Una buena introducción a la metodología Misiana y, en particular, en cuanto al concepto del individualismo en ocasiones tan vituperado.

INDIVIDUALISMO CORRECTAMENTE ENTENDIDO

Por Garreth Bloor
American Institute for Economic Research
28 de diciembre del 2021

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es garreth bloor american institute for economic research individualism, December 28, 2021. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

En Socialism: An Economic and Sociological Analysis [El Socialismo], Ludwig von Mises desarrolla el caso contra el socialismo y sus diversas formas. Al enfocarse en personas humanas y su amplia gama de motivos, la metodología de Mises le desmarcó en 1922. Casi un siglo después, la mayoría de los economistas de la corriente principal aún fallan en apreciar el grado en que su disciplina debería descansar en una idea más sofisticada de la naturaleza humana. A pesar de lo anterior, aun cuando podemos desear que él desarrolle una moral más detallada al servicio de sus argumentos, Mises nos ayuda a ver el fracaso actual de la disciplina para comprender la complejidad de la acción humana y la inspiración de sueños socialistas.

PRAXEOLOGÍA Y ORDEN

Mises afirmó que la praxeología es el fundamento de todas las ciencias sociales “al descansar en el axioma fundamental de que los seres humanos actúan; esto es, en el hecho primordial de que los individuos se involucran en acciones conscientes hacia objetivos escogidos.” Por tanto, para Mises, “[T]oda acción racional es en primer lugar una acción individual. Sólo el individuo piensa…” y “toda acción racional es económica.” La economía, y en efecto toda ciencia social, tiene que ver con el análisis de elecciones y preferencias individuales, distintas de la sociedad. La sociedad es primordialmente una consecuencia -no una causa- de nuestra realidad individual.

En el nivel más básico, el marxismo revierte el orden. La metodología marxista del materialismo dialéctico se propone mostrar cómo la sociedad crece y responde bajo circunstancias económicas altamente restringidas, y al camino en que la propia historia -y el capitalismo en particular- se mueve inexorablemente hacia el comunismo. En contraste, Mises afirma que la sociedad emerge por medio de la suma de todas las acciones individuales de seres humanos que razonan, cada uno con sus propios motivos, estatus, y poder relativo. Al ver a la persona humana de esta forma, Mises estableció su metodología como individualista -esto es, él categorizó el trabajo de entender el comportamiento individual como central para la buena ciencia social, sin negar factores externos al formar un entendimiento.

En una distinción tajante incluso aún de la “economía capitalista” contemporánea, Mises no circunscribe la acción económica a aquella que es dirigida por la búsqueda de ganancias. Por experiencia diaria, sabemos que reacciones a señales de precios al tomar decisiones de compras, pueden ser guiadas por objetivos no económicos: comprar para beneficio de alguien puede considerarse como una decisión basada en el mercado con un objetivo final no económico (uno en que la ganancia no es el único objetivo). Las organizaciones sin fines de lucro pueden adquirir bienes y servicios para aquellos en necesidad, quienes en primera instancia requieren del sistema de precios de las ganancias para permitir la obtención; incluso si la ganancia no es el objetivo final, es esencial para los medios. Decisiones de ese trabajo caritativo se llevan a cabo plenamente en armonía con la economía en una visión misiana, pues su descripción de la persona humana permite una evaluación mucho más rica que el sistema económico prevaleciente de maximización de ganancias o del “homo economicus.”

UNA ANTROPOLOGÍA DE GENTE REAL

Como escribe el académico contemporáneo Samuel Gregg, el error fundamental del marxismo es antropológico. El método y la antropología son inseparables. Al emplear una metodología que niega la primacía de la agencia, el pensamiento marxista en esencia ignora la fuente de dignidad en cada ser humano: “Según Marx, la fe política del individuo depende de la clase a la que pertenece,” como señaló Mises. Debido a que el pensamiento es determinado por la clase, tenemos “una teoría remarcablemente conveniente que salva al marxismo de problemas al argüir con ellos (oponentes).” Algunas discusiones contemporáneas, por ejemplo, acerca de raza, nacionalismo y temas de género, demuestran la vieja lógica marxista aplicada en campos más allá del análisis tradicional de clase. Con la esperanza de entender mejor las realidades de las relaciones de poder, unos pocos liberales clásicos están ocupándose seriamente de teorías relativamente recientes, como la interseccionalidad, ofreciendo una alternativa a una presuposición marxista adecuada. En contraste, Mises eleva el elemento constitutivo de cada grupo -el individuo- procediendo no para negar un conjunto de influencias, como constructos raciales o nacionalidad, sino para entenderlos desde el punto de vista de la persona.

Si bien Mises rechaza la ley natural o cualquier intento de hacer valer una base moral para la preferencia de su metodología por encima de aquella de Marx, a pesar de lo anterior, su método funciona dentro los límites de la teoría de la ley natural. En El Socialismo, Mises sólo busca presentar argumentos utilitarios para los mercados libres, pero su metodología supone ciertos hechos acerca de la naturaleza de la persona humana, dándole un componente normativo que es antropológico en su naturaleza. La adhesión de Mises al utilitarismo, tal vez, se basa en una idea estrecha de la ley natural como “religiosa.” La tradición cristiana de la ley natural y la existencia de una “moral racional autónoma” identificada por Aristóteles, son distintas, si bien complementarias en formas que él no reconoce lo suficiente. La praxeología demanda que la realidad moral autónoma y el utilitarismo no puedan ofrecer ese sistema moral plenamente desarrollado. En cierta forma, los argumentos de El Socialismo contienen la sustancia para justificaciones morales más profundas, una empresa que Mises no llevó a cabo por sí mismo en el libro.

EL REINADO DE LOS FINES

Mises afirma que “[T]oda actividad económica depende de los fines,” que “dominan la economía y por sí solos le dan un sentido a ella.” El socialismo busca coordinación por la burocracia estatal como reemplazo de las relaciones sociales en una condición de libertad económica. Los mercados libres descansan en precios establecidos libremente, que brindan mediciones por las que determinamos las necesidades y deseos humanos. Sin el indicador de ganancias, los medios para mejorar moralmente las condiciones de uno y de la familia de uno, no pueden emprenderse en beneficio mutuo de otros en sistemas de libre intercambio.

El rechazo de Mises al socialismo no va en contraste con un individualismo randiano extremo, sino de un sistema justo de cooperación social dentro de las sociedades: “Pues los marxistas hablan superficialmente acerca de expresar la voluntad de la sociedad, sino dar la más ligera pista de cómo la ‘sociedad’ puede proceder a querer y actuar.” Mises usa el término “social” sin referencia al socialismo en aproximadamente 1.000 ocasiones en el libro, demostrando su interés por los mercados como institución social para que sólo medie en la cooperación económica, y aclara que simplemente lo hace para que sirva como un marco para la maximización de ganancias. Mises no ignora la validez de la acción por parte de comunidades por medio de organismos creados por individuos en colectivos libremente escogidos, que trabajan para sus fines como un grupo ̶ la praxeología nos ayuda a entenderlos tanto como actividad social como económica.

QUÉ NO ES SOCIALISMO

Ante el uso denigrante contemporáneo del término socialista en la expresión actual por algunos en la Derecha (a quienes Mises se opondría fuertemente), entender su definición es importante: “La naturaleza del socialismo se resume como sigue: todos los medios de producción se encuentran a disposición exclusiva de la comunidad organizada; el socialismo es esto y nada más que esto. Son falsas las otras definiciones.” Para Mises, el socialismo es omnicomprensivo, a ser logrado por el marxista original como una etapa histórica en un proceso inevitable.

El socialismo contemporáneo estadounidense muestra los defectos del marxismo: rechazar la posición liberal clásica del mercado como una institución social y buscar el uso del estado centralizado para una primacía sobre el individuo ̶ aún cuando profesa su compromiso con el individualismo liberal en asuntos sociales específicamente definidos de raza y género. Las limitaciones metodológicas no son dominio de la Izquierda, como se evidencia por el deslizamiento del nacionalismo hacia el nacional socialismo. Mises aborrecía el racismo ̶ una disposición social muy fácilmente activada por la pretensión socialista de que el colectivo debería ser el amo del destino individual.

IMPORTANCIA CONTEMPORÁNEA

Mises explica que “Pueden dividirse en dos grupos los medios de que se vale la política socialista: por un lado, aquellos que tienden directamente a instaurar el socialismo en la sociedad y, por otro, aquellos que conducen a tal fin indirectamente, por vía de la destrucción de la economía que se funda en la propiedad privada de los medios de producción.” Es la segunda forma la que Mises identifica como las más insidiosa, solapado, y destructiva.

Un reemplazo de la propiedad por el control y una variación en la idea original del conflicto de clases, son características del nuevo socialismo. En vez de la propiedad estatal de los medios de producción, busca extraer la riqueza por el control estatal. Las herramientas de control son la miríada de opciones regulatorias y legislativas mantenidas por el monopolio del poder estatal. Mises alude a la posibilidad de algunos de estos fenómenos en su época en el tema de pequeños propietarios en su capítulo “Las diversas concepciones del ideal socialista y las concepciones seudo socialistas.” “El campesino y el obrero” pueden conservar lo que tienen y “deben, incorporarse al mecanismo de la comunidad socialista, a la vez que su producción y la valuación de sus productos se someten a las órdenes de la dirección económica mientras que conservarán la propiedad, cuando menos de nombre.”

Sólo un ferviente argumento moral a favor de los mercados combatirá esto, pues la atracción de la retórica socialista descansa en su habilidad de persuadir a la sociedad acerca de su capacidad para suplir mayor bienestar para todos. Una “pérdida de esta convicción significaría el final del socialismo.” La afirmación moral central de Mises es que el bienestar público no puede ser respetado sin una metodología que respete a todos como individuos, y que el socialismo inevitablemente destruye al individuo.

Mises es hoy importante pues su método facilita ir más allá de un cálculo utilitario del todo al edificar una sociedad justa. Su praxeología ofrece una forma de entender a cada persona dentro de nuestra sociedad a un nivel más profundo que la “motivación de tener ganancias,” y usted puede elegir El Socialismo para aprender acerca de ello.

Reimpreso de Law & Liberty

Garreth Bloor sirve como miembro del Consejo del IRR [Instituto de Relaciones Raciales], el centro de pensamiento liberal clásico más antiguo de Suráfrica y es un anterior político ejecutivo en el país. Él reside en Toronto, Canadá, trabajando en comercio inversión en mercados de África.