LAS SANCIONES ESTÁN AFECTANDO A OCCIDENTE MÁS A QUE A RUSIA

Por Álvaro Vargas Llosa
The Independent Institute
25 de julio del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es alvaro vargas llosa the independent institute, sanctions, July 25, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Mientras Rusia continúa pagando un alto precio militar por su cruel invasión de Ucrania, las cosas lucen diferentes desde el frente económico.

A pesar de las garantías repetidas del presidente Biden y otros líderes de Occidente de que “las sanciones económicas más fuertes en la historia” paralizarían la economía rusa y que hambrearían su maquinaria de guerra, eso no ha sucedido. La cuenta corriente de Rusia, que mide el comercio global en bienes y servicios, mostró fuerza en el segundo trimestre de este año, al llegar su excedente comercial a un récord de $70 miles de millones, También, el rublo ha exhibido una notable resistencia, calificando con el desempeño más fuerte de la moneda en lo que va del año, elevándose a su nivel más alto contra el euro desde el 2015 y logrando importantes ganancias frente el dólar.

¿Qué explica los cofres rebosantes de Putin? La respuesta simple: altos precios de productos básicos y la habilidad continuada de Rusia para exportar petróleo, gas, granos, e incluso oro hacia países no occidentales.

El panorama económico no es tan color rosa para los países que sancionan a Rusia. Europa está luchando por satisfacer sus necesidades de energía, elevando la inflación y obligando a países en la vanguardia del movimiento verde a echar para atrás. Por ejemplo, Alemania cuyo ministro de asuntos económicos y de acción climática vienen del Partido Verde, fue obligada a reactivar diecisiete plantas de energía movida por carbón, que previamente había cerrado. El presidente Biden, con una inflación asentada en el nivel más alto en cuarenta años, recientemente les rogó a líderes de Arabia Saudita -un régimen que había venido rechazando- a venir al rescate bombeando más crudo para ayudar a reducir los precios del combustible y facilitar la presión inflacionaria que los altos precios del combustible ponen sobre otros bienes.

En resumen, parece que la respuesta económica a la guerra no provocada de Rusia está causando más problemas sobre el resto del mundo, que sobre la misma Rusia.

Para ahora, los lideres occidentales deberían haber aprendido a tomar en cuenta un par de factores al imponer sanciones a un dictador: el caso moral y las consecuencias sociales y económicas posibles.

En este ejemplo hubo una clara tensión entre ambas. El caso moral pedía aislar la economía rusa tanto como fuera posible. Pero, dados los desbalances existentes entre oferta y demanda que se hicieron evidentes cuando el mundo emergió de la pandemia -y una inflación creciente- el calculador socioeconómico debería haber apuntado hacia un régimen de sanciones que hubiera evitado exacerbar los problemas (si es que incluso eso es posible).

Eso no fue lo que pasó. La combinación de sanciones y guerra alteró los suministros de energía y granos, creando una oportunidad económica que Rusia ha explotado. En efecto, según el Centro para la Energía y el Aire Limpio basado en Helsinki, Moscú obtuvo $100 miles de millones en ingresos por petróleo, gas, y venta de carbón tan sólo en los primeros tres meses de guerra.

Mientras Biden estaba reduciendo la Reserva Estratégica de Petróleo para aumentar los suministros disponibles y reducir los precios de la gasolina -llevando la reserva de emergencia de Estados Unidos a su nivel más bajo desde mediados de los ochenta- en mayo la exportación de Rusia había vuelto a sus niveles preguerra.

Entre tanto, Europa, que importó un 40 por ciento de su gas natural desde Rusia el año pasado, ahora está enfrentando un golpe doble de escaseces severas debido a menores importaciones desde Rusia y una inflación mayor, alimentada en parte por los precios de la energía. Esto podría conducir a un invierno largo y frío, cuando la demanda de energía explota al mismo tiempo que Europa está definida en cuanto a detener las importaciones de petróleo por vía marítima desde Rusia, como lo requiere una regulación de la Unión Europe (UE) introducida en junio. Las cosas podrían empeorar si Rusia decide recortar su exportación de gas a Europa por medio de oleoductos, lo que es temporalmente permitido por el edicto de la UE.

El panorama amplio se puede ver en los números. En febrero, cuando Rusia invadió Ucrania, el índice global de precios de bienes básicos de la Reserva Federal estaba en 203; para fines de junio era de 227, un aumento del 12 por ciento.
En vez de hambrear la maquinaria de guerra rusa, los aumentos de precios de los bienes básicos han fortalecido las finanzas de Rusia.

La idea era que Occidente le ayudara a Ucrania a ganar la guerra o, al menos, hacer que fuera extremamente costoso para Rusia continuar su agresión imperialista. Si bien militarmente el jurado aún está deliberando, económicamente Rusia no ha sufrido en modo alguno.

También publicado en The National Interest.

Álvaro Vargas Llosa es compañero sénior del Independent Institute.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.