Esta es una pregunta que muchas personas, con las mejores intenciones, se han formulado, pero, en algunos círculos proteccionistas se emplea como argumento político en contra de aperturas comerciales que permitan a los consumidores adquirir más y mejores bienes y servicios.

¿DEBERÍAMOS AYUDARLES A LOS TRABAJADORES QUE PIERDEN EMPLEOS POR IMPORTACIONES?

Por Donald J. Boudreaux
American Institute for Economic Research
22 de noviembre del 2021

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es donald j. boudreaux american institute for economic research workers, November 22, 2021. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Desde que tenía 18 años de edad, Joe había trabajado en una acerería en Ohio. Pero, ahora, con él a fines de sus cuarenta, los compatriotas de Joe empiezan a comprar más acero importado y, por tanto, menos acero hecho en Estados Unidos. Este cambio en los patrones del comercio hace que Joe -un hombre bueno, que trabaja duro, juega según las reglas, y hogareño- pierda su empleo. Joe está devastado.

¿Cómo le podemos ayudar a Joe a hacer su transición hacia otro empleo o, alternativamente, que enfrente la pérdida de su empleo? Esta pregunta se hace con frecuencia. Elaborar respuestas mañosas a esta pregunta es tarea favorita de expertos en políticas. Y quienes apoyamos el libre comercio, a la vez que no gastamos el tiempo endosando (e incluso ponderando) diversas opciones, para que el gobierno les ayude a los trabajadores a ajustarse a patrones comerciales cambiantes, tenemos corazones fríos, o, al menos, somos soñadores imprácticos que quieren los beneficios del libre comercio, sin la responsabilidad de compartir los costos del libre comercio.

A pesar de lo anterior, mi corazón no es frío. Por al menos cuatro razones, una política de no dar asistencia gubernamental a trabajadores que pierden sus empleos ante importaciones, no sólo es económicamente justificada, sino que es ética.

¿QUIÉN EXACTAMENTE ES “NOSOTROS”?

Ese “nosotros,” que la mayoría de la gente tiene en mente al preguntar “¿Cómo podemos ayudarles a los trabajadores”? es el gobierno. Pero, ¿por qué suponer que alguna de esa asistencia -por ejemplo, seguro de desempleo, reentrenamiento en el empleo, ayuda a buscar trabajo, y filantropía- deba ser suplida por el estado? ¿No tienen muchos individuos la riqueza, sabiduría y medios para crear, financiar, y administrar respuestas privadas para ayudarles a trabajadores desempleados?

EL COMERCIO INTERNACIONAL NO ES ÚNICO EN “DESTRUIR” EMPLEOS ESPECÍFICOS.

Cambios en patrones comerciales que destruyen negocios y empleos específicos, no están confinados a cambios en el patrón del comercio internacional. En cualquier instante en que los consumidores cambian sus patrones de gasto -cambian sus dietas, sus preferencias de trabajo-ocio, sus preferencias en cuanto a modas (¿Cuántos compradores de sombreros hay hoy, comparados con hace 100 años?), sus preferencias de consumo-ahorro, se hacen más saludables al ejercitarse más- algunos negocios y empleos específicos son destruidos, mientras que son creados otros negocios y empleos particulares. De la misma forma, en cualquier instante en que empresarios ponen en marcha técnicas de producción que ahorran mano de obra, se destruyen algunos empleos específicos. ¿Deberíamos ayudar en la transición de los trabajadores en todos esos casos? ¿Por qué los trabajadores que pierden sus empleos ante importaciones son “privilegiados” con asistencia gubernamental, cuando esa asistencia no es otorgada a trabajadores que pierden sus empleos ante cambios en dietas de los consumidores o por innovaciones tecnológicas?

ESTIMULAR UNA CREACIÓN MÁS RÁPIDA DE EMPLEO

Discusiones acerca de ayudar a trabajadores desplazados, rara vez despliegan propuestas que facilitan la creación y expansión de empresas ̶ y, por tanto, promueven la creación de nuevos empleos. Una forma grandiosa de ayudar a trabajadores despedidos para que hagan la transición más rápidamente hacia nuevos empleos, es eliminar, o, al menos, reducir, requisitos de permisos para poder trabajar. Lo mismo con la reducción de impuestos, regulaciones y restricciones de zonificación ̶ muchas de la cuales desalientan a empresarios para que empiecen nuevas firmas y expandan las existentes. Mientras que mucha de la “transición de trabajadores” involucra que trabajadores se movilicen hacia donde están los empleos, mucho de ella involucra -y podría involucrar aún más- que empresas y empleos se movilicen hacia donde están disponibles los trabajadores. (He aquí uno de mis ejemplos favoritos del mundo real).

LOS TRABAJADORES NO SON IRRACIONALES O CORTOS DE MIRAS

Demasiadas discusiones acerca de asuntos de transición de trabajadores proceden no sólo como si los trabajadores, una vez despedidos, son mucho más pasivos de lo que es la mayoría de trabajadores en la realidad, sino, también, en primer lugar, como si los trabajadores fueran innaturalmente pasivos al tomar decisiones acerca de su empleo. Es decir, no sólo lo hace la mayoría de trabajadores, una vez despedidos, de buscar activamente nuevas oportunidades de empleo (en especial, si no tienen acceso a la caridad o al seguro de desempleo), sino que, la mayoría de trabajadores, al considerar opciones de empleo, probablemente toman en cuenta algunos riesgos estimados de pérdida del trabajo versus la paga.

Puesto diferente, demasiadas discusiones acerca de asuntos de transición de trabajadores, tratan al despido del trabajador como si esos acontecimientos llegaran como sorpresas completas para los trabajadores ̶ trabajadores que implícitamente asumieron que no anticipaban alguna probabilidad de ser despedidos.

Pero, este tratamiento de asuntos de transición de trabajadores es ingenuo. Si bien los trabajadores, siendo humanos, no son omnisapientes ni inmunes ante el error, no son pasivos, están desinformados, o son miopes o ilusos, como asume que son el tratamiento típico de estos asuntos de transición laboral. ¿Cuántos son los trabajadores que verdaderamente creen que, una vez que logran buenos empleos, sus probabilidades de ser despedidos son tan cercanas a cero, que esas probabilidades pueden ignorarse con certeza? Ciertamente no muchos. (Si usted responde “muchos,” entonces usted tiene una opinión demasiado pesimista acerca de sus congéneres.) Los trabajadores pueden ahorrar en anticipación de posibles pérdidas de empleos.

YA LOS SALARIOS COMPENSAN POR LA INSEGURIDAD LABORAL

Además de la posibilidad de ahorrar en anticipación de posibles pérdidas de empleo -esto es, para estrecheces en esos “días lluviosos” de los que hemos sido advertidos desde la niñez- hoy, la mayoría de trabajadores tiene un rango de elecciones de empleos, con esos empleos difiriendo en la perspectiva que contienen para sus poseedores de ser despedidos debido a la competencia internacional. Y, aún si no todos los trabajadores se dan cuenta que, digamos, todos los empleos en acererías es más posible que sean destruidos por el intercambio, que lo son empleos en, digamos, mantenimiento de aviones, si sólo algunos de esos trabajadores se dan cuenta de ese hecho -o lo sospechan con suficiente seriedad- la oferta de mano de obra para las acererías disminuirá, comparada con la oferta de mano de obra para el mantenimiento de aviones. Un resultado será un aumento en los salarios pagados a trabajadores del acero, en comparación con los salarios pagados a trabajadores de mantenimiento de aviones. Estos salarios más altos de trabajadores del acero los compensará por su mayor probabilidad, comparada con la de trabajadores de mantenimiento de aviones, de perder su empleo por importaciones.

En resumen, el mercado tiene un mecanismo de ajuste incorporado que, al menos en parte, compensa anticipadamente a trabajadores por tener empleos que tienen un riesgo inusualmente alto de ser destruido por importaciones. Debido a que este “diferencial compensatorio” opera en los mercados laborales, cuando el gobierno les da una asistencia especial a trabajadores que son despedidos debido a las importaciones, un resultado es que estos trabajadores terminan siendo compensados en exceso.

Pero, las consecuencias económicas llegan más allá. Esa asistencia especial en su momento atrae más trabajadores a esos empleos “con riesgo,” más de lo que, de otra forma, sería atraído hacia esos empleos. Como consecuencia, caen los salarios de aquellos empleos “en riesgo,” eliminando así los diferenciales compensatorios en los salarios de trabajadores del acero, comparados con los salarios de trabajadores de mantenimiento de aviones. El resultado es una imposición -una externalización- sobre los contribuyentes de parte del costo de poseer y operar acererías. No encuentro razón de por qué una alta posibilidad de enfrentar competencia vigorosa proveniente de importaciones, debería dar un privilegio a empresas para recibir subsidios del gobierno.

Mucha de esta discusión acerca de destrucción de empleos y transición de trabajadores descansa en el supuesto cuestionable de que todos los actores en los mercados, incluyendo trabajadores, son, ya sea miopes, o poco inteligentes (o ambos).

Cuando se analiza el caso con cuidado de dar asistencia gubernamental para ayudar a trabajadores que pierden sus empleos por importaciones, se revela como siendo bastante débil.

Donald J. Boudreaux es compañero sénior del American Institute for Economic Research y del Programa F.A. Hayek para el Estudio Avanzado en Filosofía, Política y Economía del Mercatus Center; miembro de la Junta Directiva del Mercatus Center y es profesor de economía y anterior jefe del departamento de economía de la Universidad George Mason. Es autor de los libros The Essential Hayek, Globalization, Hypocrites and Half-Wits, y sus artículos aparecen en publicaciones tales como el Wall Street Journal, New York Times, US News & World Report, así como en numerosas revistas académicas. Él escribe un blog llamado Café Hayek y es columnista regular de economía en el Pittsburgh Tribune-Review. Boudreaux obtuvo su PhD en economía en la Universidad Auburn y un grado en derecho de la Universidad de Virginia.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.