Comparto personalmente la opinión de Carden acerca de economistas merecedores del premio Nóbel, a quienes no se les otorgó en vida suya, y quienes hicieron un aporte enorme y significativo al avance del conocimiento económico.

¿CUÁLES ECONOMISTAS DEBERÍAN HABER GANADO EL PREMIO NOBEL ANTES DE MORIR?

Por Art Carden
American Institute for Economic Research
15 de mayo del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es art carden american institute for economic research economists, May 15, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Un colega me prestó Memoirs of an Unregulated Economist [Memorias de un economista], de George Stigler y el libro me ha puesto a pensar acerca de economistas que podrían haberlo logrado. Esto elimina a cualquiera que falleciera antes de 1969, cuando el primer Nobel en economía fue otorgado a Ragnar Frisch y Jan Tinbergen “por haber desarrollado y aplicado modelos dinámicos para el análisis del proceso económico.” Eso deja por fuera a muchos nombres obvios que podían haber ganado el Nobel en economía, si hubiera sido establecido con los otros en 1901, como Joseph Schumpeter (1883-1950), Carl Menger (1840-1021), y Eugen von Boehm-Bawerk (1851-1914), y excluye a economistas que lo merecen, pero que aún están vivos (Arnold Harberger, Thomas Sowell, Israel Kirzner, Deirdre McCloskey, Joel Mokyr, y Claudia Goldin, por ejemplo). He aquí una larga lista con ligámenes a algunas cosas que he escrito acerca de ellos cuando procede.

1. Ludwig von Mises (1881-1973). Mises escribió cuatro libros verdaderamente grandes: The Theory of Money and Credit [La teoría del dinero y del crédito] (1912), Socialism: An Economic and Sociological Analysis [El socialismo: Análisis económico y sociológico] (1922), Human Action [La acción humana] (1949), and Theory and History [Teoría e Historia] (1957). Su más importante contribución, en mi opinion, fue su explicación de por qué el socialismo es “imposible” como sistema económico. Aún en sus libros más cortos, ahora distribuidos gratis en ediciones en línea por el Liberty Fund y el Instituto que lleva su nombre, son excelentes lecturas. Su prosa en inglés es asombrosa por su claridad y precisión, pues estaba escribiendo en lo que no era su primer idioma (alemán) o incluso su segundo lenguaje (francés). Friedrich Hayek ganó el premio Nobel en 1974, el año posterior a la muerte de Mises (lo que, he oído, ha conducido a algunos a especular que esa fue una movida deliberada de parte del Comité del Nobel), así que, al menos, a algunas de las ideas que desarrolló y los grandes programas de investigación a los que contribuyó, recibieron el reconocimiento merecido. Él está en esta lista luego de que el economista Timothy Taylor, y una autoridad nada menos que Paul Samuelson (primer estadounidense en ganar el Nobel y, en muchas formas, padre de la economía posterior a la Segunda Guerra Mundial), le pusieron en una lista de laureados en economía de “¿Qué tal sí?” el premio hubiera sido otorgado entre 1901 y 1930 (ver la nota al pie de la página 358).

2. Frank H. Knight (1885-1972). He escuchado que, alrededor de la Universidad de Chicago, se decía “No hay Dios, y Frank Knight es su profeta.” Knight fue padre de lo que Deirdre McCloskey llama la “Buena Vieja Escuela de Chicago” y mentor de muchos de los miembros de lo que ella llama la “Especie de Buena Vieja Escuela de Chicago” que ganaron premios Nobel. Su pintura fue una de las que colgaba en la oficina del laureado con el Nobel de 1986, James M. Buchanan; el otro era Knut Wicksell. Knight es más famoso por Risk, Uncertainty, and Profit [Riesgo, incertidumbre y beneficio], su libro de 1921, en el que hizo la importante distinción entre riesgo e incertidumbre, y sentó las bases para nuestra comprensión de la empresariedad y ganancias en una sociedad comercial. También, escribió extensamente acerca de ética, y fue el primer profesor visitante del Centro Thomas Jefferson en la Universidad de Virginia de Buchanan. Ahí, dio conferencias que luego fueron publicadas como Intelligence and Democratic Action, que yo discutí aquí. Usted puede encontrar una bibliografía con anotaciones del trabajo de Knight ensamblada aquí por Ross Emmett, tal vez el académico de Knight más famoso del mundo.

3. Gordon Tullock (1922-2014). Tal vez sea comprensible que el comité del Nóbel no decidiera otorgar premios a Mises y Knight, quienes fallecieron cuando el premio en economía era aún joven. Es menos entendible que Gordon Tullock llegara a su tumba sin un Nobel. Tal vez, Tullock debería haber compartido el premio de 1986 con Buchanan, por su trabajo temprano en desarrollar la elección pública como un campo específico, pero, incluso más allá de esto, merecía un Nobel por su análisis de la búsqueda de rentas (el que, tal vez, podía haberlo compartido con Anne Krueger y Jagdish Bhagwati). Él fue fundador de la revista especializada Public Choice, y sus logros innovadores en verdad merecían un Nobel.

4. Armen Alchian (1914-2013) y Harold Demsetz (1930-2019). Alchian y Demsetz van de la mano como luces principales en la “Escuela de Economía de la Universidad de California, Los Ángeles (UCLA),” resumido y descrito en The Essential UCLA School of Economics de David R. Henderson y Steven Globerman y los videos acompañantes. El departamento de economía de la UCLA fue descrito como el “Chicago de la Costa Oeste,” y compartió mucho en común con la Universidad de Chicago. El artículo de 1972, del que fueron coautores Alchian y Demsetz en la revista American Economic Review, “Production, Information Costs, and Economic Organization,” ha sido citado en más de 21.000 ocasiones. Ente las muchas contribuciones de Alchian, mostró que, si bien las empresas pueden no buscar conscientemente maximizar las ganancias, la maximización de las utilidades es una característica de supervivencia crucial en una economía competitiva. Demsetz es responsable de identificar lo que ahora conocemos como la “falacia del Nirvana,” en su artículo de 1960 en el Journal of Law and EconomicsInformation and Efficiency: Another Viewpoint” y por desarrollar la teoría económica de los derechos de propiedad, en su artículo de 1967 en el American Economic Review “Toward a Theory of Property Rights.” El gran economista Walter Williams, quien falleció en el 2020, fue entrenado en la UCLA, y también fue el hogar intelectual por poco tiempo de Thomas Sowell.

5. William Baumol (1922-2017). Baumol fue uno de los primeros economistas que llegué a “conocer;” su libro de texto (con Alan Blinder) era asignado cuando llevé principios de microeconomía en la primavera de 1998. Hace algunos años, afirmé que Baumol y su colega de la Universidad de Nueva York, Israel Kirzner, deberían compartir el premio por sus contribuciones a la teoría de la empresariedad. Al fallecer Baumol en el 2017, las ya pocas posibilidades de Kirzner fueron aún menores. Baumol estaba regularmente en la conversación acerca del Nobel, y su libro del 2002, The Free Market Innovation Machine, es una exploración fantástica de cómo los empresarios en una sociedad comercial se mantienen ante lo que Schumpeter llamó “los vendavales perennes de la destrucción creativa.” Tal vez, él es más famoso por identificar lo que se llegó a conocer como la “Enfermedad de Costos de Baumol,” que explica por qué los costos de la mano de obra crecen en sectores en donde la productividad se eleva más lentamente que en otros sectores. La productividad creciente en los sectores dinámicos aumenta el costo de oportunidad de un trabajador de tener un empleo en los sectores estancados ̶ por tanto, los costos de la mano de obra aumentan en los sectores estancados. La educación superior es buen ejemplo. Si en la educación superior la productividad está creciendo muy lentamente, en donde variaciones de conferencias de “pizarra y verbo” son aún los modos dominantes de gestión, a la vez que se está elevando muy rápidamente en otros sectores, como tecnología o servicios financieros, los costos laborales en la educación superior aumentarán, pues los profesores que brindan esa educación tienen opciones más atractivas fuera de aquella.

6. Julian Simon (1932-1998). Como explico en el artículo enlazado, el segundo nombre de nuestro hijo más joven es Simon debido al trabajo de Julian Simon. Simon mereció el Nobel por su explicación de cómo la mente humana es el Ultimate Resource [El último recurso] y por su análisis cuidadoso de las implicaciones empíricas de sus ideas. La contribución más destacada de Simon llegó con sus respuestas a las predicciones “pesimistas” de The Limits to Growth [Límites del crecimiento] (publicado en 1972 por el Club de Roma) y The Population Bomb [La bomba demográfica] (publicado en 1968 por Paul Ehrlich). Simon pensó que sus predicciones eran totalmente fallidas, pues las cosas no son “recursos” independientes de ideas de la gente acerca de cómo usarlos. La presión de la población que preocupó al Club y a Ehrlich puede aumentar los precios en el corto plazo; sin embargo, como la necesidad es madre del ingenio, la gente busca substitutos y llega con nuevas formas de usar las cosas. Considere los altos precios de la gasolina. Si la gente espera que ellos sean lo suficientemente altos por largo tiempo, la gente busca substitutos como caminar, andar en vehículos compartidos, o teletrabajo. Simon tiene más fama por haber ganado su apuesta con el supremamente confiado Paul Ehrlich (quien fue premiado con una donación por ser “Genio” de la Fundación MacArthur, a pesar de estar espectacularmente equivocado). Los economistas Gale Pooley y Marian Tupy examinaron datos desde 1900 hasta el 2019 y encontraron que, en contra de la tesis de que Simon “tuvo suerte,” él habría ganado la apuesta el 69.9% del tiempo (excluyendo años de guerras). Ellos escriben: “durante este período de 119 años, el precio en el tiempo de la canasta de cinco metales cayó un 87.2 por ciento, a pesar de que, tanto la población de Estados Unidos como la del mundo, habían crecido substancialmente.” Al mostrar que una población mayor en realidad crea recursos por la vía de la magia aparente del ingenio, en vez de consumirlos y, por tanto, demostrar que una población mayor es una bendición, en vez de una maldición, Simon mereció el premio Nobel. En el Universo Cinemático de Marvel, una difusión más amplia de sus ideas, idealmente, podría, tal vez, haber persuadido a Thanos de que su plan de salvar al universo eliminando la mitad de la vida era, en efecto, una locura.

7. W.H. Hutt (1899-1988). Si usted ha escuchado el término “soberanía del consumidor,” entonces, usted conoce al menos una de las contribuciones de Hutt. Él hizo muchas, muchas más y, probablemente, merece el premio por su introducción de la soberanía del consumidor, su crítica incisiva de la macroeconomía keynesiana a lo largo de sus libros The Theory of Idle Resources, A Rehabilitation of Say’s Law, y The Keynesian Episode (junto con su predecesor Keynesianism: Retrospect and Prospect), y su análisis acerca de sindicatos y restricciones en el mercado de trabajo (en The Theory of Collective Bargaining [La contratación colectiva], The Strike-Threat System, y The Economics of the Colour Bar). Con Phillip W. Magness e Ilia Murtazashvili, estoy tratando de cambiar el hecho de que Hutt no tiene un sitio en el panteón de los grandes economistas. Nosotros discutimos su economía política constitucional en este artículo en la edición más reciente del Independent Review y su crítica a la barrera del color en un artículo en proceso, pero del cual hay aquí una primera versión.

8. Aaron Director (1901-2004). Director no publicó mucho, y no estoy tan cercanamente familiarizado con su trabajo de como lo estoy con el trabajo de los otros académicos en esta lista, y admitiré que sólo llegue a esta conclusión después de leer una lista similar del 2016 por Donald Boudreaux. Independientemente de su registro liviano de publicaciones, a pesar de ello tuvo una influencia profunda en sus colegas de la Universidad de Chicago. Fue hermano de Rose Director y, por tanto, cuñado, de Milton Friedman (también, era el mejor amigo de George Stigler), pero, asimismo, “influyó grandemente en el curso moderno del pensamiento de la economía y el derecho, al fundar el campo del Derecho y la Economía y por su tutoría de generaciones de académicos,” como lo reportó la revista Chronicle de la Universidad de Chicago, en su obituario. Crear el Derecho y la Economía -él fundó el Journal of Law and Economics en 1958- es una contribución que vale un Nobel, y él fue anfitrión de la famosa cena en la que Ronald Coase convenció al cuerpo de profesores de la Universidad de Chicago, de que él estaba en lo correcto y ellos equivocados ̶ lo que no era una tarea fácil: al inicio de la cena, los economistas estaban plenamente contra Coase. Después de la cena, unánimemente estaban con él. Además de tener una influencia importante en un campo importante, Director contribuyó indirectamente por medio de su efecto en la vida académica de otros.

Los economistas en esta lista fueron ampliamente reconocidos (y distinguidos) por sus logros. Por ejemplo, Mises, Tullock, Demsetz, y Baumol fueron, todos, nombrados Compañeros Distinguidos de la Asociación Económica Estadounidense, y el Instituto de la Empresa Competitiva estableció el premio Julian L. Simon en el 2001. Ellos permanecen siendo ampliamente leídos y frecuentemente citados. A pesar de lo anterior, ninguno de ellos obtuvo el honor más alto, aun cuando todo lo merecían. Cuando más y más economistas merecedores arriban a sus setentas, ochentas, y noventas, sólo puede esperarse que esta lista no se haga más extensa.

Art Carden es compañero sénior del American Institute for Economic Research. También es profesor asociado de Economía en la Universidad Samford, en Birmingham, Alabama y compañero de investigación del Independent Institute.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.