Debemos apreciar la interdependencia nuestra en todos los demás. Cuando buscamos nuestros propios objetivos en la vida, sin que dañemos a otros, contribuimos de manera natural a beneficiar a otros, así todos podemos construir con base en el acervo creado por toda la humanidad. Y eso debemos agradecerlo.

CÓMO HAYEK PUEDE TRANSFORMAR NUESTRA INGRATITUD EN GRATITUD

Por Barry Brownstein
American Institute for Economic Research
25 de noviembre del 2021

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es barry brownstein american institute for economic research gratitude, November 25, 2021. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

“Algunos estadounidenses,” escribió Thomas Sowell, “nunca apreciarán a los Estados Unidos, sino después que ellos hayan ayudado a destruirlo, y, entonces, hayan empezado a sufrir las consecuencias.”

“La ingratitud,” hacer ver el profesor de psicología Robert Emmons, en su libro Thanks: How Practicing Gratitude Can Make You Happier [¡Gracias!: De cómo la gratitud puede hacerte feliz], “conduce inevitablemente a un sentido propio de limitación, restricción y ‘encogimiento.’ Emociones como furia, resentimiento, envidia y amargura tienden a subvertir las relaciones sociales.” ¿Está la furia epidémica que observamos, incluso antes del Covid, ligada a la ingratitud?

Un pensamiento ingrato puede parecer justificado dado lo que un pensador percibe como realidad. Sin un contexto histórico e instrucción en economía, una persona puede verse atrapada en una tormenta de pensamiento mal informada, a la vez que está seguro de entender al mundo clara y objetivamente.

En su libro The Knowledge Illusion, los científicos del conocimiento Steven Sloman y Philip Fernbach hicieron ver que “En general, nosotros no apreciamos qué tan poco conocemos; el pedazo más pequeño de conocimiento hace que nos sintamos como expertos. Una vez que nos sentimos como un experto empezamos a hablar como un experto.”

Si su colega o vecino progresista le irrita con una pista de conversación de la Radio Nacional Pública, el New York Times, o CNN, aprenda de él. No se sienta obligado a adoptar sus puntos de vista, sino observe que opiniones enlatadas de cualquier tipo son rara vez persuasivas.
Recitar contenidos vacíos es igual de inefectivo.

Para sustentar más firmemente su pensamiento en economía, leer a Hayek le ayudará. Lo admito, al menos al inicio, Hayek puede ser difícil de leer. Al perseverar en entender el significado de Hayek, usted demuestra un compromiso con ser un campeón de la libertad. La ingratitud que usted guarda, en su pensamiento, puede ser remplazada por gratitud al aprender lecciones de Hayek.

LECCIÓN DE GRATITUD 1: PERMITA “DIFERENTES GUSTOS PARA PERSONAS DIFERENTES” PARA IMPULSAR TU MUNDO

“The Use of Knowledge in Society”
[“El Uso del Conocimiento en la Sociedad”] es, posiblemente, el artículo más importante escrito en una revista especializada por un científico social en el siglo XX. La idea de Hayek era engañosamente simple: “El problema económico… es el problema de la utilización de un conocimiento que no le es dado a nadie en su totalidad.” Puesto de otra forma, el conocimiento está disperso:
“el conocimiento de las circunstancias del que tenemos que hacer uso nunca se da de una forma concentrada o integrada, sino sólo como fragmentos dispersos de un conocimiento incompleto y con frecuencia conocimiento contradictorio que todos los individuos poseen por separado.”

Los planificadores gubernamentales cierran los ojos ante la idea de Hayek. No son sólo planificadores fervientes quienes se resisten a la idea de Hayek. Cualquiera que desee descansar en “expertos” para hacer del mundo un lugar mejor, luchará con las ideas de Hayek, a la vez que contenciosamente debate a cuáles “expertos” seguir.

Algunos están seguros de que, si sólo todo el mundo hizo lo que ellos o sus “expertos” favoritos pensaron era lo correcto, el mundo sería un sitio mejor. Hayek nos muestra que la vida que tomamos como un hecho, no sería posible si todos siguieran los dictados de los expertos. Hayek escribe en “El Orden de Mercado o Catalaxia,” contenido en Law, Legislation and Liberty, Volumen 2 [Derecho, Legislación y Libertad, Volumen 2] “La mayor parte del conocimiento sobre el cual descansamos en busca de nuestros fines, es el producto resultante no previsto de otros explorando el mundo en diferentes direcciones de aquellas que nosotros perseguimos.” En verdad, es bueno que otros “sean impulsados por objetivos diferentes.” El concomimiento se genera cuando personas diferentes persiguen propósitos diferentes. El conocimiento del que hacemos uso “nunca habría estado disponible para nosotros, si tan sólo fueran perseguidos aquellos fines que consideramos deseables.”

Tal como cantaron Sly and the Family Stone en su canción Everyday People, “Algunas veces estoy en lo correcto y puedo equivocarme… diferentes gustos para personas diferentes.” Asumir la posición absurda de que cualquiera conoce cómo otros deberían usar su energía, hace que sea imposible el avance de la sociedad. Cuando planificadores obligan a otros a operar a lo largo de un conjunto estrecho de fines, se oprime la tasa de descubrimiento. En palabras de Hayek, “Las fuerzas del progreso intelectual serían mucho más confinadas.”

El mundo moderno se construye basado en la especialización e interdependencia; cada persona hace lo que hace mejor y descansa en los esfuerzos de otros. La mayoría de nosotros perecería sin los esfuerzos de otros. El psicólogo David Reynolds ha escrito extensamente acerca de la gratitud. En A Handbook for Constructive Living, afirma que,

“Estoy usando las ropas que otros hicieron para mí, comiendo la comida que otros produjeron y prepararon para mí, usando herramientas que otros diseñaron y fabricaron y me enseñar cómo usar, hablando palabras que otros definieron y explicaron. Y la lista sigue y sigue. Cualquier verbo que puedo imaginarme -dormir, jugar tenis, manejar, leer, mirar, bañarme- puede ser seguido de una frase que atribuye la acción a algún papel de apoyo de otros. No hay nada que yo haga que se debe tan sólo gracias a mis propios esfuerzos.”

LECCIÓN DE GRATITUD 2: USTED NO PUEDE CONTROLAR LO QUE USTED NUNCA COMPRENDE

Los seres humanos buscan orden en sus vidas. No obstante, un sentimiento de caos entra de puntillas cuando crecen en complejidad los problemas sociales y organizacionales que enfrentamos. ¿Requiere esta complejidad que nosotros ejerzamos más control o menor? La respuesta de Hayek a esta pregunta puede, inicialmente, parecer contraintuitiva.

Hayek expresa que, cuando vemos el orden, “La primera respuesta a nuestros hábitos de pensamiento antropomórfico casi inevitablemente nos conducen a que eso se debe al diseño de alguna mente pensante.”

En “Cosmos y Taxis,” contenido en Law Legislation and Liberty, Volume 1 [Derecho, Legislación y Libertad, Volumen 1], Hayek trae a la luz dos tipos de orden. Un cosmos es un orden desarrollado, un “orden que se autogenera o es endógeno… descrito como un orden espontáneo” y no tiene un propósito específico. Un taxis es un orden hecho, exógeno, construido, artificial y usualmente tiene un propósito establecido.

Es útil entender que Hayek no está diciendo que un taxis sea una cosa mala. Después de todo, una organización es un taxis; es un orden construido para un propósito específico. Dado que algunos creen que el orden no puede ser espontáneo y debe provenir del control, para ellos concebir un orden espontáneo es difícil. Sin embargo, abrir sus ojos al concepto de cosmos conduce a cambios impactantes en cómo vemos los mercados e incluso la administración de los negocios. Empezamos a entender una conclusión en apariencia paradójica: Entre más control ejercemos, menos orden experimentamos.

Dee Hock, el legendario fundador de Visa y por mucho tiempo su Gerente General, nos dice que reglas sencillas conducen a órdenes complejos, mientras que reglas complejas conducen a órdenes sencillos. Escribe Hock: “Un propósito y principios sencillos y claros dan lugar a comportamiento complejo, inteligente. Las reglas y regulaciones complejas dan lugar a comportamiento complejo, estúpido.” Por supuesto, no hay aquí una regla que sirva para todo: los individuos y organizaciones deben llevar a cabo un proceso de descubrimiento para cambiar los viejos hábitos de la mente.

Para comprender los límites de los hábitos de pensamiento orientado hacia el control, veamos algunas características de los órdenes espontáneos. Hayek escribió:

“(El) grado de complejidad [del orden espontaneo] no se limita a lo que la mente humana puede dominar; (su) existencia no necesita manifestarse por sí sola a nuestros sentidos, pero puede estar basada en relaciones puramente abstractas que sólo podemos reconstruir mentalmente; y, al no haber sido construido, no se puede decir legítimamente que tiene un propósito particular, aunque nuestra consciencia de su existencia puede ser extremamente importante, para nuestra persecución exitosa de una gran variedad de propósitos diferentes.”

La primera característica de un orden espontáneo que da el mayor problema es: Nuestras mentes no pueden manejar la complejidad del orden espontáneo.

Mucha gente tiene dificultad para entender la naturaleza espontánea de los mercados. Hayek señaló que los críticos “lanzan un ridículo incomprensible sobre la expresión de Adam Smith de la ‘mano invisible’ por la cual, en el lenguaje de su época, él describe cómo el hombre es dirigido a ‘promover un objetivo que no era parte de sus intenciones.’”

Hayek explica cómo los órdenes espontáneos usan el conocimiento disperso “sin que ese conocimiento jamás esté concentrado en una mente única, o sea sujeto de esos procesos de coordinación y adaptación deliberada que una mente desempeña.”

Al surgir la necesidad de controlar, podemos alejarnos; el mundo no depende de nuestro conocimiento limitado. Y, aunque va más allá del alcance de este ensayo, podemos aplicar a Hayek en nuestras vidas cotidianas. Todos tenemos un planificador central interior; entender a Hayek nos ayuda a reducir la parte destructiva de nuestro ego. Entre más trate usted de controlar su vida, entre más capacidad mental se ocupa en tratar de hacer lo imposible, más reduce usted la calidad de su vida.

No hay persona alguna que siquiera puede controlar su propio pensamiento; pensamientos no invitados fluyen constantemente a través de nuestras mentes. Es risible creer que alguien debería controlar los mercados.

En su libro clásico de arquitectura, The Timeless Way of Building [El modo atemporal de construir], Christopher Alexander escribe que,
“Cuando un lugar no tiene vida o es irreal, casi siempre hay una mente maestra detrás de ello. Está tan lleno de la voluntad de su hacedor, que no hay espacio para su propia naturaleza.” Alexander ofrece su consejo a esos arquitectos que tienen problemas cediendo el control y alejando su ego del diseño de un edificio: “Usted es capaz de hacer esto sólo cuando ya no más teme que nada va a suceder.”

Aunque el trabajo de Alexander se orienta a ayudar a arquitectos que diseñan edificios que tengan “la calidad sin un nombre,” sus ideas tienen aplicabilidad universal. La calidad sin un nombre, nos dice Alexander, “no puede hacerse, sino sólo ser generada, indirectamente, por las acciones ordinarias de la gente, tal como una flor no se puede hacer, sino que sólo es generada a partir de la semilla.” Continuando con su metáfora de jardinería, instruye Alexander, “Si usted quiere hacer una flor viviente, no necesita construirla físicamente, con pinzas, célula tras célula. Usted la puede hacer crecer a partir de la semilla… Ningún proceso de construcción puede vez alguna crear directamente ese tipo de complejidad.” Aplicado a los asuntos humanos, ninguna cantidad de esfuerzo puede reemplazar el potencial generador de sólo ceder el control y estar abierto a los poderes creativos liberados en los seres humanos.

Quienes fingen ser mentes maestras nunca pueden abrazar a Alexander o Hayek. En arquitectura, ellos producen edificios sin vida. Cuando las mentes maestras intentan controlar la economía, aplastan la actividad de gente ordinaria y el florecer humano.

LECCIÓN DE GRATITUD 3: APRECIE LA GRATITUD

Recibimos gratitud cuando recibimos “un favor no merecido.” Señala Reynolds, “Requiere energía y lucha ignorar cuánto recibimos y qué tan poco le devolvemos al mundo. Pero nos acostumbramos a invertir en el engaño a medida que envejecemos. Ignorar y mentir ayudan a sentirnos mejor acerca de nosotros mismos.”

Escribe Reynolds, “La gratitud es una respuesta natural a echar una mirada realista al mundo, incluso a nuestro lugar en él. No somos lo suficientemente realistas como para ganarnos a menudo los beneficios de la gratitud.”

Hayek nos conduce a que echemos una mirada realista a la economía moderna, que de otra forma tomaríamos por un hecho. Asumimos nuestro lugar en ella cuando usamos nuestros talentos e intereses para nuestros propios objetivos, que ayudan naturalmente a servir a otros.
Edificamos con base en los esfuerzos de quienes innovaron antes que nosotros. Nuestro propósito recibe apoyo porque otros son libres de perseguir sus propósitos sin interferencia de las mentes maestras. Claramente, sin los esfuerzos de otros, pasados y presentes, pereceríamos.
Sentirse agradecido es una función de nuestro estado mental. La interdependencia mutua es una verdad esencial de la vida. Entender a Hayek transforma nuestro pensamiento en una rica apreciación de cómo los individuos cooperan y producen los milagros de la economía moderna. Al abrir los ojos por mucho tiempo cerrados, nuestra ingratitud se convierte en gratitud.

Barry Brownstein es profesor emérito de economía y liderazgo en la Universidad de Baltimore. Es contribuyente sénior de Intellectual Takeout y autor de The Inner-Work of Leadership.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.