Un comentario para pensar acerca de acontecimientos a nuestro alrededor. Me sorprende que no mencione explícitamente a dictadores latinoamericanos como los esposos Ortega en Nicaragua, los herederos de los Castro en Cuba y Maduro en Venezuela, pero, tal vez, es porque ya los da por descontados.

LA ERA DE LOS DICTADORES

Por Álvaro Vargas Llosa
Independent Institute
Viernes 18 de febrero del 2022

Uno habría pensado que el fin del imperio soviético y el triunfo del paradigma democrático liberal (el “final de la historia” Hegeliano que Fukuyama tan controversialmente citó en el momento), crearía un ambiente en donde los autoritarios estarían constantemente a la defensiva, teniendo que justificarse a sí mismos bajo el peso de un estándar democrático liberal universalmente aceptado.

Treinta y tantos años más tarde, ese no es el caso. El autoritarismo es el paradigma cierto (si bien un poco amorfo, dada la pluralidad de tipos de autoritarismo existente), mientras que las ideas e instituciones liberales se han devaluado, aún si continúan logrando algún prestigio y reconocimiento internacional. Los regímenes autoritarios son extremamente influyentes en partes del mundo (China en Asia, Rusia en Eurasia, Arabia Saudita en el Golfo Pérsico, Turquía en lo que solía llamarse el Asia Menor, Irán ente los chiitas de todas partes, y populistas del ala izquierda en América Latina). Sus intentos por crear zonas de influencia o directamente establecer la hegemonía, no están acompañados de una narrativa sofisticada dirigida a brindar legitimidad a su papel en el orden mundial. Por lo general, se oponen a los Estados Unidos y exponen un mundo multipolar no dominado por Washington, pero no representan un conjunto de principios ideológicos; se contentan con encarnar un no liberalismo, pero no sienten la necesidad de oponer una ética autoritaria ante la idea democrática liberal.

El nacionalismo capitalista de los amigotes de Xi Jinping, los actos de agresión de Putin en nombre de combatir la expansión de la OTAN, la defensa de Erdogan del islam entre los árabes, no están apoyados en un constructo ideológico remotamente comparable en su ambición y profundidad con la causa del liberalismo. La política de poder desnuda, la política de balance del poder al estilo del siglo XIX y los impulsos nacionalistas/imperialistas se manifiestan a sí mismos descaradamente, a menudo brutalmente, sin siquiera la semblanza de un credo. Las diferencias entre estos autoritarios son evidentes ̶ algunos abrazan el comercio global, otros el nacionalismo económico, algunos se alían con la derecha, otros con la izquierda (note el hecho de que el presidente argentino del ala izquierda, Alberto Fernández, ha tratado de quedar bien con Putin, un autoritario de la derecha, y que el autócrata del ala derecha de El Salvador, Nayib Bukele, se ha convertido en un favorito del Partido Comunista Chino). Entre el recluso semi autárquico Kim Jong-un, el tirano de Corea del Norte, y Mohammed Bin Salman, el extravagante Príncipe de la Corona de Arabia Saudita, hay un mundo de distancia. Y no todos los autoritarios se oponen a Estados Unidos.

El problema lo aumenta el deterioro de Estados Unidos como símbolo de valores liberales, en parte debido a un liderazgo mediocre, en parte al surgimiento, a izquierda y derecha, de fuerzas no liberales visiblemente en operación dentro de la política y la sociedad civil de Estados Unidos. Tampoco la escena europea brinda mucha esperanza en el campo democrático liberal. A la ausencia de un liderazgo inspirador o capaz de transmitir una visión de derechos individuales y la regla de la Ley como un paradigma universal de civilización, se agrega la ausencia de un modelo robusto, posterior al estado asistencialista, que pudiera servir como modelo efectivo a otros. Sin dejar de mencionar la profunda búsqueda a lo interno de las almas entre los europeos acerca de cómo los europeos quieren ser o no ser.

Estos son tiempos difíciles para aquellos de nosotros que profesamos ideas liberales y aborrecemos el ambiente predatorio en que muchos autócratas están saliéndose en mucho con la suya.

Álvaro Vargas Llosa es compañero sénior en el Independent Institute. Sus libros en el Instituto incluyen Global Crossings, Liberty for Latin America, and The Che Guevara Myth.


Traducido por Jorge Corrales Quesada.