Se explica por sí solo: ahora vemos los resultados inflacionarios indeseables del exceso de emisión monetaria de los que tanto nos advirtió Friedman hace muchos años atrás, pero que siempre sigue vigente, a pesar de la parla usual de políticos reacios a admitir su irresponsabilidad monetaria e inflacionaria.

TODAVÍA NECESITAMOS A MILTON FRIEDMAN

Por Alexander William Salter
American Institute for Economic Research
13 de junio del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es alexander william salter american institute for economic research, Friedman, June 13, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

“Milton Friedman ya no más dirige el espectáculo,” memorablemente se burló el presidente Biden durante la campaña en abril del 2020. Es una lástima. Con una inflación corriendo, mercados financieros agitados, y la producción en descenso, podríamos usar una buena dosis de la sabiduría de Milton Friedman.

En especial, la política monetaria necesita un reinicio. La forma en que pensamos acerca de la misión de la Reserva Federal está totalmente errada. Podemos empezar a hacer bien las cosas si nos familiarizamos con quien, en el siglo XX, hizo el mejor diagnóstico de las enfermedades monetarias.

Economistas, hacedores de políticas, y periodistas financieros discuten varias formas en que la política monetaria afecta la economía. Al comprar activos la Reserva Federal, expande la base monetaria, lo que impulsa la producción y el comercio por medio de diversos canales. La primera es las tasas de interés. Una facilitación monetaria puede reducir las tasas, lo que estimula la inversión. La segunda es los tipos de cambio. Una expansión monetaria debilita al dólar contra otras monedas, lo cual estimula las exportaciones. La tercera es los precios de los activos. Un crecimiento monetario con frecuencia aumenta la riqueza, estimulando el consumo. Finalmente, una facilitación monetaria usualmente aumenta la demanda agregada, al estimular el gasto total.

A menudo, los banqueros centrales intentan las cuatro, He aquí el problema: las primeras tres son mejores si se les deja solas. De hecho, la política monetaria ideal no las afectaría del todo. Es tan sólo la última, el gasto total, el que es apropiadamente el interés de la política monetaria. Una distinción crucial proveniente del trabajo de Friedman nos muestra por qué.

Friedman subdividió la economía entre teoría de precios y teoría monetaria. La teoría de precios, o microeconomía, explica cómo los mercados determinan “el precio de un ítem comparado con otro.” La teoría monetaria, o macroeconomía, se enfoca en cómo “las fluctuaciones cíclicas y de otro tipo” determinan el poder adquisitivo del dólar, el desempleo en general, y la producción. Esta distinción descansa en la definición del dinero: como el medio de cambio en la economía, el dinero es común en todos los mercados. Por tanto, las cosas que afectan la economía como un todo, como la inflación, son esencialmente monetarias.

A partir de la crisis financiera del 2008, los banqueros centrales han intentado estímulos monetarios no convencionales. Explícitamente alabaron novedades políticas como “facilitación cuantitativa” y “Operación Giro” por sus efectos sobre los precios de activos y tasas de interés. Pero, si usted toma en serio la distinción de Friedman, ese es un error grave. Las tasas de interés, precios de activos, y tipos de cambio, todos, son precios relativos que indican la oferta y demanda de recursos importantes. Estos precios transmiten información crucial acerca de la escasez de recursos, y brindan los incentivos a los participantes en los mercados para que usen sensatamente esos recursos. A menos que usted piense que quienes hacen las políticas son más inteligentes que el mercado -y hemos aprendido una o dos cosas acerca de esa arrogancia fatal en el curso del último siglo- usted querrá estar bien lejos de interferir con el proceso de formación de los precios.

En contraste, la demanda agregada (gasto total) no es un precio. Es, simplemente, el volumen de actividad económica valorado en dólares del momento. Es aquí en donde quienes hacen las políticas deberían enfocar su atención. Al aumentar o disminuir la base monetaria, los banqueros centrales pueden afectar la actividad económica general, a la vez que minimizan los efectos en los precios relativos. Eso es algo bueno. Los precios relativos determinan el uso eficiente de los recursos. Métase con los precios y usted inyecta ruido en la señal que empresas y familias usan para coordinar sus planes. En vez de ello, la FED puede mantener la economía operando cerca de su potencial al estabilizar el gasto total. Esta es también la forma más confiable para que la FED logre sus objetivos de pleno empleo y estabilidad de precios. Si bien la política monetaria del mundo real siempre tendrá algunos efectos sobre los precios relativos, si mantiene el gasto general estable podemos hacer que aquellos sean tan pequeños como sea posible.

Tomar a Friedman en serio significa cambiar totalmente acerca de cómo vemos a los banqueros centrales. No deberíamos tratarlos como ingenieros financieros. No deberíamos venerarlos como salvadores del mundo al manipular los resultados del mercado. Su tarea no es determinar los tipos de cambio apropiados. En vez de eso, su trabajo es crear una base estable para que los mercados descubran esos tipos, en forma de precios confiables. Si los banqueros centrales apreciaran la distinción de Friedman entre teoría de precios y teoría monetaria, serían mucho más propensos a permanecer en su carril.

Enfocarse en el gasto total no es una propuesta partidista. No es del ala derecha o de la izquierda. El descartar el trabajo de Friedman por los progresistas, que se refleja en la burla del presidente Biden, emana de un fracaso en reconocer el conocimiento valioso que él nos legó acerca de cómo opera la economía. Estaríamos mejor si rápido reaprendemos esto. La política monetaria debería ser acerca del dinero ̶ no de mercados específicos, sino de su denominador común. Entre más rápido nos enlistemos a ayudar a “manejar el espectáculo,” más rápido podemos limpiar nuestros enredos económicos.

Alexander William Salter es Profesor Asociado de Economía en el Colegio Rawls de Negocios y Compañero de Investigación en Economía Comparada del Instituto del Libre Mercado, ambos en la Universidad Texas Tech. Ha publicado artículos en revistas especializadas importantes tales como the Journal of Money, Credit and Banking, the Journal of Economic Dynamics and Control, the Journal of Macroeconomics, and the American Political Science Review. Sus artículos de opinión han aparecido en The Hill, The American Conservative, US News and World Report, Quillette, y numerosos otros sitios. Salter obtuvo su M.A. y PhD. en Economía en la Universidad George Mason y su licenciatura en Economía en Occidental College. Participó en el 2011 en el Programa de Becarios de Verano del AIER.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.