Son los mismos que insisten en llamar fascista al liberalismo clásico, el gran perseguido durante el episodio fascista europeo.

NO SE PUEDEN NEGAR LAS RAÍCES SOCIALISTAS DEL FASCISMO

Por Emmanuel Rincón
Fundación para la Educación Económica
Sábado 27 de noviembre del 2021

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El fascismo es una forma de socialismo. Como tal, no se involucra en una lucha entre izquierda y derecha, sino entre diferentes ideologías izquierdistas.

En las últimas décadas, ha habido una profunda discusión acerca de las raíces ideológicas del fascismo, y, ante todo, un enorme malentendido acerca de los principios colectivistas que promulgó este movimiento autoritario. Para entender mejor esta ideología, es necesario conocer a profundidad la vida, creencias, y principios, tanto de sus lideres políticos (como Benito Mussolini), como de sus líderes filosóficos (como Giovanni Gentile).

Mussolini era un militar, periodista, y político italiano quien fue miembro del Partido Socialista Italiano durante 14 años. En 1910, fue nombrado editor del semanario La Lotta di Classe (La Lucha de Clases), y el año siguiente publicó un ensayo titulado “El Trentino visto por un Socialista”. Su activismo periodístico y político le condujo a prisión, pero, poco después de ser liberado, el Partido Socialista Italiano -creciendo fuertemente y habiendo logrado una importante victoria en la Congreso de Reggio Emilia- le puso a cargo del periódico de Milán ¡Avanti!

Este intenso activismo político fue seguido por la Primera Guerra Mundial, que marcó un punto de inflexión en la vida de Mussolini. Al inicio, el líder del Partido Socialista era parte de un movimiento anti intervencionista, que se oponía a la participación de Italia en la Primera Guerra Mundial. Sin embargo, luego se unió al grupo intervencionista, lo que le ganó la expulsión del Partido Socialista.

Mussolini participó en la guerra y continuó tomando ventaja de la insatisfacción del pueblo italiano, ante los pocos beneficios logrados con el Tratado de Versalles. Después, culpó de ello a sus anteriores camaradas del Partido Socialista, y es ahí cuando comenzó la formación del Fasci Italiani di Combattimento, que luego se convertiría en el Partido Fascista Italiano.

Basado fuertemente en los sentimientos nacionalistas que florecieron como resultado del combate, Mussolini llegó al poder de la mano de la violencia, luchando contra los socialistas tradicionales y escudándose en el famoso escuadrón de las camisas negras. No fue sino hasta ese momento cuando la ideología compleja del fascismo empezaría a tomar forma.

¿QUIÉN ES EL PADRE IDEOLÓGICO DEL FASCISMO?

Prácticamente todo mundo sabe que Karl Marx es el padre ideológico del comunismo y el socialismo y que Adam Smith es el padre del capitalismo y el liberalismo económico. ¿Sabe usted, en contraste, quién fue la mente detrás del fascismo? Es muy posible que no lo sepa y le puedo decir por adelantado que el filósofo detrás del fascismo era también un socialista declarado.

Giovanni Gentile, un filósofo neo-Hegeliano, fue el autor intelectual de la “doctrina del fascismo,” la que escribió junto con Benito Mussolini. Las fuentes de inspiración de Gentile fueron pensadores tales como Hegel, Nietzche, y, también, Karl Marx.

Gentile llegó tan lejos como declarar que el “Fascismo es una forma de socialismo, de hecho, es su forma más viable.” Una de las reflexiones más frecuentes en esto es que el fascismo es, en sí mismo, socialismo basado en una identidad nacional.

Gentile creía que toda acción privada debería ser orientada al servicio de la sociedad. Estaba contra el individualismo, para él no había distinción entre el interés público y el privado. En sus postulados económicos, defendió al corporativismo estatal obligatorio, queriendo imponer un estado autárquico (básicamente la misma receta que años después usaría Hitler).

Un aspecto básico de la lógica de Gentile es que la democracia liberal era dañina, pues se enfocaba en el individuo, lo cual conducía al egoísmo. Él defendió la “verdadera democracia” en la que el individuo debería estar subordinado al Estado. En tal sentido, promovió las economías planificadas en que el gobierno era el que determinaba qué, cuánto y cómo producir.

Gentile y otro grupo de filósofos crearon el mito del nacionalismo socialista, por el cual un país bien dirigido por un grupo superior podría subsistir sin comercio internacional, en el tanto en que los individuos se sometieran a los designios del gobierno. El objetivo era crear un estado corporativo. Debe recordarse que Mussolini llegó del Partido Socialista Italiano tradicional, pero, debido a la ruptura con este movimiento marxista tradicional, y debido a fuertes sentimientos nacionalistas que prevalecían en esa época, las bases para crear el nuevo “socialismo nacionalista,” que ellos llamaron fascismo, dieron vuelta.

El fascismo nacionalizó la industria de las armas, sin embargo, a diferencia del socialismo tradicional, no consideró que el estado debería ser dueño de todos los medios de producción, sino que, más que eso, debería dominarlos. Los dueños de las industrias podían “conservar” sus negocios en el tanto sirvieran a las órdenes del estado. Estos propietarios de empresas eran supervisados por funcionarios públicos y pagaban altos impuestos. En esencia, la “propiedad privada” ya no era más una cosa. También, estableció el impuesto al capital, la confiscación de bienes de las congregaciones religiosas y la abolición de las rentas del episcopado. El estatismo era la clave para todo; gracias al discurso nacionalista y colectivista, todos los esfuerzos de los ciudadanos tenían que ser a favor del Estado.

EL FASCISMO: LA ANTÍTESIS DEL LIBERALISMO Y DEL CAPITALISMO

El fascismo clamó oponerse al capitalismo liberal, pero, también, al socialismo internacional, de ahí el concepto de una “tercera vía,” la misma posición que sería mantenida por el peronismo argentino años después. Esta oposición al socialismo y al comunismo internacional es precisamente lo que ha causado tanta confusión en la ubicación ideológica del fascismo, del nazismo y, también del peronismo. Habiéndose opuesto al internacionalismo tradicional de la izquierda marxista, fueron atribuidos a los movimientos actuales de la ultra derecha, cuando la verdad es que, como se ha demostrado, las políticas económicas centralizadas obedecían a principios colectivistas y socialistas, abiertamente opuestos al capitalismo y al libre mercado, favoreciendo el nacionalismo y la autarquía.

En ese sentido, como lo estableció el filósofo creador de la ideología fascista, Giovanni Gentile, el fascismo es otra forma de socialismo, ergo, no fue una batalla de izquierda contra derecha, sino una lucha entre diferentes ideologías del ala izquierda, una internacionalista y una nacionalista.

En efecto, en 1943, Benito Mussolini promovió la “socialización de la economía,” también conocida como la socialización fascista; para este proceso, Mussolini buscó el consejo del fundador del Partido Comunista de Italia, Nicola Bombacci; el comunista fue el principal autor intelectual del “Manifiesto de Verona,” la declaración histórica por la cual el fascismo promovió su proceso de “socialización” económica para profundizar el anticapitalismo y la autarquía, que en Italia llegó a conocerse como la “República Social Italiana.”

El 22 de abril de 1945, en Milán, el líder fascista declararía lo siguiente [Nota del traductor: Traté de verificar la fuente de esa declaración, pero no pude lograrlo]:

“Nuestros programas son definitivamente iguales a nuestras ideas revolucionarias y pertenecen a lo que en un régimen democrático se llama la “izquierda;” nuestras instituciones son un resultado directo de nuestros programas y nuestro ideal es el Estado del Trabajo. En este caso no puede haber duda: somos la clase trabajadora en una lucha de vida y muerte contra el capitalismo. Somos los revolucionarios en busca de un nuevo orden. Si esto es así, es un absurdo invocar la ayuda de parte de la burguesía agitando el peligro rojo. El verdadero espantajo, el peligro verdadero, la amenaza contra la que luchamos incansablemente, viene de la derecha. Del todo no va en nuestros intereses hacer que la burguesía capitalista sea una aliada contra la amenaza del peligro rojo, incluso, en el mejor de los casos, sería un aliado infiel, que está tratando de hacernos servir a sus fines, como en más de una ocasión lo ha hecho con algún éxito. Me ahorraré palabras al ser totalmente superfluas. En efecto, es dañino, pues hace que confundamos los tipos de revolucionarios genuinos de cualquier color, con el hombre reaccionario que algunas veces usa nuestro propio lenguaje.”

Seis días después de estas declaraciones, Benito Mussolini sería capturado y fusilado.

Este artículo fue reimpreso con el permiso de El American.

Emmanuel Rincón es abogado, escritor, novelista y ensayista. Ha ganado varios premios literarios internacionales. Es editor de El American.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.