NOTAS ACERCA DE LOS PRECIOS RECIENTES DE LOS COMBUSTIBLES EN COSTA RICA

Por Jorge Corrales Quesada


No hay día en que el tema de los precios de los combustibles en el país dé mucho que hablar. Así que, en esta ocasión, sólo me referiré a tres temas específicos relacionados con el precio de ellos aquí, como son el monopolio de RECOPE, los impuestos a los combustibles en el país, y sus precios en los mercados internacionales. Creo que estos tres elementos deben tenerse presentes al referirse al registro histórico de precios altos de los combustibles en Costa Rica (dejando de lado la inflación, que se reflejaría en los precios internacionales) lo que muy posiblemente alcancemos a inicios del próximo mes de marzo.

Un factor que incide en los niveles de precios de los combustibles en el país es la naturaleza monopólica de la empresa RECOPE. Un monopolio no es más que un único vendedor de un bien o servicio. En este caso, RECOPE, por ley, es el único que puede importar combustibles derivados del petróleo, así como ser el “productor” (aunque no refine) o vendedor mayorista a una cadena de vendedores minoristas, como son las gasolineras, en que hay una mayor cantidad de vendedores, si bien, al ser los precios de esos productos fijados por la ARESEP, esos vendedores no suelen competir mediante precios para obtener el favor de los consumidores.

El objetivo del monopolista es extraer el mayor precio posible al consumidor, sin que por ello pierda ingresos sustancialmente al tener menores ventas. A esto se le conoce en la jerga de los economistas como resultado de una “demanda inelástica” del producto. ¿Qué es ello? Tal vez un par de ejemplos ayuden a comprender la idea.

Suponga que usted es un diabético y tiene que comprar insulina para sobrevivir (la suministrada por el estado por medio de la Caja no altera el razonamiento lógico que sigue, pues, de alguna forma, es siempre pagada por el usuario, aunque en este caso no por quien se beneficia directamente con ello, sino por todos los ciudadanos que pagan los impuestos a la Caja). Hoy usted adquiere la insulina a un cierto precio, dada una oferta, pero, suponga, que su existencia en el mercado se reduce, lo que haría que el precio aumente. En ese caso, para que la persona pueda seguir comprando las dosis que su vida exige, tiene que pagar ese precio más alto. Al contrario de lo que usted haría usualmente con muchos otros productos, que, si aumenta el precio en un cierto porcentaje, usted reduce en un porcentaje mayor (o igual) la cantidad comprada de ese bien, si hay una demanda inelástica, ante ese aumento porcentual en el precio de la insulina, usted casi no reduce su compra, si es que lo hace en algún grado porcentual menor. Aquí, el monopolio que, digamos, restringió la cantidad ofrecida en la economía, vería aumentar sus ingresos totales comparados con la situación original.

RECOPE, al ser un monopolio, encuentra que es óptimo para ella elevar sus ingresos restringiendo la cantidad ofrecida en el mercado, para que la gente gaste más en total al comprar su producto. Por supuesto, sabemos que el estado interviene regulando ese precio (por medio de la ARESEP, que fija los precios de los combustibles al consumidor final, pero no hay garantía de que rechace una serie de “costos” como base para la fijación de ese precio, con lo que el incentivo de RECOPE es tener los mayores costos administrativos posibles, por ejemplo, pues esos son reconocidos por la ARESEP como parte de la base para que el regulador -que es el mismo estado dueño de RECOPE- fije el precio a los consumidores. (Por ejemplo, recientemente se informó que los pagos a los trabajadores, adicionales a sus salarios, en el 2021 ascendieron a 1.972 millones de colones, que, sin duda, forman parte de los costos que ARESEP permite se incorporen en el precio final a los consumidores de combustibles).

En contraste, si hubiera competencia en el suministro de esos productos, los diferentes vendedores buscarían minimizar los costos a fin de hacer máximas sus ganancias y lo haría de forma tal que el competidor que vende más barato se atraiga consumidores del primero (suponiendo que el estado no interviene fijando esos precios, lo que podría inducir prácticas usuales de captura de los entes reguladores por parte de los regulados, lo cual está muy bien estudiado en la teoría de la regulación).

Otros ejemplos de productos en que normalmente los consumidores exhiben una demanda inelástica son la sal, servicios de electricidad y agua, transporte en buses, vicios, como drogas, muchas medicinas, entre otros. Ante un descenso en la cantidad suministrada del producto en el mercado (que se facilita hacerlo en mercados no competitivos), al subir su precio, los ingresos totales que recibe el vendedor terminan aumentando o, lo que es lo mismo, el consumidor termina gastando más en él por la misma cantidad de producto que antes.

RECOPE, como cualquier otro monopolio sin competencia alguna, tiene esa posibilidad de elevar sus precios con el acuerdo del órgano supuestamente regulador de la actividad, que muy difícilmente haría el mismo tipo de regulación que introduce la competencia para competitivamente reducir costos.

Así, conceptualmente, una apertura de la importación y suministro al por mayor de combustibles en el país incidiría de manera positiva en reducir los precios finales a los consumidores.

Otro aspecto importante en la estructura de los precios de los combustibles derivados de petróleo en el país son sus impuestos. En Costa Rica, en el caso de la gasolina, los impuestos constituyen alrededor de un 35% del precio al consumidor, y un 23% en el caso del diésel. Lo interesante es que el impuesto único actual es básicamente sobre el valor de venta del combustible, de forma que, si aumenta su precio por la razón que sea, los ingresos por esos impuestos al fisco aumentan en una proporción determinada por la ley tributaria. Es decir, el fisco “está feliz” de que sus impuestos a los combustibles aumenten si se eleva el precio de estos, lo que no deja de ser un claro incentivo para que el gobierno tenga esa fuente segura de ingresos fiscales, pues gana más ingresos cuando, por ejemplo, aumenta el precio mundial de la materia prima, al ser parte del un mayor valor o precio final al consumidor para su base impositiva.

Y, si la sugerencia fuera, ante los altos aumentos en los precios internacionales recientes, reducir el impuesto a los combustibles (como porcentaje del valor o también en montos fijos), de inmediato el gobierno sacará a la luz su seria crisis fiscal y la imposibilidad de aprobar alguna una reducción de sus ingresos tributarios. Por supuesto, el gobierno no opta por reducir sus gastos, sino que prefiere que aumenten los impuestos para poder sufragar sus gastos siempre crecientes.

Pero, sin duda, que, ante el costo récord en los precios de los combustibles, habrá una gran presión de la ciudadanía para que el gobierno reduzca esos elevados impuestos, que tanto inciden en los precios altos a los consumidores.

El tercer factor que deseo comentar brevemente es el precio internacional de la materia prima, el petróleo, y sus derivados. Aquí es poco lo que podemos hacer de inmediato para aliviar la seria situación de los consumidores de esos productos. Particularmente, creo que una buena alternativa podría ser el desarrollo de la producción interna de petróleo que sea económicamente rentable, pero eso lo que podría significar es que el abaratamiento para el mercado interno que se buscaría (equivalente a un subsidio) impediría una ganancia por vender en los mercados internacionales a esos precios mayores. Si bien podría ser políticamente aceptable dar tal subsidio, económicamente tal vez no sea lo mejor.

En todo caso, la decisión de producir petróleo domésticamente, si es que lo hay y si el proceso es rentable, debe tomar en cuenta diversos costos como podrían ser, por ejemplo, efectos negativos sobre el medio ambiente. Digo esto no porque no pueda llevarse a cabo operaciones de extracción de petróleo “relativamente limpias y reguladas” como, por ejemplo, es el caso de Estados Unidos, Noruega, o Inglaterra, que son visibles de una buena evaluación de los costos y beneficios económicos de la producción de petróleo y derivados. Por ejemplo, en las cercanías de centros urbanos en Estados Unidos, como Los Ángeles, o Tulsa, Oklahoma, hay una fuerte extracción de petróleo, con un enorme cuido al medio ambiente. Tal como en Noruega, nación muy consciente del impacto potencial de la producción petrolera sobre su medio ambiente, y, sin embargo, sus empresas estatales de extracción petrolera son sumamente importantes en su economía en general.

Pero, obviamente, la extracción de petróleo nacional no es algo de corto plazo, como lo es el aumento en los precios a los consumidores que hoy estamos teniendo. Cuando se alega que “el principal factor que determina los precios del combustible en Costa Rica es el precio internacional” eso es totalmente cierto, pero no es excusa que son precios altos porque “nosotros no producimos combustibles fósiles,” pues tal cosa no se sabe y, para comprobarlo con su consiguiente suministro para el mercado local, hay un impedimento político que impide la extracción de petróleo, si lo hubiera.

El alza actual de petróleo no es sólo debido al conflicto alrededor de Ucrania por parte de Rusia. De hecho, ya el precio del petróleo había venido aumentando por decisiones del gobierno de Biden, que no sólo interrumpió el desarrollo de la tubería llamada Keystone XL, que llevaría petróleo canadiense a los Estados Unidos, sino que, también, detuvo en enero del 2021 los arriendos para la extracción de petróleo y gas en tierras federales al interior del país, así como en sus mares costeros. En todo caso, en noviembre del 2019, Estados Unidos se convirtió en un exportador neto de petróleo y para el 2021 era el mayor productor del mundo de petróleo. En febrero del 2021, la Administración de Información de Energía de Estados Unidos predijo que, en el 2021 y el 2022, los Estados Unidos importarían más petróleo de lo que exportaría.

Autoridades del gobierno de Estados Unidos, al ser cuestionadas por el hecho de que la disminución de las exportaciones de petróleo de Estados Unidos por las restricciones internas del gobierno de Biden, habría abierto mayores posibilidades de negociación de Rusia con una dependiente Unión Europea en sus importaciones desde ese país, señalaron que las medidas restrictivas a la expansión petrolera doméstica estadounidense iban en concordancia con mantener su política contra el cambio climático. O sea, que puede considerarse que un aumento en el precio del petróleo en Estados Unidos, es parte de una decisión deliberada de que la producción de energía en ese país se logre por otras fuentes naturales de energía diferentes de la generada por carbón y petróleo. Y eso ha elevado los precios mundiales de los combustibles, además de la momentánea subida por el conflicto en Ucrania. Es decir, este aumento en esos precios reflejaría el alza en costos para los consumidores por decisiones de políticos estadounidenses de subsidiar relativamente otras fuentes de producción de energía alternativas, al desestimular la energía proveniente de derivados de petróleo y del carbón.

En resumen, en el corto plazo hay factores externos incontrolables que afectan los precios de los derivados de petróleo en el país, pero, las dificultades se podrían aminorar en algún grado con la búsqueda de petróleo (o gas natural) en el país que se traduzca en una operación rentable, pero, de lograrse, su beneficio sería a largo plazo. No es así con la posibilidad de reducir los precios disminuyendo impuestos, así como estimulando una competencia en igualdad de condiciones para los diferentes participantes potenciales en la distribución y venta al por mayor de esos combustibles. No obstante, todo esto requiere de voluntad política que permita hacer los cambios que faciliten en algún grado la calidad de vida de los hogares, tan afectados hoy por los altos precios de los combustibles.

Publicado en mis sitios en Facebook jorge corrales quesada y Jcorralesq Libertad, el 21 de febrero del 2022.