ELLOS AHORA ESTÁN DICIENDO QUE EL GASTO DURANTE LA CUARENTENA ELIMINÓ LA POBREZA

Por John Tamny
American Institute for Economic Research
18 de enero del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es john tamny american institute for economic research poverty, January 18, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Algunos dirían que son fracasos del sistema educativo, pero la idea aquí es que la confusión es una señal alcista de prosperidad. Cantidades impactantes de ello permiten el tipo de pensamiento desordenado que sería algo poco político expresar en tiempos de relativa desesperación.

Todo esto y más me llegó a la mente mientras leía una descripción del Wall Street Journal acerca de las complicaciones económicas por los cierres del 2020. Según un reporte alegre en la página A1, ellas “amenazaron con arruinar las finanzas de los estadounidenses,” pero “para muchos, sucedió lo opuesto.” Con base en este resumen, el Congreso tiene una habilidad mágica para extraer recursos de alguien más quien no vive en el planeta tierra. Más realistamente, para que un individuo sea rescatado, algunos otros individuos deben ser sometidos, poco o mucho. Viendo en retrospectiva al 2020, decenas de millones de estadunidenses perdieron sus empleos en medio de una política tensa que fue notoria incluso en los estándares de Washington, sin mencionar los millones de empresas que vieron sus fortunas ya sea severamente afectadas o eliminadas del todo.

Y, luego, ahí estaban los ricos. Ellos justifican la vasta mayoría del poder de gasto del Congreso, y el Congreso lo hizo para empapelar su pánico, y también para subsidiarlo. Acerca de lo último, ¿alguien piensa en serio que las cuarentenas podrían haber durado dos semanas, y mucho menos varios meses, sin los largos dedos de la clase política nacional? La pregunta se responde fácilmente por sí sola. Después de ello, debería decirse que la ley de gasto de $2.9 millones de billones tenía que venir de algún lado. Para incrementar las finanzas de algunos estadounidenses, las de otros tienen que encogerse. Los otros son consecuentes en este caso, como siempre lo son.

Tal es el caso pues, como cómicamente informó a los lectores del Journal Rachel Louise Ensign, las “dos primeras rondas de pagos de estímulo sacaron de la pobreza a 11.7 millones de personas.” Excepto que los “pagos de estímulo” nunca pueden erradicar la pobreza. Si pudieran, como si gastar dinero pudiera quebrar la maldición que es la pobreza, para empezar, en el 2020 no habría nadie a quien sacar de la pobreza.

Más realistamente, la pobreza es eliminada por la oportunidad económica, ya sea nacida de la iniciativa individual, o de oportunidades de empleo que son consecuencia de la formación de capital que conduce a empresas a necesitar empleados. “Pagos de estímulo” extras nunca podrían realistamente haber conducido a la formación de capital precisamente porque ellos están “gastando dinero” o haciendo lanzamientos de dinero por helicóptero. Traducido para quienes lo necesitan, ninguna empresa va a expandir o atraer inversión para expandirse basada en un lanzamiento por helicóptero. Lo que Ensign supone que ha sacado a 11.7 millones de estadounidenses de la pobreza no hizo tal cosa. Fue una falsedad, forzado, o inserte aquí su adjetivo. Para que las empresas se expandan, necesitan ahorros.

Todo ello nos lleva a un contra fáctico valioso: ¿qué si los políticos sabiamente no hubieran hecho algo en marzo del 2020? Algunos se burlarán ante la idea, pero la gente es el mercado, y es raro que resulte bien una sustitución del conocimiento limitado en vez de aquel del mercado. Ciertamente no lo hizo en el 2020. Como incluso lo reconoce Ensign, ausente el desvío de riqueza de un conjunto de bolsillos hacia otro conjunto (los rescatados por los sometidos), la reacción política hacia el virus “amenazó con arruinar las finanzas de los estadounidenses.” Muy bien, así que imaginémonos a los políticos contra lo que son y que no “están haciendo algo.”

En tal caso, no es irreal sugerir que un número elevado de estadounidenses aún está encerrado. Como lo reportó el New York Times en desafío de las cuarentenas, los estados que cerraron de últimos (ustedes saben, los estados republicanos que no creen en la ciencia) estaban poblados de gente que básicamente estaba respondiendo al virus, por sí sola. Lo que fue cierto de Estados Unidos, también fue verdad fuera de Estados Unidos. Holman Jenkins del Wall Street Journal reportó que, mientras Ángela Merkel estaba aún subestimando el virus, los anaqueles de las tiendas alemanas estaban vacíos de mascarillas y desinfectantes para manos.

Regresando a Estados Unidos, sin una respuesta política los estadounidenses, en diferentes grados, estaban poniéndose en cuarentena del todo durante meses o más, quedándose en casa voluntariamente durante semanas, algunos usaban mascarillas, algunos no, y algunos iban a vivir sus vidas tal como antes. Amen a 330 millones de elecciones diferentes.
Ausente la variedad, y, en particular, la variedad de elección que la opinión experta rechazó, se nos cegó ante qué causa que un virus se disemine, cuál es la mejor o peor manera de evitar la enfermedad, o, tal vez, ante la realidad, que cuidarse en medio de un patógeno que se disemina con rapidez no tiene consecuencia alguna. ¿Quién sabe?

Lo que sabemos es que, con base en una diversidad de elecciones que nosotros los estadounidenses habríamos tomado por sí mismos, los ahorros para muchísimos de nosotros habrían crecido mucho voluntariamente. Ensign reportó acerca de cómo “Los Ahorros, los Niveles de Posibilidad de Endeudarse se Fortalecieron para Muchos,” pero, eso iba a suceder a pesar de todo. La gente estaba asustada. La fuerza era superflua en el asunto de ahorros.

Por supuesto, no todo nosotros íbamos a transformarnos en encerrados. Eso habría sido bueno para ciertos negocios. Posiblemente al funcionar con personal que voluntariamente se reduciría (los trabajadores, como cualquier otro, tienen diversas percepciones del riesgo), que se habría ajustado a un costo menor al haber un menor número de clientes en el ínterin. No todos habrían sobrevivido, pero el fracaso de empresas es la norma hasta en los mejores tiempos. La cuestión básica es que, en vez de dejar sus decisiones a ser guiadas por la cultura que nos dio la Oficina de Correos y el Departamento de Vehículos Motorizados, las empresas habrían sido libres de innovar por si solas.

Todo lo cual nos lleva a los otros, como a los ricos. Una ausencia de respuesta significa que ellos conservan sus millones en lugar de ser relevados de ellos. Brillante. Hable de individuos que iban a gastar menos durante cuarentenas autoimpuestas. Imagínese un gasto reducido de los “ricos” combinando con dedos políticos más cortos. Imagínese todos los ahorros que habrían sido redireccionados hacia empresas y empresarios.

En otras palabras, imagínese toda la pobreza que podría haberse eliminado en el 2020, que se habría logrado mediante una reducción del gasto al que voluntariamente se llegó, y que habría fluido directamente hacia empresas y empresarios necesitados de capital. Hablen ahora de eliminación de la pobreza. Ensign caminó de puntillas alrededor de esta verdad, pero no se dio cuenta que el gasto nunca podría ser una cura para la pobreza. Sólo los ahorros lo pueden ser. Imagínese si se hubiera permitido que los ahorros alcanzaran alturas naturales mucho, mucho más, altas en el 2020.

Reimpreso de RealClearMarkets

John Tamny, compañero investigador de AIER, es editor de RealClearMarkets. Su libro acerca de las tendencias ideológicas actuales es: They Are Both Wrong (AIER, 2019)

Traducido por Jorge Corrales Quesada.