Debemos entender el impacto que políticas ambientalistas extrema, como las de Biden tienen sobre el bienestar de los ciudadanos comunes y corrientes, al disminuir la oferta de derivados de petróleo.

BIDEN POR SÍ SÓLO EMPEORÓ LA CRISIS DEL COMBUSTIBLE

Por Hannah Cox
Fundación para la Educación Económica
Sábado 14 de mayo del 2022

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En vez de abrir la cadena de suministros, la administración Biden continúa restringiéndola en numerosas formas ̶ guerras por poder en Rusia, guerras comerciales, y ahora la cancelación de arrendamientos que nos habrían permitido desarrollar nuestros propios recursos.

Ya los estadounidenses están luchando bajo el peso de una inflación debilitante, de precios por las nubes del combustible a cobros exorbitantes por los alimentos. Y, aún si pocos estadounidenses pensaran que la administración Biden tenía un plan para combatir esas cosas -en especial al considerar el hecho que sus problemas de gasto y regulatorios directamente los crearon- estoy apostando a que la mayoría de estadounidenses no pensaron que el presidente también tomaría acciones obvias para de inmediato empeorar las cosas.

Sin embargo, eso es lo que él hizo esta semana, al cancelar, en medio de la noche, una de las concesiones de petróleo y gas más importantes a disposición del país. Este acto frenaría el potencial para buscar petróleo en más de 1 millón de acres en la Ensenada Cook en Alaska, causando una pérdida devastadora a quienes tratan de aumentar el suministro de petróleo en el país.

Un alto funcionario del Instituto Estadounidense del Petróleo, la asociación de petróleo y gas más grande del país, llamó a la cancelación de la concesión de la Ensenada Cook “otro ejemplo de la ausencia de compromiso de la administración con el desarrollo del petróleo y gas en Estado Unidos.”

De acuerdo con el medio The Hill, “cancelar la venta sería hecha en consonancia con las promesas políticas que el presidente Joe Biden hizo en nombre de frenar el calentamiento global.”

No sólo la administración Biden frenó este arrendamiento, sino que, también, detuvo otros dos arrendamientos pendientes en el Golfo de México, alegando que había “fallos judiciales conflictivos que impactaron el trabajo en estas ventas propuestas de arrendamientos.”

Este es un problema de Economía 101 básica. Altos precios claramente demuestran las necesidades del país de más petróleo y gas. Pero, en vez de abrir la cadena de suministros, la administración Biden continúa restringiéndola en numerosas formas ̶ guerras por poder en Rusia, guerras comerciales, y ahora la cancelación de arrendamientos que nos habrían permitido desarrollar nuestros propios recursos.

¿Por qué estamos haciendo eso? Nadie puede responderlo con seguridad, pero la Teoría de la Elección Pública sugeriría que, a Biden y compañía, les interesan más sus objetivos políticos y mantener felices a grupos de intereses especiales (en este caso, cabilderos del medio ambiente) que las vidas que sus políticas gobiernan.

Y, no se equivoque, los precios más altos del combustible no son un tema pequeño, como algunas élites de la izquierda tratan de alegar.

Detrás de precios disparados del combustible hay madres que no pueden llegar a su segundo empleo, padres que tienen que escoger entre transporte y alimento para sus hijos, mujeres estancadas en situaciones inseguras con compañeros abusivos… la lista podría seguir.

El punto es que, en la política pública siempre hay tomas y dacas, algo que muchos progresistas parecen rehusarse a reconocer.

¿Queremos cuidar la tierra y preservar nuestros recursos? Por supuesto. Cualquier buen capitalista estaría preocupado por la escasez y la preservación de tales cosas. Pero, tenemos que balancear ese objetivo con las vidas reales que pueden ser dañadas si vamos muy lejos en una dirección o la otra. Como dijo el economista Thomas Sowell, “no hay soluciones, sólo hay compensaciones.”

Así que, en vez de ciegamente atacar el desarrollo de los combustibles fósiles, necesitamos buscar políticas que ayuden a balancear ambos objetivos ̶ el deseo de preservar la tierra y sus recursos y el deseo de tener bienes y servicios baratos y rápidamente asequibles, de forma que más gente pueda ser sacada de la pobreza y que disfrute de un estándar de vida más alto.

Cuando se trata del ambiente, hay políticas de libre mercado que pueden ser proseguidas, a la vez que se asegura que aún tengamos los suministros que satisfagan las necesidades básicas de los humanos ya existentes. Por ejemplo, científicos ya están encontrando vías para sacar de la atmósfera al CO2 y convertirlo en productos valiosos, como nanotubos de carbono e incluso regresarlo al carbón. Y rápidamente el mercado está supliendo carros y aviones más eficientes en combustible. En todas partes que miremos, podemos encontrar formas en que el mercado ya está brindando mejores soluciones ante el cambio climático.

Entre tanto, los gobiernos continúan siendo los mayores contaminadores.

La administración Biden está dispuesta a exponer a nuestros ciudadanos, para que así pueda lograr una utopía falsa de cero emisiones en el neto. Pero, la realidad es que, para salvar el planeta, no tenemos que tener un combustible a $5 el galón.

Hanna Cox es administradora de contenido y embajadora de marca de la Fundación para la Educación Económica.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.