Espero que pronto no nos salgan aquí con que, para resolver el problema de las cadenas de suministros, el gobierno deba intervenir para que esas “cadenas” se hagan en el país; entonces veremos mayores costos.

ASEGURANDO LAS FUENTES DE SUMINISTROS- ¿DEBERÍA EL GOBIERNO REPATRIAR LAS “CADENAS DE SUMINISTROS”?

Por Donald J. Boudreaux
American Institute for Economic Research
15 de abril del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es donald j. boudreaux american institute for economic research, chains, April 15, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Desde inicios del 2020, la economía global ha sido seriamente afectada. El mismo COVID, las cuarentenas por el COVID, las protestas contra las cuarentenas por el COVID, y, más recientemente, la vil invasión de Vladimir Putin a Ucrania, todos, han obstruido los flujos de suministros a través de la economía global. Dado que nosotros, los estadounidenses, somos partícipes importantes en esta economía, es obvio que hemos sufrido las malas consecuencias de esas alteraciones en la red global de suministros. (El término “cadenas de suministros” es altamente inexacto. La economía global es mucho más parecida a una red vasta, que a una serie de cadenas).

Respuesta frecuente a estas alteraciones en los suministros es demandar que el gobierno resuelva el problema, tomando medidas que aumenten la producción doméstica de esos suministros que ahora tenemos problemas para importar. ¡Esta “solución” parece ser tan simple! Si nosotros los estadounidenses producimos aquí, en nuestras propias costas, ítems que ahora tenemos dificultad de adquirir de extranjeros, no sufriremos tales dificultades cuando pandemias y guerras futuras hagan erupción. Q.E.D. [Siglas de Quod erat demostrandum: “que era lo que se quería demostrar.”]

Por desgracia, tal como es cierto de mucho consejo acerca de política económica, lo que parece ser simple es, en realidad, simplemente errado.

Importamos los bienes específicos que importamos, y las cantidades que importamos, por una buena razón: Los costos en que incurrimos para adquirir esos bienes del extranjero son menores que los costos en que incurriríamos si, en vez de ello, produjéramos domésticamente esos bienes. De forma que, si fuéramos a producir esos bienes domésticamente, nuestros costos de adquirirlos serían mayores. A su vez, debido a que nuestros costos de adquirir esos bienes serían más elevados, obtendríamos una cantidad menor de esos bienes, Pero, esta mala consecuencia no es todo lo que sufriríamos. Dado que no podemos producir más de estos bienes en casa sin desviar recursos de la producción de otros bienes y servicios nuestros, también, sufriríamos un acceso disminuido a otros bienes y servicios.

Cuando las personas le piden al gobierno que organice por nosotros producir domésticamente más mascarillas, más medicinas, más ventiladores, más acero, más de esos insumos “críticos,” y más de esos ítems “esenciales,” muchas de esas personas parece que, sencillamente, no se dan cuenta que la satisfacción exitosa de sus aspiraciones, requiere que sacrifiquemos cantidades relativamente grandes de otros bienes y servicios, Pero, aún personas que se dan cuenta que este costo es inevitable, hablan y escriben con fe ciega y extraña que valdría incurrir en los costos ante los beneficios que lograríamos al cumplir exitosamente sus aspiraciones.

Sin embargo, en la realidad, los beneficios -si bien a menudo reales- es muy poco posible que sean menores que los costos.

La principal razón por la que los beneficios de la repatriación obligada de las “cadenas de suministros” (como algunas veces se le llama a la práctica) son posiblemente abrumados por los costos, es que las empresas privadas ya tienen incentivos fuertes para asegurarse que están óptimamente protegidas ante alteraciones en las entregas. Así, cualquier intervención gubernamental afectaría esos arreglos privados óptimos.

Considere, por ejemplo, un productor de automóviles. Los administradores de la firma se dan cuenta que, en comparación con tener diversos proveedores, descansar en sólo un suplidor de acero o uno sólo de microchips pone a la compañía en un riesgo más alto de encontrarse algún día sin insumos claves. Más aún, esos administradores tienen fuertes incentivos para detectar correctamente el nivel de este riesgo, así como evaluar exactamente las consecuencias que surgirán si en realidad se interrumpen los suministros a su empresa. Así que, estos administradores considerarán diversificar las fuentes de suministros de la firma. Lo hagan o no -y, si es así, el grado en que prosiguen esa diversificación de fuentes de suministros de la firma- depende del costo de hacerlo. Y el costo de diversificar las fuentes de suministros depende mucho, a su vez, de las diferencias en precios que la empresa debe pagar a distintos proveedores.

Si una lámina de metal puede comprarse de Smith Steel Co. a $500 por tonelada, y la lámina de metal de igual calidad de Jones Steel Inc. a $510 la tonelada, el productor de automóviles bien puede determinar que vale la pena comprar alguna porción significativa de su lámina de metal a Jones, a pesar del mayor precio que el producto de Jones. Pero, entre más alta sea la diferencia en el precio mayor cobrado por Jones comparado con el precio mas bajo cobrado por Smith, más reacio será el fabricante de autos a comprar lámina de acero a Jones. El diferencial de precios puede ser tan alto que el fabricante de automóviles elige asumir el riesgo de adquirir sus suministros de láminas de metal desde una fuente única.

Suponga que, de hecho, este diferencial de precios es tan grande que voluntariamente el fabricante de autos incurre en el riesgo de comprar todas sus láminas de metal a Smith. Más aún, suponga que un día un incendio destruye la mayoría de la capacidad de producción de Smith. ¿Debemos concluir -al ver al fabricante de autos cerrar indefinidamente su producción, o luchar frenéticamente por comprar lámina de metal de otras firmas a precios mucho más altos en el mercado spot [mercado al contado]- que el fabricante de autos fue poco listo al descansar sólo en Smith para su suministro de láminas de metal? No. Cuando el fabricante de autos decidió sólo confiar en Smith, determinó que los precios más bajos cobrados compensaban el riesgo de fiar en sólo una fuente de suministros de lámina de metal.

Es muy posible que la cantidad de dinero ahorrado por el fabricante de autos a lo largo de los años al comprar lámina de metal exclusivamente de Smith, excede la cantidad de dinero que hoy pierde -o debe gastar- como resultado de la falla súbita de Smith de suministrar láminas de metal. Si es así, el fabricante de automóviles previamente tomó la decisión correcta, a pesar de su actual predicamento infortunado.

Pero, aún si la cantidad de dinero que el fabricante de autos ahorró al confiar sólo en Smith para la lámina de metal, es menor que el costo en que incurre cuando se ve confrontado por un recorte de los suministros de Smith, es posible que la decisión previa del fabricante de autos aún deba valorarse como la correcta. El hecho que ahora le fabricante de autos sufre una consecuencia desafortunada, pues de pronto se encuentra incapaz de obtener suministros de Smith, ya no más prueba que el fabricante de autos no fue sabio al descansar sólo en Smith, tal como lo hace el hecho de que una compañía de seguros deba pagar cientos de miles de dólares para compensar a clientes por el daño del incendio, sea prueba de que la compañía de seguros no fue sabia en vender seguros de incendio a esos clientes específicos.

Lo ignoto del futuro requiere que cada uno de nosotros incurra en riesgos. Todo curso de acción involucra algún riesgo.
A pesar de lo anterior, aún los cursos de acción más prudentemente elegidos, algunas veces se revelarán, con el paso del tiempo, como siendo aquellos que se habría rechazado si uno tuviera mejor conocimiento del futuro.

Desafíos, desgracias, y dificultades inusualmente fuertes que se manifiestan hoy, no son necesariamente prueba de que las decisiones de ayer -decisiones que condujeron a los problemas de hoy- fueran equivocadas.

La realidad debe tenerse en mente siempre que observamos a empresas domésticas sufrir afectaciones de sus fuentes de suministros. Cada una de esas firmas tenía fuertes incentivos para ponderar los costos de diversificar sus fuentes de suministros ante los beneficios de hacerlo. No hay buena razón para asumir que, por lo general, esas empresas tomaron imprudente o dañinamente sus decisiones de suministro.

Aún hay menos razón para suponer que políticos, comentaristas, y burócratas -ninguno de quienes tiene en juego su propio dinero en esas evaluaciones- saben mejor que dueños y administradores de empresas privadas, cuántas más o cuántas menos fuentes de suministros “debería” tener algún negocio concreto. Nada es más fácil que, cuando los suministros del exterior se ven alterados, cosas parecidas a guerra o cuarentenas por el Covid políticos o comentaristas proclamen, con momentos teatrales de rabia, que el gobierno debería haber usado aranceles o subsidios para evitar la afectación. Sin embargo, el hecho en sí de que las mismas empresas privadas -teniendo en juego su propio dinero- eligieron no organizar sus fuentes de suministros en formas luego endosadas por políticos y comentaristas, es evidencia fuerte de que los esquemas propuestos por estos políticos y comentaristas es poco posible que promuevan el mejor interés del país a largo plazo.

La retrospectiva, como dicen algunos, es una puntería 20/20. (En realidad, me sospecho, en el tanto que, al menos el pasado reciente de hecho es más visible que lo es el futuro, en la realidad, la retrospectiva es más cercana a una de 20/40. Pero, ese es tema para otra ocasión). El hecho que comentaristas y políticos se pueden aprovechar de esta situación y describir cómo habría sido mejor si se hubieran elegido otras opciones diferentes en el pasado, es evidencia escasa de que se debería confiar en esas personas el poder para sobreponerse a las decisiones de gente de negocios, en relación con las fuentes futuras de suministros.

En resumen, el caso a favor de que el gobierno “repatrie las cadenas de suministros” es demasiado débil como para tomarlo en serio. Ignórelo.

Donald J. Boudreaux es compañero sénior del American Institute for Economic Research y del Programa F.A. Hayek para el Estudio Avanzado en Filosofía, Política y Economía del Mercatus Center; miembro de la Junta Directiva del Mercatus Center y es profesor de economía y anterior jefe del departamento de economía de la Universidad George Mason. Es autor de los libros The Essential Hayek, Globalization, Hypocrites and Half-Wits, y sus artículos aparecen en publicaciones tales como el Wall Street Journal, New York Times, US News & World Report, así como en numerosas revistas académicas. Él escribe un blog llamado Café Hayek y es columnista regular de economía en el Pittsburgh Tribune-Review. Boudreaux obtuvo su PhD en economía en la Universidad Auburn y un grado en derecho de la Universidad de Virginia.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.