¿ESTAMOS CERCA DEL FINAL DEL CAMINO DE SERVIDUMBRE? PARTE I

Por Barry Brownstein
American Institute for Economic Research
18 de diciembre del 2021

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es barry brownstein american institute for economic research serfdom, December 18, 2021. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Recientemente fui llevado a releer The Road to Serfdom [Camino de Servidumbre] de Friedrich Hayek. Pasajes que previamente pasé por alto saltaron de las páginas como si fueran escritos en letra negrita, señalando un peligro inminente para el progreso humano. El mensaje de Hayek nunca pareció ser más profético y eterno. El descenso hacia el totalitarismo puede suceder en cualquier parte.

Se ha logrado un progreso asombroso en los últimos siglos. Un orden abundante ha evolucionado, permitiendo que la cooperación humana saque a miles de millones de una pobreza terrible y trayendo un estándar de vida a Occidente que simplemente no podría haber sido imaginado generaciones atrás. Jonah Goldberg lo llama “Milagro de la modernidad,” sin embargo, pocos entienden que el botín que disfrutamos no emana de planes de los políticos. Hoy en día, los totalitarios están trabajando activamente para destruir la máquina de la cooperación humana.

Seamos claros: Lo que Hayek vio como peligroso, lo que usted ve como peligroso, millones ahora los están pidiendo en nombre del avance social.

Desde 1947, el Boletín de Científicos Atómicos ha mantenido un Reloj del Día del Juicio Final como metáfora de “qué tan cerca estamos de destruir nuestro mundo con tecnologías peligrosas.” A riesgo de mezclar metáforas, ciertamente el reloj del Camino de Servidumbre puede estarse aproximando a la media noche.

Camino de Servidumbre
fue publicado en 1944 y, naturalmente, Alemania estaba en la mente de Hayek. Hayek aclara que el nazismo no es función de una “maldad natural” en el carácter de los alemanes, y que las falsas creencias que los alemanes habían adoptado no se limitaban a Alemania. En esa época, observó Hayek en Inglaterra, “Hay pocos rasgos propios [del totalitarismo] que no se hayan aconsejado imitar por alguien.”

Acerca de la naturaleza humana, Hayek observó que no estamos dispuestos a mirar nuestros problemas como son, en vez de como los fraguamos mentalmente. “Cuando el curso de la civilización toma un giro insospechado, cuando, en lugar del progreso continuo que esperábamos, nos vemos amenazados por males que asociábamos con las pasadas edades de barbarie, culpamos, naturalmente, a cualquiera menos a nosotros mismos.”

Con las políticas del Covid, la civilización ha ido más lejos por el camino de servidumbre. Queremos creer que podemos conquistar el Covid y regresar a la normalidad. Pónganse vivos. Los políticos explotan nuestra ignorancia económica y nuestro deseo de encontrar chivos expiatorios. Considere este ejemplo relativamente mundano: recientemente dijo la Comisión Federal de Comercio (FTC por sus siglas en inglés) que “les está ordenando a Walmart, Amazon, Kroger, y oros grandes mayoristas y suplidores, incluyendo Procter & Gamble, Tyson Foods, y Kraft Heinz Co. ‘que entreguen información que ayude a estudiar las causas de estantes vacíos y precios por los cielos.’” La FTC quiere ver si están operando “prácticas anticompetitivas.” Cualquiera con apenas un conocimiento superficial de economía o que posea una memoria pre Covid, se burlaría ante la idea de que prácticas anticompetitivas están causando los estantes vacíos.

Hayek indica cómo nos engañamos a nosotros mismos con la falacia de las buenas intenciones. Viendo nuestras acciones, pensamos, “¿No hemos trabajado todos de acuerdo con nuestras mejores luces y no han trabajado incesantemente muchas de nuestras finas inteligencias para hacer de éste un mundo mejor? ¿No se han dirigido todos nuestros esfuerzos y esperanzas hacia una mayor libertad, justicia y prosperidad?”

Creyendo que nuestras intenciones son buenas, concluimos que los malos resultados deben significar que somos víctimas. En palabras de Hayek, “Si el resultado es tan diferente de nuestros propósitos, si en lugar de disfrutar de libertad y prosperidad nos enfrentamos con esclavitud y miseria, ¿no es evidente que unas fuerzas siniestras deben haber frustrado nuestras intenciones, que somos las víctimas de alguna potencia maligna, la cual ha de ser vencida antes de reanudar el camino hacia cosas mejores?”

En una crisis abundan las cosas mágicas. Escribe Hayek, “Estamos dispuestos a aceptar cualquier explicación de la presente crisis de nuestra civilización, excepto una: que el actual estado del mundo pueda proceder de nuestro propio error y que el intento de alcanzar algunos de nuestros más caros ideales haya, al parecer, producido resultados que difieren por completo de los esperados.” En resumen, como se relata en la famosa caricatura de Pogo. “Hemos visto al enemigo y él es nosotros.”

LA CREENCIA META FALSA

El Capítulo 1 de Camino de Servidumbre explica la idea meta equivocada. Ya no más compartimos una creencia en esta verdad sencilla:
“Siempre que las barreras al libre ejercicio de la ingenuidad humana fueron removidas, el hombre rápidamente llegó a ser capaz de satisfacer rangos siempre crecientes de deseos.”

En vez de apreciar y preservar “los principios” que remueven barreras al florecimiento humano, estos principios llegan a “considerarse más como obstáculos, que urgía suprimir.” Hayek afirma con claridad que el “principio fundamental” para el ordenamiento de los asuntos humanos es “hacer uso tanto como sea posible de las fuerzas espontáneas de la sociedad, y acudir tan poco como sea posible a la coerción.” El progreso humano en una “variedad infinita de aplicaciones” se deduce de este principio.

Actualmente, pocos comprenden y valoran este principio. Tenemos temor a lo desconocido, y tiranos explotan nuestros temores:

“De acuerdo con las opiniones ahora dominantes, la cuestión no consiste ya en averiguar cuál puede ser el mejor uso de las fuerzas espontáneas que se encuentran en una sociedad libre. Hemos acometido, efectivamente, la eliminación de las fuerzas que producen resultados imprevistos y la sustitución del mecanismo impersonal y anónimo del mercado por una dirección colectiva y ‘consciente’ de todas las fuerzas sociales hacia metas deliberadamente elegidas.”

Es fácil aplicar Hayek a la política acerca del Covid. Tiranos burócratas, respaldados por sus Grandes Tecnológicas encargadas de que se cumplan, suprimen las fuerzas espontáneas que generan tratamientos efectivos en favor del instrumento burdo de que un solo tipo sirve para todo. ¿Quién habría pensado, por ejemplo, que la medicina antidepresiva fluvoxamina puede prevenir que el Covid progrese hacia una etapa severa? A pesar de la censura, el ridículo, y la supresión, investigadores médicos heroicos continúan desarrollando protocolos de tratamiento. Quienes buscan tratamiento enfrentan barreras para hallar y recibir el tratamiento.

REDEFINIENDO LIBERTAD

¿Qué piensa usted que significa libertad? Puede sorprenderle aprender que usted no comparte un entendimiento común con familia, amigos, su profesor, o los medios. Hayek aclara acerca de dos tipos de “libertad” ̶ libertad de coerción y libertad de necesidades.

El liberalismo clásico está anclado en el principio de libertad de coerción. Escribe Hayek, “Para los grandes apóstoles de la libertad política la palabra había significado libertad frente a la coerción, libertad frente al poder arbitrario de otros hombres, supresión de los lazos que impiden al individuo toda elección y le obligan a obedecer las órdenes de un superior a quien está sujeto.”

Libertad de necesidades significa algo muy diferente. Recuerde que Hayek estaba escribiendo Camino de Servidumbre hace más de 70 años. Ya la palabra libertad estaba siendo redefinida cuando los socialistas prometieron una “nueva libertad.”

“La nueva libertad prometida era, en cambio, libertad frente a la indigencia, supresión del apremio de las circunstancias, que, inevitablemente, nos limitan a todos el campo de elección, aunque a algunos mucho más que a otros. Antes de que el hombre pudiera ser verdaderamente libre había que destruir ‘el despotismo de la indigencia física,’ había que abolir las ‘trabas del sistema económico.’”

El liberalismo que Hayek defendió está siendo destruido, como lo hizo ver Paul Kingsnorth, siendo construido, en su lugar, un “híbrido estatal-corporativo tecnocrático; una sociedad de crédito social al estilo de China, centralizada, controlada, impulsada por algoritmos, enfáticamente antinatural y no libre.”

Llámelo fascismo, llámelo comunismo, las cadenas de diferentes sabores del totalitarismo difieren ligeramente, pero sus características esenciales son las mismas.

Hayek es claro, creer en la idea de que esos dos tipos de “libertad” -libertad de coerción y libertad de necesidades- pueden combinarse es ilusoria.

Cuando pensamos acerca de socialismo, podemos pensar en una búsqueda saludable de mayor igualdad. Cuando pensamos en los excesos del totalitarismo, pensamos en los millones muertos de hambre en la Ucrania de Stalin o en la Corea del Norte de hoy. Pensamos acerca de los campos de concentración del nazismo o los campos de muerte de Camboya. Todos los genocidios son alimentados cuando se acepta la idea de que los individuos no tienen un derecho inherente a ser libres de coerción. Los principios, no las buenas intenciones, son la única salvaguarda de la libertad.

NO HAY UN BIEN COMÚN

Explica Hayek que, “Las diversas clases de colectivismo: comunismo, fascismo, etc., difieren entre sí por la naturaleza del objetivo hacia el cual desean dirigir los esfuerzos de la sociedad.” Sin embargo, es aquí en donde todos esos sistemas son iguales, “todas las clases difieren del liberalismo y el individualismo en que aspiran a organizar la sociedad entera y todos sus recursos para esta finalidad unitaria, y porque se niegan a reconocer las esferas autónomas dentro de las cuales son supremos los fines del individuo.”

El engaño de los colectivistas es que sus planes coercitivos beneficiarán a todos. Hayek indica que hasta gente bien intencionada pregunta, “Si fuera necesario lograr fines importantes,” ¿por qué no debería el sistema “ser manejado por gente decente para bien de la comunidad como un todo?”

En uno de sus pasajes más famosos, Hayek explica sucintamente por qué no existe tal cosa como el bien común, encima de:

“El ‘objetivo social’ o el ‘designio común,’ para el que ha de organizarse la sociedad, se describe frecuentemente de un modo vago, como el ‘bien común,’ o el ‘bienestar general,’ o el ‘interés general.’ No se necesita mucha reflexión para comprender que estas expresiones carecen de un significado suficientemente definido para determinar una vía de acción cierta. El bienestar y la felicidad de millones de gentes no pueden medirse con una sola escala de menos y más. El bienestar de un pueblo, como la felicidad de un hombre, depende de una multitud de cosas que pueden lograrse por una infinita variedad de combinaciones. No puede expresarse adecuadamente en una finalidad singular, sino tan sólo en una jerarquía de fines, en una amplia escala de valores en la que cada necesidad de cada persona tiene su sitio. Dirigir todas nuestras actividades de acuerdo con un solo plan, supone que a cada una de nuestras necesidades se le dé su lugar en una ordenación de valores que ha de ser lo bastante completa para permitir la decisión entre todas las diferentes vías que el planificador tiene para elegir. Supone, en resumen, la existencia de un completo código ético en el que todos los diferentes valores humanos han recibido el sitio debido.” [énfasis agregado]

Los políticos invocan el bien común para ocultar que no tienen justificación para imponer sus valores sobre terceros; su engaño es efectivo. Gente bien intencionada adopta la creencia de que sólo una persona mala se opondrá al bien común. Para darle un ejemplo sencillo, el alcalde o gobernador que insiste en que el nuevo estadio de beisbol sea financiado por todos los contribuyentes, está ocultando que los dueños del equipo, los hoteles cerca del estadio, y algunos aficionados, se benefician a expensas de otros quienes pagan impuestos, pero no tienen interés en el beisbol.

Murray Gunn, un analista de tasas de interés recientemente escribió acerca del mercado de bonos chatarra: “La Fed ha usado su esquema de falsificación montaría tan efectivamente como para garantizar corporaciones endeudadas que, en circunstancias normales, habrían quebrado.”
Como todas las intervenciones de la Fed, quienes beben primero del tazón del ponche quedan bien saciados, y el resto de nosotros pagará por la limpieza.

Se nos dice que estamos juntos en esta lucha contra el Covid. La censura de los Grandes Medios demanda que neguemos daño por vacunas, por tanto, sesgando la toma de decisiones. El profesor de medicina Vinay Prasad advierte de daño catastrófico con los programas de vacunación dirigido a jóvenes. Recientemente, un profesor me dijo que él nunca ha experimentado tantos estudiantes con problems de salud mental y estudiantes que sufren de ideas suicidas. Y, ahora, la administración Biden está, irresponsablemente, recomendando unirse a China, Cuba, Argentina y Venezuela como los únicos países del mundo que administran vacunas para el Covid a niños de menos de 5 años.

Tomar en cuenta costos y beneficios subjetivos de las vacunas no significa que usted niegue la amenaza del Covid. Usted bien podría beneficiarse con su decisión personal de recibir la vacuna, pero los datos son claros: Dado que usted todavía puede transmitir el Covid, su decisión no provee beneficios a otros. En resumen, no existe tal cosa como un bien común que se logra con cuarentenas y órdenes. Empleos perdidos, vidas perdidas por el suicidio, vidas que se pierden debido a daños por vacunas, temas crecientes de salud mental, y vidas salvadas no pueden ser evaluadas en “una escala única de menos y más.”

En resumen, como escribe el profesor de psiquiatría Dr. Aaron Kheriaty, “Los ciudadanos ya no son más vistos como personas con una dignidad inherente, sino como elementos fungibles de una ‘masa’ no diferenciada a ser definida por expertos de la salud y seguridad supuestamente benevolentes.”

Considere qué tan orgulloso está el presidente Biden de su hijo Hunter. Cuando Hunter estaba fumando crack e intercambiando el nombre de su familia a cambio de millones de dólares provenientes de entidades extranjeras, millones de estadounidenses estaban edificando carreras de verdad y criando sus familias. Indudablemente, Hunter tendrá todos refuerzos que los CDC recomiendan a la vez que el presidente rebaja, demoniza, e impone órdenes que privan a otros de sus formas de vida. Muchos de nosotros no compartimos los valores del presidente Biden. Yo le niego al presidente el poder para imponer sus valores sobre terceros.

No existe un “código ético” que todos compartamos, sin embargo, políticos y burócratas usan el poder coercitivo del gobierno para obligar que sus planes se cumplen.

En la segunda parte de este ensayo, exploro cómo abrazar el más bajo denominador común nos lleva profundamente al camino a la servidumbre. Entre tanto, recordemos que Hayek escribió Camino de Servidumbre para advertirnos que el descenso hacia el totalitarismo puede suceder en cualquier lado.

Antes que ideas destructivas que conducen al totalitarismo puedan lograr una aceptación generalizada, los tiranos deben unir a la población alrededor de un enemigo frecuente de nosotros versus ellos. Usted hoy puede plantarse contra esta táctica. En el transcurso de su día, luche por ver a la humanidad en común de todos. Con libertad, todo mundo es un amigo potencial. Hoy, no convierta a ningún amigo en enemigo.

Barry Brownstein es profesor emérito de economía y liderazgo en la Universidad de Baltimore. Es autor de The Inner-Work of Leadership, y sus ensayos han aparecido en publicaciones tales como las de la Fundación para la Educación Económica e Intellectual Takeout.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.