Posiblemente los conocen, pero pretenden ignorar esos hechos pues va en conta de sus dogmas políticos.

¿ACASO NO LO CONOCEN?

Por Donald J. Boudreaux
American Institute for Economic Research
25 de marzo del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es donald j. boudreaux american institute for economic research know, March 25, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Muchos de nosotros quienes recordamos cuando europeos orientales estaban presos detrás de una Cortina de Hierro -y los que se alegraron cuando la Cortina se derrumbó en 1989, siendo pronto seguida por la debacle de la URSS en 1991- vemos con una mezcla de confusión y desprecio a gente joven clamando hoy por el socialismo. Si bien difícilmente un comentario deliberadamente provocativo basado en una moralización superficial, este reporte de confusión y desprecio plantea una pregunta para la cual aún debe darse una buena respuesta -esta es, ¿Por qué? ¿Por qué tanta gente hoy se enloquece por la dirección gubernamental de la economía? Más generalmente, ¿por qué hoy tanta gente -de la izquierda y derecha política- desea reemplazar los mercados comerciales libres con un sistema de dictados burocráticos?

¿Qué es lo que, precisamente, esas personas no conocen?

¿No se percatan acerca de historia económica básica? ¿No saben que, previo a la Revolución Industrial, casi todos los hombres, mujeres, y niños, desde el origen de nuestras especies, vivieron en una pobreza que para nosotros es hoy inimaginable? ¿No saben que, previo al capitalismo, casi todo mundo no era lo suficientemente afortunado como para haber reclamado una cueva, viviendo en casas estrechas con pisos sucios, tejados de paja llenos de bichos e insectos, y sin tubería interna?

¿No conocen que la gran igualdad económica que, antes del capitalismo, fue durante mucho tiempo el destino del 99 por ciento de los humanos, era sólo la igualdad en la privación y alto riesgo de muerte prematura? ¿No saben que la gente común y corriente empezó a disfrutar de una expectativa razonable de vida por encima de la subsistencia sino cuándo y dónde los mercados comerciales innovadores -mercados libres extensos- finalmente empezaron a afincarse?

¿No llegaron ellos a saber que la vida en las modernas economías de mercado no es sólo más rica en juguetes y chunches de lo que era la vida antes de la modernidad, sino que, quienes de nosotros vivimos en modernas economías de mercado, vivimos mucho más tiempo y más saludables que como lo hicieron nuestros ancestros? ¿Y los socialistas de la actualidad no se dan cuenta que, en nuestras vidas más extensas, cada uno de nosotros tiene acceso a un rango de elecciones de vida que en el pasado era inconcebible para la gente?

¿Ignoran que la desigualdad en el ingreso y riqueza monetaria no es ni remotamente la misma que la desigualdad en el acceso a bienes y servicios? Jeff Bezos puede valer, en dólares, 1.5 millones de veces más que la familia estadounidense típica. Pero, Jeff Bezos no come mucho más de lo que hace un típico estadounidense. Tampoco, tiene 1.5 millones de veces más ropas, espacio para vivir, u ocio.

¿No saben los porristas de la intervención gubernamental que, en términos de la habilidad de consumir, cada vez somos más iguales (al menos antes de la devastación provocada por las intervenciones contra el COVID)?

¿Comprenden los enemigos de los mercados libres de hoy que nosotros, estadounidenses comunes y corrientes, somos ahora probablemente más ricos -en términos de lo que ordinariamente consumimos- de lo que fueron J. D. Rockefeller y los otros super ricos de hace sólo un siglo atrás? ¿No conocen estos enemigos del mercado que la cantidad de tiempo que un trabajador estadounidense típico debe laborar, para obtener suficiente ingreso para comprar la mayoría de bienes y servicios, ha estado, en el largo plazo, reduciéndose constantemente?

¿Los opositores, que ahora demandan ya sea que el capitalismo termine o que sea significativamente amarrado por el gobierno, tienen idea alguna acera de la enorme complejidad de los mercados modernos que buscan destruir o reemplazar con las llamadas “políticas industriales”? ¿No se entera esa gente que la prosperidad moderna es imposible sin una profunda división del trabajo, que estimula a cada productor a suplir habilidades altamente especializadas y a aprender conocimiento altamente especializado ̶ conocimiento que está disperso en pedacitos incontables a través de miles de millones de mentes alrededor del globo? Sin esta especialización, la prosperidad moderna es imposible. No obstante, ninguna mente humana puede empezar a conocer lo suficiente como para “diseñar” sistemas económicos complejos, en formas que mejoren su desempeño. ¿Es esta realidad desconocida por quienes están insatisfechos porque los mercados fallan en producir el cielo en la tierra?

O, tal vez, estos proponentes de la dirección gubernamental de la economía no conocen la historia del socialismo.
¿Desconocen que el socialismo, siempre y cuando se ha tratado, no suministró prosperidad, sino saqueo y tiranía? ¿No saben acaso de las hambrunas y purgas de Stalin? ¿O las masacres de Pol Pot? ¿O la devastación de Mao? ¿O la calamidad en Cuba causada por Castro? ¿O el caos social y económico en Venezuela creado por Chávez y Maduro? ¿Creen realmente que el Che Guevara fue un revolucionario romántico con designios angelicales? ¿Ignoran que ese hombre, en realidad, fue un matón a sangre fría?

¿No se da cuenta la gente que confía en funcionarios de gobierno y desconfía de dueños y ejecutivos de empresas que, sin importar cuánto margen de maniobra puede tener gente de negocios en un mercado libre, esa persona nunca tiene poder para obligar a consumidores o trabajadores? ¿No reconocen los entusiastas del gobierno la importancia de la habilidad de cada trabajador para decir ‘no’ a ofertas de empleo, o la habilidad de cada consumidor para decir ‘no’ a la oferta de un bien o servicio de un comerciante? ¿Creen estos entusiastas del gobierno que funcionarios de gobierno, que no tienen que tomar un ‘no’ como respuesta, tratará -como resultado de su habilidad para usar la coerción- a la gente común y corriente mejor que como la gente ordinaría es tratada por empresarios, quienes tienen que tomar un ‘no’ como respuesta?

O, tal vez es que, quienes hoy gritan por el socialismo en realidad no conocen mucho acerca de la naturaleza humana. ¿Comprenden ellos que, individuos a quienes se les da poder para coaccionar a otros individuos, están inclinados a abusar de ese poder ̶ y que tales individuos están más dispuestos a abusar del poder, entre más tiempo tengan el poder y más extravagantes sean las promesas hechas para asegurar el poder?

¿Desconocen los socialistas de hoy, así como los impulsores de la política industrial, que seres humanos, a quienes se les dio el poder de unilateralmente apropiarse o alterar los derechos de propiedad de desconocidos, tienen poco incentivo para tomar en consideración el bienestar de esos cuyas propiedades ellos toman o destruyen? ¿No saben los impulsores del socialismo o la política industrial que, entre mayor es el poder discrecional de los funcionarios de gobierno para controlar los acuerdos económicos, mayor es el riesgo de que estos funcionarios vayan a ser corrompidos?

¿Tienen los escépticos actuales de los mercados libres -ya sea que esos escépticos sean socialistas plenos o impulsores de una “simple” política industrial- conocimiento exacto alguno de la historia económica, de la economía, o la naturaleza humana?

Yo pienso que no.

Donald J. Boudreaux es compañero sénior del American Institute for Economic Research y del Programa F.A. Hayek para el Estudio Avanzado en Filosofía, Política y Economía del Mercatus Center; miembro de la Junta Directiva del Mercatus Center y es profesor de economía y anterior jefe del departamento de economía de la Universidad George Mason. Es autor de los libros The Essential Hayek, Globalization, Hypocrites and Half-Wits, y sus artículos aparecen en publicaciones tales como el Wall Street Journal, New York Times, US News & World Report, así como en numerosas revistas académicas. Él escribe un blog llamado Café Hayek y es columnista regular de economía en el Pittsburgh Tribune-Review. Boudreaux obtuvo su PhD en economía en la Universidad Auburn y un grado en derecho de la Universidad de Virginia.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.