Por supuesto, aquí no han admitido errores y menos brindado disculpas. Algunos hasta siguen promoviendo medidas que han demostrado ser dañinas e infectivas para contener y eliminar el COVID. Recuerdo cuando, al inicio de la pandemia impusieron medidas obligatorias generalizadas de cierre de la economía, y quedarse forzadamente en la casa y cerrar escuelas y, ante ellas, algunos advertimos acera de los daños posiblemente mayores en distintos ámbitos que eso ocasionaría y la respuesta de algunos políticos y adláteres fue que uno sólo se preocupaba por el dinero y no por la salud humana: tanta ignorancia de lo esencial en la vida que es que, cuando se hace una cosa, hay un sacrificio al tener que dejar de hacer otras.

AL MENOS ALGUNOS POLÍTICOS ADMITEN EL ERROR (O ALGO ASÍ)

Por Jeffrey A. Tucker
American Institute for Economic Research
19 de junio del 2020

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es Jeffrey a. tucker american institute for economic research, politicians, June 19, 2020. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Vivimos en la era del fingimiento. Los gobiernos se han comportado más lamentable, ignorante, arbitraria y caprichosamente que en una generación o dos. Y, sin embargo, no vemos disculpas, al menos, no en general. El fracaso está alrededor nuestro, en todas partes. ¿Dónde están las excepciones a la regla? Hice la pregunta en Twitter y he aquí las respuestas que hemos encontrado.

Primera Ministra de Noruega.
Erna Solberg apareció en la televisión a fines de mayo, admitiendo que a ella le dio pánico e impuso una cuarentena estricta “debido al temor.” “¿Era necesario cerrar escuelas? Tal vez no. Pero, al mismo tiempo, pienso que fue la cosa correcta por hacer en aquel momento. Con base en la información que teníamos, tomamos una estrategia precaucionaría.”

Esa no es exactamente una excusa, pero, por lo menos, es la admisión de un error. Luego, ella se preguntó si debería haber imitado lo hecho por Suecia. Además, al tomar la decisión de cerrar, ella rechazó el consejo de sus propios asesores en salud.

Primer Ministro de Paquistán.
Imram Khan obtiene el premio por la mejor y más elocuente excusa, que tuiteó el 24 de abril. “Cuando buscamos una cuarentena total no pensamos acerca de las consecuencias para los trabajadores asalariados de todos los días, los vendedores de las calles, los obreros, todos los cuales encaran la pobreza y el hambre propia y de sus familias. Que Alá nos perdone por nuestro pecado de negligencia hacia nuestros ciudadanos desposeídos y pobres.”

Gobernadora Kristi Noem de Dakota del Sur.
Esta gobernadora ha sido firme durante todo el tiempo, rehusándose desde el inicio a emitir órdenes de quedarse en casa. Ella se enfrentó a medios que aullaban a cada paso, e incluso explicó en un discurso qué estaba errado en los modelos que predecían el virus. ¡Ella sonaba como Hayek! Una cosa que lamentó por aparentemente no expresarlo fue no plantarse más fuerte ante el alcalde de Sioux City, que cerró los restaurantes durante unas semanas.

Gobernador Henry McMaster de Carolina del Sur.
Él no emitió una orden de quedarse en casa y prometió no hacerlo, y mantuvo su palabra. Él no ha dado excusas por las restricciones que impuso, pero, al menos, ejercitó alguna humildad al ver los límites al poder del gobierno.

Primer Ministro de Rusia.
No es exactamente una excusa, pero Mikhail Mishustin denunció a gobernadores regionales por exceso de celo en imponer cuarentenas. Probablemente eso iba dirigido a Chechenia, así que para ello deben haber mediado razones políticas.

Primer Ministro de India.
Narendra Modi logra algún crédito por su excusa, pero ninguno por decir que las cuarentenas eran necesarias. “Me excuso por tomar estos pasos duros que han causado dificultades en sus vidas, en especial a gente pobre. Sé que algunos de ustedes están enojados conmigo. Pero, estas medidas duras eran necesarias para ganar la batalla.” Aún más: “Busco su perdón… Estoy seguro que me perdonarán por haber sufrido tanto problema. Alguna gente dirá que el primer ministro es eso, pero esas son circunstancias especiales.” Excusarse es una cosa; admitir el error es otra.

Jefe de Epidemiología de Suecia.
Anders Tegnell admitió que Suecia pudo haberlo hecho mejor. Esto ocasionó que la prensa hiciera su agosto distorsionando sus comentarios. Él no dijo que no deberían haber cerrado. En vez de eso, dijo que deberían haberse enfocado más en proteger a los ancianos. “Continuamos creyendo que la estrategia es buena, pero siempre hay mejoras que uno puede hacer, en especial si mira hacia atrás en el tiempo,” dijo él en una conferencia de prensa. “Sería extraño si usted diera una respuesta diferente a esa pregunta.”

Gobernador de Nueva York.
Para ahora usted ya sabe que Andrew Cuomo ha hablado acerca de todo, pero enterrado en esa mezcolanza de palabrería cotidiana, él dijo: “Si usted volvió a pensar acerca de eso o tuvo tiempo de analizar esa estrategia de salud pública, yo no sabría que usted diría cuarentana para todos. Ni siquiera sé que esa fue la mejor política de salud pública. …Lo que hicimos fue cerrar todo. Esa fue nuestra estrategia de salud pública. Simplemente cierre todo, todas las empresas, trabajadores mayores, gente joven, gente vieja, gente de baja estatura, gente de alta estatura. Toda escuela cerrada, todo.” Luego, de inmediato, olvidó que él dijo eso e impuso más cuarentenas.

Presidente de los Estados Unidos.
Hubo un rayo de esperanza que brilló por un breve instante en una entrevista el 24 de mayo con Trump. “Ahora bien, ¿cerraría yo de nuevo? No, pues ahora lo entendemos mucho mejor. No sabíamos nada acerca de eso, era nuevo, estaba fresco.”

Pero, luego, de inmediato siguió con: “He tomado esa decisión por mí mismo y resultó ser una gran decisión. Cientos de miles de vidas se salvaron.”

En las semanas siguientes, sus “cientos de miles” se habían convertido en tres millones. Considere sus comentarios acerca del asunto en una entrevista con el Wall Street Journal:

“En cuanto al coronavirus actué muy rápidamente, y actué temprano. Y ellos no pueden sobreponerse a eso. Número uno. Número dos. Si no actuaba, habríamos tenido 3 millones de muertes, Y, en vez de ello, tenemos 110.000. Y podríamos dirigirnos a una cifra que es, usted sabe, más alta, de 150.000 hasta 200.000, ahora todo podría terminar dependiendo de cómo va. Estamos haciéndolo muy bien acerca de la vacuna. Estamos haciéndolo muy bien en terapéutica. Pero, si yo no hubiera hecho lo que hicimos, tendríamos cualquier parte entre 1.5 millones a 3 millones de muertes. Eso sería 20 veces más que lo que terminaremos teniendo, ¿sabe? De 10 a 30 veces más.”

Sí, eso se llama duplicar, e incluso ser poseer las cuarentenas. ¿Y qué hay acerca de datos que muestran que la mediana de las tasas de muertes por infección para gente de menos de 70 es de un 0.04%, y de cero para niños?

“Usted tiene cierta población… sabemos que la gente de mayor edad, en especial gente de más edad, que tiene un problema como enfermedad del corazón, u otras… ellos literalmente están en la lista ¿no es cierto? Literalmente están en la lista. Diabetes, enfermedad del corazón, pienso que serían el número uno y el dos. Pero, están en la lista. Si son adultos mayores, y tienen esas enfermedades, no es fácil. No va a ser algo agradable ¿No es cierto? Así que deberíamos saber a quienes proteger. Tuvimos cantidad de gobernadores que hicieron un trabajo muy, muy, pobre con respecto a hogares de cuido, un trabajo muy, muy, malo. Y deberían haberlo sabido mejor.”

Así, él admite lo que hemos sabido desde febrero y marzo, que el COVID-19 puede ser malvado para un subconjunto específico de la población (los ancianos con comorbilidades), pero difícilmente una enfermedad del todo para la mayoría de los demás. Cerrar escuelas, cerrar todo excepto lo considerado esencial, fue claramente un error épico. El enfoque debería haber sido en instalaciones de cuido a largo plazo, lo que claramente se descuidó en el frenesí.

Entonces, ¿cómo pudo él hablar acerca de tres millones de muertes en Estados Unidos sin una cuarentena? Él nunca lo explica, sino que sigue insistiendo:

“Bueno, la gente tiene que saber eso, sí, que lo hace. Pero es parte minúscula, Ustedes saben que es un porcentaje muy pequeño. Hicimos lo correcto. Cerramos. Cerramos. Costoso. Pero, usted no puede poner un precio a salvar millones de vidas. Salvamos millones de vidas. Usted sabe, mucha gente dice rebaño. Bueno, ¿qué tal funcionó para Suecia? No bien. ¿Cómo funcionó el rebaño para Brasil? No bien.

Ese pasaje requiere, tal vez, un poquito de explicación. Él está hablando acerca de “inmunidad de rebaño,” que es la idea de que, después de que se haya construido cierta inmunidad en la población, el virus se acaba. Es así como generaciones de profesionales de la medicina han lidiado con los virus: la inmunidad natural y la inmunidad artificial con vacunas, por la cual [Nota del traductor: en el momento en que eso se escribe] no hay una para el COVID-19. Es difícil ver cómo la cuarentena es un substituto, pues, como lo explica Knut Wittkowski, el eslogan “aplasten la curva” no es nada más que otra forma de decir, prolonguen el dolor. Los virus no desaparecen porque usted se esconde de ellos.

En cuanto a Suecia, hasta la Organización Mundial de la Salud admite que ese país hizo lo correcto, excepto que descuidó las instalaciones de cuido de largo plazo. A Brasil no le ha ido peor que a los Estados Unidos. Como repetidamente este sitio lo ha comentado, no hay una relación estadística significativa entre muertes por el COVID-19 y cerrar versus mantener abierto.

Tanto la dirección del sitio mencionado, como el cuadro “Muertes confirmadas por el COVID-19 por millón de personas,” se encuentran en https://www.aier.org/article/at-leas...error-sort-of/

Este virus ha superado a los gobiernos y su poder alrededor de todo el mundo, y, para ahora, debería haber terminado toda pretensión acerca de la habilidad de la cuarentena para controlar la diseminación y muertes, Pero, como podemos ver, los funcionarios gubernamentales están renuentes a admitir el error de cualquiera de sus acciones, mucho menos incompetencia en cualquier área de la vida, aun cuando sus acciones han empobrecido y destruido vidas de millones. Así que podemos preguntar: ¿Cuándo los políticos admitirán su error de imponer cuarentenas?

Jeffrey A. Tucker es director editorial del American Institute for Economic Research. Es autor de muchos miles de artículos en la prensa académica y popular y de nueve libros en 5 idiomas, siendo el más reciente Liberty or Lockdown. También es editor de The Best of Mises. Es conferenciante habitual en temas de economía, tecnología, filosofía social y cultura.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.