¿Cuándo los responsables de habernos metidos en cuarentenas generalizadas, porque, según ellos, así se frenaría la curva del COVID, su mortalidad y su diseminación, asumirán la responsabilidad por aquellas decisiones que tanto daño han causado?

SEGÚN NUEVO ESTUDIO DE JOHNS HOPKINS, “LAS CUARENTENAS TUVIERON POCO O NINGÚN EFECTO EN LA MORTALIDAD POR EL COVID”

Por Brad Polumbo
Fundación para la Educación Económica
Miércoles 2 de febrero del 2022

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Pero los costos de esas medidas draconianas del todo no fueron mínimos.

Estamos en el tercer año de la pandemia del COVID-19. Desde órdenes de usar mascarillas a pasaportes de vacunación permanecen en su sitio restricciones gubernamentales a nuestras libertades. Pero, por suerte, al menos en Estados Unidos, se ha acabado la era de las órdenes de cuarentenas que confinaban a los estadounidenses a sus hogares para “reducir la propagación.”

Lamentablemente, un nuevo meta análisis de estudios muestra que todo el dolor y sacrificio que sufrimos por esas órdenes logró poco ̶ a pesar de sus costos tremendos.

El comentario de la nueva investigación lo condujo el economista Steve Hanke y publicado por la Universidad Johns Hopkins. La investigación evaluó 24 estudios relevantes examinando la rigurosidad de las cuarentenas, el impacto de las órdenes de quedarse en la casa, y la efectividad de restricciones específicas. El meta análisis concluye que “las cuarentenas tuvieron poco o ningún efecto sobre la mortalidad por el COVID-19.”

¿Por qué las órdenes de quedarse en la casa combatirían efectivamente a la pandemia? Bueno, en algún grado ellas simplemente retrasaron lo inevitable. Además, la investigación ha mostrado que la mayoría de la diseminación del COVID-19 en realidad ocurrió en el hogar.

“La evidencia micro contradice el ideal de la salud pública de que los hogares serían sitios de confinamiento solitario y transmisión cero,” concluyó el economista de la Universidad de Chicago, Casey B. Mulligan. “En vez de ello, la evidencia sugiere que ‘los hogares muestran las mayores tasas de trasmisión’ y que ‘los hogares son ambientes de alto riesgo para la transmisión del [COVID-19].”

Así que, sin importar lo desalentador que pueda ser, difícilmente sorprende que Hanke y compañía encontró tal impacto mínimo sobre la salud pública de las políticas de cuarentena.

“Estudios del índice de rigurosidad encontraron que las cuarentenas en Europa y Estados Unidos sólo redujeron la mortalidad en un 0.2% en promedio,” concluye su nueva investigación. “[Las órdenes de quedarse en casa] también fueron inefectivas, reduciendo la mortalidad por el COVID-19 en sólo un 2.9% en promedio. Estudios específicos [restricciones no farmacéuticas] también no encontraron una evidencia amplia de efectos obvios sobre la mortalidad del COVID-19.”

Pero, los costos de estas medidas draconianas del todo no fueron mínimos. Ellas devastaron la economía, golpearon a la clase trabajadora, alimentaron la crisis de salud mental de jóvenes, condujeron a sobredosis de drogas que rompieron récords, empeoraron una ola de criminalidad, retrasaron tratamientos médicos salvadores de vidas, y mucho más.

Estos resultados devastadores ofrecen un recordatorio vívido de una lección crucial. Cuando los planificadores centrales, en su arrogancia, ignoran el hecho de que sus acciones tendrán consecuencias aplastantes más allá de sus intenciones, dan lugar a sufrimiento humano.

“No es suficiente… endosar legislación que tiene un título y promesas agradables para que sea algo bueno,” escribió para la Fundación para la Educación Económica el economista Robert P. Murphy. “La gente necesita pensar detenidamente acerca de las consecuencias plenas de una política, pues, a menudo, ella conducirá a una cura peor que la enfermedad.”

Cuando se trata de políticas de cuarentenas, la “cura” de hecho ha mostrado ser mucho más dañina que provechosa.

Brad Polumbo es un periodista libertario-conservador y Corresponsal de Políticas en la Fundación para la Educación Económica.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.