Ante el intento de comprar votos del presidente Biden, he aquí resultados económicos esperables de una política claramente manipuladora.

TRES CONSECUENCIAS NO PREVISTAS DE “PERDONAR” PRÉSTAMOS ESTUDIANTILES

Por James R. Harrigan & Antony Davies
American Institute for Economic Research
30 de agosto del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es james r. harrigan & antony davies american institute for economic research, student loan, August 30, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Dada la inclinación de los votantes estadounidenses a proveer un gobierno dividido, podría lucir extraño que los Demócratas hayan sido capaces de arrancar el control de la Casa Blanca y de ambas cámaras legislativas en la elección del 2020. Y, aunque claramente habrá un acuerdo para compartir el poder en el Senado, los Demócratas pueden encontrarse en una posición envidiable, una que ellos han usado con gran efecto en el pasado.

La última vez que un presidente Demócrata tuvo mayorías en ambas cámaras del Congreso, vimos a Barack Obama tomar control de la agenda legislativa para conseguir que se aprobara la Ley de Cuido de la Salud a Bajo Precio (ACA por sus siglas en inglés). La ACA fue aprobada con el voto de sólo un Republicano, Ánh Quang “Joseph” Cao, en la Cámara de Representantes (aunque los Demócrata no necesitaban ese voto), y sin ningún apoyo Republicano en el Senado. No muy a menudo un partido domina el espacio político de forma que puede aprobar legislación según su voluntad, pero, los pocos ejemplos que existen, dan una mirada reveladora de lo que podría esperarse que rinda un gobierno unido en nuestro propio tiempo.

Hemos visto una cantidad de grandes leyes desde 1935, leyes que han cambiado el propio tejido de la vida política estadounidense, al empoderar al gobierno federal más allá de sus limitaciones constituciones. Además de la ACA en el 2010, la Seguridad Social (1935) y el Medicare (1965) también fueron puestos en marcha cuando los Demócratas tenían el control tanto de la Casa Blanca como del Congreso.

Dados los resultados de la reciente elección, no debería sorprender que estemos listos para la siguiente gran expansión: el perdón de la deuda estudiantil, promesa que Joe Biden hizo con frecuencia al hacer campaña para la presidencia.
Como las grandes ideas que llegaron antes de ella, desde el primer día esta idea nos costará más de lo que podemos permitirnos, y mucho más de lo que sus proponentes admitirán. El plan de Biden, como se vislumbra actualmente, costaría más de $300 miles de millones. Pero, eso es tan sólo en este año. El plan pondrá en movimiento consecuencias no previstas que, sin duda, persistirán por generaciones.

Primera, la cosecha de nuevos estudiantes del próximo año demandará -comprensiblemente- que también sus préstamos sean perdonados. E igual lo harán aquellos del año que le sigue, etcétera. Este programa pronto se convertirá en una especie de Ingreso Universal Básico universitario, en donde simplemente el gobierno le entrega $10.000 a cada estudiante universitario. Algunos afirman que, si esto resulta en un pueblo mejor educado, entonces, vale la pena el costo. Pero, no resultará en un pueblo mejor educado; terminará en un montón de estudiantes siguiendo carreras en cosas que el mercado no valora, y otro montón simplemente tomando una vacación de cuatro años pagada por los contribuyentes. Hasta el momento, los graduados sabían que necesitaban habilidades mercadeables para poder repagar sus préstamos de estudios universitarios. Pero, cuando los préstamos estudiantiles se perdonan por norma, los graduados no sufren costo por desperdiciar nuestros recursos colectivos, al estudiar cosas que el mercado no valora o por no estudiar del todo.

Segunda, las universidades responderán a esta nueva realidad elevando el costo de la matrícula proporcionalmente. La matrícula y las cuotas fueron una constante clara del 18 al 19 por ciento del ingreso familiar desde la década de los sesentas hasta 1978. En 1965, el gobierno federal empezó a garantizar los préstamos a los estudiantes. En 1973, el Congreso estableció la corporación pública Sallie Mae y le encargó otorgar préstamos estudiantiles subsidiados. Y, para 1978 la matrícula y las cuotas habían iniciado una marcha constante hasta llegar a ser hoy el 45 por ciento del ingreso familiar. Cuando el gobierno hace que sea menos doloroso para los estudiantes pedir prestado, ya sea mediante garantías, subsidios, o perdonando préstamos, les quita algo del dolor a los estudiantes de pedir prestado, lo que hace facilita más a las universidades aumentar la matrícula.

El cuadro “Matrícula y cuotas (4 años, privadas) según ingreso familiar anual” puede verse en james r. harrigan & antony davies american institute for economic research, student loan, August 30, 2022. La fuente de los datos es Banco de la Reserva Federal de San Luis, National, Center of Education Statistics.

Tercera, espere a ver muchos contribuyentes quejándose. Los dueños de casas se preguntan muy lógicamente por qué el gobierno no perdona sus hipotecas. Después, de todo, los préstamos a estudiantes suman alrededor de $1.4 billones, mientras que las hipotecas en Estados Unidos totalizan más de $16 billones. Si es buena idea aliviar a los estudiantes del peso de sus deudas, debería ser una idea aún mejor aliviar de las suyas a los dueños de casas.

Y ¿qué acerca de los estudiantes que trabajaron en múltiples empleos o asistieron a escuelas menos prestigiosas, de forma que pudieran evitar caer en deuda? ¿Por qué ellos no son recompensados? ¿Qué pasa con los estudiantes que diligentemente pagaron sus deudas y ahora están libres de ellas? ¿No recibirán nada? ¿Qué pasa acerca, increíblemente, con la gente en los negocios? ¿Es razonable arremeter contra personas -por la vía del aumento en los impuestos que ocasionará el perdón de los préstamos- que no fueron a la universidad, para subsidiar a quienes van a ella? Independientemente de las respuestas a estas preguntas, poner en práctica este plan estará plagado de dificultades.

Al final de cuentas, hay tres grandes ganadores con este esquema. Las universidades podrán elevar sus precios aún más, pues, de pronto, para pagarlos los estudiantes tendrán dinero extra. Los estudiantes que asumieron niveles gigantescos de deuda estarán en capacidad de obligar a sus conciudadanos a pagar la cuenta. Y, finalmente, políticos que compran votos al lucir magnánimos con el dinero de otras personas.

Los grandes perdedores son los estudiantes futuros, quienes verán, de nuevo, una vez más, elevarse la matrícula, los estadounidenses de la clase trabajadora que, de pronto, se encontrarán atrapados pagando para que otra gente vaya a la universidad, y los contribuyentes en general, quienes -como siempre- cargarán con el muerto.

Reimpreso de la Foundation for Economic Education

Nota del editor: Este artículo se ha vuelto a publicar a la luz del anuncio del presidente Biden de Alivio de Préstamos Estudiantiles.

James R. Harrigan es editor sénior del American Institute for Economic Research. Es también coanfitrión del podcast Words & Numbers. Previamente fue deán de la American University de Irak-Sulaimani, y, luego, sirvió como director de programas académicos del Institute for Human Studies y de Strata, en donde también fue compañero sénior de investigación. Ha escrito extensamente en la prensa popular, con artículos en el Wall Street Journal, USA Today, U.S. News and World Report, y un conjunto de otros medios. Es también coautor del libro Cooperation & Coercion. Su trabajo actual se enfoca en las intersecciones entre economía política, política pública y filosofía política.

Antony Davies es el compañero distinguido Milton Friedman de la Fundación para la Educación Económica y profesor asociado de economía en la Universidad Duquesne. Autor de Principles of Microeconomics (Cognella), Understanding Statistics (Cato Institute), y Cooperation and Coercion (ISI Books). Ha escrito cientos de páginas de opinión, incluyendo, entre otros, en el Wall Street Journal, Los Angeles Times, USA Today, the New York Post, New York Daily News, Newsday, U.S. News y el Houston Chronicle. Es también coanfitrión del podcast semanal Words & Numbers. Davies fue funcionario jefe Financiero de Parabon Computation, y fundó varias empresas de tecnología.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.