POLÍTICA FISCAL E INFLACIÓN

Por Alexander William Salter
American Institute for Economic Research
10 de febrero del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es alexander william salter american institute for economic research fiscal, February 10, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Usualmente la política fiscal no causa inflación. En el modelo keynesiano de la vieja escuela, el gasto deficitario aumenta la demanda agregada, elevando en el proceso la producción y los precios. Pero, la evidencia sugiere que este efecto es mínimo. El gasto gubernamental, aún si se financia con un déficit, baraja los mismos recursos. Usualmente no moviliza recursos adicionales. Dado que el gasto deficitario no impulsa la demanda agregada, no causa inflación.

Un experimento reciente de política fiscal puede probar la excepción a la regla. Diversas rondas de estímulos por el Covid-19 contenían extensas transferencias directas a los hogares. Desde el inicio de la pandemia, “el IRS [la Tributación Directa de Estados Unidos] ha enviado exitosamente más de $1.5 billones a la gente a lo largo del país, por medio del programa de Pagos por el Impacto Económico, devolviendo impuestos y adelantando pagos por el Crédito Impositivo por Niños.” Tal vez, los cheques de estímulo funcionen diferente de otras formas de gasto federal.

John Cochrane es el principal economista que sonó la alarma acerca de la “inflación fiscal.” No es una coincidencia, pues Cochrane es el principal teórico y más destacado impulsor de la teoría fiscal del nivel de precios (TFNP). De acuerdo con la TFNP, los bienes y servicios de la economía se encarecen cuando se reduce el valor presente de los excedentes presupuestarios del gobierno. Si el Tío Sam no se compromete creíblemente a elevar los impuestos mañana, para pagar los aumentos en el gasto de hoy, el resultado más posible es la monetización de la deuda: la Reserva Federal interviene para pagar la cuenta. Una impresión anticipada de dinero ocasiona que el nivel de precios se eleve, y, por tanto, que caiga el poder adquisitivo del dólar.

Los economistas se refieren algunas veces al “goteo por helicóptero,” en que el banco central distribuye directamente dinero a las familias, en vez de hacerlo por medio del sistema financiero por vía de operaciones de mercado o influyendo la demanda de reservas de los bancos. Como lo explicó en 1969 Milton Friedman, cuando por primera vez se introdujo el experimento mental, las familias responden al dinero en efectivo adicional gastando más dinero en bienes, servicios, y activos financieros. El gasto adicional se detiene una vez que, de nuevo, las familias logran su nivel deseado de saldos monetarios ̶ esto es, cuando la nueva liquidez ya no más les quema un agujero en sus bolsillos.

Cochrane mantiene que los cheques de estímulo por el Covid se parecen mucho a un “goteo por helicóptero.” La Fed no distribuye nuevo dinero a las familias como en el experimento mental de Friedman. En vez de eso, la Fed compra la deuda con nuevo dinero, y el ministerio de Hacienda usa el nuevo dinero para enviar cheques. (Por supuesto, la Fed no le compra directamente al ministerio de Hacienda. Pero, dado que la Fed se comprometió a devorar bonos gubernamentales en el mercado secundario, no fue difícil, en primer lugar, que el Tío Sam colocara esos bonos.) Es un circuito mayor que el de la historia del goteo por helicóptero tradicional, pero equivale más o menos a la misma cosa.

El argumento de Cochrane es intrigante. Pero, ¿prueba mucho? Primero, observe que la TFNP no distingue cómo se gasta el dinero del gobierno. Si Washington pide prestado y gasta billones de más, y el público no espera que esto sea repagado con impuestos futuros, el nivel de precios deberá elevarse. Lo que importa es el aumento permanente en los déficits, no el contenido del nuevo gasto.

Segundo, la TFNP parece descansar en un mecanismo psicológico específico. Parece que Cochrane dice tanto como esto:

“Dejar gotear deuda desde helicópteros es una herramienta psicológica brillante, para convencer a la gente que la deuda del gobierno que está lloviendo sobre ellos no será repagada con impuestos futuros o una restricción en el gasto. Se dejará pendiente de pago, así que mejor gaste ahora.”

¿Cómo deberíamos interpretar esto? ¿Son los goteos por helicóptero un compromiso creíble de que la deuda no se pagará de vuelta? ¿No entiende el público la hoja consolidada del balance gubernamental? Los mecanismos que hacen que funcione la TFNP -dando a entender los comportamientos económicos concretos que impulsan el resultado- no son claros.

Cuando se trata de la política fiscal, estamos al borde del mapa. Las historias típicas contadas por keynesianos no reconstruidos son claramente equivocadas. Pero, eso no significa que nunca necesitamos preocuparnos acerca de la inflación fiscal. Si bien no estoy totalmente convencido, Cochrane plantea algunos puntos importantes que deben ser parte de una discusión de política continua. Soy bien conocido por insistir en la importancia de las reglas monetarias, Tal vez, se requiere también de reglas fiscales. Un ladrón con sólo una mano atada es aun sumamente peligroso.

Alexander William Salter es Profesor Asociado de Economía en el Colegio Rawls de Negocios y Compañero de Investigación en Economía Comparada del Instituto del Libre Mercado, ambos en la Universidad Texas Tech. Ha publicado artículos en revistas especializadas importantes tales como the Journal of Money, Credit and Banking, the Journal of Economic Dynamics and Control, the Journal of Macroeconomics, and the American Political Science Review. Sus artículos de opinión han aparecido en The Hill, The American Conservative, US News and World Report, Quillette, y numerosos otros sitios. Salter obtuvo su M.A. y PhD. en Economía en la Universidad George Mason y su licenciatura en Economía en Occidental College. Participó en el 2011 en el Programa de Becarios de Verano del AIER.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.