Vale la pena meditar acerca de lo que menciona un estudioso y promotor del medio ambiente: la importancia de la propiedad privada en la conservación.

EL SOCIALISMO ES UN ANATEMA PARA RESOLVER EL DESAFÍO DE LA CONSERVACIÓN

Por Connor Tomlinson
The Peak British Conservation Alliance
11 de febrero del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es connor tomlinson the peak british conservation alliance socialism, February 11, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

El siguiente artículo fue escrito como base para las palabras de introducción a un debate en la Universidad de Sussex, Inglaterra, patrocinada por Estudiantes por la Libertad y Liberen la Propuesta de Debate: “Cómo Enfrentar la Crisis Climática,” con Connor Tomlinson, director de Investigación de la British Conservation Alliance. Y Shahrar Ali, Vocero del Partido Verde sobre Políticas y Seguridad Doméstica.

El debate completo fue grabado y estará disponible aquí. Las palabras de apertura no fueron leídas, pero lo siguiente sirvió de base para el sentido de los señalamientos.


“Hoy sólo tengo diez minutos, y mucho por cubrir, así que trataré de ser conciso.

Me siento obligado a empezar con un poco de destrucción de mitos: mucho menos por mi oscuridad relativa, y por el flaco favor que se le ha hecho a usted por la cámara de eco en que se ha convertido la educación superior, significa que usted puede hacer supuestos malformados acerca de mi posición, tan sólo porque me opongo a la ideología del anterior sub líder de los Verdes de la oposición. Sin embargo, me gustaría hacer eco de su compromiso con “una cultura de debate, en que la ofensa no se usa como medio para impedir hacerlo a quienes desean debatir.” A menudo evalúo sí o no mis oponentes se están involucrando de buena fe: y su presencia aquí parece convertirlo en un hombre de convicciones, incluso si sus soluciones a los desafíos de la conservación son tanto infectivas como no éticas.

Pero, antes de respaldar esas palabras de lucha: describiré mi posición. Es indiscutible que la humanidad enfrenta desafíos ambientales costosos y peligrosos. Estos incluyen la contaminación de partículas de aire como causa de muerte del 20% de los niños anualmente: el exceso crónico de pesca; los déficits nutricionales causados por la pérdida de biodiversidad y la aridez de los suelos: y la pobreza energética producida por escaseces en la cadena de suministros o políticas distributivas desastrosas legisladas globalmente por gobiernos. Todos tienen respuestas, pero todos estos problemas tienen impedimentos para poner en práctica sus soluciones.

Lo que está por debatir es:

1. La escala ̶ apocalíptica, o administrable.

2. La causa ̶ antropogénica, o natural e inevitable.

3. La solución ̶ intercambio libre innovador, o socialismo; el cual se ha degenerado en decrecimiento y democidio en todas partes en que se puesto en práctica.

Usted puede haber oído acerca de que un Reloj del Día del Juicio del cambio climático está en cuenta regresiva, y que dentro de una década el planeta será inhabitable para los humanos. Esta afirmación proviene de la retórica hiperbólica de la congresista del grupo socialista democrático [del Congreso estadounidense] Alexandria Ocasio Cortez. Pero la afirmación no tiene base. En ninguna parte del reporte a menudo citado del IPCC (siglas en inglés de Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático) se afirma que el mundo arderá dentro de diez años. E, incluso si el mundo se descarboniza, lograr la meta global de cero netos para el 2050, la estimación más optimista es que tenemos una probabilidad del 50% de incluso afectar las tendencias ambientales.

Lo mismo vale para todas las pasadas predicciones climáticas de apocalipsis. El alarmismo de la sobrepoblación y la hambruna de Malthus; la Ética Salvadora de Vidas del racista notorio, Lyndon B. Johnson; La Bomba Poblacional de Paul Ehrlich. El gráfico del palo de hockey fue un engaño. El ozono no se desintegró. Florida no se ha hundido en el mar, a pesar de los premios que ganó el candidato presidencial Al Gore con su película Una Verdad Inconveniente. Es la razón por la que las metas lingüísticas continúan cambiando: para adherirse a un elemento de aniquilación inminente, luego que las predicciones fallan en hacerse realidad. Pasaron del enfriamiento global desde los setenta, al calentamiento global de principios del 2000, al omnicomprensivo “cambio climático.” Si hay algo que el Covid nos enseñó es que los modelos -ya sean epidemiológicos o ambientales- no pueden explicar cada factor, y, entre más allá en el tiempo ellos modelen, mayor es el descarte de sus conclusiones.

Ahora bien, estas aclaraciones no niegan la realidad de la degradación ambiental humana. En vez de eso, nos impide ser nihilistas acerca de nuestras perspectivas. En el último siglo, los ejemplos de desastres naturales se han incrementado, pero las muertes han declinado un 90%. La mayoría de esos desastres y muertes es prevenible, y son producidos por la mala conducta humana en vez de un cambio del clima. El huracán Katrina se vio exacerbado por la corrupción y negligencia en el departamento de estado. Los incendios forestales en California y Australia los causó una política ambiental que impidió la extinción paulatina de los bosques, y árboles importados pesados en hidrocarbono. Políticas más inteligentes salvarían vidas, y hábitats.

Estamos al borde de un incidente internacional con Rusia y Ucrania, que ha tenido lugar por la dependencia de Alemania en importaciones de gas. Este fue el producto de sacar de funcionamiento a plantas nucleares perfectamente seguras, y cambiar hacia energías renovables no preparadas para los apagones. Renovables mencionados descansan en el trabajo infantil en minas africanas de cobalto y litio, y un 80% de la capacidad de almacenamiento lo manufactura la genocida China. Aún en ese caso, una Gran Bretaña plenamente renovable requeriría que nos fuera redirigida toda la producción global de baterías desde hoy hasta el 2029, costando 3 trillones de libras esterlinas, y aun así sólo satisfaciendo el 26.5% de la demanda de los consumidores. Los contribuyentes se han visto obligados a subsidiar la industria al tono de 8 billones de libras esterlinas al año (340 libras esterlinas por familia).

Estados Unidos, bajo Biden, impuso una moratoria en la fracturación hidráulica [fracking]; elevando los precios globales del gas, y ocasionando las escaseces de combustible, alimentos y fertilizantes que vimos el año pasado. Bajo Trump, la manufactura de gas que se repatrió hizo que Putin y el príncipe Mohammed Bin Salman rogaran, con el rabo entre las piernas, que disminuyera la producción pues sus economías estaban colapsando. Estados Unidos se convirtió en independiente energético, y la nación con la reducción más grande de emisiones del 2017 al 2019. Es mejor hacer buenas políticas energéticas e internacionales, que no ser llamado “negador del clima” por los medios. Nos gustan las cosas que funcionan.

Así que, ¿cuál es el marco para hacer la política? Aquí el Sr. Shahrar afirmaría que una forma de socialismo utópico es la solución. Todo mundo, desde el partido Conservador hasta el Foro Económico Mundial, parece estar de acuerdo: conceptualizar al mundo como una “Economía en Forma de Dona” circular, no sujeta a leyes de la entropía o los rendimientos decrecientes, que puede ser sosteniblemente reciclada por siempre. Ellos vislumbran una sociedad entre cuerpos no electos, como OMS, OMC, FEM, gobiernos electos, dictaduras como China, y compañías internacionales, para impulsar y empujar a consumidores y ciudadanos a comportamientos ética y ambientalmente amistosos. Si bien expresado por medio de eufemismos como “capitalismo de partes interesadas,” hay sólo una palabra para un plan de colusión corporativo entre lo privado y lo público: fascismo; una forma de socialismo enfocado en la identidad nacional colectiva.

Pero, el socialismo somete a todo ambiente a la Tragedia de los Bienes en Común: en que la propiedad tenida públicamente se deteriora con el paso del tiempo por el mal uso, desfiguración, y mantenimiento lento y costoso. ¿No me cree? ¿Ha visto usted bancas en los parques que se mantienen prístinas? El socialismo también fracasa ante el “Problema del Conocimiento” de Mises: que un sistema tan innecesariamente grande para enfrentar un problema tan inmenso como el cambio climático, no puede centralizar la autoridad, pues el sistema no actualizará sus planes lo suficientemente rápido como para enfrentar problemas y evitar errores catastróficos. Estos errores recaerán más fuertemente sobre quienes menos tienen; tal como lo vimos con la salud, salud mental, y crisis económicas de las cuarentenas.

Pero, ¿es sólo que el “socialismo verdadero” nunca ha sido intentado?

Dado que el marxismo ha fracasado en todas partes en que ha sido puesto en práctica, ¿no hay algo inherentemente fallido con la ideología? Tal vez es la sin sentido Teoría del Valor Trabajo: que llama robo a las ganancias, con base en que un objeto vale el tiempo que tomó hacerlo. Mediante esa lógica, un teléfono que tomó diez años para ensamblarlo a mano vale más que los miles de móviles útiles hechos por una línea de ensamblaje automatizada. O la proposición que Marx postularía de que dicho teléfono vale más en una isla desierta que una pala; en donde puede dañarse por el calor y el agua, y no puede ser recargada. El valor es relativo, y no puede ser determinado por planificadores centrales.

Pero, Marx y Engels querían planificadores centrales. Impulsaron erigir una Dictadura del Proletariado: un gobierno autoritario basado en la clase, que aboliera la propiedad en el periodo interino de socialismo hacia el comunismo.
Tampoco hubo restricciones morales al gobierno; ni había un método prescrito para desmantelarlo.

No es extraño que la Rebelión contra la Extinción pida que, el poder de toma de decisiones en cuanto a política climática, sea devuelto a “Asambleas de Ciudadanos” no electas: diversa en identidad, pero uniforme en opinión política. Es indistinguible de la clase de la vanguardia leninista, al abrir la puerta a la revolución dictatorialmente, en nombre del proletariado no ilustrado.

De hecho, Marx & Engels endosaron el genocidio y terrorismo revolucionario: diciendo que el “terror revolucionario” era que el único método para terminar “las agonías asesina de la vieja sociedad [en] los sangrientos dolores de parto de la nueva sociedad,” y que ellos aspiraban a practicar una revolución tan sangrienta “que, al lado de la Revolución Francesa, era juego de niños.”

En su The Magyar Struggle, Engels predijo que las guerras mundiales causarían “la desaparición de la faz de la tierra, no sólo de clases y dinastías reaccionarias, sino también de la totalidad de pueblos reaccionarios,” y justificó dicho genocidio como un “paso hacia adelante” políticamente ventajoso hacia el socialismo.

Algunos de ustedes pueden pensar que se justifica destrozar en las calles a ejecutivos del petróleo para “salvar el planeta.” Pero, las acciones que usted tome para lograr poder y una utopía serán aquellos que usted continúe tomando para preservarlo. Será un reinado nada más que de cuerpos; una Torre de Babel de cadáveres extendiéndose inútilmente hacia los Cielos.

El socialismo no sólo no hará de este un mundo en donde vale la pena vivir, sino que en el siglo XX tiene un registro histórico horrendo de degradación ambiental.

Entonces, de dónde vendrá nuestra salvación. No del capitalismo: un mal término inventado por Marx, para culpar toda desigualdad por el afán de lucro. En vez de eso, del acto del intercambio libre: al recompensar el trabajo duro y productos prácticos con ganancias. Es una forma de comerciar desde abajo hacia arriba, orgánica y ética: no una economía controlada desde arriba hacia abajo. (Por cierto, un término inventado en la Alemania de los años treinta.)

La prosperidad humana está lejos de ser incompatible con el bienestar ambiental: es conducente - tanto como hasta ser el prerrequisito- a ello. Invertir e innovar en empresas, con la recompensa prometido por el afán de lucro, hace que naciones y sus pueblos se enriquezcan, y sean más sanos sus ambientes locales y globales. Con toda la burla hecha de los combustibles fósiles, sólo con su adopción fue como dejamos de quemar madera, y permitir a nuestras selvas arrasadas volver a crecer y reponerse.

Pero, debe haber alguna filosofía que provoca burla en este proceso; una narrativa que ancle nuestros esfuerzos. Está en la naturaleza de conservación de un conservadurismo con c minúscula (no de Partido). Como escribió Edmund Burke, la tradición es nuestro compromiso con el pasado, y nuestra herramienta para pagar nuestra deuda con el futuro. Esa tradición incluye administración tanto como dominio: de vivir tanto al lado de la naturaleza como dentro de ella. Una apreciación de la naturaleza está implícita en el sentimiento religioso que el conservadurismo abraza: siendo la naturaleza una vía hacia el Creador por medio de filosofías como el transcendentalismo, o la adoración romántica de lo sublime. El desaparecido Roger Scruton atribuyó el pintoresco campo inglés a miles de años de protección de los derechos de propiedad.

Así que, ¿cómo nos transferimos desde el lenguaje totalizador de los alarmistas de la izquierda, quienes eliminarían toda propiedad privada y el afán de lucro, hacia uno que recontextualice nuestras probabilidades de supervivencia y la viabilidad de nuestras soluciones disponibles en una cantidad apropiada de optimismo?
Fácil: particularizando nuestra relación con la naturaleza.

Hoy visité el acuario Sea Life Brighton, previo al debate. Es una maravilla de la arquitectura, y crisol de trabajo vital de conservación alrededor del mundo. En particular, disfruté de las medusas: balanceándose en el agua como pulmones translúcidos respirando. La iluminación del tanque les dio una luminiscencia bella. Me desalentó aprender que, gracias a las políticas globales para el COVID, ahora nuestros océanos están más contaminados por mascarillas que la población total de medusas. Me motivó en el pasado a escribir acerca del tema y teorizar acerca de sus soluciones.

Esa es nuestra ruta para alejarnos de cualquier problema climático creado por el hombre. Debemos forjar nuestro compromiso personal con elementos particularizados de nuestro ambiente, y especializar nuestras vidas hacia la solución de esa meta. Las narrativas apocalípticas abstractas no le ayudan a nadie excepto a ideólogos. Repito una frase compartida por asociados de la British Conservation Alliance (BCA) y la American Conservation Coalition (ACC): actividades prácticas, no activismo performativo.

Está en la limitación de la gobernanza, la protección de los derechos de propiedad, y el abrazo del particularismo la preservación de nuestro ambiente en todo su valor estético personal y planetario. Debemos abandonar los alegatos nihilistas de un apocalipsis próximo, y ponernos a trabajar en desmantelar las barreras burocráticas para tener futuro nuestro más limpio, más verde, y más libre.

Muchas gracias.”

Connor Tomlinson es jefe de Investigación de la British Conservation Alliance.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.