En todas partes se cuecen habas… el proteccionismo azucarero es tan nefasto en Estados Unidos como lo es aquí y en muchas otras naciones. ¡No al proteccionismo! ¡Sí al bienestar del consumidor -razón de ser de la economía- por medio de la competencia!

EL PROTECCIONISMO DEL AZÚCAR “GRATIS” NO ES TAN DULCE COMO PARECE

Por Gary M. Galles
American Institute for Economic Research
10 de diciembre del 2021

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es gary m. galles american institute for economic research protectionism, December 10, 2021. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Recientemente, el departamento de Justicia de Estados Unidos presentó una demanda para detener una fusión de dos empresas del azúcar, para ayudar a preservar la competencia en la industria. Dado que el principal interés del consumidor en la competencia es la producción de mayores volúmenes y menores precios, la lógica establecida por el gobierno es inconsistente con el daño que, su política por mucho tiempo sostenida acerca del azúcar, ha impuesto sobre productores y consumidores.

Desde la Ley del Azúcar de 1937, los productores domésticos de azúcar se han beneficiado de los controles de la producción y límites estrictos a la importación, al crear un cartel puesto en práctica por el gobierno, que substancialmente elevó los precios a usuarios estadounidenses.
Como reportaron Alden Abbott y Andrew Mercado, el azúcar, que hoy cuesta 19 centavos de dólar la libra fuera de Estados Unidos, cuesta 37 centavos la libra, con el diferencial algunas veces excediendo un factor de tres.

Como con todos los beneficiarios del proteccionismo, los cabilderos del azúcar usan todas las formas de argumentos falsos para defenderlo (aptamente caracterizados por William Graham Sumner como “A quiere protección; esto es, quiere el dinero de B… A finamente habla con sentimiento y metafísica, y, al fin y al cabo, todo lo que hay en eso es que quiere la plata de B”). Pero, uno es particularmente notorio por su ilógica descarada.

El alegato es que eso no les cuesta nada a los estadounidenses, pues el programa del azúcar no recibe un subsidio del presupuesto federal En cierto sentido altamente conducente al error, tal alegato es cierto. Los productores de azúcar son tasados para que paguen los costos de administrar el programa de cuotas, así que no impone costos impositivos directos sobre otros. Pero, afirmar que eso hace que el programa sea gratuito, debería hacer sonar la alarma a todo el mundo de que “No existe tal cosa como un almuerzo gratis.”

Como con otras restricciones regulatorias cuyos costos de administración se financian con tasas sobre aquellos regulados, la afirmación de que el programa del azúcar es “gratis” ignora los costos incrementados que imponen sobre consumidores los precios del azúcar inflados, lo que eclipsa cualesquiera costos de administración. La magnitud de los costos incrementados del azúcar la indica el número de productores de dulces, incluyendo fabricantes de los Life Savers, Red Hots y Jaw Breakers, quienes han sacado su producción de Estados Unidos para evitar lo que equivale a un pronunciado impuesto doméstico al azúcar, cuyas recaudaciones son trasladadas hacia productores domésticos del azúcar en forma de precios más altos.

De hecho, afirmar que el programa del azúcar es gratis no es distinto de alegar que sería gratuito permitir que productores domésticos del azúcar financien la contratación de corsarios, para que bloqueen nuestros puertos contra barcos que trasladan azúcar a Estados Unidos. Ambos restringen los suministros disponibles, elevan los precios del azúcar, beneficiado a productores domésticos. Como lo hizo ver Henry George hace mucho tiempo, esas políticas proteccionistas “son tanto un uso de la fuerza como lo son escuadrones de bloqueos, y su objetivo es el mismo, impedir el comercio. La diferencia entre los dos es que, mientras los escuadrones de bloqueo son medios por los que naciones buscan impedir que sus enemigos comercien; [el proteccionismo] impide que su propio pueblo comercie. Lo que el proteccionismo nos enseña es que en tiempos de paz nos causa lo que enemigos buscan hacernos en tiempos de guerra.”

El programa de azúcar “gratis” no es el negocio dulce como se nos vende, no es diferente de alegatos de la administración Biden de que los planes de gasto de millones de millones de dólares son gratis, pues alguien llamado “no usted” será obligado a pagar por ello. Es, en términos más simples, una conspiración entre productores y el gobierno de Estados Unidos, para estafar a consumidores estadounidenses al retirar opciones mejores, disfrazadas de un aluvión de malas representaciones retóricas y respaldadas por contribuciones políticas de larga data del gran dinero.

El proteccionismo estadounidense al azúcar nunca ha sido algo diferente de un grupo de interés concentrado -los productores de azúcar (además de las industrias del maíz y de derivados, pues los precios más altos del azúcar elevan la demanda de sirope de maíz)- quienes usan el poder del gobierno para mantener alejados a productores extranjeros de menor costo y estafar a consumidores estadounidenses en su nombre. Es un arreglo dulce para ellos tan sólo porque es un arreglo amargo para el resto de nosotros.

Hace mucho que pasó el tiempo para que estadounidenses pensaran lo suficiente para ver a través de cortinas de humo endebles del grupo de cabildeo azucarero, y demandar una terminación de ese programa ineficiente, inequitativo y regresivo, que eleva los precios del azúcar en un ámbito extenso. Necesitamos reconocer que esas restricciones son indefendibles, altamente pesadas sobre nuestra libertad para escoger que los asociaremos con vías productivas, sin restricciones impuestas artificialmente. Luego, deberíamos voltear la vista hacia muchas otras políticas proteccionistas usadas para recompensar a otros grupos de interés poderosos, a costas de nosotros.

El Dr. Gary M. Galles es profesor de Economía en la Universidad Pepperdine. Su investigación se enfoca en las finanzas públicas, la elección pública, la teoría de la firma, la organización industrial y el papel de la libertad, incluyendo las ideas de muchos liberales clásicos y de fundadores de los Estados Unidos. Sus libros incluyen Pathways to Policy Failure, Faulty Premises, Faulty Policies, Apostle of Peace, y Lines of Liberty.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.