LA VERDADERA ÉLITE DE CHINA

Por Habi Zhang
Law & Liberty
30 de agosto del 2022

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La élite china es un tema fascinante de relevancia creciente para Occidente. Es la ventana hacia el centro del poder en China. No obstante, una investigación a este grupo secreto que primordialmente está lejos de la luz pública, enfocará una luz brillante sobre el liderazgo del partido y las facciones internas. Pero, ¡por desgracia!, el libro Study Gods: How the New Chinese Elite Prepare for Global Competition de Yi-Lin Chiang, no ofrece una gran cantidad de ideas, sino que tiene abundancia de errores. Peor aún, la “élite” que el autor pasó años observando e interactuando con ella no es la élite china real.

Una vista a vuelo de pájaro del libro nos llevará al primer error importante de la obra: un error de juicio de los dioses del estudio chinos. Luego, develaremos la verdadera élite que debería ser del interés de Occidente, en especial en momentos en que China, bajo el reino de Xi Jinping, ya no más oculta su ambición de dominio universal.

El autor identificó a la élite china joven esencialmente como un grupo de “estudiantes excepcionales de alto desempeño” apodados “dioses del estudio” en chino. En el curso de alrededor de siete años, el autor siguió a 28 dioses del estudio en Beijing, ciudad capital de China, que tiene los mejores recursos de todos los tipos. Los estudiantes residentes en Beijing tienen los mejores maestros y se requiere la calificación más baja para la admisión a las universidades más prestigiosas del país. Las desigualdades institucionalizadas extendidas en el país “comunista” confieren privilegios descarados y tratamientos preferenciales en las ciudades ricas.

El autor dio una descripción detallada de cómo los estudiantes chinos, en especial, los dioses del estudio, eran tratados por compañeros, superiores, inferiores, padres, y maestros con base en sus posicionamientos de estatus. Cómo el epíteto “dioses” implica claramente, esos dioses del estudio asumen un estatus muy similar a aquel de celebridades.
Son reverenciados por compañeros de clases que tienen calificaciones menores, disfrutan de indulgencia y apoyo ilimitado de padres y de la escuela, y hasta podrían menospreciar o activamente desafiar a maestros, que usualmente eran figuras de autoridad indiscutida para los simples “mortales” que compartían sus clases. Además de la interacción de los dioses del estudio con su ambiente, el autor enfatizó sus perspectivas garantizadas de asistir a las universidades más prestigiosas, tanto en el país como en el extranjero.

No obstante, observe que, lo que el autor llamó dioses del estudio chinos a “estudiantes excepcionales de alto desempeño” o “de logros académicamente elevados”, son sólo unos que logran la calificación más alta posible en exámenes estandarizados. Lo que el autor dio a entender al describir cómo “los estudiantes de la élite... se sumergieron en una competencia por el estatus” es sólo una competencia por la calificación más alta en los exámenes. Así, no necesariamente quienes calificaron más alto son estudiantes versátiles creativos y bien leídos. En efecto, muchos no leyeron más que libros de texto y materiales suplementarios. El sistema jerárquico de educación secundaria china que el autor retrató maravillado, es sólo una construcción vacía edificada sobre calificaciones endebles de exámenes estandarizados.

Me pregunto, al leer a lo largo del libro, por qué lectores estadounidenses se verían particularmente motivados en aprender cómo estudiantes chinos privilegiados juegan sus juegos en su pequeño ecosistema. En realidad, ¿quieren los lectores conocer las diferentes formas en que los “estudiantes (chinos) en diferentes posiciones de estatus navegaron por el sistema de estatus”? O ¿cómo las posiciones de estatus que adquieren en escuelas secundarias se mantuvieron desempeñando un rol en sus vidas futuras? Por ejemplo, el autor señaló que algunos dioses del estudio que luego fueron a universidades en Occidente “se consideraron como teniendo el mayor status en la universidad estadounidense” cuando “continuaron manteniendo un sistema de estatus determinado por las calificaciones de exámenes (o el promedio de las calificaciones).

Fácilmente me puedo imaginar que chinos ordinarios no se preocuparían por conocer la cantidad de grupos en las escuelas secundarias de Estados Unidos, cuáles son los grupos populares, o cómo las porristas y los deportistas interactúan con el resto. Así que, ¿cuál es punto de escribir el libro para lectores en Occidente?

El autor repitió el punto en múltiples lugares. Por ejemplo, “Yo propongo que los jóvenes de la élite china son sistemáticamente exitosos en la competencia por el estatus de élite global, al llegar a ser ‘dioses del estudio.’” O, “Yo muestro que, al final de la escuela secundaria, estos hombres y mujeres jóvenes han aprendido una diversidad de habilidades que compone un repertorio reconocible de comportamientos, conducente a la reproducción de un estatus de élite en la sociedad global.”

A pesar de lo anterior, la realidad comienza a diferir.

No existe “una diversidad de habilidades” para aprender a ser dioses del estudio en las escuelas secundarias. La única habilidad es cómo lograr altos resultados en los exámenes. Pero, la excelencia académica de naturaleza pueblerina tiene un valor muy poco substancial en el mundo real.

Los estudiantes chinos son conocidos por sobrepasar a otros en competencias académicas internacionales, como en matemática. Pero, tal vez, no mucha gente sabe que la receta para él éxito es que los estudiantes chinos pasan 10 años en clases, en donde no hacen nada más que entrenarse para desempeñarse bien en exámenes estandarizados. Aun así, menos conocen que ellos son entrenados bajo fórmulas extremamente eficaces, bien probadas, para lograr las calificaciones en todo tipo de exámenes, incluyendo al GRE (siglas en inglés de Graduate Record Examination), TOEFL (Test of English as a Foreign Language), IELTS (International English Language Testing System), SAT (Scholastic Aptitude Test), y el resto. Sin embargo, la significancia de las altas calificaciones no llega más allá del examen como tal. Mi calificación del GRE verbal me colocó en el percentil noventa y seis, pero, una semana después del examen, difícilmente podía recordar esas palabras grandilocuentes del vocabulario elevado del GRE.

Es de conocimiento abierto, al menos dentro de China, que el sistema educativo chino sobresale en producir los más altamente calificados, pero no los innovadores o los inventores. Quienes salen en los lugares más altos serán buenos en aprender (esto es, copiar) tecnologías existentes sin entrar al mundo real, como lo han estado haciendo desde el siglo XVI sus predecesores. La generación joven probablemente no tiene memoria de la desaparecida dinastía Ming que importaba tecnología militar de los portugueses, de la desparecido dinastía Qing que compraba tecnología militar e industrial de los poderes de Occidente, o de China que dependió completamente de la Rusia soviética para desarrollar su industria desde los años cuarenta hasta los cincuentas. Pero, sabe muy bien que tecnologías del siglo XXI, como WeChat, Weibo, o Baidu, entre muchas otras, son copias de originales estadounidenses, si bien ellas son versiones avanzadas.

En su libro Zero to One [De cero a uno: cómo inventar el futuro], Peter Thiel escribió, “Si coges una máquina de escribir y construyes 100, has hecho un progreso horizontal. Si coges una máquina de escribir y construyes un procesador de textos, has hecho un progreso vertical.” China se mantendrá copiando originales de Occidente pues cree que sólo con el progreso horizontal mantendrá su prosperidad.

He aquí una advertencia a los occidentales boquiabiertos, que están tan enamorados del milagro económico de China que está convencidos de la eficacia del llamado “modelo chino.” La fórmula china en efecto impulsará las calificaciones del SAT que la élite estadounidense necesita para ir a Harvard, pero eso no cultiva mentes versátiles, creativas, e innovadoras. El hecho que Bill Gates, Steve Jobs, Mark Zuckerberg, y Elon Musk sean de Occidente, no chinos, significa que crecieron en una civilización occidental y son beneficiarios de la educación de las artes liberales (en su sentido tradicional), no de exámenes estandarizados.

El corazón latente de la educación es preguntarse, algo que el modelo chino ya ha sofocado en su cuna.

LOS PRINCIPITOS

No sólo son las vidas y juegos de los chinos más altamente calificados insignificantes para los lectores de Occidente, pero ni siquiera son en la élite real.

¿Quiénes forman la élite real reconocida por el pueblo chino? La “élite” china joven retratada en el libro -por ejemplo, aquel cuyo padre es médico con un PhD- de ninguna forma es miembro de la élite a los ojos de sus compatriotas chinos. La muerte de Mao puso fin a la política de la ideología que desde su entronización había arrasado China durante casi tres décadas. La llegada al poder de Deng Xiaoping le dio vuelta a un nuevo capítulo que dice que “enriquecerse es glorioso.” Desde ese entonces, el dinero se ha convertido en la única vara de medir contra la que se valora a un individuo.

Así que los chinos ordinarios no consideran como élites chinas a graduados de las más calificadas universidades globales o los empleados de una corporación multinacional con un salario inicial de $100 mil. En efecto, esos adultos jóvenes, que “crecieron ricos, recibieron una educación de clase mundial, viven confortablemente, y se espera que lleven un estilo de vida lujoso,” pueden fácilmente viajar a través del mundo con sus maletas de Louis Vuitton. Pero, lo que separa a los ricos de sus vecinos es el simple dinero. Ellos tienen el mismo estatus enfrente de la élite verdadera ̶ la élite Roja.

La élite china es un grupo de personas llamadas los Principitos. Ellos son hijos, nietos, y yernos y parientes de altos líderes de rango elevado en el PCC [Partido Comunista Chino]. Son aquellos que ejercen el poder absoluto sobre la gente, lo que les convierte en propietarios de los medios de producción del país. Los principitos están detrás de cada sector de la economía china: energía, finanzas, bienes raíces, tecnología, cuido de la salud, bolsa de valores, y manufactura.

En Estados Unidos, el dinero compra poder político, mientras que, en China, es el poder político lo que engendra riqueza. Pero, la riqueza sola no lo hace a uno poderoso. ¿Cuál podría ser mejor ejemplo que Jack Ma -uno de los hombres más ricos de China, quien controla el Grupo Ant, el segundo más grande proveedor de servicios financieros en el mundo- desapareciendo de los ojos del público después que el gobierno, abruptamente, suspendió la Oferta Pública de Venta [IPO] del Grupo Ant en noviembre del 2020?

Jack Ma es miembro del club más rico en China, cuya “membresía” requiere como mínimo $10 miles de millones. Por lo general son empresarios, dueños de las compañías más grandes del país. Parece que ellos son los capitalistas en China. Esa sería una concepción equivocada. Su identidad y funcionamiento -y, tal vez, será su destino- son muy similares a aquellos de los нэпман.

нэпман es un término ruso, que significa fanáticos de la Nueva Economía Política de Lenin. En 1921, el gobierno soviético había reformado tentativamente la política económica comunista de la guerra, en parte recuperando la economía de mercado, en momentos que los rusos estaban continuamente muriendo de hambre. Las pequeñas empresas reemergieron rápidamente a la par de los intercambios libres. Para 1927, los нэпман constituían alrededor del 2.3 por ciento de la población total y un 7% de la población urbana. Observe que, tal como Jack Ma y sus amigos del club en China, ellos no eran capitalistas como los occidentales entienden la palabra. Ellos fueron la solución oportuna ante la deficiencia crítica de bienes y el desempleo severo. Más importante, contribuyeron con un 21% de la recaudación del impuesto al ingreso de la población urbana y la mitad de las recaudaciones corporativos a nivel nacional. Ellos alimentaron las industrias pesada y militar de la Rusia soviética. Luego, cuando Stalin creyó que esos “capitalistas” (controlados por el estado) ya no eran más de su utilidad, puesto que sola la economía planificada podía sostener la Rusia soviética, los нэпман fueron borrados de su Madre Tierra en los años treinta.

Los нэпман chinos deben adherirse a uno u otros miembros de la élite para llegar a ser un gigante. Por ejemplo, Jack Ma mantiene una relación estrecha con Jiang Zhicheng, el nieto de Jiang Zemin, quien precedió a Xi entre 1989 y el 2002 y su némesis político primordial. Jiang Zhicheng es socio fundador de Boyu Capital, una firma de capital privado, cuya cartera contiene las principales empresas tecnológicas, farmacéuticas y de equipos médicos, y empresas de inteligencia artificial de China. Atrae a inversionistas de todo el mundo, como fondos de pensión de Estados Unidos o fondos soberanos de riqueza de Singapur.

El padre de Jiang Zhicheng, Jian Mianheng, tiene un currículo incluso más asombroso. Jian Mianheng, llamado el “rey de las telecomunicaciones” y “padre de la internet,” construyó el actualmente moderno sector de información y comunicación y las redes de internet de China entre la década de 1990 y la del 2000, cuando su padre era el “rey” de China. Lo que le sucedió a Jack Ma y otros blancos similares en años recientes es un reflejo de la lucha crecientemente intensa y conspicua a lo interno de la élite Roja.

Mark Twain hacer ver que “ningún suceso es único y solitario, sino que es simplemente una repetición de una cosa que ha ocurrido antes, y tal vez a menudo.” La política de Reforma y Apertura de 1978 de Deng es, en esencia, la versión china de la Nueva Economía Política de Lenin. La circunstancia del país en esa época era similar a aquella de la Rusia soviética en los años veinte. Y, en los veintes, Xi parece que hace lo que Stalin hizo en los treintas.

En el 2021, Xi anunció una campaña llamada “prosperidad en común,” bajo el slogan “ajustando razonablemente los ingresos en exceso,” estimulando a ricos y empresas a devolver más a la sociedad.” Entre tanto, casi todos los gigantes tecnológicos fueron multados con una cifra astronómica, citando leyes antimonopólicas. Por ejemplo, el titán del comercio, Alibaba, fue multado con un récord de $2.8 miles de millones.

Cuando Jack Ma y similares, con todo el dinero que tienen, pueden ser aplastados a voluntad por el “Emperador Xi,” no creo que los dioses del estudio chinos y la futura clase superior “estén en camino de dominar la economía global.” Pero, los industriosos chinos con las máximas calificaciones pueden ganar ventaja si las universidades estadounidenses se mantienen destrozando la civilización occidental, amañando pseudo ciencias sociales, como estudios de género, y entrenando a la generación de copos de nieve en nada más que odio hacia Estados Unidos.

Habi Zhang es estudiante de doctorado en ciencia política en la Universidad Purdue.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.