¿CÓMO TERMINARÁ? POSIBLEMENTE UNA RECESIÓN ES “INEVITABLE”

Por Richard Rand
The Washington Times
20 de junio del 2022

Las grandes inflaciones casi siempre terminan en una recesión o depresión. Algunos gobiernos administran el fin de la inflación mediante la creación de políticas que se establecen para preparar la escena de una recuperación pronta y un crecimiento rápido, aunque algunos meses de dolor son inevitables.

El mejor ejemplo de esto fueron los primeros dos años de la administración Reagan, cuyo equipo entendió que la inflación era causada por la oferta de dinero creciendo más rápido que la oferta de bienes y servicios. La solución, aunque difícil, era obvia ̶ reducir el crecimiento del dinero y aumentar el suministro de bienes y servicios.

La inflación corría a más de un 13%, y la economía estaba en recesión. Paul Volcker, el presidente de la FED de aquel instante, elevó lo suficiente las tasas de interés (en cierto momento, la tasa de interés preferencial fue de un 21%) para extinguir el exceso del crecimiento del dinero. Al mismo tiempo, para revivir el crecimiento económico, la administración Reagan llevó a cabo recortes masivos de tasas de impuestos, junto con restringir el gasto, y derogar muchas cargas regulatorias innecesarias. Funcionó más allá de la expectativa de aquel momento; así que, para el tercer año de la administración, el crecimiento económico real fue de más de un 7%, con una inflación enormemente reducida.

Por desgracia, la FED actual y la administración Biden han sido demasiado lentos en aprender las lecciones de la historia. La FED acaba de empezar a revertir el crecimiento monetario, y el equipo de Biden está todavía proponiendo más gasto, impuestos y regulaciones, siendo todos ellos matadores del empleo y el crecimiento económico. Incluso si súbitamente la FED empezara a hacer todo correctamente, pasará cierto tiempo para que la inflación se reduzca, pues típicamente hay un gran retraso entre los cambios en el crecimiento del dinero y la tasa de inflación.

Las semillas de la inflación actual fueron sembradas a principios del 2020, cuando la economía fue cerrada debido a la pandemia, y la administración Trump y la FED trataron de disimular la pérdida de producción y de ingresos al darle, literalmente, dinero a todo el mundo ̶ ocasionado una explosión en el crecimiento del dinero no correspondido por un aumento en el suministro de bienes y servicios.

La inflación causada por estas políticas sólo se mostró alrededor de un año después. Se suponía que el cierre económico duraría un par de semanas o un par de meses como máximo ̶ pero siguió y siguió. La FED debería haber revertido el curso en el momento en que Biden asumió el cargo, y la administración Biden no debería haber seguido su guerra santa [jihad] regulatoria, en particular al empezar una guerra contra la industria del petróleo ̶ que aún continúan muy estúpidamente. Incluso si la FED y la administración Biden empezaran a hacer todo correctamente, aún así tomaría de 12 a 18 meses para reanudar el crecimiento no inflacionario. Al no tomar de inmediato las acciones constructivas necesarias, la administración Biden no sólo ha garantizado una mala economía este próximo noviembre, sino la estanflación o algo peor al ir a elecciones en el 2024 ̶ significando un suicidio político para los demócratas.

El escenario de un peor caso es si la administración Biden continúa sus políticas anti crecimiento, al impulsar impuestos más altos, mayor regulación y gasto gubernamental, y convertirse la FED en pusilánime ante los aumentos necesarios en las tasas de interés. En este escenario, las tasas de inflación no sólo continuarán su alza, erosionando así el poder adquisitivo de la gente, de forma que crecientemente usará monedas extranjeras, oro y plata, criptomonedas, y metales básicos digitalizados, al entrar en obligaciones contractuales y gastar en artículos caros. En esa situación, el valor real de la deuda de gobierno también se erosiona, destruyendo riqueza tanto de tenedores nacionales como extranjeros de bonos ̶ pero, al mismo tiempo, preparándose el escenario de una nueva moneda emitida por el gobierno.

Durante las últimas décadas, este escenario se ha presentado en una cantidad de países latinoamericanos y africanos, y notoriamente en los países socialistas de Europa del Este y aquellos que fueron parte de la Unión Soviética ̶ todo los cuales establecieron nuevas monedas cuando las viajes se acercaron a perder todo su valor. La ironía es que, algunos de los países con las situaciones fiscales y monetarias más sólidas en el mundo, son países anteriormente socialistas y ocupados, como Bulgaria y Estonia. Ellos primero establecieron cajas de conversión, y explícita o implícitamente han llegado a basarse en el euro, con tasas de impuestos bajas y poca deuda.

El valor del dólar estadounidense permaneció más o menos constante entre 1792 y 1913, cuando se estableció la FED, y el dinero se ligó al oro o la plata. El dólar ahora vale alrededor de 1/29 de lo que era en 1913. Una tasa de inflación continuamente alta e incluso que se acelera, podría resultar en que el dólar tenga un valor tan bajo como 1/100 de su valor de 1913, mientras que, al mismo tiempo, el valor real de la deuda del gobierno se desplomaría a casi cero. Esto prepararía el escenario de un nuevo gobierno de reforma recién electo que establezca algo llamado, tal vez, el dólar “tradicional,” al quitarle dos ceros a los dólares actuales, dándole aproximadamente el poder adquisitivo de 1913.

Entre tanto, individuos y empresas se acomodan usando diversos tipos de monedas digitales privadas, que competirían con el nuevo “dólar tradicional.” Imponer una disciplina competitiva tanto en el gobierno como en las monedas privadas podría conducir a un orden monetario global más estable.

Richard W. Rahn es presidente del Institute for Global Economic Growth y de MCon LLC.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.