LA PELIGROSA RAZÓN DETRÁS DE LA AGRESIÓN DE PUTIN CONTRA UCRANIA

Por Álvaro Vargas Llosa
Institute Independiente
24 de febrero del 2022

Occidente necesita entender sus objetivos imperialistas.

Entre las narrativas colectivistas, ninguna es más poderosa que el nacionalismo, y, entre las reclamaciones imperiales, ninguna es más devastadora para la coexistencia pacífica que la idea de que un país vecino pertenece a un depredador imperialista, con base en un mito fundacional. Hasta que Occidente comprenda esto, el presidente ruso Vladimir Putin y cualquier nacionalista que lo reemplace serán un peligro tanto para la estabilidad regional como para la paz mundial.

Winston Churchill crasamente definió a Rusia como “un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma” ̶ esto es, una fuerza más allá del alcance de la comprensión racional. La forma fácil de caracterizar a Putin es decir que, habiendo sido entrenado como espía de la KGB y estacionado en Alemania Oriental, cuyo servicio secreto, la Stasi, fue la más brutalmente eficiente del imperio soviético, está tratando de revivir el imperio ruso, impulsado por una urgencia megalomaníaca de satisfacer su sed de poder y sus instintos imperiales.

Pero, este análisis se queda corto en capturar la esencia del problema.

No significa que no estamos en presencia de un megalómano, un autócrata dispuesto a infligir dolor tanto a amigos como a enemigos para lograr sus fines y cuya mentalidad de estado policial y nostalgia por una gloria imperial va tan atrás como su origen soviético.

Lo estamos ̶ pero, también, estamos en presencia de un nacionalista sofisticado que entiende agudamente el poder del mito étnico y cultural. Él se lo cree. Más importante, intuye que, también, lo hacen millones de sus compatriotas. Asimismo, intuye que construir un discurso nacionalista basado en ese mito es la clave para mantener el poder, pues muchos rusos, consciente o inconscientemente, se relacionan con el mito.

Como siempre, el mito fundacional es una mezcla de verdades, verdades a medias, y mentiras escandalosas: una manipulación de la historia: una sobre simplificación, impulsada por propaganda acerca de procesos históricos complejos. Sí, Kyiv fue el centro que juntó, bajo un gobierno regional, a muchos estados eslavos en el siglo noveno.
Pero, la mezcla étnica y cultural era tal que los pueblos bálticos y finlandeses podrían igualmente hacer una reclamación legítima de partes de Ucrania, como lo puede Putin. El hecho que Moscú, entre las muchas entidades y puestos fronterizos en que fue separado el Kyivan Rus en los siglos once y doce, emergiera como un principado fuerte con estados eslavos del este, de ninguna forma disminuye la estrecha conexión entre el desintegrado Rus State, incluyendo a Polonia y, en particular, a Lituania y Europa Occidental. Galicia, la región occidental de Ucrania, permaneció bajo control e influencia de Lituania durante mucho tiempo. (Lituania, recordémoslo, fue uno de los grandes imperios europeos).

La legitimidad de Moscú bajo el mito nacional es altamente dudosa, pues el crecimiento inicial del Ducado de Moscú vino al precio de ser un vasallo de los mongoles y, luego, por medio de la conquista de entidades políticas vecinas contra la voluntad de aquellos esclavizados, en lo que, en su momento, se convirtió en Rusia Zarista. Esos no fueron eslavos agradecidos que vieron en Moscú el renacer del Kyivan Rus, sino víctimas agraviadas.

Replanteando el mito nacional con base en la idea de que Donbas, la provincia oriental de Ucrania, es étnicamente rusa es una farsa grotesca de la verdad histórica, pues, incluso mucho después, como principios del siglo XX, no más de una cuarta parte de sus habitantes era rusa étnica. También, debemos mencionar que una parte enorme de Ucrania, a pesar de siglos de imperialismo zarista, y luego soviético, nunca renunció a su fuerte inclinación hacia países occidentales.
Esta es la razón de por qué la región de Galicia se volteó políticamente hacia Austria tan pronto como colapsó el imperio soviético en 1991.

Nada de esto importa en el mito fundacional de Putin. Millones de rusos ven a Rusia, Ucrania, y Bielorrusia, como un país derivado del estado Rus, y, así, cualquier cosa que amenace la zona de influencia de Moscú en regiones que en una época fueron parte del Kyivan Rus, es una amenaza existencial ̶ independientemente del hecho de que millones ucranianos, incluso muchos que son eslavos, creen que el mito nacional no puede ser la base para destruir su libertad y su elección de asociarse política, económica, y culturalmente, con quienes ellos lo deseen.

También publicado en The American Spectator el miércoles 23 de febrero del 2022

Álvaro Vargas Llosa es compañero sénior del Independent Institute.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.