LA REPRESIÓN EN NICARAGUA


Por Jorge Corrales Quesada


La represión del totalitarismo en Nicaragua abunda, tanto en lo económico, como en lo político y lo social. El descaro de sus autoridades, al intentar suprimir cualquier tipo de disentimiento ante el gobierno entre sus ciudadanos, las ha llevado a tomar una serie de medidas que, lo que en esencia pretenden lograr, es que ese pueblo no pueda opinar, ni actuar, libremente, sino que lo haga según los deseos imperiales de la pareja Murillo-Ortega, los totalitarios de turno en aquel país.

En esa represión destaca el cierre obligado de gran número de asociaciones privadas de todo tipo, en particular aquellas que no siguen complacientemente las imposiciones gubernamentales. Las sociedades humanas no están formadas de individuos aislados, atomizados, que sólo piensan en sí mismos, sino que ellos buscan diversas formas de organizarse para promover los intereses propios, los de sus familias, los de sus grupos y comunidades. Las instituciones de la sociedad civil son importantes, pues permiten y facilitan que la gente se relacione mejor entre sí. De hecho, muchas de esas instituciones sirven como amortiguador entre individuos y gobiernos, y, por ello, los gobiernos totalitarios, que aborrecen la competencia y aman el poder, desean sujetar a todas esas instituciones de la sociedad civil, a sus órdenes y diseños despóticos.

Es frecuente la noticia en Nicaragua de la audacia totalitaria gubernamental, disfrazada de torpe legalidad que no se basa en los frenos y contrapesos de una sociedad libre y democrática, sino en la concentración del poder por medio de una con frecuencia obediente y sumisa camarilla socialista presidida por la pareja despótica. Me refiero a la clausura de entidades de la sociedad civil que relata el escritor Sergio Ramírez Mercado en el periódico La Nación del 12 de junio, bajo el título “Lengua cortada.”

En el marco de una crítica demoledora del totalitarismo sandinista socialista nicaragüense que hace el escritor Ramírez, deseo destacar lo que él exhibe y llama “el último de los decretos que suprimen asociaciones civiles,” así como otros pocos anteriores, entre muchos otros adicionales, para que el lector se dé cuenta del alcance de la represión política, social y económica que vive ese país, en una versión de la dictadura del Socialismo del Siglo XXI:

1. La Fundación para el Desarrollo de las Reservas Silvestres Privadas de Nicaragua.
2. La Asociación de Pianistas.
3. La Asociación Teatral Quetzalcóatl.
4. La Sociedad de Gestión Colectiva de Derechos de Autor y Derechos Conexos de Nicaragua.
5. La Asociación Nicaragüense de Pediatría.
6. La Asociación de Profesionales y Técnicos de Prevención de Riesgos Laborales.
7. La Fundación de Protección de los Derechos de Menore Transgresores y su Reintegración Social.
8. La Asociación Nicaragüense de Pacientes Contaminados con Productos Tóxicos.
9. La Asociación de Dueños de Restaurantes de Nicaragua.
10. La Asociación de Desempleados.
11. El Instituto de Historia de Centroamérica.
12. La Fundación Enrique Bolaños.
13. La Academia de Ciencias y Letras.
14. La Academia Nicaragüense de la Lengua.

Y queda por fuera la también extensa lista de disidentes políticos encarcelados o que han tenido que huir de la dictadura, por al sacro delito de osar oponerse electoralmente al gobierno, hoy incrustado en Nicaragua como un amo todopoderoso.

De hecho, inicia Ramírez, “A la fecha, son 440 las organizaciones de la sociedad civil que han sido declaradas fuera de ley, bajo la acusación de que todas, por el hecho de ser independientes, actúan como agentes extranjeros, y significan por tanto un peligro inminente para la soberanía nacional, que ahora reside no en la nación sino en la pareja gobernante.”

Debemos tener presente dos cosas: Primera, guardar silencio antes estos abusos es ser cómplice de ellos, pues, como dice el dicho, “quien calla, otorga.” No podemos ser insensibles ante estos actos violatorios de los derechos humanos y, en particular, a la libre asociación. Tenemos que denunciarlos, pues el silencio es el mayor amigo del totalitario cuando se presenta la comisión de esos actos espernibles.

Lo segundo es que siempre habrá quienes defiendan esas acciones dictatoriales, despreciables bajo todo punto de vista. Al igual que, hasta hoy, hay mentes que defienden con su silencio (y a veces solapadamente) los crímenes de Stalin y las matanzas de Mao, y fascistas que lo hacen con el régimen de Hitler, ante un hecho tan evidentemente violatorio de todas las libertades y pernicioso para el bienestar del ciudadano nicaragüense, salen a defender a esos gobernantes bajo el pretexto de una falsa autonomía nacional, que en sencillo, lo que nos dicen es que el tirano tiene derecho a serlo, sin importar el daño que causa a las personas libres, a quienes simplemente consideran como siervos que debe obedecer las órdenes de un amo. Igual desprecio que el que se merece el autócrata gobernante, lo ameritan los corifeos de oficio defensores del camarada gobernante.

Publicado en mis sitios en Facebook jorge corrales quesada y Jcorralesq Libertad, el 16 de junio del 2022.