POR QUÉ LOS TIRANOS CONTINÚAN ESTUDIANDO A GORBACHEV

Por Zilvinas Silenas
Fundación para la Educación Económica
Miércoles 31 de agosto del 2022

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Lo que Mikhail Gorbachev intentó hacer con la Unión Soviética es hoy sorprendentemente relevante.

Algunas veces bromeo de que viví bajo cuatro monedas y tres líderes de la Unión Soviética. Nací en 1981, Brezhnev murió en 1982, Andropov en 1984, y Chernenko en 1985. Comparado con previos líderes soviéticos que pasaron mucho de su tiempo en hospitales, algunos de ellos hasta dirigieron reuniones por medio de video, Mikhail Gorbachev, quien tomó el timón en 1985, parecía joven, fresco, y un reformador.

A Gorbachev, quien murió el jueves 25 de agosto en Moscú a la edad de 91 años, a la fecha muchos en Occidente lo consideran como alguien que podía haber reformado la Unión Soviética. Una impresión general entre muchas es que las cosas podían haber sido aún peores, si alguien más sediento de sangre hubiera ocupado el Kremlin en esa época. En verdad, él no derribó el Muro de Berlín tal como Reagan lo impulsó a hacerlo. Pero, también, no envió los tanques cuando los alemanes empezaron a derribar el muro por sí solos.

Por el contrario, muchos en Rusia, en especial en círculos gubernamentales, lamentan que Gorbachev fuera demasiado débil, no enviara suficientes tanques, y, así, permitiera el colapso de la Unión Soviética.

Curiosamente, lo que Gorbachev intentó hacer con la Unión Soviética, es hoy sorprendentemente relevante.

EL COMUNISMO NO PUEDE SOBREVIVIR SIN UNA OPRESIÓN TOTALITARIA

Gorbachev introdujo la política del “Glasnost” o “que sea público,” lo cual, en términos amplios, le permitía a la gente conocer todo aquello en la Unión Soviética que no estaba bien. Previo al Glasnost, incluso quejarse acerca de asuntos mundanos (por ejemplo, carencia de carne en el supermercado) lo podía ponerlo en problemas por ser un agitador, contrarrevolucionario, o “agente del imperialismo.”

Aunque Glasnost no era lo que uno llamaría libertad de expresión o libertad de prensa (todavía usted no podía criticar al comunismo), fue un gran paso para los ciudadanos soviéticos comunes y corrientes, quienes, por primera vez, podían quejarse de que no había carne en los anaqueles y no correr el riesgo de ser encarcelados. Todo mundo empezó a reconocer que las cosas no sólo no estaban bien, sino que estaban muy mal. Le gente empezó a preguntarse si ella podía estar mejor gobernándose a sí misma.

Esto, combinado con un deseo de autodeterminación nacional, creaba una situación en la que la insatisfacción pública no podía ser contenida; las voces de descontento fueron simplemente demasiado ruidosas como para silenciarlas. Sin embargo, hubo intentos. La masacre de Tiflis, en 1989 (también conocida como la tragedia del 9 de abril) vio a soldados soviéticos cortar a tajos hasta la muerte con palas militares a manifestantes de Georgia (principalmente mujeres). En Lituania, en 1991, cientos de lituanos se reunieron en Vilna en un esfuerzo por reclamar su independencia, dando lugar a que tanques pasaran por encima de manifestantes pacíficos, matando a más de una docena de personas e hiriendo a cientos más.

Después de Gorbachev, tiranos sobrevivientes y aspirantes concluyeron que, para mantener el poder, tenían que cercenar la libertad de expresión y la libertad de prensa.

HOY MUCHOS POLÍTICOS SON TAN SOCIALISTAS COMO GORBACHEV

La “Perestroika (reconstrucción) fue otra de las políticas de Gorbachev. Ella reconocía deficiencias en la planificación central, en especial la provisión de bienes de consumo. Aquella intentó inyectar algún capitalismo en la economía, y hasta permitió establecer cantidades limitadas de empresas. Esto fue muy significativo, pues toda la planificación central soviética descansaba en la premisa marxista de que las empresas privadas eran inherentemente explotadoras.

Por supuesto, las empresas privadas se limitaron a los sectores de bienes de consumo. El pensamiento general era que, si los ciudadanos soviéticos querían jeans y goma de mascar ̶ estaba bien, dejen que las pequeñas empresas locales hagan jeans, entonces, tal vez, la gente dejaría de quejarse. No obstante, el gobierno retendría el control total de las así llamadas industrias importantes -energía, manufactura, minería, y similares- mientras que a las masas dispuestas se les dejaría jugar en el pequeño cajón de arena de los bienes de consumo.

Es fácil detectar una falla en el pensamiento de Gorbachev: si la planificación central no funciona para los bienes de consumo, no funcionaría incluso para la producción más compleja. Lo que espanta es cuántos políticos en el mundo libre mantienen los mismos supuestos básicos de Gorbachev. Aún peor, ¿cuántos estadounidenses de la izquierda (o incluso de la derecha centrista) piden que el gobierno regule o nacionalice una compañía siempre que ellos deciden que las cosas que quieren cuestan demasiado?

De nuevo, los aspirantes a tiranos estudiaron con cuidado los intentos de Gorbachev y concluyeron (tal vez, correctamente) que sistemas inherentemente fallidos no pueden ser arreglados. Es imposible arreglar la planificación central sin abolir su premisa central de que el gobierno, no los consumidores, conoce mejor qué producir y en qué cantidades. Para conservar el poder, los gobiernos tienen que controlar toda la economía, o, al menos, la mayor parte de ella.

LOS DE LÍNEA DURA SIEMBRAN LAS SEMILLAS DE SU PROPIA DESTRUCCIÓN

Como se mencionó, a quienes desean que el comunismo y la Unión Soviética nunca colapsaran les gusta culpar a Gorbachev. Pero, lo que realmente terminó con los soviéticos fue el golpe intentado por los de línea dura en agosto de 1991. Gorbachev fue puesto bajo arresto domiciliario, las estaciones de televisión empezaron a mostrar “El Lago de los Cisnes” de Tchaikovsky ̶ una versión soviética de que “todo está bien, no hay nada que ver aquí,” y, más tarde, un grupo de ancianos declaró que estaba tomando las cosas en sus manos para rescatar los ideales de la revolución socialista.

Eso no le gustó a la gente, la que ya había tenido lo suficiente. Las masas se habían volcado contra la continuidad de la Unión Soviética y el socialismo, que habían forjado el dolor, pobreza, y opresión. Después que las fuerzas armadas acordaron apoyar a Yeltsin, los días de la Unión Soviética estaban contados. Ella se disolvió el 26 de diciembre de 1991, dándole al mundo el mejor regalo imaginable para la Navidad.

¿Cómo se aplica eso a los Estados Unidos de hoy? Usted no puede tener un país libre sin una verdadera libertad de expresión. No puede tener ciudadanos empoderados si todos los aspectos económicos de la vida son decididos por el gobierno. Y, ¿los de la línea dura? Ellos a menudo sobrestiman cuánto apoyo tienen en realidad.

Zilvinas Silenas llegó a ser presidente de la Fundación para la Educación Económica (FEE) en mayo del 2019. Entre el 2011 y el 2019 sirvió como presidente del Instituto Lituano de Libre Mercado (LFMI), llevando la organización y su mensaje de reforma de política económica de libre mercado, al frente del discurso público de Lituania.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.