funcionarios públicos de la actualidad -y, me temo, también muchos hombres y mujeres comunes y corrientes- han perdido de vista el hecho que la ciencia y la razón son herramientas para mejorar nuestra comprensión y suministrarnos algo de información, que es útil para hacer compensaciones cargadas de juicios de valor complicadas e inevitables que, en este valle, debemos hacer. La creencia que la ciencia es fuente de conocimiento total y casi divino no es sólo errada, sino que es combustible tóxico de autoritarismo al combinarse con el entendimiento falso de los problemas sociales, como siendo un proyecto científico a ser “resuelto” por personas en el poder.

Donald J. Boudreaux es compañero sénior del American Institute for Economic Research y del Programa F.A. Hayek para el Estudio Avanzado en Filosofía, Política y Economía del Mercatus Center; miembro de la Junta Directiva del Mercatus Center y es profesor de economía y anterior jefe del departamento de economía de la Universidad George Mason. Es autor de los libros The Essential Hayek, Globalization, Hypocrites and Half-Wits, y sus artículos aparecen en publicaciones tales como el Wall Street Journal, New York Times, US News & World Report, así como en numerosas revistas académicas. Él escribe un blog llamado Café Hayek y es columnista regular de economía en el Pittsburgh Tribune-Review. Boudreaux obtuvo su PhD en economía en la Universidad Auburn y un grado en derecho de la Universidad de Virginia.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.