¿ESTABA REAGAN EN LO CORRECTO AL LLAMAR A DANIEL ORTEGA “DICTADOR EN ANTEOJOS DE DISEÑADOR”?

Por Daphne Posadas
Fundación para la Educación Económica
Domingo 27 de marzo del 2022

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Daniel Ortega ha dejado tras de sí sus anteojos de diseñador y retórica comunista ̶ pero ha continuado practicando la opresión característica de los regímenes comunistas a lo largo de la historia.

En diciembre de 1985, Ronald Reagan dijo en su conferencia radial semanal que “Nicaragua era una nación prisionera… condenada por un dictador con anteojos de diseñador.” Reagan se estaba refiriendo a Daniel Ortega, uno de los líderes del movimiento sandinista y, en ese momento, el primer presidente electo de la Nicaragua recientemente democrática. Ortega había visitado las Naciones Unidas para las celebraciones de aniversario y fue severamente criticado por su visita a una óptica de la Parte Alta del Lado del Este de la ciudad de Nueva York, en donde, se supone, gastó más de $3.500 en anteojos de diseñador (alrededor e $9.228,68 en dólares del 2022).

En ese entonces, Nicaragua era escenario de una de las guerras indirectas de la Guerra Fría. Daniel Ortega apoyaba fuertemente al comunismo, la URSS, y la Cuba de Fidel Castro. En los años ochenta, tanto bajo Carter como Reagan, el gobierno de Estados Unidos financió a “los Contras,” grupos rebeldes opuestos al sandinista gobierno de la Junta de Reconstrucción Nacional, que reemplazó una dictadura dinástica de cuarenta y tres años.

Casi 40 años más tarde, en enero del 2022, Ortega se aseguró todavía otro período más en el cargo, durando este hasta el 2021. Para ese entonces Ortega habría mantenido el poder durante quince años consecutivos, y por 26 años en total.

¿Cómo Daniel Ortega se ha adherido al poder por tanto tiempo? A la luz de la reciente victoria electoral de Ortega, ¿es correcta hoy la caracterización de Reagan, de Ortega como “dictador” de “una nación prisionera”?

Para responder estas preguntas, veamos un poco más de historia y, luego, algo de filosofía política.

EL REGRESO DE ORTEGA

Después de perder las elecciones en 1990, 1996 y el 2001, regresó a la presidencia en el 2007 un Ortega más pragmático y más pro grandes negocios.

En aquel momento, la Constitución de Nicaragua prohibía la reelección consecutiva y limitaba a los presidentes a dos períodos. En el 2009, un fallo de la Corte Suprema de Justicia de Nicaragua le permitió a Ortega participar en la reelección, la que ganó en el 2011. En el 2013, Ortega propuso una reforma constitucional. que fue aprobada por una mayoría simple por el Congreso Nacional (con mayoría sandinista), permitiendo la reelección indefinida. Después, él ganó las elecciones del 2016.

En el 2018, el país fue enturbiado por protestas contra el gobierno. Los militares y la policía de Ortega respondieron con dureza extrema. El régimen ordenó a médicos que negaran servicios de salud a estudiantes universitarios heridos en las protestas. Según un reporte de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos del 2019, 328 fueron asesinados, 3 desaparecidos, 130 hechos prisioneros, y 88.000 nicaragüenses exiliados como resultado de las protestas.

A partir de ese momento, la represión se hizo más fuerte. Durante las elecciones del 2021, más de 40 disidentes políticos fueron aprisionados, entre ellos siete candidatos de la oposición que eran fuertes contendientes para desplazar a Ortega. Sin que sorprendiera, Ortega “ganó” con un 75 por ciento de los votos (el 25 por ciento restante se dividió entre otros candidatos aprobados por Ortega). Un ochenta por ciento de votantes elegibles rehusó presentarse a las elecciones arregladas. Una encuesta de CID Gallup mostró que el 65 por ciento de ciudadanos prefería votar por un candidato de la oposición.

También, Ortega a censurado a la prensa y nacionalizado cinco universidades privadas, consolidando aún más poder para suprimir la disensión.

TIRANÍA DEFINIDA

Considerando esta historia, ¿es legítimo el gobierno de Daniel Ortega, como alegan quienes le apoyan, o es una dictadura o tiranía, como dijo Reagan y en lo que están de acuerdo los opositores de Ortega?

Para definir esto de manera racional, no sesgada, deberíamos primero definir nuestros términos. ¿Qué es una tiranía? ¿Qué hace a un gobierno justo o injusto?

Para brindar luz a estas preguntas, regresamos a uno de los filósofos más influyentes acerca del gobierno en la historia del mundo: John Locke (1632-1704).

Según Locke, el papel apropiado del gobierno es aquel de un servidor público. El gobierno debería ser “para el pueblo.”
Así, cualquier gobernante que se sirve a sí mismo, en vez del público, es un tirano. Como escribiera Locke en su Segundo Tratado acerca del Gobierno:

“La tiranía es hacer uso del poder que se tiene, mas no para el bien de quienes están bajo ese poder, sino para propia ventaja de quien lo ostenta.”


Esto no significa que el gobierno puede hacer lo que quiera en tanto “sea para el bien de la gente.” Según Locke, el mandato al gobierno está estrictamente limitado a la protección de la libertad de las personas. Cualquier gobierno, que sistemáticamente viole la propia libertad para cuya protección fuera creado, es, también, una tiranía.

Locke creía que siempre que un gobierno se comportaba como tiranía, los gobernados tenían el derecho legítimo de remover y reemplazar a ese gobierno. Él preguntó retóricamente:

“…qué es mejor para la humanidad: ¿que el pueblo esté siempre expuesto a la ilimitada voluntad de una tiranía o que los gobernantes puedan ser resistidos cuando hacen un uso exorbitante de su poder y lo emplean para la destrucción, y no para la protección de las propiedades de sus súbditos?”


En 1688, durante la Revolución Gloriosa, John Locke apoyó el derrocamiento del Rey Jaime II. Él escribió un tratado justificando esta acción radical, arguyendo que hasta los reyes son simples “fideicomisarios” encargados por el pueblo para defender su libertad. Si el gobierno abusa de esa confianza, la administración del poder puede y debería ser revocada. “El pueblo,” insistió Locke, “será el juez.”

En otras palabras, el pueblo debe juzgar si su gobierno esta defendiendo apropiadamente su libertad. Con base en ese juicio, tiene derecho a deponer cualquier tiranía; y cualquier gobernante que le niega a la gente ese derecho aferrándose al poder es, sin duda, un tirano.

AÚN UN TIRANO

Ahora que sabemos qué es lo que hace una tiranía, consideremos si Daniel Ortega calza la descripción.

¿Está Ortega permitiendo que la gente juzgue por sí sola si a él se le debería confiar la defensa de su libertad? No. Al manipular el proceso electoral y suprimir violentamente la disensión, él les está quitando esa elección.

Al arreglar el sistema político, también, se está sirviendo a sí mismo y a su clique de poder, en vez de servir al público.

Y, al violar las libertades civiles, está desatacando el único propósito legítimo del gobierno: cual es proteger la libertad.

En los tres aspectos, el régimen de Daniel Ortega es tiranía de “libro de texto,” según la filosofía política de John Locke, la persona que literalmente escribió “el libro” acerca de la tiranía.

Y, como todas las tiranías, Ortega está logrando que la gente huya en tropel. Casi 170.000 nicaragüenses dejaron el país en el 2021, el mayor número desde que la crisis socio-política y económica se intensificó en el 2018. Según encuesta de CID Gallup presentada por El Confidencial, un 65 por ciento quienes respondieron tenían intención de emigrar. Casi un sexto de la población total de Nicaragua ya ha salido del país.

El gráfico “Nicaragüenses fuera del País” se puede ver en daphne posadas foundation for economic education, dictator, March 27, 2022.

En años posteriores a 1985, Ortega dejó atrás sus anteojos de diseñador y la retórica comunista, pero, ha continuado practicando la opresión característica de todos los regímenes comunistas a través de la historia. Ortega ha usado su poder para manipular el sistema político y seguir como presidente del país. Aún si hubiera elecciones, los ciudadanos no pueden escoger una oposición verdadera para así escapar de la tiranía. Algunos nicaragüenses están emigrando, haciendo lo que no pueden hacer por medio del sistema político: elegir un tipo de gobierno diferente que les sirva mejor.

Reagan estaba, y aún está, en lo correcto: Ortega es un dictador y Nicaragua es un país en prisión. Incapaz de sacudirse de la tiranía de Ortega, la gente está llevando a cabo una fuga desde la cárcel.

Daphne Posadas es la administradora de Proyecto y Embajadora de Marca de la FEE en Español.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.