Tal vez alguna o algunas de estas propuestas tienen sentido para aliviar el cambio climático y evitar costos absurdos que se imponen por ciertas políticas para moderar el cambio climático.

8 PROPUESTAS DE SENTIDO COMÚN PARA ALIVIAR EL CAMBIO CLIMÁTICO

Por Richard Fulmer
Fundación para la Educación Económica
Sábado 2 de abril del 2022

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en rojo, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como richard fulmer foundation for economic education, climate, April 2, 2022 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis rojos.

El cambio climático es real, pero usted debería permanecer escéptico ante legisladores que se rehúsan a rechazar legislación que está contribuyendo al problema.

He aquí una idea: Dejemos de estar enfrentando el cambio climático terminando con políticas gubernamentales que lo empeoran. Deroguemos leyes y regulaciones que obligan a gente y empresas a actuar de formas ineficientes que desperdician energía y producen emisiones innecesarias. Dejemos de crear incentivos perversos al penalizar empresas eficientes, subsidiar a ineficientes, y llevar la producción a naciones que producen más contaminación por cada ítem producido. Terminar con estas políticas destructivas mejorará tanto nuestro ambiente como nuestra economía.

1. TERMINAR CON POLÍTICAS DE “EMITA MÁS EN OTRO LUGAR”

El eslogan de los ecologistas “Piense Globalmente, Actúe Localmente” es enteramente apropiado para el tema del dióxido de carbono (CO2) antropológico. Emisiones en cualquier otro lugar impactan el clima en cualquier lado. Nada logran políticas que, en vez de reducir las emisiones, simplemente las mueven hacia otros países.

Regulaciones, impuestos, y aranceles domésticos dirigidos a reducir el calentamiento global tienen el efecto no previsto de elevar el costo de la producción doméstica, en tanto que compañías lleven sus operaciones al exterior. Similarmente, aumentar aquí los costos de producción trasladará la industria que usa energía intensivamente desde Estados Unidos a lugares como México, China, e India. En el mejor de los casos, esas políticas sólo mueven las emisiones hacia otras partes; en el peor, las aumentan.

Trasladar la producción de bienes y recursos lejos de países con economías eficientes, hacia naciones menos eficientes, causa más mal que bien. Hacer un aparato con 10 BTUs de energía en Estados Unidos es mejor para el planeta, que hacer el mismo aparato en China con 40 BTUs. Producir aquí un barril de petróleo es mejor para el planeta que producirlo en Rusia, Venezuela, o Irán ̶ países que han mostrado no estar dispuestos o ser incapaces de proteger el ambiente.

2. ADMITIR QUE -POR EL MOMENTO- SE NECESITAN COMBUSTIBLES FÓSILES

La Agencia de Información Energética (AIE) del gobierno federal de Estados Unidos proyecta que las necesidades de energía del país continuarán creciendo por, al menos, los próximos treinta años, y que “el petróleo y el gas natural permanecerán siendo las fuentes de energía más consumidas en Estados Unidos hasta el 2050.” Una razón es que las turbinas de gas son los únicos respaldos prácticos de las turbinas de viento y paneles solares que el gobierno ha determinado reemplazarán las plantas de energía tradicionales.

Debido a que el sol no siempre brilla y que el viento no siempre sopla, el respaldo es necesario. Actualmente, el almacenaje en batería puede dar energía a una ciudad por no más de pocas horas. Eso deja a la planta de almacenamiento bombeado y a turbinas alimentadas con gas natural, como las únicas fuentes de energía de reserva que pueden llegar en línea lo suficientemente rápido, como para estabilizar la red al fallar el viento y el sol. Sin embargo, las plantas de almacenamiento bombeado, que bombean agua a reservorios durante épocas de baja demanda de energía y, después, liberan el agua a través de turbinas en tiempos de demanda pico, se ven limitadas por la geografía y ambientalistas opuestos a construir nuevos reservorios.

Entonces, exigir energía eólica y solar significa exigir gas natural. Sin un respaldo confiable, los dueños de viviendas y empresas reubicarán o instalarán sus propios generadores. Quemar gasolina, diésel, y gas natural en cientos de miles de hogares y empresas a través del país, no hará nada por reducir las emisiones de CO2.

Dado que las plantas de gas natural son esenciales -habiendo sido hechas así por órdenes gubernamentales- la infraestructura necesaria para suplirlas también es esencial. Eso incluye la producción, refinería, y transporte.
El reporte de la AIE también predice que “el sector transporte consumirá la mayoría de combustibles [de petróleo y otros líquidos], en particular gasolina y diésel de motores” hasta el 2050. Los vehículos eléctricos (VE) en la actualidad significan menos del 5% del mercado global de autos y alrededor del 4% del mercado estadounidense. Si bien algún día pueden reemplazar los carros movidos por gasolina y diésel en números significativos, ese día aún no llega.

3. TERMINAR POLÍTICAS DE “PRODUZCA EN OTRA PARTE”

La administración Biden tiene la intención de clausurar la producción de gas natural y petróleo en Estados Unidos, a la vez que pide a otros países, como Arabia Saudita, Venezuela, e Irán, que aumenten su producción. Pero, quemar gas natural iraní o venezolano, en vez de gas estadounidense, no reduce las emisiones.

La administración está acusando a empresas petroleras domésticas de codiciosamente elevar el precio de la gasolina (en un momento de inflación general, cuando todos los precios se están elevando), a la vez que manifiesta sorpresa de que esas mismas empresas codiciosas no estén tomando ventaja de precios más altos y produzcan más petróleo. Pero, ¿por qué una compañía petrolera invertiría millones de dólares en expandir operaciones, cuando Biden está prometiendo cerrar la producción una vez que haya resuelto sus problemas políticos inmediatos de precios crecientes? ¿Por qué, después que demócratas han propuesta apoderarse por la vía de impuestos de las ganancias de las compañías petroleras, alguien querría invertir en firmas que son blanco para la extinción?

4. TERMINAR CON RESTRICCIONES A OLEODUCTOS

Cuando el presidente Biden acabó con el Oleoducto Keystone el primer día a cargo, el City Journal hizo ver que:

“La victoria simbólica de la cancelación del oleoducto no tendrá efecto mesurable alguno sobre la descarbonización de la economía estadounidense. La clausura inoportuna de Keystone no cambiará la tasa de nuestro consumo nacional de combustibles fósiles; por el contrario, los consumidores estadounidenses simplemente se verán forzados a comprar más petróleo de países como Arabia Saudita, Rusia, y Venezuela. Más de nuestro combustible será importado por avión o barco, en vez de un oleoducto de emisión neta de cero ̶ y, también, nosotros pagaremos más por él en la bomba.”


Las tuberías son la forma más segura y eficiente de transportar gas natural, petróleo, y productos líquidos de petróleo. Obligar que el petróleo y el gas se muevan por barco, tren, o camión, en vez de aquellas, tiene poco sentido económica o ecológicamente.

Bajo el gobernador Mario Cuomo, el estado de Nueva York prohibió la fracturación hidráulica de gas natural y obstruyó la construcción de nuevas tuberías de gas natural. Como resultado, el estado ha tenido que generar más electricidad con aceite combustible, que produce más CO2 y contaminación que lo hace el gas natural, y el estado, también, ha tenido que importar gas natural desde Rusia y Trinidad y Tobago.

“En el 2016,” según el Wall Street Journal, “Funcionarios en Massachussets y Nueva Hampshire bloquearon el financiamiento de $3 miles de millones del Oleoducto Access Northeast, que habrá suplido confiablemente el combustible a tres estados de Nueva Inglaterra.” En consecuencia, un tanquero llegó al Puerto de Boston en el 2018 transportando GNL (gas natural licuado) ruso.

5. DEROGAR LA LEY JONES

La Ley de Marina Mercante de 1920 (la “Ley Jones”) prohíbe el transporte de bienes entre puertos estadounidenses, en barcos que no sean construidos, poseídos, registrados, y tripulados en Estados Unidos. La huella de carbono de la Ley es enorme, pues nos impide tomar ventaja de la auténtica faja de transmisión de barcos de bandera extranjera que circulan el país y frecuentan los puertos estadounidenses. Por ejemplo, un barco japonés que deja bienes en, digamos, Seattle, no puede recoger bienes desde allí y llevarlos a San Francisco o Los Ángeles.

Dado que actualmente hay menos de cien barcos de carga que cumplen con la Ley Jones, muchos productos estadounidenses deben enviarse por tren, camión, o aire, aunque podrían ser transportados más eficientemente -y con menos emisiones de CO2- por mar.

También, la Ley aumenta el costo a los estadounidenses de comprar bienes domésticos al elevar los costos de transportarlos. Como resultado, los estadounidenses son guiados a importar más productos extranjeros de lo que, de otra forma, harían, produciendo más CO2 en el proceso. Aún más, hoy no hay barcos de transporte de GNL que cumplan con la Ley Jones. Como resultado, Puerto Rico compra gas natural de Rusia en vez de Texas o Luisiana. Por igual, prohibiciones de nuevas tuberías han obligado a estados como Massachussets y Nueva York su envío por barco, en vez de comprarlo de Pennsylvania. Y, debido a la Ley Jones, deben comprar su combustible, no de Estados Unidos, sino de países como Rusia, Francia, Argelia, y Noruega.

6. PERMITIR EL TRANSPORTE DE GNL POR FERROCARRIL

Después de las tuberías y los barcos, el ferrocarril es la forma más segura, más eficiente, y menos contaminante de transportar productos de petróleo. Sin embargo, al buscar eliminar cualquier opción excepto mantener el gas en el suelo, la administración Biden suspendió la autorización de transportar GNL por vía de carros tanque de trenes.

7. PARAR DE BLOQUEAR PRÉSTAMOS A LA INDUSTRIA PETROLERA

En setiembre del 2021, el presidente Biden propuso a Saule Omarova para dirigir la Oficina del Contralor de la Moneda (OCM). Omarova apoyó una “Autoridad Nacional de Inversiones” [ANI] la que, en sus palabras, sería responsable de “formular, financiar, y ejecutar una estrategia nacional de largo plazo de desarrollo económico y reconstrucción.” Los bancos, bajo el control de la ANI, dirigirían inversiones de capital hacia tecnologías e inversiones políticamente aprobadas y alejadas de industrias como el petróleo, que no cuentan con el favor.

En enero del 2022, sin disuadirse ante su fracaso previo, Biden propuso a Sarah Bloom Raskin, impulsora de regulación bancaria relacionada con el clima, para el Banco de la Reserva Federal.

La estrategia actual para enfrentar el cambio climático -usando viento y sol- requiere respaldo de turbinas alimentadas por gas natural. No obstante, la actual administración hace todo lo que está en su poder por cortocircuitar la estrategia de bloquear la producción y transporte doméstico de gas natural y hambrear de capital a la industria.

Rápidamente nos estamos quedando con la única opción de importar gas natural desde Arabia Saudita, Venezuela Rusia, e Irán ̶ países que no necesariamente desean nuestro bien. Putin está amenazando a Europa con recortes de gas para obligarla a aceptar su absorción de Ucrania. ¿Queremos, en realidad, sujetarnos nosotros mismos al mismo tipo de extorsión?

8. TERMINAR LAS ÓRDENES DE USAR ETANOL

Desforestar los bosques en Estados Unidos y los bosques lluviosos en las Amazonas para plantar cosechas de biocombustibles, no es verde. Esa noción de sentido común es respaldada por investigación en el 2007-2008, el 2014, y ahora en el 2022. En febrero de este año, la Academia Nacional de Ciencias publicó un estudio que encontró que el etanol basado en el maíz es “posible que sea al menos un 24% más intensivo en carbón que la gasolina, debido a emisiones que resultan de los cambios en el uso de suelos para sembrar maíz, junto con el procesamiento y la combustión.”

CONCLUSIÓN

Las propuestas de este artículo para reducir las emisiones domésticas de CO2 son, se admite, sólo una gota en el océano. Mientras Estados Unidos emite alrededor de un 11 por ciento del CO2 global, China emite un 27 por ciento, excediendo a todas las otras naciones desarrolladas combinadas. Es más, las emisiones de Asia y África están creciendo rápidamente. No obstante, aun cuando nuestros lideres políticos no están dispuestos o no están en capacidad de eliminar leyes y regulaciones domésticas que disminuyen la eficiencia y aumentan las emisiones, ellos nos aseguran confiadamente que pueden superar los temas económicos y políticos globales y elaborar acuerdos internacionales que enfrentarán el calentamiento global.

No soy un negacionista del cambio climático ni un escéptico. El cambio climático es real, y debemos enfrentarlo. Pero, soy escéptico de que legisladores, que no pueden o no revocarán legislación que está contribuyendo al problema, nos den algunas soluciones reales.

Richard Fulmer trabajó como ingeniero y analista de sistemas, y ahora está retirado y es escritor independiente. Ha publicado alrededor de treinta artículos y comentarios de libros en revistas y blogs de libre mercado. Con Robert L. Bradley Jr., Richard escribió el libro Energy: The Master Resource, que fuera lectura requerida en clases de cuatro diferentes universidades, incluyendo la Universidad de Texas y la Universidad de Toronto. Actualmente está trabajando en otro libro, Caveman Economics: Basic Economics in 25 Prehistoric Tales.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.