LA POLÍTICA SIN ROMANCE

Por Pierre Lemieux
EconLog
16 de mayo del 2021

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es pierre lemieux EconLog, romance, May 16, 2021. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

La escuela de economía de la elección pública, desarrollada desde mediados del siglo XX, asume que un individuo que se traslada del sector privado al sector público, ya sea como burócrata del gobierno o como político, permanece siendo principalmente el mismo individuo egoísta. Él no hace una metamorfosis hacia un ángel altruista. Esta idea de la “política sin romance” (para citar a James Buchanan) condujo a nuevas y fructíferas explicaciones de las acciones del gobierno.

Deberíamos esperar que un presidente (u otro gobernante superior) redefinirá, ni no es efectivamente limitado por instituciones (constitución, leyes, y otro conjunto de reglas establecidas), su interés propio como el “interés público.”
Aún si él quisiera hacer el bien para todos los ciudadanos, típicamente no podría hacerlo, pues no todos ellos tienen las mismas preferencias acerca de qué es bueno para ellos; así que mejor promueve el interés público que es bueno para él.

Vistas bajo esta perspectiva, las acciones, ya sean de Joe Biden o Donald Trump, no sorprenden. Cada uno de ellos ha sido capaz de usar el poder increíble acumulado en la presidencia en busca de su propio interés ̶ por ejemplo, ser adulado por quienes le apoyan y por el 51% de los votantes, ejercer poder sobre la gente y exhibirlo, y (si la edad lo permite) ser reelecto. Otras motivaciones pueden desempeñar un papel, pero es poco realista y peligroso ignorar el interés propio.

Si usted es Demócrata y odia a Trump, debería darse cuenta que él es, dejando de lado algunas idiosincrasias, el tipo de gobernante que es posible que usted sufra bajo el Leviatán por el cual está clamando. Si usted es Republicano y odia a Biden, debería entender que él es, dejando de lado algunas idiosincrasias, el tipo de gobernante bajo el Leviatán el cual es posible que usted está anhelando. Mutatis mutandi si usted no está viviendo en Estados Unidos: eso es lo que usted tendrá si no es que ya lo tiene. Por tanto, en “economía política constitucional” (o “economía constitucional”) el argumento, a favor de restringir el gobierno; esto es, encadenar al Leviatán. (La imagen en la versión original en inglés que encabeza este mensaje reproduce “La Destrucción del Leviatán” de Gustave Doré, en referencia al monstruo original de la biblia.)

Encadenar al Leviatán es un objetivo que se devuelve a la fuente del liberalismo clásico. Por ejemplo, David Hume escribió:

“…al diseñar un sistema de gobierno y establecer los distintos mecanismos de comproba*ción y control, hay que dar por supuesto que todo individuo es un bribón, y no tiene otra finalidad, en todos sus actos, que el interés privado.”

Similarmente, John Stuart Mill:

“Porque el principio mismo del Gobierno representativo descansa sobre la presunción de que los que poseen el poder, abusarán de él en provecho propio: no porque siempre sea así, sino por ser tal la tendencia natural de las cosas; tendencia que las instituciones libres tienen por principal objeto regular.”

Estas dos citas fueron reproducidas por Buchanan en su artículo acerca de economía constitucional en el Nuevo Diccionario de Economía Palgrave.

Buchanan quería reconciliar “la política como intercambio;” esto es, el intercambio implícito en la producción del gobierno de bienes públicos unánimemente deseados, con la necesidad de restringir su poder explotador. Quienes, como Anthony Jasay, creen que los bienes públicos pueden ser producidos privadamente o que no es posible encadenar al Leviatán, en vez de eso, optan por la anarquía. La existencia de una continuidad entre anarquía y Leviatán puede brindar algunas opciones intermedias, pero esto abre una caja de Pandora.

Pierre Lemieux es un economista libertario, teórico político y escritor, de Quebec. Es investigador del grupo de reflexión "The Independent Institute", profesor de economía en la Universidad de Quebec en Outaouais y copresidente de la GREL (Groupe de recherche économie et liberté), también es columnista regular en el Western Standard y el Financial Post

Traducido por Jorge Corrales Quesada.