Palabras de Rangel de su libro El Tercermundismo: “Es cierto, que el Socialismo no produce bienestar. Pero esa podría ser una de las claves de su estabilidad, una vez entronizado en su forma perfecta, marxista-leninista estalinista. En cambio, sí produce, con su invariable generación del fenómeno púdicamente llamado “culto a la personalidad”, el equivalente de los reyes-dioses que la sociedad humana parece echar de menos. Ausente de la teoría, pero rabiosamente presente en la práctica del Socialismo y señal inequívoca de su verdadera naturaleza, está el hecho de que la relación entre el monarca socialista (siempre un superhombre, salvo en momentos de transición, interregno o regencia, ni más ni menos que en las monarquías clásicas) y los gobernados no es institucional, no está basada en una delegación formal del poder y en un ejercicio de la autoridad dentro de la ley, sino que es una relación amorosa, en la cual líder y masa son una sola cosa, y el líder no puede equivocarse, porque entre sus dotes está interpretar en cada momento la voluntad profunda y el interés verdadero de su pueblo.”

CARLOS RANGEL-EL HOMBRE QUE TRATÓ DE SALVAR A VENEZUELA DEL SOCIALISMO

Por Emmanuel Rincón
Fundación para la Educación Económica
Domingo 21 de noviembre del 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en rojo, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como emmanuel rincón foundation for economic education Rangel, November 21, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis rojos.

Los venezolanos deberían lamentarse por no haber escuchado a Carlos Rangel. Pero, aún podemos revivir sus textos y hacerlos conocidos ante el mundo.

Carlos Rangel fue, tal vez, el pensador más importante del último siglo en el continente suramericano, con excepción de Vargas Llosa, Octavio Paz, y compañía.

En los años sesenta y setenta, cuando intelectuales de la época, medios masivos y todo mundo veía con veneración y entusiasmo el avance de la revolución cubana, existió un hombre quien, sin haber vivido aún a través de las durezas del comunismo-socialismo, ya estaba advirtiendo lo que venía para Cuba y el resto de la región, si seguíamos sus pasos.

Sus predicciones fueron exactas; por desgracia, nadie le escuchó.

DEL BUEN SALVAJE AL BUEN REVOLUCIONARIO

Rangel nació en Caracas, Venezuela, fue a la universidad en Estados Unido y Europa, y después se convirtió en profesor universitario y diplomático de carrera, hasta que se involucró en el periodismo de opinión y empezó a escribir obras que lo harían inmortal.

Si es difícil hablar hoy acerca de mercados libres, propiedad privada y libertades individuales, imagínese cómo era hacerlo hace 50 años, cuando una abrumadora mayoría de Intelectuales estaba aturdida por el marxismo y Keynes era una super estrella.

En 1976, Rangel publicaría la obra que, en mi opinión, es uno de los ensayos más grandiosos escrito en el último siglo. Titulado Del buen salvaje al buen revolucionario, el libro se diseminó extensamente gracias a la admiración sentida por el filósofo, escritor y periodista francés, Jean-Francois Revel.

Revel escribió en el prólogo al libro de Rangel:

“Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario es un libro indispensable no sólo para la comprensión de Latinoamérica, sino de una buena parte del mundo contemporáneo, donde se reproducen los mismos fracasos, las mismas impotencias, las mismas ilusiones. Más allá de su objeto inmediato y de su caso específico, la obra de Carlos Rangel constituye una reflexión general sobre la discrepancia entre lo que una sociedad es y la imagen que esa sociedad tiene de sí misma. ¿A partir de qué punto esa separación se hace demasiado grande para que sea compatible con el control de la realidad? Esta es la cuestión a cuya determinación nos aproximamos a través de la historia de la América española y por la confrontación de sus ‘mitos’ con sus ‘realidades’”.

En efecto, el trabajo de Rangel no sólo es indispensable para entender los fracasos históricos, políticos y económicos de la historia de América Latina, sino, también, los baches en la narrativa y sociología que nos han causado, a quienes se consideran a sí mismos Latinoamericanos, ser creados bajo una cultura radical de victimización, con un serio desprecio hacia el mérito, y estados paternalistas que sólo han gobernado para profundizar aún más el bache existente entre el Norte de América (Estados Unidos) y el resto de países de las Américas, desde el más alto en México al más bajo en Argentina.

Acerca de este tema, Rangel escribió:

“…prevalece desde el comienzo en la sociedad norteamericana la convicción de que el imperio de la ley es en sí mismo una conquista tan fundamental contra la tendencia a la arbitrariedad latente en todos los gobiernos, que más vale soportar una ley deficiente, y aun mala, hasta poderla modificar mediante un procedimiento regular, que admitir (y mucho menos solicitar) su enmienda o abolición por un acto de fuerza, sea autocrático, sea revolucionario.


Quienes supongan exagerado atribuir semejantes sentimientos colectivos a los norteamericanos del último cuarto del siglo XVIII, no se han enterado o se resisten a creer, contra la evidencia, de que, en esas colonias inglesas de Norteamérica el pensamiento de Locke había llegado a ser tan sutilmente difundido, tan influyente, tan inmediato, tan ‘folklórico’ como ha llegado a ser el pensamiento de Marx y Lenin en el llamado Tercer Mundo en la segunda mitad del siglo XX. Y fue Locke quien dijo que donde termina la ley comienza la tiranía.”


El libro de Rangel no sólo diseca perfectamente los obstáculos ideológicos y políticos que han condenado a América Latina a la pobreza y el atraso, sino que, también, explica en detalle cómo el marxismo ha estado penetrando nuestras naciones, y cómo, por el contrario, los Estados Unidos prosperaron gracias a políticas liberales clásicas. He aquí como él recuerda uno de los viajes hechos por el precursor de la emancipación americana contra el imperio español, junto con Simón Bolívar, probablemente el venezolano más importante de la historia, el Generalísimo Francisco de Miranda:

“Con tranquilo sentido común, Miranda atribuye las virtudes y prosperidad que observa en la sociedad norteamericana no a ningún todavía imposible e impensable abuso de poder con relación a otras naciones, sino sencillamente a “las ventajas de un gobierno libre (sobre) cualquier despotismo, cosa que ‘poquísimos franceses’ o españoles familiarizados con los EE.UU. son ‘capaces de discernir’, por no haber ‘penetrado el arcano maravilloso de la constitución británica.’”


EL TERCERMUNDISMO

Aunque Del Buen Salvaje al Buen Revolucionario es el trabajo mejor conocido de Rangel, y en mucho el más reverenciado, yo considero superior a El Tercermundismo, pues diseca con mucha mayor precisión y entendimiento las raíces podridas que el socialismo ha dejado, no sólo en América Latina, sino en todo el mundo.

“Con el privilegio de quienes analizamos hechos ocurridos hace ya tiempo, hoy nos es posible percibir que el Socialismo marxista-leninista y el Fascismo no eran (y no son) contrarios esenciales y polos antagónicos, como ellos mismos tal vez creyeron (y en todo caso se empeñaron en hacer creer, logrando persuadir de ello a toda una generación), si no hermanos, enemigos. El Fascismo tiene el mismo ardor estatista del Socialismo marxista y es igualmente antiliberal y por lo tanto anticapitalista. Lejos de ser el último cartucho del Liberalismo burgués moribundo, se concibe a sí mismo como, y es de hecho, una filosofía política de la familia socialista.”


Rangel se mantuvo firma contra la intelligentsia marxista predominante de la época, señalando la verdad sin complejos.

“Sin excepción todos los países autocalificados de socialistas conocen grados variables de atraso económico,” escribió el, “y todos sufren un consternante atraso político.”

EL PADRE DE LAS IDEAS LIBERTARIAS EN VENEZUELA

Quienes hemos sobrevivido la destrucción causada por los sistemas colectivistas en el mundo, tratamos de alertar a nuestros países hermanos o anfitriones acerca de esta ideología nefaria, y, a pesar de la evidencia y abusos, continuamos chocando constantemente con organizaciones multilaterales, como la ONU y todos los departamentos que surgen a partir de ella, que lavan los crímenes de la izquierda internacional y las atrocidades cometidas bajo el socialismo.

Aún en lo que fue históricamente la tierra de libertades, los Estados Unidos, hemos observado cómo el colectivismo y el marxismo han estado penetrando, a tal grado que hoy libertarios y conservadores son marginados y censurados en redes sociales, desacreditados y difamados en los medios, y, en muchos casos, prácticamente excluidos de la industria de la publicación y del cine.

UN FINAL TRÁGICO

Por desgracia, a la edad de 58, uno de los más grandes pensadores de la historia moderna, Carlos Rangel, decidió tomar su propia vida, después de advertir incansablemente que también su país estaba en riesgo de ser infectado por la enfermedad socialista, y después de clamar, una y otra vez, por la aplicación de una economía de mercado, que nunca fue practicada en Venezuela.

Hoy, nosotros los venezolanos deberíamos lamentar no haber escuchado a Carlos Rangel. Lo mínimo que podemos hacer es pagar tributo a su memoria, revivir sus textos, hacerlos conocidos al mundo, lograr que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos los lean, de forma que tendríamos la esperanza de que no caerán en las mismas trampas ideológicas en que cayó nuestra generación y que algún día podamos devolver las naciones de América Latina a que sean territorios libres y democráticos, ricos y prósperos.

Postdata: De ninguna manera este artículo hace justicia a Carlos Rangel. Es imposible resumir o reflejar su enorme trabajo en un escrito. Por tanto, mi invitación es que todos acudan a sus libros y se asombren por la sabiduría de un hombre que se adelantó a su época.

Este artículo se reimprimió con permiso de El American.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.

Emmanuel Rincón es abogado, escritor, novelista y ensayista. Ha ganado varios premios literarios internacionales. Es editor de El American.