Razonadamente demoledor de los falsos dioses de las cuarentenas y reivindicador de la salud pública tradicional.

EL ATAQUE DE COLLINS Y FAUCI A LA SALUD PÚBLICA TRADICIONAL

Por Jayanta Bhattacharya & Martin Kulldorff
Independent Institute
4 de enero del 2021

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es jayanta bhattacharya & martin kulldorff Independent institute traditional, January 4, 2022. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

El 4 de otubre del 2020, junto con la profesora Sunetra Gupta de la Universidad de Oxford, escribimos la Declaración de Great Barrington (DGB). Nuestro propósito fue expresar nuestras inquietudes serias acerca de la protección inadecuada de los vulnerables y los daños devastadores de la política de cuarentena pandémica adoptada por mucho del mundo; propusimos una estrategia alternativa de protección enfocada.

El hecho científico clave sobre el que se basó la DGB -un riesgo de más de mil veces mayor de muerte para los ancianos comparados con los jóvenes- significó que una mejor protección de los ancianos minimizaría las muertes por el COVID. Al mismo tiempo, abrir escuelas y levantar cuarentenas reduciría el daño colateral al resto de la población.

La declaración recibió un apoyo enorme, atrayendo en última instancia las firmas de más de 50.000 científicos y profesionales de la medicina y de más de 800.000 miembros del público. Nuestra esperanza al escribirla era doble. Primera, queríamos ayudarle al público a entender que -contra la narrativa prevaleciente- no había un consenso científico a favor de la cuarentena. En esto, tuvimos éxito.

Segunda, queríamos crear una discusión entre científicos de la salud pública acerca de cómo proteger mejor a los vulnerables, tanto a quienes estaban viviendo en asilos de ancianos (en donde aproximadamente había ocurrido el 40 por ciento de todas las muertes por el Covid) y aquellos viviendo en la comunidad. En la DGB y documentos de apoyo brindamos propuestas específicas para una protección enfocada en promover la discusión. Si bien algunos en la salud pública se involucraron civilmente en discusiones productivas con nosotros, en este objetivo tuvimos un éxito limitado.

Sin saberlo nosotros, nuestro llamado para una estrategia pandémica más enfocada postulaba un problema político para el Dr. Francis Collins y el Dr. Anthony Fauci. El primero es un genetista que, hasta el 19 de diciembre del 2021, fue director de los Institutos Nacionales de Ciencia de Estados Unidos (NIH); el último es un inmunólogo, que dirige el Instituto Nacional de Enfermedades Alérgicas e Infecciosas (NIAID). Ellos son los mayores financistas de investigación de enfermedades médicas e infecciosas alrededor del mundo.

Collins and Fauci desempeñaron papeles críticos en diseñar y promover la estrategia de cuarentena pandémica adoptada por Estados Unidos y muchos otros países. Correos electrónicos escritos cuatro días después de la Declaración de Great Barrington y revelados recientemente después de una petición de la Ley de Libertad de Información (FOIA por sus siglas en inglés), revelaron que los dos conspiraron para subvertir la declaración. En vez de involucrarse en la conversación científica, ellos autorizaron “un desarme público rápido y devastador” de esta propuesta, la cual caracterizaron como de “tres epidemiólogos de la periferia” de Harvard, Oxford, y Stanford.

Al otro lado del charco, a ellos se les unió su colega cercano, Dr. Jeremy Farrar, cabeza del Wellcome Trust, uno de los financistas no gubernamentales más grandes del mundo en investigación médica. Él trabajó con Dominic Cummings, el estratega político del primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson. Juntos, orquestaron “una campaña de prensa agresiva contra aquellos detrás de la Declaración de Great Barrington y otros opuestos a restricciones generalizadas por el Covid-19.”

Ignorando el llamado para una protección enfocada en los vulnerables, Collins y Fauci calificaron a propósito erradamente a la DGB como un “dejar que se diera” una “estrategia de inmunidad de rebaño,” incluso cuando la protección enfocada es el mismo opuesto a la estrategia de dejar que se dé. Es más apropiado designar a la estrategia seguida de cuarentena como una estrategia de “dejar que se diera.” Sin una protección enfocada, en el momento cada grupo de edad será expuesto en proporción igual, si bien a un ritmo prolongado de “dejar gotear” comparado con una estrategia de no hacer nada.

Cuando periodistas empezaron a preguntarnos por qué nosotros queríamos “dejar que el virus se diera,” quedamos perplejos. Esas palabras no están en la DGB, y van contra la idea central de protección enfocada. No es claro si alguna vez Collins y Fauci leyeron la DGB, si es que la caracterizaron erradamente, o si su entendimiento de epidemiología o salud pública es mucho más limitado de lo que habíamos pensado. En todo caso, fue una mentira.

También, nos dejó perplejos la descripción errada de la DGB como una “estrategia de inmunidad de rebaño.” La inmunidad de rebaño es un fenómeno científicamente comprobado, tan fundamental en la epidemiología de la enfermedad infecciosa como lo es la gravedad en la física.
Toda estrategia ante el COVID conduce a la inmunidad de rebaño, y la pandemia termina cuando un número suficiente de personas logra la inmunidad, ya sea por medio de recuperación del COVID o por una vacuna. Tiene tanto sentido alegar que el epidemiólogo está impulsando una “estrategia de inmunidad de rebaño” como afirmar que un piloto está promoviendo una “estrategia de gravedad” al aterrizar un avión. El asunto es cómo aterrizar el avión con seguridad, y, cualquiera sea la estrategia que el piloto use, la gravedad asegura que el avión en su momento regresará a la tierra.

El objetivo fundamental de la DGB es pasar esta terrible pandemia con el menor daño para la salud del público. Por supuesto, la salud es más amplia que sólo el COVID. Cualquier evaluación razonable de las cuarentenas debería considerar el daño colateral a pacientes con cáncer, enfermedad cardiovascular, diabetes, y otras enfermedades infecciosas, así como la salud mental, y muchas otras cosas. Con base en principios de larga data en salud pública, la DGB y la protección enfocada en la población de alto riesgo son un campo intermedio entre las devastadoras cuarentenas y la estrategia de no hacer nada, de dejar que se diera.

Sorprendentemente, Collins y Fauci alegaron que la protección enfocada en los mayores es imposible sin una vacuna. Los científicos tienen sus propias especialidades, pero no todo científico tiene experticia en salud pública. El enfoque natural habría sido involucrarse con epidemiólogos y científicos de la salud pública para quienes este es su pan y mantequilla. Si lo hubieran hecho, Collins y Fauci habrían aprendido que la salud pública es fundamentalmente protección enfocada.

Es imposible cerrar completamente una sociedad. Las cuarentenas protegieron a los jóvenes de bajo riesgo afluentes profesionales quienes trabajan desde su casa, como administradores, científicos, profesores, periodistas, y abogados, mientras que miembros de más edad de alto riesgo de la clase trabajadora fueron expuestos y murieron en números innecesariamente altos. Este fracaso en entender que las cuarentenas no podían proteger a los vulnerable, condujo a las mediciones trágicamente elevadas de muertes por el COVID.

No sabemos por qué Collins y Fauci decidieron practicar un “desarme” en vez de usar sus estimadas posiciones para construir y promover discusiones de estos asuntos críticos, involucrando a científicos con diferentes experticias y perspectivas. Parte de la respuesta puede yacer en otro rompecabezas ̶ su ceguera ante los efectos devastadores de las cuarentenas sobre otros resultados en la salud pública.

Los daños de las cuarentenas han afectado a todos, con una carga extra pesada sobre los crónicamente enfermos; sobre niños, a quienes se les cerraron las escuelas; sobre la clase trabajadora, en especial aquella en los densamente poblados centros urbanos; y sobre los pobres del mundo, con decenas de millones sufriendo de desnutrición y hambruna. Por ejemplo, Fauci fue un gran impulsor de cierres de escuelas.
Ahora, estos son reconocidos ampliamente como un error enorme, que dañó a niños sin afectar la diseminación de la enfermedad. En los próximos años, debemos trabajar duro para revertir el daño que causó nuestra estrategia equivocada contra la pandemia.

Mientras decenas de miles de científicos y profesionales de la medicina firmaron la Declaración de Great Barrington, ¿por qué no hablaron más en los medios? Algunos lo hicieron, algunos trataron, pero fracasaron, mientras otros fueron muy cautos en hacerlo. Al escribir la declaración, sabíamos que estábamos poniendo en riesgo nuestras carreras profesionales, así como nuestra habilidad de producir para nuestras familias. Esa fue una decisión consciente de nuestra parte, y simpatizamos plenamente con quienes, en vez de ello, decidieron mantenerse en sus importantes actividades y laboratorios de investigación.

Naturalmente, los científicos dudan antes de ponerse en una situación en que el director de los NIH, con un presupuesto anual de investigación científica de $42.9 miles de millones, quiere desarmarlos. También, no sería muy inteligente alterar al director del NIAID, con un presupuesto anual de $6.1 miles de millones para investigación en enfermedades infecciosas, o al director del Wellcome Trust, con un presupuesto anual de $1.5 miles de millones. Sentados en lo alto de poderosas agencias de financiamiento, Collins, Fauci, y Farrar canalizan dólares a la investigación de casi cada epidemiólogo, inmunólogo, y virólogo de enfermedades infecciosas respetables en Estados Unidos y el Reino Unido.

Collins, Fauci, y Farrar lograron la estrategia por la que ellos abogaron, y son los dueños de los resultados junto con otros proponentes de las cuarentenas. La DGB fue y es inconveniente para ellos, pues se presenta como una evidencia clara que estaba disponible una alternativa menos mortal y mejor.

Ahora tenemos más de 800.000 muertes por el COVID en Estados Unidos, además del daño colateral. Suecia y otros países escandinavos -menos enfocados en las cuarentenas y más enfocados en proteger a los ancianos- han tenido menos muertes por COVID respecto a su población que Estados Unidos, Reino Unido, y la mayoría de otros países europeos. Florida, que evitó muchos de los daños colaterales de las cuarentenas, actualmente está calificado en el lugar 22 como mejor en Estados Unidos en cuanto a mortalidad por el COVID ajustada por edades.

En la medicina académica, lograr un préstamo de los NIH logra o arruina carreras, de forma que los científicos tienen un fuerte incentivo para permanecer en el lado correcto de las prioridades de los NIH y del NIAID. Si queremos que los científicos hablen con libertad en el futuro, deberíamos evitar tener la misma gente a cargo de la política de salud pública y el financiamiento de la investigación médica.

También publicado en The Epoch Times del viernes 31 de diciembre del 2021

Jayanta Bhattacharya es profesor de Medicina en la Universidad Stanford y coautor de la Declaración de Great Barrington.

Martin Kulldorff es Académico Sénior en el Instituto Brownstone, Compañero de la Academia de la Ciencia y la Libertad, y coautor de la Declaración de Great Barrington. Previamente fue Profesor de Medicina en la Escuela de Medicina dd Harvard y del Hospital Brighman and Women's.


Traducido por Jorge Corrales Quesada.