PROBLEMAS DEL PRIMER MUNDO

Por Peter C. Earle
American Institute for Economic Research
28 de mayo del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es peter d. earle american institute for economic research, first, May 28, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Estaba dando una charla en el Medio Oeste hace pocas semanas, y surgió el tema de la cadena de suministros. Una mujer en la audiencia manifestó estar sorprendida porque, a pesar de la cobertura de los medios, ella personalmente experimentó de primera mano pocas escaseces. Excepto, agregó ella con una idea adicional, de su yogurt favorito. Por un tiempo fue difícil de encontrar. “Pero,” corrigió apuradamente con un giro de los ojos, “ese es un problema del primer mundo.”

“Problemas del primer mundo.” Es una expresión que ha estado dando vueltas por algún tiempo, pero ahora parece ser una tendencia específica. Sólo puedo adivinar que el uso creciente de la frase tiene que ver con una apreciación creciente de qué tan afortunados somos en el mundo desarrollado, en especial con las restricciones, escaseces, y tensiones del Covid asomándose mucho en memorias recientes. Ya sea por esa u otra razón, parece ser apropiado expresar un aprecio por la plétora de diversidad de bienes y servicios a nuestro alrededor.

Pero, si bien la afirmación es inocua, apunta a una forma de pensar que, con mucha frecuencia, pasa sin ser enfrentada. En la década pasada, un artículo o dos han criticado la frase de “problema del primer mundo” como una autocrítica de un tipo intolerablemente insensible. Según Alexis C. Madrigal en The Atlantic en el 2011 (citando una cadena de mensajes en Twitter):

“No me gusta la expresión ‘Problemas del Primer Mundo.’ Es falsa y altiva. Sí, los nigerianos luchan contra inundaciones o mortalidad infantil. Pero, también, estos mismos nigerianos tienen que ver con preocupaciones mundanas y en apariencia lujosas. Los temas de conectividad de su BlackBerry, el costo de las reparaciones del carro, como sincronizar su iPad, qué marca de fideos comprar: Problemas del Tercer Mundo… Nada de esto es para negar la existencia de estratificación social y estructuras elitistas aquí [en Estados Unidos]. En verdad, hay estilos de vida de ricos y famosos. Pero, la cosa interesante acerca de la tecnología moderna es qué tan socialmente móvil es ̶ muy literalmente. Todos en Lagos tienen un teléfono.”

¡Parece justo! Tal vez, hay muchos estadounidenses quienes tienen una idea inexacta de qué tan lejos y ampliamente se ha difundido la genialidad tecnológica. Y, tal vez, hay algunos ciudadanos estadounidenses que creen que las tareas que encontramos tediosas, no lo son para gente en economías subdesarrolladas. No tengo problema con esa objeción, aunque no puedo pensar en alguien que conozco a quien le sea aplicable. (Al contrario del autor, no dudo que los gigantes de la tecnología moderna están dispuestos y en capacidad de frustrar confiablemente a consumidores con independencia de sus culturas o la sofisticación económica de sus países.)

A pesar de lo anterior, ofrezco una crítica separada y distinta del oprobio canalizado por vía de la etiqueta de “problemas del primer mundo.” Es decir, que nuestra perspicacia es lograda. Los pertrechos y delicadeces incontables, frívolos en apariencia, que disfrutamos no son bienes robados. Tampoco son producto de pura suerte tonta.

Comportamientos descartados por ser “problemas del primer mundo” principalmente son producto de expectativas crecientes en lo que tiene que ver con bienes y servicios innovadores. Estos artículos, durante años y generaciones, han sido cultivados por la interacción en los mercados y las crecientemente menos apreciadas (probablemente de rápida desaparición) costumbres sociales y culturales. Entre las principales están: una inclinación hacia la empresariedad; una obsesión con el ahorro y la inversión versus el consumo inmediato; una ética productiva que, en una época común, es ahora despreciada como adicción al trabajo; la defensa a ultranza del derecho a la propiedad privada; y un individualismo robusto.

Para este economista, lo que los “problema del primer mundo” describen es la realización del concepto de Mises de “soberanía del consumidor.” No sólo los gustos y deseos de los consumidores dictan esencialmente la producción, y no sólo las empresas responden creando bienes y servicios que capturan los dólares de los consumidores, sino que también, batallan desesperadamente por suplir mejoras constantes y variaciones de los antes mencionados ítems. La introducción de características detalladas, una confiabilidad mayor, una disponibilidad más alta, y una permanencia en el tiempo mejorada, son el resultado de intereses privados acudiendo a satisfacer los anhelos de compradores. La tendencia en consecuencia por mejorar el bienestar procede tan rápidamente, que quejarse parece (o se siente) como ingratitud en el mejor de los casos, como abuso, en el peor.

No se preocupe. Nuestras quejas volubles, expectativas irreales, e irritación perpetua acerca de aspectos triviales de bienes y servicios, fueron alcanzados por medio de la operación (relativamente) sin trabas de asunción de riesgos por empresas, cálculo económico, y mercados (relativamente) libres. Y, si bien es sabio, justo y humilde tener presentes las quejas de otros lugares menos desarrollados, los “problemas del primer mundo” no deberían ser fuente de vergüenza o reproche, Por supuesto, son menos serios que la mayoría de otros dilemas. Pero, son problemas. Mas importante, los “problema del primer mundo” son una especie de problema que no sólo no deberíamos aceptar, sino entender sus raíces ̶ y promover condiciones para su creación continua.

Peter C. Earle es economista y escritor, quien se unió al American Institute for Economic Research (AIER) en el 2018 y previamente pasó más de 20 años como corredor y analista en mercados en Wall Street. Su investigación se centra en mercados financieros, temas monetarios e historia económica. Su nombre ha sido citado en el Wall Street Jornal, Reuters, NPR y en muy diversas publicaciones. Pete tiene una maestría en economía aplicada de la American University, una maestría (en finanzas) y una licenciatura en ingeniería de la Academia Militar de los Estados Unidos en West Point.

Traducido por Jorge Corrales Quesada