YO LEÍ EL MANIFIESTO COMUNISTA POR PRIMERA VEZ. HE AQUÍ LO QUE APRENDÍ ACERCA DE KARL MARX

Por Daniel Kowalski
Fundación para la Educación Económica
Domingo 6 de marzo del 2022

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en rojo, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como daniel kowalski foundation for economic education Marx, March 6, 2022 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis rojos.

Karl Marx fue un quejoso, no un visionario.

La Tienda de Libros de Apple tiene muchos libros electrónicos clásicos que pueden descargarse gratuitamente, con opciones que oscilan desde los seis volúmenes de The Decline and Fall of the Roman Empire [Decadencia y caída del Imperio Romano] de Edward Gibbon hasta The Federalist Papers [Los papeles federalistas]. Un título que recientemente descubrí en su biblioteca gratuita es “El manifiesto comunista.” Descrito como un panfleto y no un libro, con 67 páginas es una lectura rápida que carece mucho en cuanto a substancia.

A algunos historiadores les gusta desplegar el papel de abogado del diablo cuando se trata de Karl Marx -el autor del trabajo- y cómo se ejecutó el comunismo durante el siglo XX. Su argumento es que, si Marx hubiera estado vivo cuando se formó la Unión Soviética, él la habría desaprobado y alegado que eso no era lo que él tenía en mente. He escuchado abundancia de argumentos y hechos que denuncian al comunismo y prueban que es una ideología fallida, con consecuencias desastrosas al ponerse en práctica, pero nunca había leído la fuente original de esta ideología, así que, ¿tal vez los historiadores apologistas tenían algo sólido en mente?

DEFINIENDO EL COMUNISMO


El Diccionario de Oxford define manifiesto como que es “una declaración pública de política y objetivos.”

“El Manifiesto Comunista” es muy impreciso en tal sentido. Los lectores ni siquiera logran un resumen claro de la creencia del comunismo sino hasta la página 29, que es “la abolición de toda propiedad privada.” No hay instrucciones de cómo eso debería organizarse y administrarse, si es que sucediera, incluso si requiere de fuerza bruta. Y nadie se debería atrever a quejarse pues los Capitalistas Burgueses sólo están recibiendo sus postres merecidos ̶ y, si usted es parte del Proletariado, entonces, sus posesiones son míseras y en su momento las perdería pues el capitalismo, en su momento, le arruinará.

De las 67 páginas del manifiesto, sólo dos se dedican a dar un listado de cuáles serían las políticas de los comunistas.
Las políticas, enumeradas en 10 puntos, son abolir la propiedad de la tierra, fuertes impuestos hasta el punto de paralizar la riqueza individual, abolir el derecho a la herencia, confiscar la propiedad de todos los inmigrantes y rebeldes (destruyendo a quienes difieren de usted), nacionalizar los bancos, centralizar en el estado todas las comunicaciones y transportes, propiedad estatal de todos los medios de producción de la industria y agricultura, establecer ejércitos de trabajadores, supresión gradual de la distinción entre ciudades y pueblos (reasentamiento obligatorio), y educación gratuita.

Dos páginas es poco para redefinir lo que debería ser un sistema de gobierno, pero, esas políticas fueron incorporadas en la Rusia soviética y la República Popular China después de las revoluciones comunistas exitosas en ambos países. La Unión Soviética se convirtió en un superpoder y, luego, colapsó bajo las ineficiencias del comunismo; el Partido Comunista Chino aún hoy existe, pues sus líderes abandonaron en mucho las políticas marxistas a favor de reformas de mercado.

Pero, el efecto más duradero de la teoría comunista que estaba poniéndose en práctica es una cifra de muertes de entre 55 y 95 millones de personas.

EL LAMENTO DE LA DESTRUCCIÓN CREATIVA

La Primera Sección del Manifiesto Comunista se denomina los “Burgueses y Proletarios.” La tesis principal de esta parte es que, históricamente, la civilización humana ha visto el conflicto de clases entre una clase gobernante y todos los demás que están bajo aquella ̶ ya sea señores y siervos en el feudalismo o patricios y plebeyos en el Imperio Romano.
Marx define el conflicto de clases de su época como siendo entre los burgueses (comerciantes, propietarios de negocios, empresarios, capitalistas, y la nueva clase media) y el proletariado (aquellos que no poseen mucho y su única forma de ganar dinero es vendiendo su trabajo). La única manera de terminar con este conflicto es teniendo una revolución que haga a todos parte de una única clase, el proletariado. También, Marx reconoce a la aristocracia, una clase vista como enemiga de los burgueses quienes están alterando las viejas formas de la sociedad.

Según el Manifiesto, muchos miembros de la era proletaria del siglo XIX descendían de artesanos, quienes vivían decentemente durante las edades medias, pero, ahora, sus familias están siendo forzadas a la pobreza debido a fábricas modernas que están creando lo que ellos solían hacer, pero ahora en escala mayor y, luego, vendiéndolo a un precio más bajo. Lo que en una ocasión requería una mano de obra calificada, ahora está siendo reemplazada por alguien que puede operar una máquina simple al precio más bajo, mientras que las habilidades de los viejos artesanos se están haciendo obsoletas.

Para darle a Marx el beneficio de la duda, él se estaba lamentando de lo que era un proceso hoy conocido como “destrucción creativa,” que no fue formalmente reconocido sino hasta el siglo XX, cuando el economista Joseph Schumpeter acuñó el término para dicho proceso. Al crear individuos en una economía nuevas innovaciones, los procesos de producción se hacen más eficientes, lo cual permite que recursos nuevamente liberados se apliquen en nuevas áreas, lo que, a su vez, genera crecimiento económico para toda la sociedad. Un buen ejemplo de esto es cómo la industria automovilística a principios del siglo XX desplazó la industria de los caballos y carruajes.

El bache más grande en el pensamiento de Marx es que, mientras se lamenta de que el zapatero promedio ya no más disfruta de su estándar previo de vida, ahora las fábricas han hecho que los zapatos sean más asequibles en sociedad para todo mundo. Debido a la producción en masa, zapatos, que en una ocasión a algunas personas les costaban un año de sus salarios, podían adquirirse con los salarios de una semana: y, ahora, en tiempos modernos, con los beneficios del libre comercio y la especialización, un trabajador típico de Estados Unidos puede obtener un par decente de zapatos con una o dos horas de trabajo.

La innovación es una fuerza enormemente positiva en economía. Si bien alguna gente pierde en el proceso pues sus habilidades se hacen obsoletas, surgen, en vez de aquellos, nuevos empleos con nuevas habilidades y oportunidades, y el estándar de vida general crece con eso. Negar esta verdad y rehusar considerar lo que se puede ganar en el futuro, porque algo se perdió en el pasado, es síntoma de lo que Henry Hazlitt definió como un mal economista.

MARX NO DEBERÍA SER CELEBRADO

Como economista, Marx carecía de la visión para ver hacia el futuro y lo que llegaría a ser la revolución industrial. Poco antes de la caída de la Unión Soviética, un 20 por ciento de su población estaba viviendo en la pobreza a pesar de más de 70 años de comunismo. Después de la caída de la Unión Soviética, lo que se conoció como el Segundo Mundo (países aliados con Moscú) colapsó y muchos gobiernos abrazaron los mercados libres. En 1990, un 36 por ciento de la población del mundo vivía en condiciones de pobreza extrema, para el 2015 esa cifra se redujo a un 12 por ciento. Los responsables de esa reducción no fueron el comunismo y gobiernos centralizados desde arriba hacia abajo, lo fue el capitalismo.

Marx murió hace casi 150 años. En los años a partir de su muerte, hemos visto desmentidos a los críticos del capitalismo cuando la clase media ha crecido y los estándares de vida han subido en todo el mundo. Por otra parte, las ideas limitadas de Marx han fracasado, una y otra vez.

Pero, por alguna razón, muchos intelectuales modernos de la actualidad lo ven como un genio mal interpretado ̶ a pesar de la evidencia en contrario.

Daniel Kowalski es un empresario estadounidense con intereses en Estados Unidos y los mercados en desarrollo de África.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.