CUÍDESE DEL ATRACTIVO DE LAS “SOLUCIONES” SIMPLES

Por Donald J. Boudreaux
American Institute for Economic Research
6 de junio del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es donald j. boudreaux american institute for economic research, solutions, June 6, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Las actitudes y opiniones de la hoy llamada “’elite” -esos formadores de opinión pública que Deirdre McCloskey llama “la clerecía”- son infantiles. La mayoría de periodistas y escritores que trabajan para la mayoría de medios de primera fila y empresas de entretenimiento, junto con la mayoría de profesores e intelectuales públicos, piensa, habla, y escribe acerca de la sociedad con visión de niños de un jardín de infantes.

Esta triste verdad es disfrazada por una característica que distingue al clero de niños pequeños: la virtuosidad verbal.
No obstante, debajo de palabras finas, frases bellas, metáforas fascinantes, e ilusiones fingidas, yace una inmadurez de pensamiento notable. Todo problema social y económico se cree que tiene una solución, y que esa solución es casi siempre de poca profundidad.

A diferencia de los niños, los adultos entienden que vivir bien la vida empieza por aceptar el carácter inevitable de las compensaciones. En contra de lo que usted puede haber oído, usted no puede “tenerlo todo.” Usted no puede tener más de una cosa, a menos que esté dispuesto a tener menos de aquella otra cosa. Y, lo que es cierto para usted como individuo, es cierto para cualquier grupo de individuos. Nosotros, los estadounidenses, no podemos dejar que nuestro gobierno aumente artificialmente el costo de producir y usar combustibles fósiles, a menos que estemos dispuestos a pagar precios más altos en bombas de combustible y, por tanto, tener un ingreso menor para gastar en adquirir otros bienes y servicios. No podemos usar la creación de dinero para aliviar el dolor de hoy de las cuarentenas por el COVID, sin sufrir mañana el dolor mayor de la inflación.

En tanto que los niños golpean los suelos con sus pequeños pies como protesta cuando son confrontados con la necesidad de llevar a cabo compensaciones, la necesidad de las compensaciones se acepta como algo natural por los adultos.

No menos importante, los adultos, a diferencia de los niños, no son engañados por lo superficial.

Ponga atención acerca de cómo la clerecía (quienes son, principalmente, aunque no exclusivamente, progresistas) propone “resolver” cualquier problema, real o imaginario. Descubrirá que la “solución” propuesta es superficial; está enraizada en el supuesto ingenuo de que la realidad social, más allá de lo que es inmediatamente observable, ya sea que no existe o no es afectada por intentos de arreglar fenómenos superficiales. En la idea de la clerecía, la única realidad que importa es la realidad que se ve fácilmente y, en apariencia manipulada fácilmente mediante coerción. Por tanto, las “soluciones” propuestas por la clerecía siempre involucran reorganizar, o la intención de reorganizar, fenómenos superficiales.

¿Algunas personas usan armas para asesinar a otras personas? Sí, tristemente. La “solución” superficial de la clerecía a este problema es prohibir las armas. ¿Algunas personas tienen riquezas financieras netas más altas que otras personas? Sí. La “solución” juvenil de la clerecía a este falso problema es gravar fuertemente a los ricos y transferir las recaudaciones a los menos ricos. ¿Son algunos trabajadores pagados salarios que son demasiado bajos para asistir a una familia en los Estados Unidos moderno? Sí. La “solución” simplista de la clerecía a este falso problema –“falso” pues la mayoría de trabajadores que ganan esos salarios bajos no es cabeza de familia- es lograr que el gobierno prohíba el pago de salarios por debajo de algún mínimo estipulado.

¿Sufre alguna gente un daño substancial a su propiedad, o incluso la pérdida de vida, a causa de huracanes, sequías, y otros ataques de un clima severo? Sí. La “solución” perezosa de la clerecía a este problema real se enfoca en cambiar el clima, reduciendo las emisiones de un elemento, el carbono, que ahora se cree (un poco simplonamente) determina fuertemente el clima.

¿Aumentan significativamente los precios de muchos bienes y servicios “esenciales” en la secuela inmediata de desastres naturales? Sí. La “solución” contraproducente de la clerecía para este falso problema, “contraproducente” y “falsa” pues estos precios altos reflejan y señalan exactamente realidades económicas subyacentes, es prohibir cargar y cobrar esos precios altos. Cuando se construyen las presiones inflacionarias debido a un excesivo crecimiento monetario, ¿son estas presiones ventiladas en forma de precios crecientes? Sí, de hecho. La “solución” infantil de la clerecía a este problema muy real de la inflación es echarle la culpa a la codicia, a la vez que elevan los impuestos sobre las ganancias.

¿Es el virus del SARS-CoV-2 contagioso y potencialmente peligroso para los humanos? Sí. La “solución” ingenua a este problema real es impedir por la fuerza que la gente se mezcle entre sí.

¿No reciben aún muchos estadounidenses una educación primaria y secundaria de calidad mínima aceptable? Sí. La “solución” perezosa de la clerecía es dar aumentos salariales a maestros y gastar más dinero en administradores de escuelas.

¿Pierden algunos trabajadores estadounidenses sus empleos cuando los consumidores de Estados Unidos compran más importaciones? Sí. La “solución” de la clerecía es obstruir la habilidad de los consumidores de adquirir importaciones.
¿Es alguna gente prejuiciada y aquejada por un disgusto o temor irracional hacia negros, gais, lesbianas, y bisexuales? Sí. La “solución” de la clerecía es prohibir el “odio” y obligar a personas prejuiciadas a comportarse como si ellos no fueran prejuiciados.

¿Mucha gente elegible para votar en las elecciones políticas se abstiene de votar? Sí. La “solución” favorecida por, al menos algunos de la clerecía, para este problema falso –“falso” pues en una sociedad libre cada persona tiene derecho a abstenerse de participar en la política- es hacer obligatorio el voto.

La lista anterior de “soluciones” simplistas y superficiales a problemas reales e imaginarios puede expandirse fácilmente.

La clerecía, confundiendo palabras por realidades, supone que, el éxito en describir verbalmente realidades según su gusto, prueba que estas realidades imaginadas pueden ser convertidas en reales tan sólo reorganizando el fenómeno superficial relevante. Miembros de la clerecía ignoran las consecuencias no previstas. Y dejan pasar el hecho que muchas de las realidades sociales y económicas que ellos aborrecen, son resultado, no de villanía o imperfecciones corregibles, sino de compensaciones complejas realizadas por un número incontable de individuos.

La ingeniería social parece factible sólo para aquellas personas que, viendo sólo relativamente pocos fenómenos superficiales, son ciegos ante la complejidad asombrosa que siempre está agitando debajo de la superficie, para crear esos fenómenos superficiales. Para esas personas, la realidad social parece tal como lo es para un niño: sencilla y fácilmente manipulada para lograr cualesquiera sean los deseos que motiven a los manipuladores.

Las filas de la clerecía están abrumadoramente llenas de gente ingenua que confunde su felicidad con palabras y sus buenas intenciones con pensamientos serios. Ellos se transmiten entre sí, y para un público que no sospecha, la impresión de que son pensadores profundos, aunque rara vez piensan con sofisticación y detalle mayor a lo desplegado diariamente en cada clase del jardín de niños.

Donald J. Boudreaux es compañero sénior del American Institute for Economic Research y del Programa F.A. Hayek para el Estudio Avanzado en Filosofía, Política y Economía del Mercatus Center; miembro de la Junta Directiva del Mercatus Center y es profesor de economía y anterior jefe del departamento de economía de la Universidad George Mason. Es autor de los libros The Essential Hayek, Globalization, Hypocrites and Half-Wits, y sus artículos aparecen en publicaciones tales como el Wall Street Journal, New York Times, US News & World Report, así como en numerosas revistas académicas. Él escribe un blog llamado Café Hayek y es columnista regular de economía en el Pittsburgh Tribune-Review. Boudreaux obtuvo su PhD en economía en la Universidad Auburn y un grado en derecho de la Universidad de Virginia.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.