LA GRAN MENTIRA DEL TRIBALISMO

Por Barry Brownstein
American Institute for Economic Research
26 de junio del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es barry brownstein american institute for economic research, tribalism, June 26, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Durante el invierno del 2021, la periodista Virginia Heffernan se protegió del COVID en su refugio en la parte alta del estado de Nueva York. Después de una fuerte nevada, ella se asombró cuando su vecino, quien apoyaba a Trump, le limpió la calzada de su casa. Uno podía concluir que su vecino vio a un individuo no preparado en necesidad y actuó con decencia y bondad.

En su ensayo de opinión para Los Angeles Times, Heffernan reveló su pensamiento tribal al sopesar si darle gracias a su vecino. Después de aludir la ocupación nazi de Francia y la política de Hezbolla de dar cosas gratis en Líbano, Heffernan concluyó que ella no podía darle “absolución” a su vecino. Ella escribió, “Un trabajo de limpieza de la calzada, con lo amable que es, no es la misma moneda que la justicia y la verdad.”

Ella no nos dice nada acerca de su vecino excepto que es buen removedor de nieve y “Trumpista.” Su vecino vio la humanidad en ella; ella lo vio a través de etiquetas de ella.

Un simple acto de bondad de un vecino se convirtió en una oportunidad para que Virginia Heffernan expresara sus prejuicios tribales. La base de la percepción de Heffernan era su mentalidad tribal y su incapacidad de ver la humanidad en otros.

En su libro Open [Abierto: La historia del progreso humano], Johan Norberg escribe críticamente, “Históricamente, hemos expandido el círculo de personas con quienes sentimos empatía, al descubrir que pertenecemos a grupos que se sobreponen a las viejas divisiones.” Si ella le hubiera hablado a su vecino, podría hallar que comparten un amor por la parte alta del estado de Nueva York, y, tal vez, que tienen un hobby en común. Sin su pensamiento entremetido en el camino, ella puede descubrir que ambos son seres humanos que luchan por tener una vida feliz y con un propósito.

Esta primavera, en la revista Wired, Heffernan, sin traza de ironía, señaló de otros: “Cuando una persona… asienta su serenidad y alegría en una falsa afirmación acerca de la realidad, usted logra poco excepto causar dolor si trata de erradicarla.”

Las afirmaciones falsas de Heffernan acerca de la naturaleza tribal de la realidad puede instruirnos a todos. Ella ha asignado a otras personas un propósito terrible. Las otras personas son objetos que o bien comparten sus ideas o están contra ellas. El carácter y acciones de otros no importan. Lo que importa es la maligna categoría que Heffernan les ha asignado a ellas.

En su libro, Less tan Human [Menos que humanos], el filósofo David Livingston Smith explica que “Los periodistas siempre han tenido un papel importante que desempeñar en la diseminación de falsedades para moldear la opinión pública, y esto, a menudo, involucra deshumanizar a oponentes militares y políticos.” Smith cita a Aldous Huxley, quien explicó que perdemos nuestros “escrúpulos” cuando “se habla de un ser humano como si él no fuera un ser humano, sino el representante de algún principio malvado.”

Heffernan no parece dispuesta a examinar el costo de su pensamiento tribal. ¿Por qué veríamos el caos que crea si pensamos que nuestra mentalidad trabaja para nosotros? ¿Y qué si la “justicia” que Heffernan busca puede emerger sólo cuando se abandona el pensamiento tribal?

Una de las creencias antiliberales más dañinas es la creencia en la supremacía de la tribu. A partir de esa meta-creencia, emanan otras creencias antiliberales. Al creer erradamente que otros son menos valiosos, se facilita fallar en ver la humanidad en otros. A partir de ese error, es fácil adoptar una mentalidad de suma cero y creer que todo lo que importa es el bienestar propio y el bienestar del grupo con el que uno se identifica. Libertad para mi pero no para ellos es una mentalidad de suma cero.

El tribalismo es la creencia en la supremacía de la identidad del grupo de uno sobre los derechos individuales, La identidad tribal promueve sentimientos negativos, incluso el odio, hacia aquellos de fuera de la tribu. En las garras de la mentalidad tribal, vemos el mundo a través de lentes de nosotros versus ellos, víctimas y victimarios. “Ellos” están allí afuera para acabar conmigo es un refrán a menudo escuchado. Estamos seguros que nuestra tribu merece más de lo que tiene.

El tribalismo descansa en un engaño mental destructivo de negar la humanidad en otros: Yo soy fundamentalmente diferente e independiente de aquellos a quienes juzgo.

Un segundo engaño, más destructivo, puede provenir del primero: Mi bienestar depende de destruir o marginar a aquellos de quienes soy diferente.

Matt Ridley explica en su libro The Origins of Virtue [Los orígenes de la virtud], la “tendencia de las sociedades humanas a fragmentarse en grupos que compiten nos ha dejado con mentalidades demasiado dispuestas a adoptar prejuicios y proseguir feudos genocidas.”

EL PENSAMIENTO DE SUMA CERO

Muchos de nosotros aprendimos desde mucho tiempo atrás a valorar la cooperación humana; reconocemos que dañar a otros no promueve, ya sea nuestro bienestar propio, o el de otros.

Muchos no tienen la misma probidad cuando se trata de dañar a otros indirectamente por medio de agentes gubernamentales coercitivos. En los negocios, algunos buscan subsidios, aranceles, demandan que el gobierno obligue a la gente a comprar sus productos, tal como etanol y vacunas. Algunos quieren que se les cancelen préstamos. Otros quieren vivir libres de alquileres. Aun otros quieren un ingreso anual garantizado.

La mentalidad que guía estos ejemplos es el pensamiento de suma cero. El pensamiento de suma cero -filosofía de que alguien más debe perder para yo ganar- es una idea errada que destruye vidas y economías. ¿Está el pensamiento de suma cero siendo alimentado por el tribalismo creciente, amenazando la cooperación y progreso humano?

El psicólogo social Jonathan Haidt recientemente indicó, “Hay una dirección en la historia y es hacia la cooperación en escalas mayores,” agregando que “[L]as nuevas tecnologías (escritura, caminos, la imprenta) …crearon nuevas posibilidades para el comercio y el aprendizaje mutuamente beneficioso. Los conflictos de suma cero …fueron mejor pensados como reveses temporales…”

Pregunta Norberg, “¿Por qué somos tan malos en entender que las relaciones voluntarias y una economía abierta no son suma cero?” No es posible cambiar la naturaleza de la realidad, pero, es posible adoptar creencias que contrastan con la realidad y experimentar consecuencias severas. Norberg apunta hacia el entendimiento de cómo nuestro fracaso en entender la realidad ha polarizado la política:

“Casi todo tipo de angustia que la Derecha nacionalista y la Izquierda populista sienten acerca de la economía, se basa en un [pensamiento de suma cero] en una u otra forma. Si el rico se hace más rico, es porque nos lo quita. Con más inmigrantes, hay menos recursos que quedan para los nativos. Si los robots se hacen más inteligentes, no quedarán empleos para nosotros. Si socios comerciales como China y México ganan, debe ser a expensas nuestras.”

Ni conservadores ni progresistas son inmunes a las mentalidades de suma cero. Hoy, con una inflación rampante, muchos están seguros que los responsables son los supermercados y productores de energía ambiciosos. Sin entender que la FED y los políticos son culpables, es fácil tener opiniones fuertes acerca de cuáles precios y salarios son demasiado “altos.”

Para ser justo, mentiras propagadas por el gobierno generan descontento y un pensamiento de suma cero. Si, como alega el presidente Biden, “Estados Unidos ha logrado la recuperación más robusta en la historia moderna,” ¿por qué sus finanzas se sienten apretadas? Algo o alguien debe estar frenándolo a usted mientras otros van adelantándose. Eso no es justo, puede usted razonar. Y, el presidente está ansioso de canalizar su furia, corporaciones ambiciosas son parte del problema que él resolverá.

Para aquellos apretados por el pensamiento de suma cero, la demolición sencilla, clara, de la hipótesis del economista Donald Boudreaux sigue sin atenderse.

Quienes practican la política de identidad enseñan la idea odiosa de que el éxito de un grupo debe haberse logrado manteniendo bloqueado a otro grupo. La discriminación racial basada en el odio es hoy abiertamente estimulada con base en rectificar errores del pasado. Norberg señala, “Entre más hablamos acerca de una forma de agrupar gente, más posible es que esa gente se alineará de acuerdo con ella.”

Estamos revirtiendo hacia una forma de organización social más primitiva. En una sociedad cerrada, el antagonismo tribal hacia aquellos diferentes es la norma. En contraste, indica Norberg, “En la economía abierta, moderna, nuestra relación con los desconocidos se ha visto trastocada. Debido a que se basa en la regla de la ley, derechos de propiedad e intercambio voluntario, la gente sólo puede prosperar creando algo de valor para otros.” Continúa Norberg,

“Si en el pasado un príncipe, un noble o un ladrón quería nuestro dinero, simplemente nos lo quitaba. Si un empresario quiere nuestro dinero, él tiene que ofrecernos bienes y servicios que valoramos tanto como para estar dispuestos a entregar nuestro dinero a fin de poner nuestras manos sobre aquellos. Si otra tribu lograba más habilidades y recursos, solía ser peligroso, pues significaba que podrían conquistarnos con mayor facilidad, ganando el juego de suma cero entre nosotros. Hoy, si una tribu en otra costa inventa un sensor fotoeléctrico o logra aprovechar la energía del sol, significa que podemos tener acceso a herramientas electrónicas inteligentes y energía ilimitada.”

Para estar claros, los mercados se corrompen con el pensamiento de suma cero cuando el gobierno subsidia y protege políticamente a amigotes con conexiones.

SUS CREENCIAS MIENTEN

Creemos que los prejuicios tribales que adoptamos son genuinos, pero, Norberg nos ofrece un consejo práctico. “Mi convicción firme,” escribe él, “es que es precisamente porque somos tan tribales que necesitamos un mundo abierto, cosmopolita. Si regularmente no nos reunimos, y comunicamos e intercambiamos con individuos de otros grupos, ellos por siempre permanecerían siendo el otro grupo de afuera misterioso y peligroso, los bárbaros a las puertas.”

Podemos confiar en que las diferencias que observamos son importantes, a la vez, tendemos a “ver” que, lo que ya hemos decidido, es verdadero. Los hallazgos de investigación del psicólogo Henri Tajfel, cuya familia fue asesinada durante el Holocausto, revelaron que la configuración predeterminada de la mente puede ser pensamiento tribal.
Explica Norberg,

“En una serie de experimentos, Tajfel y sus colegas midieron los sesgos intra grupo cuando los grupos se basaban en diferencias irrelevantes. Estos estudios tenían la intención de dar una base comparativa, y, luego, los investigadores podían agregar estereotipos negativos y otras condiciones para ver qué creaba el conflicto. Pero, desalentadoramente, ellos no tenían que hacer eso. La gente expresó lealtad intra grupo y discriminación del grupo externo tan sólo al ser incluida en un grupo, aun cuando las diferencias eran triviales y no sabía quienes eran los otros miembros, nunca los habían conocido y ni siquiera había escuchado de ellos.”

Por ejemplo, “En un estudio, a estudiantes se les mostraron pinturas de Wassily Kandinsky y Paul Klee y se les pidió que expresaran sus preferencias, y, luego, fueron divididos en grupos que, se les dijo, se basaban en esas preferencias.” Los resultados fueron “cuando a un ‘estudiante de Kandinsky’ se le pidió que anónimamente asignara recompensas a desconocidos, él prefirió a seguidores de Kandinsky que los de Klee.” Más aún, “los estudiantes querían crear una diferencia tan grande como fuera posible entre miembros de los dos grupos, aún cuando eso significaba una recompensa menor para miembros de su propio grupo.”

Tajfel encontró que incluso cuando los grupos fueron asignados al azar, todavía nosotros queríamos golpearlos a ellos y estábamos dispuestos a sufrir en el tanto en que ellos sufrieran más. Nuestro pensamiento tribal justifica sentimientos que apoyan nuestro comportamiento absurdo y destructivo.

LA ELECCIÓN DE VLADIMIR

En sociedades totalitarias, la tendencia destructiva en las mentalidades humanas que revelaron los estudios de Tajfel, se ha llamado la “elección de Vladimir.” Norberg relata la fábula de Europa del Este:

“Dios se presenta ante Vladimir, un pobre agricultor campesino, y le dice que él le otorgará un deseo. Antes que Vladimir escoja, Dios agrega una salvedad: ‘Todo lo que yo te dé será otorgado a tu vecino Iván, dos veces.’ Vladimir frunce el ceño, medita, y súbitamente se ilumina cuando trama el plan perfecto: ‘Muy bien, quíteme uno de mis ojos.’”

¿Ha adoptado una masa crítica de estadounidenses el error destructivo de “Vladimir”? Un observador razonable puede ver que se prenden señales de advertencia.

Los Vladimires estadunidenses se oponen al libre comercio. Se oponen a la libertad médica. Les disgusta la regla de la ley. Se oponen a los derechos de propiedad. Se oponen a la libre expresión y desprecian a otros que no comparten sus ideas. Alguien debe perder, de forma que yo pueda ganar. Mato o seré muerto. Preferirán tener menos, siempre que los grupos que desprecian tengan menos que lo que ellos tienen. La mentalidad de Vladimir es incompatible con una sociedad pacífica y próspera.

El estado de la sociedad es un indicador rezagado de la fortaleza de nuestra adhesión a principios que promueven el florecimiento y cooperación humana.

Estadounidenses ahistóricos no se dan cuenta de las consecuencias derivadas del pensamiento tribal; no entienden las condiciones que promueven el progreso humano. Norberg cita al físico británico David Deutsch, al decir, “El progreso que es tanto lo suficientemente rápido como para ser notado, y estable lo suficientemente como para continuar durante muchas generaciones, se ha logrado una sola vez en la historia de nuestra especie.” Agrega Norberg,

“Si se condensan los últimos 300.000 años en un día de veinticuatro horas, los doscientos años en que casi todo pasó sería el último minuto. El mejor minuto de siempre. Este es el minuto asombroso en el que llegan nuestras vidas extensas, nuestra seguridad, nuestra salud, riqueza y tecnología. Pero, no obstante, esos sesenta segundos no son en los que llegan nuestros cerebros y nuestros instintos y actitudes. Estos emergieron durante los previos 86.400 segundos. Y, por supuesto, nuestra prehistoria es mucho, mucho, más extensa que los últimos 300.000 años.”
Norberg afirma que nuestras mentes se adaptan fácilmente a una mentalidad de suma cero:

“Durante mucha de la existencia del 99.9 por ciento de nuestra especie, los seres humanos no experimentaron progreso, innovaciones y beneficios mutuos con desconocidos. Era, en la mayoría de casos, un juego de suma cero para la mayoría de individuos: la ganancia de alguien era la pérdida de algún otro. Más para usted, significaba menos para mí. Si nuestras mentes se desarrollaron durante tales circunstancias, no es de extrañar que estén adaptadas a eso.”

Algunos quieren pensar que el progreso puede sostenerse por votaciones. Norberg señala que es absurdo creer que “quienes privadamente somos ególatras agresivos llegamos a convertirse en seres sociales iluminados en las urnas.” Agrega él,

“Por el contrario, a menudo estamos buscando resultados de ganar ganar con otros en nuestras relaciones personales en el mercado y la sociedad civil, pues eso nos beneficia más a nosotros y la comunidad, pero, cuando empezamos a pensar acerca de nosotros como perteneciendo a un grupo que compite contra otro grupo, estamos dispuestos a sacrificar nuestros ojos y riqueza a cambio de que los otros empeoren.”

Las señales de advertencia indican que el estancamiento yace adelante. Norberg dice,

“En episodios de estancamiento económico, ellos sienten como si el progreso del grupo externo es logrado a sus expensas, lo que conduce a mayor discriminación, hostilidad hacia inmigrantes y a hacer de minorías chivos expiatorios.
En ciertos momentos crea un círculo vicioso de guerra entre grupos, violencia y ruptura de instituciones abiertas, lo que, a su vez, reduce la prosperidad, lo que aumenta la guerra entre grupos, etcétera. Después de todo, la forma más segura de ganar un juego de suma cero es jugarlo contra un adversario muerto.”

El primer para para liberarse de una mentalidad de suma cero es darse cuenta que ella tiene un costo para usted. No renunciarás a una mentalidad que crees que te está beneficiando. Haga una pausa para reflexionar. Usted puede ser un pensador de no suma cero en economía, pero, en su vida personal, no tanto. Creyendo que sólo hay tanto amor, necesidad y deseo de ser especial, complican las relaciones de uno. Cuando usted no puede dejar de lado quejas contra individuos puede estar inducido a mantener quejas contra grupos.

El pensamiento de suma cero trabaja horas extra para minar una vida feliz y con un propósito. Como apunta Simon Sinek, “No hay tal cosa como ser lo primordial en el matrimonio o la amistad.” Agrega Sinek, “No importa qué tan exitosos seamos en la vida, cuando morimos, ninguno de nosotros será declarado el ganador de la vida.”

En nuestra vida de negocios, nosotros, como Trump, podemos aspirar por intercambios que “aplastan al oponente,” en vez de intercambios en que “ambas partes ganan.” Cuando usted cree que su mentalidad de suma cero le protege y le hace exitoso, lo que esa mentalidad le cuesta permanece invisible.

Las mentalidades de suma cero están en todo nuestro alrededor. Al ver un thriller de acción, esperamos que pierdan los muchachos malos y que triunfen los muchachos buenos. Las actividades deportivas usualmente son de suma cero, con ganadores y perdedores. No hay nada malo con disfrutar películas o deportes, pero es bueno notar qué tan a menudo se refuerza el pensamiento de suma cero. Ver posibilidades infinitas de que todos podemos ganar no necesariamente viene naturalmente, Si no disciplinamos nuestras mentes, las malezas del nosotros versus ellos brotan rápidamente y dominan nuestro paisaje emocional.

Imagínese unos Estados Unidos futuros estancados en que abunda el pensamiento tribal de suma cero ̶ aumenta el temor, se erosiona la confianza. “Otros” se verán como peligrosos, no parte de una humanidad en común. Al aceptar mentiras del tribalismo, fallamos en cuestionar todos los odios que genera el pensamiento de suma cero.

Prepárese ahora a trascender el pensamiento tribal de suma cero. Usted puede empezar apoyando al comercio, no el de los amigotes, en todas sus formas magnificentes de ganar ganar. En The Rights of Man [Los derechos del hombre], Thomas Paine escribió:

“He sido un defensor del comercio debido a que soy amigo de sus efectos. Es un sistema pacífico, que opera para la cordialidad de la humanidad, al hacer que naciones, así como individuos, sean útiles el uno para el otro. Si se permitiera el comercio para que actúe en el grado universal del que es capaz, extirparía el sistema de guerra, y produciría una revolución en el estado incivilizado de los gobiernos.”

“Útiles el uno para el otro” significa que existen lazos que a todos nos unen. Recuerde, durante los últimos 200 años, arribó un crecimiento económico explosivo y hubo avances en el bienestar material, al tiempo que trascendimos el pensamiento tribal. Abrace la realidad de una humanidad en común compartida con todos. Nosotros descendemos al pensamiento tribal primitivo a nuestro propio riesgo.

Barry Brownstein es profesor emérito de economía y liderazgo en la Universidad de Baltimore. Es autor de The Inner-Work of Leadership, y sus ensayos han aparecido en publicaciones como la Fundación para la Educación Económica e Intellectual Takeout.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.