Propuestas inteligentes y razonables para, en su oportunidad, tenerlas presentes.

CÓMO ALIVIAR LA CRISIS ALIMENTARIA GLOBAL QUE SE ASOMA

Por Bjorn Lomborg
American Institute for Economic Research
6 de junio del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es bjorn lomborg american institute for economic research, hunger, June 6, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Se asoma una crisis alimentaria global, así que los políticos en todas partes necesitan pensar fuertemente acerca de cómo abaratar y hacer más abundante la comida. Eso requiere hacer un compromiso para producir más fertilizante y mejores semillas, maximizar el potencial ofrecido por la modificación genética, y abandonar la obsesión del mundo rico con lo orgánico.

La guerra brutal de Rusia en Ucrania está disminuyendo la disponibilidad de alimentos, debido a que las dos naciones han sido responsables de más de una cuarta parte de las exportaciones globales de trigo y de grandes cantidades de cebada, maíz y aceite vegetal. Encima de políticas climáticas penalizadoras y el mundo emergiendo de la pandemia, se disparan los precios del fertilizante, energía, y transporte, y los precios de los alimentos han aumentado un 61 por ciento durante los últimos dos años.

La guerra ha expuesto algunas verdades severas. Una es que Europa -que se retrata como pionera de la energía verde- depende altamente del gas ruso, en especial cuando el sol no está brillando o el viento no está soplando. La guerra ha reafirmado la realidad básica de que los combustibles fósiles continúan siendo cruciales para la vasta mayoría de necesidades globales Y, ahora, el surgimiento de la crisis alimentaria revela otra verdad severa: la agricultura orgánica no puede alimentar al mundo e incluso podría empeorar crisis futuras.

Por mucho tiempo la tendencia de moda del 1 por ciento del mundo, los ambientalistas crecientemente han promovido la idea seductora de que la comida orgánica puede resolver el hambre. La Unión Europea está activamente impulsando triplicar para el 2030 la agricultura orgánica en el continente, mientras que una mayoría de alemanes realmente piensa que la agricultura orgánica puede ayudar a alimentar el mundo.

Sin embargo, investigación muestra concluyentemente que la agricultura orgánica produce mucho menos alimentos por acre que la agricultura convencional. Aún más, la agricultura orgánica requiere que los agricultores roten los suelos para producir pastos, barbechos o cultivos de cobertura, reduciendo su efectividad. En total, los enfoques orgánicos producen una cuarta parte y media menos de alimentos que la agricultura convencional, impulsada científicamente.

Esto no sólo encarece más la comida orgánica, sino que significa que los agricultores orgánicos necesitarían mucha más tierra para alimentar el mismo número de personas que hoy ̶ posiblemente casi el doble del área. Dado que actualmente la agricultura usa el 40 por ciento de tierra libre de hielo del mundo, cambiar hacia lo orgánico significaría destruir grandes franjas de naturaleza para una producción menos efectiva.

La catástrofe que se desarrolla en Sri Lanka brinda una lección moderadora. El año pasado, el gobierno instauró una transición total hacia la agricultura orgánica, nombrando gurúes orgánicos como asesores agrícolas, incluyendo algunos que alegaron ligámenes dudosos entre químicos para la agricultura y problemas de salud. A pesar de afirmaciones extravagantes, de que métodos orgánicos podían producir rendimientos comprables con los de la agricultura convencional, en pocos meses la política produjo nada más que miseria, al quintuplicarse algunos precios de alimentos.

Sri Lanka había sido autosuficiente en la producción de arroz por décadas, pero, trágicamente, ahora ha sido forzada a importar $459 millones en arroz. El té, la cosecha primordial de exportación y fuente de divisas de la nación, fue devastado, con pérdidas estimadas en $425 millones. Antes que el país cayera en una espiral hacia la violencia brutal y renuncias políticas, el gobierno fue obligado a ofrecer $200 millones en compensación a agricultores y venir con $149 millones en subsidios.

El experimento orgánico de Sri Lanka falló fundamentalmente por un simple hecho: no tiene suficiente tierra para reemplazar el fertilizante sintético de nitrógeno con boñiga animal. Para cambiar hacia lo orgánico y mantener la producción, habría necesitado entre cinco y siete veces más boñiga que su actual total de ella.

Los fertilizantes sintéticos de nitrógeno, principalmente hechos con gas natural, son un milagro moderno, crucial para alimentar al mundo. En mucho gracias a este fertilizante, se triplicó la producción agrícola en el último medio siglo, al tiempo que la población se duplicó. El fertilizante artificial y los insumos agrícolas modernos son la razón por la que el número de gente trabajando en granjas se ha reducido en toda nación rica, liberando gente para otras ocupaciones productivas.

En efecto, un secreto obscuro de la agricultura orgánica es que, en países ricos, la vasta mayoría de cosechas orgánicas existentes dependen de nitrógeno blanqueado importado proveniente de boñiga animal, que, en última instancia, viene de fertilizantes de combustibles fósiles usados en las granjas convencionales.

Sin esos insumos, si un país -o el mundo- se hiciera enteramente orgánico, la escasez de nitrógeno se convertiría rápidamente en desastrosa, como vimos en Sri Lanka. Esta es la razón por la que la investigación muestra que hacerse globalmente orgánico sólo puede alimentar cerca de la mitad de la población mundial actual. La agricultura orgánica conducirla a alimentos más caros y escasos para menos gente, a la vez que devora más naturaleza.

Para alimentar sosteniblemente al mundo y resistir crisis globales futuras, necesitamos producir comida mejor y más barata. La historia muestra que la mejor forma de lograr eso es mejorando las semillas, incluso usar modificación genética, junto con expandir el empleo de fertilizante, pesticidas e irrigación. Esto les permitirá a los agricultores producir más alimentos, frenar precios, aliviar la hambruna y salvar la naturaleza.

Reimpreso de Inside Sources

El Dr. Bjorn Lomborg es presidente del Centro de Consenso de Copenhague y profesor visitante de la Escuela de Negocios de Copenhague. También, es compañero visitante de la Institución Hoover.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.