EFICIENCIA SIGNIFICA MÁS QUE USAR BIEN LAS RESERVAS DE RECURSOS EXISTENTES

Por Donald J. Boudreaux
American Institute for Economic Research
25 de febrero del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es donald j. boudreaux american institute for economic research efficiency, February 25, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Hace algunos años, el economista y popular bloguero Noah Smith afirmó que, en los Estados Unidos moderno y otros países ricos, se haría un bien mayor para la gente si se redistribuyera la riqueza existente en vez de crear más riqueza por medio de la reducción de ineficiencias económicas. Específicamente, según Smith,

“Somos una economía increíblemente rica ̶ hasta el momento la economía más rica del mundo. Esto significa que hay relativamente pocas ganancias de eficiencia por lograr, pero el impacto de cualquier redistribución de nuestra riqueza titánica será enorme.”

Smith cree que la gran riqueza del moderno Estados Unidos es evidencia de que ya hemos logrado un grado tan impresionante de eficiencia, que cualesquiera aumentos adicionales en la eficiencia darán resultados menores que los que pueden ganarse redistribuyendo el ingreso. El argumento prosigue así: Nadie, incluyendo los pobres, ganará mucho si la tierra y la mano de obra se usan más eficientemente. Pero, los pobres ganarán significativamente si el gobierno les transfiere una porción grande del poder de compra ahora poseído por los ricos. Estas ganancias para los pobres serán grandes, tanto absoluta como relativamente, comparadas con las pérdidas para los ricos. Se deduce de este argumento que los economistas, obsesionados acerca de recursos mal asignados o que advierten de las ineficiencias creadas por la intervención gubernamental orientada a ayudar a pobres, no ven el panorama completo.

Una respuesta válida e importante al argumento de Smith lo ofrece David Henderson: A pesar de nuestra gran riqueza, nuestra economía sigue infectada de muchas ineficiencias -principalmente creadas por la intervención gubernamental- que pueden y deberían ser disminuidas significativamente. No hay razón para suponer que los beneficios que gente relativamente pobre lograría reduciendo esas ineficiencias, sean pequeños comparados con cualesquiera beneficios que esas personas pueden lograr por medio de la redistribución del ingreso o la riqueza.

Un comentarista anónimo de la respuesta de Henderson a Noah Smith hizo ver (acerca de Smith) que, lo

“Usted podría haber dicho (lo que dijo Noah Smith) acerca de algún lugar en el mundo en cualquier momento durante los pasados 200 años. Si hubiera aplicado su lógica a algún país hace 50 años y redirigido ese país de buscar la eficiencia hacia la redistribución, hoy nos daría lástima, y lo consideraríamos como del tercer mundo.”

Muchos bienes y servicios que consideramos parte de la red de seguridad social básica son producto de ganancias recientes en eficiencia.

En respuesta, David Henderson dijo,

“Pienso que se olvida del punto de Noah. Él no está diciendo que no hay un crecimiento futuro posible. Dice que no hay posibles ganancias importantes de eficiencia. Él está usando el término “eficiencia” en la forma en que la mayoría de economistas lo usa la mayoría. Ningún economista que conozco, dice que fue ineficiente que no tuvimos carros en el año 1700. Pero, usando la analogía del carro, digo que es ineficiente tener leyes CAFE (estándares de economía de combustible promedio).”

Es correcta la descripción de David de lo que economistas entienden por “eficiencia.” Pero, no obstante, creo que el comentarista anónimo tiene entre manos algo importante ̶ esto es, que no hay razón para que el concepto de “eficiencia” se refiera sólo a qué tan bien se usan los recursos y conocimiento existentes. El trabajo del desaparecido Julian Simon sugiere un sentido más amplio y más útil de “eficiencia” económica.

Simon enseñó que no existen “recursos naturales.” Todas las cosas que identificamos como “recursos” fueron hecho de esa forma por la mente humana creativa. El lodo viscoso, molesto, y maloliente que hace siglos pobló los ríos del occidente de Pennsylvania era una molestia para los estadounidenses nativos, quienes en aquel entonces vivían en esa parte del mundo. Pero, ese barro es ahora un recurso tan sólo porque mentes humanas creativas se figuraron no sólo cómo transformar el petróleo en combustible, plásticos, y otros bienes, que satisfacen deseos humanos, sino, también, cómo llevar a cabo esa transformación de forma que valiera la pena hacerlo.

Un economista de la corriente principal no calificaría como “ineficiente” al fracaso de los estadounidenses nativos precolombinos de no refinar el petróleo en combustibles y otros productos. Y, dado ese estado del conocimiento de los nativos estadounidenses, tiene sentido esa decisión del economista de la corriente principal. Pero, debido a que la mente humana es capaz de innovar -pues el intelecto humano es capaz de convertir creativamente a partir de ese momento materias primas sin valor (e incluso dañinas) en recursos valiosos- la eficiencia relativa de un sistema económico debería juzgarse no solo por qué tan bien facilita e incita a la gente a reasignar recursos escasos en formas que resultan en mayores producciones, sino, también, en qué tanto estimula a la gente a que cree nuevos recursos.

Mi llamado aquí es para que los economistas consideren siempre como fijos tanto el estado existente del conocimiento técnico como la reserva de recursos existentes. Admitir que las mentes humanas en mercados libres crean recursos -que la creatividad humana transforma lo que de otra forma serían materias primas sin valor, en recursos económicamente útiles y valiosos- es reconocer que la reserva de recursos nunca será algo fijo. El tamaño y contenido de esa reserva cambiará con el paso del tiempo y que ese cambio es apropiadamente reconocido como un resultado del sistema económico.

Se deduce que un fracaso del sistema económico en hacer efectiva alguna cantidad lograble de creación de recursos, es una ineficiencia a la par del fracaso de un sistema económico en usar hoy las reservas de recursos de forma que rindan un valor máximo de producción (así juzgado por los consumidores).

Por tanto, a mí me parece que Noah Smith está equivocado -incluso más allá de las razones mencionadas por David Henderson- al afirmar que en economías avanzadas “hay relativamente pocas ganancias de eficiencia por lograr.” O, al menos, el fantasma de Julian Simon da base para cuestionar esa afirmación de Smith.

Donald J. Boudreaux es compañero sénior del American Institute for Economic Research y del Programa F.A. Hayek para el Estudio Avanzado en Filosofía, Política y Economía del Mercatus Center; miembro de la Junta Directiva del Mercatus Center y es profesor de economía y anterior jefe del departamento de economía de la Universidad George Mason. Es autor de los libros The Essential Hayek, Globalization, Hypocrites and Half-Wits, y sus artículos aparecen en publicaciones tales como el Wall Street Journal, New York Times, US News & World Report, así como en numerosas revistas académicas. Él escribe un blog llamado Café Hayek y es columnista regular de economía en el Pittsburgh Tribune-Review. Boudreaux obtuvo su PhD en economía en la Universidad Auburn y un grado en derecho de la Universidad de Virginia.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.