Una buena explicación del importante concepto en economía del costo de oportunidad, que se puede resumir en lo siguiente: cada vez que uno hace algo, existe un costo que es lo mejor posible que se dejó de hacer alternativamente con esos recursos. Cuando hago algo y uso recursos, ya no puedo usar esos mismos recursos en otra cosa. Ejemplos, tal vez el costo de oportunidad de hacer estas traducciones sea que dejo de leer algo que me gusta, o que, cada vez que el gobierno abre un nuevo hospital, el costo de oportunidad es dedicar esos fondos a una nueva carretera o una nueva escuela. Cuando usted lee esto, está dejando de usar recursos, como el tiempo que pasa leyendo, en hacer otra cosa.

LAS COMPENSACIONES (O COSTO DE OPORTUNIDAD) EN ECONOMÍA

Por Robert F. Mulligan
American Institute for Economic Research
19 de enero del 2022

La idea de las compensaciones o costo de oportunidad es uno de los principios primordiales en economía, que, para tener más de una cosa, usted tiene que aceptar tener menos de alguna otra cosa. Este principio nos disciplina en cuanto a usar eficientemente los recursos y no desperdiciarlos, y, también, hace que estemos alertas a nuevos recursos que puedan satisfacer nuestros deseos y necesidades. En el nivel microeconómico, cada uno de nosotros se especializa en producir bienes y servicios para los cuales necesitamos ceder lo menos; esto es, por los que somos los productores con el menor costo de oportunidad. Intercambiamos bienes que sean los más baratos para que nosotros los produzcamos. Nuestros socios comerciales ceden cosas que a ellos les cuestan menos producir, para obtener cosas que a ellos les habrían costado más, pero que hemos producido más eficientemente y a un costo menor. Comparado con producir todo por nosotros mismos, no sólo obtenemos más bienes a un menor costo intercambiando con otros, sino que eso nos da acceso a una variedad más amplia de bienes y servicios, de la que podríamos producir por nosotros mismos. Comerciar crea un estándar de vida más alto, pues resulta que cada persona se especializa en los bienes que puede producir mejor y con el menor costo de oportunidad ̶ esto es, requiriendo que cada uno de nosotros sacrifique lo menos y que usemos la menor cantidad de recursos.

En el nivel macroeconómico, los costos de oportunidad determinan lo que un país produce para el comercio internacional. La naturaleza de las compensaciones explica por qué importamos bienes que pueden producirse más baratos y eficientemente en otros países, y exportamos bienes que pueden producirse aquí más eficientemente y baratos. Adam Smith estuvo entre los primeros de una larga sucesión de economistas que arguyeron a favor del intercambio entre las naciones. Como lo vio él, Inglaterra comerciando con Francia tenía el mismo impacto beneficioso sobre los estándares de vida en ambos países, como el contraste entre campesinos aislados que tratan de ganar una subsistencia miserable al producir todo lo que consumen, comparado con la dieta más abundante y diversa que los mismos campesinos podían lograr, si tan sólo se especializaran en sembrar diferentes cosechas e intercambiando entre sí. Como lo puso Smith, el comercio internacional expande “el alcance del mercado, “o, más explícitamente, “la división del trabajo está limitada por la extensión del mercado. Esto es así porque, a través del intercambio, cada persona se puede especializar en su trabajo y, a la vez, tener acceso a un rango más amplio de bienes y servicios.”

Nos especializamos en producir lo que sea más fácil para nosotros producir; esto es, lo que sea más barato para nosotros producirlo; esto es, lo que sea que podamos producir mejor que otros. Usamos el producto excedente, la cantidad que excede a nuestras propias necesidades, para intercambiarlo con otros por lo que han producido más eficientemente de como nosotros podíamos. Este principio de especialización en el intercambio o ventaja comparativa se aplica igualmente bien al comercio entre individuos, así como para el intercambio entre países. La ventaja comparativa explica por qué la gente se especializa en producir ciertos productos en el nivel microeconómico, y por qué países exportan ciertos bienes en el nivel macroeconómico.

Roger Garrison ilustra los costos de oportunidad macroeconómicos suponiendo un mundo de dos bienes, en que los dos productos son bienes de consumo, que satisfacen directamente los deseos de la gente, y bienes de producción, también llamados bienes de capital o de inversión. Los bienes de producción sólo satisfacen los deseos de las personas indirectamente, a lo largo del tiempo, y sólo potencialmente. Los bienes de producción incluyen herramientas, fábricas, y equipo que se usan en parte para producir bienes de consumo. Normalmente, para ilustrar los costos de oportunidad, los libros de texto introductorios simplifican en exceso al asumir dos bienes, como pistolas y mantequilla, pero, al dividir la producción en las dos categorías amplias de bienes de producción y consumo, en realidad captura todo lo que se produce en el mundo real. Los bienes de consumo pueden satisfacer deseos de inmediato, pero los bienes de producción sólo los satisfacen con un retraso, y sujetos a cierta incertidumbre. Eso significa que, en el nivel individual, la mezcla de bienes de consumo y de producción está determinada por la disposición individual de esperar para satisfacer sus necesidades, una cantidad conocida como preferencia en el tiempo, se expresa normalmente como una tasa de interés. Gente con una preferencia en el tiempo muy alta no quiere esperar para satisfacer sus necesidades y requiere un rendimiento elevado para diferir el consumo ahorrando parte de su ingreso. La gente con menor preferencia en el tiempo consume menos y ahorra más.

Desde una perspectiva macroeconómica, los bienes de consumo se gastan relativamente rápido, así que tienen que producirse de forma continua. Los bienes de producción duran más, pero se desgastan con el paso del tiempo ̶ en otras palabras, se deprecian. Este proceso continuo de depreciación física significa que las empresas tienen que comprar diversos bienes de producción, tan sólo para mantener la producción en los niveles actuales. Un gasto exclusivo en bienes de consumo maximizaría la satisfacción de los deseos en el corto plazo, pero no es sostenible, pues la depreciación, en su momento, resultaría en que todos los bienes de producción -herramientas, equipo, y fábricas- se desgasten. Así, tratar de disfrutar demasiado hoy conduce a tener demasiado poco en el futuro.

La combinación que la gente elige de bienes de consumo y de producción determina el crecimiento económico futuro del país. La economía puede seguir en su sitio -operando en un estado estacionario- si la gente elige una combinación de bienes de consumo y de producción que permite reemplazar los bienes de producción existentes sólo tan rápido como se desgastan. Si su elección está sesgada hacia bienes de consumo, la economía se encoge. Si está sesgada hacia bienes de producción, la economía crece, y, entre mayor el sesgo hacia bienes de producción, más rápido es el crecimiento.

Cuando los economistas hablan acerca de costos de oportunidad macroeconómicos, generalmente suponen que las combinaciones de bienes de consumo y de producción son óptimas. Esto significa que lo que realmente importa no es la cantidad de bienes de consumo, sino, también, que la composición de enjuague bucal versus sopa enlatada versus desodorante, etcétera, sea precisamente lo que le dé a cada consumidor la mayor satisfacción de sus deseos. Para los bienes de producción, no es sólo el total lo que importa, sino la mezcla mejor adaptada para producir la composición precisa de bienes de consumo que los consumidores más desean. Dado que los deseos de los consumidores cambian con el tiempo, también, hay un beneficio al elegir bienes de producción flexibles, que, al cambiar las preferencias, puedan usarse para producir una diversidad de diferentes productos.

Hasta el momento, hemos supuesto que ambas, la población y el estado de la tecnología, están fijas. Dado que la tecnología avanza con el tiempo, eso cambia la forma en que se produce la producción, así como los tipos de productos más deseados por los consumidores. El progreso tecnológico hace a los bienes de producción crecientemente más versátiles, productivos, flexibles, y sustituibles. Sin embargo, también, el progreso tecnológico hace que los procesos de producción sean más intrincados, tomen más tiempo, y dependan del camino que se siga ̶ y, en tal sentido, es menos flexible. Al crecer la población, se necesita más producción tan sólo para mantener un estándar de vida constante, pero, también, se dispone de más mano de obra para operar los bienes de producción. Estas complicaciones del mundo real destacan los límites de aplicar la idea básica de los costos de oportunidad en economía, pero, aún con estas complicaciones, entender este principio económico básico ofrece poderosas ideas acerca de la elección del consumidor, el crecimiento económico, y el comercio internacional.

Robert F. Mulligan es un educador y economista investigador de carrera, quien trabaja para entender mejor cómo la política monetaria conduce el ciclo de los negocios, ocasionando recesiones y limitando el crecimiento económico a largo plazo. Sus intereses de investigación incluyen compensación de ejecutivos, empresariedad, proceso de mercado, mercados crediticios, historia económica, análisis fractal de series de tiempo, eficiencia de precios en el mercado financiero, economía marítima, y economía de la energía. Él es de Westbury, Nueva York, recibió una licenciatura en Ingeniería Civil del Instituto de Tecnología de Illinois, y una maestría y un Ph. D en Economía de la Universidad del Estado de Nueva York en Binghamton. También, recibió un Certificado en Estudios Avanzados en Investigación de Política Económica Internacional del Institut fuer Weltwirtschaft Kiel en Alemania. Él ha enseñado en la Universidad del Estado de Nueva York en Binghamton, la Universidad Clarkson, y la Universidad de Carolina Occidental.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.