¿ES LA BIOMASA ENERGÍA “VERDE”?

Por Robert L. Bradley, Jr. & Richard Fulmer
American Institute for Economic Research
13 de julio del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es robert l. bradley, Jr & richard fulmer american institute for economic research, biomass, July 13, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Las turbinas de viento y paneles solares industriales obtienen la mayor parte de la atención como alternativas “verdes” a combustibles fósiles. Pero, la biomasa entra en la mezcla, y, como las otras dos, presenta una clara compensación que complica los esfuerzos del gobierno y la ONGs para mover al mundo lejos de energías basadas en el carbono. No es fácil ser verde, en especial con una renovable que emite tanto dióxido de carbono como contaminantes significativos.

TRASFONDO

Plantas de energía de biomasa usan madera y productos de madera, árboles y residuos forestales, así como residuos de aserraderos, tales como cortezas y aserrín, en vez de combustibles fósiles. Sus impulsores esperan crear un ciclo sostenible de cosecha, quema, y reforestación, de forma que no agregue emisiones netas de dióxido de carbono, al hacer que crezcan nuevos árboles que remueven el carbono agregado a la atmósfera por quemar aquellos maduros. En contraste, quemar combustibles fósiles toma carbono que por largo tiempo ha estado secuestrado y lo agrega a la atmósfera.

A primera vista, el uso de la biomasa parece ser una solución plausible para reducir emisiones de carbono. Sin embargo, ha surgido una oposición seria después que bosques completos se dejaron sin árboles para suplir gránulos de madera que alimentaran plantas de biomasa en el Reino Unido y la Unión Europea.

SUBSIDIOS GUBERNAMENTALES

El debate es aún más importante porque Estados Unidos, el Reino Unido, y la Unión Europea están subsidiando plantas de energía de biomasa al tono de miles de millones de dólares anualmente. En Estados Unidos, el gobierno federal está gastando cerca de $13 miles de millones al año por la vía de preferencias impositivas y programas especiales administrados por el departamento de Energía de Estados Unidos, el departamento de Agricultura de Estados Unidos, y otras agencias. Y, al otro lado del charco, como lo hace ver Mary S. Booth con Partnership for Policy Integrity:

“Los operadores de bioenergía en la Unión Europea reciben al año más de 16 miles de millones de euros en subsidios de energía renovable…, y plantas de energía que queman biomasa, que son lo suficientemente grandes como para sujetarlas a regulaciones de comercio del carbono en la Unión Europea, evitan hasta 5 miles de millones de euros (aproximadamente $5.5 miles de millones de dólares estadounidenses) en cargos por carbono al año que habrían tenido que pagar si la biomasa no fuera tratada como teniendo causando emisiones.”

UN DEBATE VIGENTE

El artículo de Booth es parte de un debate acerca de energía de biomasa patrocinado por el Bulletin of the Atomic Scientists, y publicado en la edición de su revista digital en mayo del 2022. Los artículos que arguyen contra la energía de biomasa presentan los siguientes puntos:


  1. Quemar madera produce más emisiones de CO2 por unidad de energía que lo hace quemar gas natural, kerosene, e incluso carbón.Quemar madera produce más contaminación por unidad de energía que lo hace quemar combustibles fósiles.
  2. Cortar ahora árboles para combustible elimina sumideros de carbono con la promesa -una promesa que puede o no ser hornada- de reemplazarlos alguna vez en el futuro.
  3. Árboles recientemente plantados removerán CO2 de la atmósfera, pero sólo décadas después en el camino.
  4. Cortar selvas conduce a perturbar el suelo que libera carbono actualmente secuestrado en la tierra, carbono que excede significativamente aquel contenido en los propios árboles.
  5. Cortar bosques elimina el hábitat.
  6. Cortar bosques y reponerlos con “cosechas” de árboles reduce la biodiversidad, lo que disminuye la resistencia del bosque a enfermedades e insectos.


Los artículos que abogan por la biomasa afirman que puede hacerse sosteniblemente, pero sólo si se hace bien al:


  1. Quemar madera en vez de lignito ̶ el más sucio y menos denso en energía de los combustibles fósiles.
  2. Quemar productos derivados de la madera que, de otra forma, serían desperdiciados en vez de dejar sin árboles a bosques y convertirlos en gránulos de madera.


Raymond Pierrehumbert, autor de uno de los artículos a favor de la biomasa, admite que tanto Reino Unido como Europa no lo están haciendo bien. Por otra parte, luego descarta la crítica de que la biomasa se basa en producir CO2 ahora a cambio de secuestro más tarde:

“El artículo de la revista The New Yorker ingenuamente ve las emisiones de carbono de la biomasa como un “hoyo gigante” en los protocolos de protección del clima, al descartar posibilidades regeneradoras que tendrán lugar décadas para que el bosque vuelva a crecer y recuperar el carbono emitido ̶ pero unas pocas décadas de retraso es, en realidad, no un tema serio comparado con la alteración climática casi irreversible ocasionada por quemar combustibles fósiles.”

Pero, el CO2 es CO2, ya sea que se produzca quemando madera o quemando carbón, y ninguno es algo más “irreversible” que el otro. Aún más, quemar carbón y plantar árboles no son actividades mutuamente excluyentes.
Tenemos las siguientes opciones:

Quemar Madera y Sembrar Árboles
Quemar Combustibles Fósiles y Sembrar Árboles
Más emisiones de CO2 Menos emisiones de CO2
Más contaminación Menos contaminación
Pérdida inmediata de bosques y con ello sumideros de carbono, hábitat y biodiversidad Ningún impacto sobre árboles existentes, sobre secuestro de carbono en el suelo, sobre el hábitat existente, o sobre la biodiversidad actual
Sembrar árboles nuevos, secuestrando carbono a través del tiempo Sembrar árboles nuevos, secuestrando carbono a través el tiempo

El segundo conjunto de opciones es ignorado o descartado por los impulsores de la biomasa. Ellos afirman que los combustibles fósiles representan un carbono permanentemente secuestrado. Si bien los árboles también representan carbono secuestrado, no son sumideros de carbono permanentes. En su momento, devolverán su carbono a la atmósfera debido a fuegos forestales o por su declinación. Así, quemar combustibles fósiles agrega carbono “nuevo” a la mezcla, mientras que quemar árboles no lo hace.

Este argumento deja de lado el hecho de que los árboles pueden cosecharse y usarse en otras cosas diferentes de leña para el fuego. Los hogares, muebles, libros, y productos de papel son relativamente sumideros de carbón permanentes.
También, la energía de biomasa anticipa el impacto del carbono. Los sumideros de carbono se pierden inmediatamente y las emisiones de carbono más allá de lo que se habría producido si los combustibles fósiles hubieran sido quemados en vez de producidos de inmediato. Si los científicos del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático están en lo correcto, el carbono debe ser secuestrado ahora, y las emisiones de carbono reducidas ahora.

Finalmente, hasta sus impulsores ven las plantas de energía de biomasa sólo como parches ̶ alternativas para usar sino hasta que mejores soluciones estén disponibles. Pero, este parche viene con un costo inicial, a largo plazo, superior a usar combustibles fósiles hasta que haya mejores soluciones disponibles. Aún más, una vez consolidada por subsidios gubernamentales, la biomasa será tan difícil de erradicar como ha mostrado serlo el etanol basado en el maíz, a pesar de su daño ambiental constante.

CONCLUSIÓN

El Reino Unido y la Unión Europea han creado un nuevo grupo de intereses especiales, que tiene un interés adquirido en mantener subsidios fluyendo y regulaciones favorables en su sitio. Como en una ocasión hizo ver Kevin D. Williamson, cuando el gobierno hace estupideces, las hace inmortalmente estúpidas.

En vez de subsidiar plantas de biomasa y eximirlas de impuestos al carbono, el Reino Unido y la Unión Europea deberían considerar crear un campo de juego nivelado, eliminando todos los subsidios a la energía -tanto monetarios como regulatorios- como un primer paso hacia una reforma fundamental de la política.

En Estados Unidos, son candidatos para recortes o eliminación programas tales como Biomass Crop Assistance Program, Bioenergy Program for Advanced Biofuels, Rural Energy for America, Biorefinery Assistance Program, Biomass Research & Development Initiative, and Community Wood Energy & Wood Innovation Program.

Una cancha nivelada, no favores
es un enfoque hacia la política energética pro consumidor, neutral en cuanto al contribuyente. Es esperable que las transacciones voluntarias entre adultos con consentimiento dentro de un marco del principio de legalidad arriben a soluciones eficientes.

Robert L. Bradley Jr., compañero sénior del American Institute for Economic Research, es fundador y gerente general del Instituto para la Investigación de Energía. Es autor de ocho libros de historia de la energía y política pública y bloguea en MasterResource. Bradley obtuvo una licenciatura en economía en el Rollings College, una maestría en artes en economía en la Universidad de Houston, y un PhD, en economía política en el International College. Ha sido compañero Schulz de Investigación Económica y compañero del Liberty Fund para Investigación Económica, y en el 2002 recibió el premio en memoria de Julian L Simon por su trabajo en energía y desarrollo sostenible.

Richard Fulmer es coautor de Energy: The Master Resource (Kendall-Hunt: 2004) y de numerosos artículos acerca de economía de libre mercado. Obtuvo una licenciatura en Ingeniería Mecánica en 1978 en la Universidad del Estado de Nuevo México y trabajó como ingeniero y analista de sistemas antes de retirarse para escribir por cuenta propia.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.