Por eso he insistido en comentarios míos en Facebook, que la inflación no es explicada por el déficit gubernamental, sino sólo si este es financiado mediante emisión monetaria, que sí se traduce en un aumento de la demanda agregada, mientras que otras alternativas de financiamiento del déficit gubernamental, como aumentando impuestos o endeudándose, no es más que barajar los componentes que integran la demanda agregada, no elevándola. Esto es relevante para pensar si tendremos un gobierno gastón o uno más parsimonioso y responsable.

POR QUÉ LOS DÉFICITS IMPORTAN

Por Alexander William Salter
American Institute for Economic Research
11 de enero del 2022

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es alexander william salter american institute for economic research deficits, January 11, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Estados Unidos está experimentando las presiones de precios más fuertes en 40 años. Comentaristas financieros y económicos están buscando arduamente al culpable. Muchos en la derecha culpan a los masivos déficits presupuestarios. ¿Son los déficits del presupuesto gubernamental el responsable de la inflación?

La lógica es sencilla: cuando los gobiernos tienen déficits, ellos inyectan poder adquisitivo en la economía. Esto estimula el gasto total en bienes y servicios, lo que los economistas llaman “demanda agregada.” Cuando aumenta la demanda agregada, la producción y los precios se elevan. El resultado es más cosas a precios más altos.

Pero, aquí hay un problema. Si usted culpa a la política fiscal por los precios en alza, también tiene que darle crédito por una producción mayor. Usted no puede tener uno sin el otro. Dado que, algunas veces, los conservadores señalan ambas partes -los déficits no son responsables de la recuperación económica, pero son responsables de la inflación creciente- necesitamos dejar claro este mal entendido.

En el National Review. Douglas Carr resume la sabiduría convencional acerca de los déficits y la inflación: “La correlación entre los déficits gubernamentales y la inflación ha sido cero desde mediados de los noventas.” Pero, luego, él atribuye la inflación a los déficits en nuestro ambiente post Covid de inventarios restringidos. Para entender esto en el modelo de caballo de batalla de la macroeconomía aplicada, diríamos que los cuellos de botella en la producción y disminuciones de inventarios resultaron en inelasticidades importantes de la oferta a corto plazo. Esta es la parla económica para reconocer que los precios y la producción se elevan como resultado del estímulo de la demanda agregada, con la salvedad de que el efecto sobre la producción es mínimo, mientras que el efecto sobre los precios es significativo.

En verdad, creo que problemas del lado de la oferta contribuyen a la inflación actual. Pero, esas dificultades de la oferta importan independientemente de los déficits. El conocimiento difícilmente adquirido de la profesión de la economía es que la política fiscal no es muy efectiva para aumentar la producción y los precios. No necesitamos hacer una excepción para este caso. Los déficits del presupuesto gubernamental son buenos para barajar los recursos, cambiando la composición de la demanda agregada. No son buenos para aumentar la demanda agregada como un todo. Esta es la razón por la que las inelasticidades de la oferta no explican por qué los déficits están ocasionando la inflación. Aún usted tiene que formular un argumento acerca de por qué la demanda agregada se expande en primera instancia, para confrontar esas inelasticidades. En vez de eso, tiene mayor sentido explicar la inflación actual por alguna combinación de política monetaria y problemas en la cadena de suministros. Cómo analice usted las particularidades de la situación determina el peso que usted le ubica cada una de ellas.

Si los efectos macroeconómicos de los déficits no son muy grandes, ¿debemos preocuparnos por ellos? Si bien los déficits son principalmente una pista falsa cuando se trata de política de estabilización, ellos importan mucho por la viabilidad político- económica. Cuando el gobierno se apropia de una porción mayor de la producción de la economía, desvía recursos desde el sector generador de utilidades hacia el sector que no tiene fines de lucro. Dado que los incentivos son mucho más fuertes para su administración en el sector con fines de lucro, deberíamos preocuparnos acerca del desperdicio en el sector público, independientemente de los efectos sobre las estadísticas del ingreso nacional.

Aún más, los déficits crean conflicto político. El gasto gubernamental crea un grupo inmediato de beneficiarios. En contraste, quién sufre los costos no se resuelve sino hasta más tarde. En cierto momento en el futuro, los impuestos tienen que aumentar o el gasto reducirse para pagar lo que se ha pedido prestado al día de hoy. Pero, la dura lucha de la política partidista determinará quién sufre en última instancia el costo de pedir prestado hoy. Entre mayor sea la deuda, mayor es el riesgo político. Y, la política de alto riesgo permite un país inestable lleno de ciudadanos irritables y sospechosos.

Si queremos discutir más convencionalmente que los déficits importan, tendremos que hacer un trabajo teórico de mayor peso. Las historias usuales de la demanda agregada que contamos no sirven.

Alexander William Salter es Profesor Asociado de Economía en el Colegio Rawls de Negocios y Compañero de Investigación en Economía Comparada del Instituto del Libre Mercado, ambos en la Universidad Texas Tech. Ha publicado artículos en revistas especializadas importantes tales como the Journal of Money, Credit and Banking, the Journal of Economic Dynamics and Control, the Journal of Macroeconomics, and the American Political Science Review. Sus artículos de opinión han aparecido en The Hill, The American Conservative, US News and World Report, Quillette, y numerosos otros sitios. Salter obtuvo su M.A. y PhD. en Economía en la Universidad George Mason y su licenciatura en Economía en Occidental College. Participó en el 2011 en el Programa de Becarios de Verano del AIER.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.