Muy buenas observaciones. que se deben tener presentes al analizar el tema de la creciente presencia militar global de China.

A PESAR DE DESPLIEGUES DE FORTALEZA, CHINA TIENE DEBILIDADES CLAVES

Por Samuel Gregg
Instituto Acton
6 de noviembre del 2021

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Es fácil preocuparse por la belicosidad creciente y la fortaleza económica de China, pero sus problemas demográficos, desafíos regionales y una productividad en declinación, brindan nuevas oportunidades para Occidente y sus aliados.

El anuncio reciente de que China había probado algo parecido a un Sistema de Bombardeo Orbital Fraccional, que es lanzado al espacio y, después, orbita el globo antes de descargar un misil a su objetivo, subrayó, una vez más, que Estados Unidos y sus aliados tienen serias razones para estar preocupados acerca de China.

Ya sea la extinción por Beijín del estatus especial de Hong Kong, el tono belicoso en relación con Taiwán, el robo vigente de propiedad intelectual de empresas de Occidente o infligir sentencias de cárcel a disidentes como Jimmy Lai y Martin Lee, son signos de un régimen determinado a imponerse por la fuerza.

Estos y otros desarrollos durante los últimos 10 años han obligado a Estados Unidos a repensar sus relaciones con sus socios del Pacífico.
Parte de ese reposicionamiento incluye naturalmente considerar como contrarrestar las fortalezas de China. Pero, parte del realineamiento debería, también, involucrar una reflexión acerca de las debilidades actuales de China.

LA POLÍTICA DE SÓLO UN HIJO NO RESULTÓ

El problema primordial y más apremiante que enfrenta China es demográfico. Habiendo abrazado la mentira de la bomba poblacional propagada por la mayoría de economistas del desarrollo, Naciones Unidas, y numerosos gobiernos occidentales, en los años sesenta, setenta y ochenta, ahora China está pagando un precio significativo por la política de sólo un hijo seguida entre 1980 y el 2015.

La población de China en edad laboral se proyecta que se encoja en 170 millones de personas durante los próximos 30 años. Esto significa que más pensionados recibirán su apoyo de una base más pequeña de trabajadores. También, resultará en que China gaste más en cuido personal, seguridad social y cuido de la salud de los ancianos. Esto debilitará la demanda de consumo y disminuirá la capacidad de China de aumentar sus gastos militares, así como de investigación y desarrollo.

Luego, está la disparidad de género resultante de numerosas familias chinas habiendo abortado bebés femeninos a favor de bebés masculinos. Muchos varones chinos jóvenes no podrán encontrar una esposa en el futuro cercano. Esta es una receta para problemas de cohesión social.

LA ECONOMÍA DIRIGIDA POR EL ESTADO NO ESTÁ PROGRESANDO

El segundo problema importante de China es su economía. La economía china está perdiendo momento como resultado de su alejamiento de la liberalización limitada del mercado permitida entre 1979 y mediados de la década del 2010, y la subsecuente vuelta a abrazar los enfoques dirigidos por el estado para el crecimiento económico.

Todas las disfuncionalidades asociadas con las economías dirigidas por el gobierno -políticas industriales que alimentan amiguismo y corrupción; malas asignaciones severas del capital por bancos controlados por el estado; deterioro de las disciplinas asociadas con la competencia doméstica e internacional, para citar unas pocas- ahora están rondando en toda la economía china.

La productividad está cayendo y el crecimiento disminuyendo. Dice mucho que, desde mediados de la década del 2010, la Oficina Nacional del Estadísticas de China ha reducido constantemente la cantidad de información que hace disponible acerca del estado de la economía de China. Es como si tuvieran algo que esconder.

Esta tendencia refleja un problema político importante que China enfrenta, tal vez, mejor llamado esclerosis doméstica.

En los años ochenta, el entonces líder todopoderoso chino, Deng Xiaoping, introdujo cambios políticos diseñados para facilitar las rotaciones regulares de personas en los altos mandos del Partido Comunista de China (PCC). El objetivo era inyectar nuevas ideas y energía juvenil a través del gobierno Esto, sin embargo, ha sido minado por la vuelta a centralizar el poder por el presidente Xi Jinping en los rangos superiores del PCC y purgas usuales de cualquiera que siquiera se aventure a hacer críticas moderadas a la política oficial.

ESCASEA LA VERDAD ACERCA DEL GOBIERNO

Estos cambios han corroído algo necesitado por todo gobierno: una disposición para albergar un pensamiento fresco. En cierto nivel, todos los regímenes dependen de individuos que no teman formular el tipo de crítica que conduce a ajustes y correcciones de política. La posición de Xi, sin embargo, ha estimulado un rechazo creciente a decir la verdad. Hacerlo puede comprometer seriamente los prospectos de carreras de muchos jóvenes apparatchiks del partido.

Parte de sus esfuerzos por promover un control más centralizado ha involucrado un Beijín alimentando sentimientos nacionalistas a través de China, en particular entre gente joven. Esto ha resultado en una censura cada vez más estricta, así como la penalización sistemática de grupos como los musulmanes uigures, medidas severas contra disidentes políticos y demolición de cualesquiera actividades religiosas que desafíen implícitamente la autoridad del PCC.

Hay que pagar un precio por todo esto. Están siendo degradados los mecanismos de retroalimentación que le ayudarían a Beijín a saber lo que en realidad piensa su pueblo. Esto alimenta una mayor inseguridad dentro del PCC. El resultado son nuevas medidas correctivas contra el disentimiento. Así, China está entrando en un círculo vicioso por el cual la represión produce silencio, el silencio crea inseguridad, y la inseguridad hace que sea mayor la posibilidad de una represión aún mayor.

LA RESPUESTA INTERNACIONAL NO HA SIDO OPTIMISTA

Mirando hacia afuera, Beijín se encuentra confrontando algunos desafíos formidables. Sus acciones y palabras beligerantes han generado al menos dos nuevos conjuntos de alianzas dirigidas a contener a China. Uno es llamado curiosamente el “Diálogo Cuadrilateral de Seguridad,” coloquialmente conocido como el “Quad.”

Consistente de Estados Unidos, Japón, India y Australia, este fue reestablecido recientemente como parte de un esfuerzo por responder al poder económico y militar creciente de China. Sabemos que tal es el objetivo, pues los chinos, oficialmente, protestaron estruendosamente ante el resurgimiento del Quad.

Paralelo a esto, estuvo el anuncio en septiembre del 2021 de un nuevo pacto de seguridad trilateral entre Australia, Reino Unido, y Estados Unidos (conocido por sus siglas en inglés como AUKUS). No hay duda que los tres grandes países de la esfera anglo han dibujado una línea sobre la tierra e incluso trabajaran más estrechamente ahora para contrarrestar la influencia creciente de China en la región Indo-Pacífica.

A pesar de lo anterior, este no es el fin de los dolores de cabeza geopolíticos de China. Piénselo de esta manera: China tiene fronteras con 14 países; cuatro de ellos tienen armas nucleares; cinco tienen disputas territoriales on Beijín. Algunas de estos países son jugadores regionales importantes.

Cada año, India se convierte militar y económicamente en más poderosa. El Japón está envejeciendo, pero permanece siendo rico y posee fuerza militar. Al norte de Beijín, el presidente de Rusia, Vladimir Putin, está ocupado tratando de restaurar a Rusia en algo parecido a su sitio en el mundo previo a 1991. Cuando se combinan con una Corea del Norte altamente impredecible y un Vietnam que demostró allá atrás en 1979 que no iba a ser mangoneado por China, difícilmente los ambientes estratégicos de China son los óptimos.

Es indisputable que China representa una amenaza creciente a la seguridad nacional de Estados Unidos. Pero, responder realistamente a ese desafío requiere evaluar no sólo las fortalezas de China, sino, también, sus debilidades.

Estas últimas son más profundas y extendidas de lo que conocemos. Si bien ellas requieren un manejo cuidadoso, también, representan oportunidades para Estados Unidos, que seríamos muy tontos si las ignoramos.

Este artículo apareció originalmente en The Detroit News el 4 de noviembre del 2021.

Samuel Gregg es director de investigación en el Instituto Acton. Ha escrito y hablado extensamente acerca de temas de economía política, historia económica, ética en las finanzas, y la teoría de la ley natural. Tiene una maestría en artes en filosofía política de la Universidad de Melbourne, y un grado de Doctor en Filosofía en filosofía moral y economía política de la Universidad de Oxford.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.