Entendiendo economía monetaria básica.

POR QUÉ LA OFERTA DE DINERO DEBERÍA (A VECES) CAMBIAR

Por Alexander William Salter
American Institute for Economic Research
2 de abril del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es alexander william salter american institute for economic research, money, April 2, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

¿Cuál es el punto de la política monetaria? ¿Por qué la oferta de dinero en alguna ocasión necesita cambiar? Después de todo, el dinero es sólo una herramienta para facilitar el intercambio. Provisto que haya suficiente dinero para realizar transacciones, no es claro por qué alguna vez necesitaríamos más de él. La riqueza de una economía depende de los recursos naturales, mano de obra, capital, tecnología e instituciones jurídicas, no de las piezas de papel verde dentro de nuestras billeteras.

Aunque esta idea es correcta en el largo plazo, tener demasiado poco o mucho dinero en la economía resulta en todo tipo de daño a corto plazo. Si bien el crecimiento económico tiene poco que ver con el dinero, el ciclo de los negocios tiene mucho que ver con él.

La idea más importante en la teoría de los precios es que los precios del mercado transmiten información acerca de las escaseces relativas de los recursos. Los mercados son una red de comunicación vasta, con señales en forma de precios transmitidas por la oferta y la demanda. Los precios ayudan a los consumidores a presupuestar prudentemente y a las empresas a producir rentablemente. Debido a que sus acciones son coordinadas por el mecanismo de los precios, los planes de los productores tienden a articularse con los planes de los consumidores.

Pero, el sistema de precios requiere unas pocas cosas para funcionar. Una de ellas es el dinero, que es el denominador común que compara líneas de consumo y de producción. De hecho, el dinero tiene un “mercado” propio ̶ además de la oferta de dinero, tiene sentido hablar acerca de la demanda de dinero. No obstante, tenga cuidado. En realidad, la demanda de dinero significa cuánto de nuestro ingreso queremos mantener en forma de dinero, o de substitutos de cuasidinero, como cuentas corrientes o fondos mutuos a los que se puede debitar. No es cuánto dinero nos gustaría tener. Piense en la asignación de una cartera, no en flujos de consumo.

Si la oferta y la demanda de dinero coinciden, todo está bien. Los precios desempeñan su labor de comunicar los costos de oportunidad del consumo y la producción. Pero, ¿qué pasa si la oferta y la demanda de dinero no coinciden? Ahora, tenemos un problema, El “precio” del dinero, que en realidad es sólo su poder adquisitivo, debe ajustarse para “despejar” el mercado monetario, trayendo de regreso la igualdad de la oferta y la demanda. Debido a que el dinero es aproximadamente la mitad de todos los intercambios, los ajustes del mercado monetario se desbordan hacia los mercados de bienes y servicios.

Piense de la economía como si fuera una rueda. Los diversos mercados son radios. El mercado monetario es el centro. Una rueda puede funcionar con unos pocos, o incluso muchos, radios quebrados. Pero, si el centro se daña, la rueda es inútil. De la misma forma, si el mercado monetario es turbulento, los precios del mercado no reflejarán correctamente las condiciones reales de la oferta y la demanda. Los consumidores y productores recibirán señales falsas acerca de cómo comparar algunos recursos valiosos con otros. Y, cuando los precios del mercado generan mala información, la gente toma malas decisiones.

Nosotros llamamos desequilibrio monetario a este desacople entre la demanda y oferta del mercado monetario. Demasiado dinero crea inflación, al tratar los individuos de reducir sus saldos monetarios en exceso. Si bien el resultado final es un dólar permanentemente más débil, a lo largo de ese camino de transición, los recursos pueden ser mal asignados cuando los precios se elevan a tasas diferentes. Suponga, por ejemplo, que los salarios se elevan en un 10 por ciento, pero el precio del biftec sólo aumenta en un 2 por ciento. Si estos cambios son impulsados por problemas en la oferta de dinero, en vez de cambios reales en la oferta y la demanda, posiblemente la gente comprará más biftecs que lo que haría en una economía que funcione bien. Y, dada la causa, es posible que, por igual, se presenten precios erróneos en otros mercados. El nuevo patrón de actividad económica que resulte del desequilibrio monetario es errado.
En su momento, tendremos que pagar por eso, en forma de reajustes costosos en salarios, precios, y cadenas de suministros.

De la misma forma, muy poco dinero causa una recesión innecesaria. Cuando las familias buscan reconstruir sus saldos monetarios, las empresas experimentan una caída en sus ventas. Al malinterpretar eso como una disminución de la demanda, ellas despiden trabajadores y reducen la producción. En su momento, el dólar se fortalece, termina el proceso de ajuste, y la economía regresa al “pleno empleo.” Pero, entre tanto, tuvimos una recesión costosa e innecesaria.

Toda la razón de ser de las instituciones monetarias, dando a entender reglas y procesos que usamos para gobernar la oferta de dinero, es prevenir el desequilibrio monetario. Seria maravilloso si esas instituciones aumentaran la oferta de dinero cuando se eleva la demanda de dinero, y disminuyeran la oferta de dinero cuando desciende la demanda de dinero. Así, podemos estar tan cerca como sea posible del equilibrio monetario, evitando repugnantes consecuencias tanto del exceso de oferta como de demanda en el mercado monetario.

Por supuesto, qué tan bien funcionan nuestras instituciones monetarias es una pregunta empírica. Históricamente, la Reserva Federal de los Estados Unidos (FED) ha sido sumamente mala en su trabajo. Sin embargo, el pobre desempeño de la FED no invalida lo deseable de tener algunas instituciones que puedan hacer bien el trabajo.

En el largo plazo, la oferta de dinero no es tan importante. Pero, en el corto y mediano plazo, es sumamente importante. Hay buenas razones para que la oferta de dinero cambie. No dejemos que la ineptitud de la FED nos distraiga de la tensión económica esencial causada por el dinero.

Alexander William Salter es Profesor Asociado de Economía en el Colegio Rawls de Negocios y Compañero de Investigación en Economía Comparada del Instituto del Libre Mercado, ambos en la Universidad Texas Tech. Ha publicado artículos en revistas especializadas importantes tales como the Journal of Money, Credit and Banking, the Journal of Economic Dynamics and Control, the Journal of Macroeconomics, and the American Political Science Review. Sus artículos de opinión han aparecido en The Hill, The American Conservative, US News and World Report, Quillette, y numerosos otros sitios. Salter obtuvo su M.A. y PhD. en Economía en la Universidad George Mason y su licenciatura en Economía en Occidental College. Participó en el 2011 en el Programa de Becarios de Verano del AIER.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.