HECHO VERSUS FE: LA CIENCIA EN UNA ERA DE INSENSATEZ

By John Staddon
American Institute for Economic Research
28 de junio del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es john stadden american institute for economic research, science, June 28, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

La ciencia está en problemas. Los síntomas incluyen riñas y vacilación acerca del COVID, y la histeria continua acerca del cambio climático. También, la ciencia tiene problemas internos ̶ por ejemplo, la replicabilidad, la habilidad de repetir un experimento y obtener el mismo resultado. Un hecho científico es un resultado que es 100% reproducible. Sin embargo, en la última década y media, tanto como el 60 por ciento o más de los resultados en la ciencia social y biomédica terminaron siendo irrepetibles.

Todavía, hay otros problemas internos. Hace ciento cincuenta años había sólo un puñado de especialidades científicas y unas pocas docenas de revistas científicas. La expansión fue resistida. Ahora, la presa se ha roto. Tan sólo en la ciencia social hay más de 100 subespecialidades. Tienen sus propias revistas y revisión de normas y han desarrollado su propia jerga. Juntas, estas dos cosas limitan gravemente la crítica, que es el sustento de la ciencia. En su mayoría, los científicos sociales predican para sus propios coros privados. También, hay disputas filosóficas y religiosas acerca de la evolución darwiniana: La biología evolucionaria no provee un sistema ético, pero algunos humanistas seculares piensan que sí lo tiene.

Otros problemas reflejan temas de la sociedad más amplia. Los hechos pueden causar que la gente reaccione emocionalmente, Algunas veces, eso es apropiado: Encontrar fuego en el sótano de su edificio debería causar alarma y hacer que usted corra y advierta a sus vecinos. Es una emergencia. Pero, ¿qué hay acerca de esto, de una carta al editor de una revista universitaria?

“No pienso que el racismo sea totalmente responsable del sufrimiento de víctimas de minorías. Los grupos de cualquier color están mejor cuando sus hombres se casan con la mujer que tiene sus bebés y que está a su alrededor para criarlos, al evitar las drogas, alejarse de problemas, y preferir un pago a un donativo, y darse cuenta que “actuar como blanco” al estudiar, digamos, no es cosa mala…”

¿Qué deberíamos hacer en respuesta a estos comentarios?

David Hume, la estrella de la Ilustración Escocesa, hizo una distinción sencilla, vital para nuestra ciencia, entre hechos y fe, entre es y debería ser. La ciencia es acerca de hechos, debería es algo más. Hay hechos, o afirmaciones fácticas, en ambos ejemplos. En el primer caso, los hechos son indudables. Hay un incendio, se requiere una acción de emergencia. Pero, en el segundo caso, no hay una emergencia y los hechos no son evidentes en sí mismos. La ciencia demanda que las aseveraciones sean verificadas. ¿Son los arreglos familiares un problema para el éxito de la gente negra pobre? ¿Tienen estas comunidades una actitud improductiva hacia el trabajo y la educación? ¿Cuáles son los efectos de estas cosas? Sólo si las afirmaciones son ciertas, se justifica alguna acción.

No obstante, la reacción inmediata a estos comentarios no fue la investigación sino la condena y gritos reflexivos de “racismo.” Y este no es sólo el caso de categorías de alto perfil de raza y género, sino, también, el cambio climático y casi todo lo que tiene que ver con “salud y seguridad.” Algunos tópicos no deben ser estudiados, o sólo analizados sólo con una conclusión inevitable en mente. En la lucha continua entre Hechos y pasión, la pasión gana con demasiada frecuencia. Esta tendencia amenaza la integridad de la ciencia, en especial las ciencias sociales.

Muchas preguntas acerca de la política pública dan lugar a lo que el físico Alvin Weinberg, en un artículo casi olvidado llamado trans-ciencia, por el que dio a entender preguntas que son científicas pero que, por razones prácticas o éticas, no pueden ser respondidas concluyentemente por los métodos de la ciencia, al menos hasta ahora. Ejemplos son los efectos pequeños, rezagados, de contaminantes de baja concentración, causas del cambio climático, y el papel de genes en el comportamiento humano. Cuando una ciencia decisiva es imposible, otros factores dominan. La ciencia débil deja pasar a los perros de la irracionalidad, Muchos científicos sociales tienen dificultad para separar los hechos de la fe, la realidad de la forma en que querrían que fueran las cosas. La investigación crítica se ha convertido en sí en un tabú, el que, a su vez, significa que los hacedores de políticas estén tomando decisiones basadas, más en una presión política impulsada ideológicamente, que por un hecho científico.

Adicionado a la dificultad intrínseca de la ciencia social, la raza, en particular, se ha convertido en un tópico en que la investigación desinteresada acerca de la causa de, por ejemplo, disparidades raciales, ha llegado a ser casi imposible. Las conclusiones “científicas” reflejan crecientemente predisposiciones ideológicas, en vez de inferencias apropiadamente cautelosas provenientes de datos necesariamente inadecuados. El surgimiento del concepto influyente de racismo sistémico es el resultado. El racismo sistémico no es medible, por tanto, no se puede erradicar. Su surgimiento se ha acompañado de una asfixia de investigación que pueda lanzar luz verdadera sobre disparidades raciales y de género. Esta supresión tiene un parecido incómodo con la tragedia del Lysenkoismo soviético.

En una época, la historia de la ciencia fue un área para científicos reales que entendían la ciencia acerca de la cual estaban escribiendo. Ahora, es dominada, en Harvard y otras partes, por buenos escritores cuyo entendimiento científico es limitado. Su enfoque es político en vez de científico y, como resultado, sus libros recuerdan docudramas “basados en hechos reales,” en vez de descripciones correctas de los vericuetos, tragedias y alegrías, del descubrimiento verdadero.

Mi libro reciente Science in an age of unreason (Regnery, 2022) es un intento por obtener sentido de estos temas.

John Staddon es profesor James B. Duke de Psicología, y profesor de Biología y Neurobiología, emérito, de la Universidad Duke. Ha publicado más de 200 artículos de investigación y siete libros, incluyendo The Malign Hand of the Markets (2012, McGraw-Hill), The New Behaviorism: Mind, Mechanism and Society. (Psychology Press, 2nd edition 2014) Adaptive Behavior and Learning (Cambridge University Press, 2nd edition 2016) y The Englishman: Memoirs of a psychobiologist. (University of Buckingham Press, 2016). Él está trabajando en un libro acerca del método científico.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.