Un comentario sumamente interesante del estudioso Ethan Yang acerca de lo que está pasando en China comunista, que nos ayuda a entender el fenómeno.

RACIONALIZANDO AL PARTIDO COMUNISTA CHINO

Por Ethan Yang
American Institute for Economic Research
28 de octubre del 2021

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es ethan yang american institute for economic research rationalizing, October 28, 2021. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

El surgimiento de la República Popular China desde 1949 puede hacer que parezca como si el comunismo funcionara. El Partido Comunista Chino (PCC), sin embargo, en 1978 básicamente abandonó el socialismo radical a favor de los mercados. Para justificar el uso de políticas capitalistas, ahora el PCC alega que ellos están empleando el “socialismo con características chinas.” A pesar de sus afirmaciones, es claro que China no ha descubierto una nueva frontera de la economía política. En vez de eso, se ha amoldado a un sistema de pragmatismo simple que respeta tremendamente las reglas de la ciencia política y la economía, en vez de reescribirlas. Aunque algunos pueden decir que el gobierno chino actúa en formas que los del exterior no pueden comprender, la elección pública deja claro por qué el PCC se comporta como lo hace. En vez de voltear el campo de la política económica como la conocemos, Beijín formula políticas que logran objetivos racionales dentro de restricciones institucionales de un sistema leninista, sistema que prioriza la preeminencia de un gobierno de partido único y establece una discrecionalidad amplia para que los actores políticos prosigan los objetivos de maximizar el poder. Aunque los líderes chinos siguen incentivos estructurales, no están constreñidos por instituciones liberales, tales como un sistema judicial independiente o una fuerte separación de poderes. En vez de ello, la toma de decisiones del PCC parece ser primordialmente guiada por la política interna del partido y la necesidad de responder a los asuntos más amplios que encara la sociedad china.

UNA ECONOMÍA POLÍTICA PRAGMÁTICA

Aunque la doctrina leninista puede dar señal de los objetivos de política del PCC, es claro que el partido, y Xi Jinping, en particular, abrazan el pragmatismo. El leninismo como ideología da considerable espacio para que líderes políticos ejerciten la discrecionalidad para impulsar los objetivos del estado. Lenin abogó por un gobierno fuerte de partido único a través de la vida pública y privada, el pragmatismo en prosecución de la utopía comunista, y el uso del capitalismo para fortalecer una sociedad socialista. Lo hace ver Cary Huang del South China Morning Post,

“China es ahora un estado más leninista que uno socialista marxista, cuando su creciente clase media, calculada que llegue a 800 millones en una o dos décadas, salta abordo del tren del capitalismo consumista bajo la administración de totalitarismo comunista ̶ el legado duradero del leninismo.”

Aunque alguna derivación del leninismo puede formar el corazón estructural del PCC, los individuos dentro de ese sistema toman decisiones racionales, auto interesadas. Los órganos de un sistema leninista ciertamente existen, como un gobierno central autoritario, con la habilidad de regular fuertemente la vida social y económica. También, Beijín conserva la Conferencia Política Consultiva del Pueblo Chino, que funciona para alinear aún más al sector privado con el PCC, al capturar los intereses de los lideres de la sociedad civil. No obstante, como cualquier otro país, el gobierno chino no es un monolito político, sino que está lleno de acciones e ideas que compiten entre sí. Todavía más, ejecutivos visionarios, como Xi, Mao, o Deng Xiaoping, pueden cambiar radicalmente la dirección del país, estableciendo objetivos de política. Esta heterogeneidad hace que la toma de decisiones sea más acerca de gobernanza pragmática dentro los límites estructurales del sistema político, en vez de una visión ideológica.

Los líderes chinos están aprobando políticas en el tanto prolongan la estabilidad a largo plazo del partido y los intereses de aquellos a su interior. Los objetivos más importantes son generar crecimiento económico, mantener control social, y aumentar la influencia global. Un ejemplo reciente de este pragmatismo sería el surgimiento del nacionalismo chino, que se ha dado bajo el liderazgo de Xi. Tradicionalmente, el nacionalismo es contradictorio con el ser internacionalista del socialismo. Sin embargo, agitar un fervor nacionalista tiene sentido a la luz de una presión externa creciente, un menor crecimiento económico, y preocupaciones acerca de la cohesión nacional.

Para cualquier régimen, generar un crecimiento económico y otras métricas deseables, tales como prestigio internacional, son cruciales para permanecer en el poder. Inculcar el nacionalismo puede ser una herramienta útil para capturar la imaginación de la población, cuando el progreso empieza a ralentizarse.

Viendo en el agregado las políticas del PCC promueven esta noción de gobernanza pragmática. Las políticas de Beijín siguen un acto de balance económico de liberalización en el tanto eso promueve el crecimiento, y de control, en el grado en que eso garantiza estabilidad. El crecimiento económico es necesario para mantener la legitimidad del partido, y el control social es requerido para mantener al indisputado al partido. Además, crear un ejército justamente lo suficientemente poderoso como para establecer una esfera de influencia en Asia, le brinda a China suficiente poder estratégico sin ser excesivo. Finalmente, el compromiso económico de China con el mundo asegura que otros países sean incentivados a apoyar los objetivos del PCC.

Algunos pueden llamar a esto un plan maestro brillante; la realidad es que Beijín está simplemente haciendo los movimientos más racionales para un país en su posición. Melvyn Leffler, profesor de historia en la Universidad de Virginia, alega que el comportamiento de la política exterior de China es similar a la Doctrina Monroe de Estados Unidos. Al aproximarse un país a la hegemonía regional, se hace ventajoso crear una esfera de influencia y alejar a adversarios potenciales de la región.

Beijín entiende el poder productivo de los mercados, los efectos liberalizadores de la prosperidad y lo básico de las relaciones internacionales. Sin embargo, esto también significa que no son inmunes a implicaciones negativas asociadas con sus políticas. Por ejemplo, el rápido crecimiento de China es parcialmente debido a préstamos fuertes del banco central, uso de empresas propiedad del estado, e inversiones de infraestructura al estilo keynesiano. Políticas agresivas de gasto pueden darle al PCC una imagen inmediata de prosperidad, pero, también, han conducido a fallas fundamentales en la economía. Para ese fin, la prevalencia de “compañías zombis” se ha convertido en un problema importante, como resultado de la vasta cantidad de empresas respaldas por el estado en China. Aún más, una multitud de estudios indica que las empresas chinas respaldadas por el estado tienen una eficiencia menor, tanto en investigación, como en producción.

En ocasiones, los proyectos ambiciosos de infraestructura resultan en callejones sin salida. Un ejemplo es el fenómeno conocido como ciudades fantasmas, que son comunidades enteras de edificaciones sin habitantes. Debido a la fuerte planificación central, los chinos sufren de sobreproducción crónica y asignación ineficiente de recursos. Tal vez, Beijín entiende esas consecuencias y está tomando una decisión calculada con base en prioridades únicas. Un sistema de libre mercado conduciría a resultados más eficientes, pero los mercados no pueden proporcionar el control que el PCC requiere.

LA ADMINISTRACIÓN POLÍTICA DE CHINA

La sabiduría convencional nos dice que las democracias son superiores a las autocracias porque las democracias se corrigen. La aprobación pública incentiva que los funcionarios públicos generen métricas objetivas, tales como mejores estándares de vida, a la vez que satisfacen posiciones sociales populares. Todavía más, un sistema de estado federal que dispersa los derechos para tomar decisiones, incentiva la política de empresariedad. Esta discrepancia plantea la pregunta de si el sistema autoritario de un partido de China complica o no supuestos tradicionales de economía política. Una mirada más cercana revela que el PCC creó una estructura institucional, que suministra muchos de esos mismos incentivos productivos.

De acuerdo con el Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos,

“Beijín les da a las provincias considerable flexibilidad para que adopten políticas que impulsen el crecimiento económico y estimulen a las provincias a llevar a cabo experimentos aprobados de política.”

Aún más, Yukon Huang, compañero sénior en Carnegie Endowment, explica que, en vez de tener elecciones locales, el PCC selecciona líderes provinciales. Como resultado, estos nombrados tienen un inventivo fuerte para un buen desempeño en sus jurisdicciones respectivas, a fin de ascender en sus filas. Esta competencia es, en parte, el por qué China tiene una cantidad considerable de experimentación de políticas a través de sus diversas provincias. De hecho, los líderes chinos han estado en el filo de la innovación, desde modernizar la infraestructura con tecnología de blockchain en Hainan, hasta establecer una zona de libre comercio en Shanghai. El actual presidente de China, Xi Jinpin, no es sino un ejemplo emblemático de un ambicioso designado del PCC. Él subió en las filas del partido por un buen desempeño como gobernador provincial y labró un nombre para sí de reformador anticorrupción.

Sin embargo, el sistema de China se queda corto de la democracia liberal en su habilidad por balancear y tolerar los intereses de lideres disidentes del sector privado. Esta es la razón por la que Beijín ha perseguido a varios multimillonarios destacados, más famosamente al CEO de Alibaba, Jack Ma. El PCC entiende que su legitimidad está basada en que el gobierno central no sea cuestionado. Así, tener el equivalente de un Elon Musk o de un Jeff Bezos expresando su opinión acerca de asuntos sociales, sería desastroso para su estabilidad a largo plazo.

A primera vista, las políticas de China pueden parecer como una contradicción económica o una locura autoritaria. No obstante, a través de los anteojos de la elección pública, las embestidas regulatorias y la degradación de libertades civiles, representan intentos calculados para asegurar que el partido está plenamente en control de la sociedad. En el agregado, el PCC se comporta de una forma pragmática y que se puede racionalizar, al igual que todos los otros actores políticos. Los líderes chinos toman pasos deliberados para lograr lo que va en su mejor interés dentro de las restricciones de su sistema leninista. Estos objetivos, en última instancia, se reducen a navegar en un balance del control y la libertad para maximizar el poder.

Ethan Yang es Compañero Investigador Adjunto American del Institute for Economic Affairs (AIER) y anfitrión del Podcasts de Authors Corner del AIER. Tiene una licenciatura en Ciencias Políticas con una concentración en Relaciones Internacionales y especialidades en estudios legales y organizaciones formales en el Trinity College. Actualmente está estudiando para un grado en Derecho en la Escuela de Derecho Antonin Scalia de la Universidad George Mason. Ethan también sirve como director del Centro Mark Twain para el Estudio de la Libertad Humana en el Trinity College y también está involucrado con Estudiantes por la Libertad. Asimismo, ha tenido posiciones de investigador en el Instituto Cato, el Senado del Estado de Connecticut, el Cause of Action Institute y otras organizaciones. Ethan actualmente está basado en Washington, D.C., y recibió el Treceavo Premio Anual Internacional Vernon Smith del Centro Europeo de la Fundación para la Economía Austriaca. Su trabajo se ha presentado y citado en diversidad de medio, desde medios en línea hasta transmisiones radiales.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.