¡Cuánta verdad hay en este comentario! Tan apropiado cuando en estos momentos gobiernos y ciudadanos exigen unidad, por ejemplo, ante la vacunación obligada, pero es por conveniencia en el control político de aquellos ciudadanos que piensan diferente de los jerarcas o de uno, siendo que la unidad en la vida social de las personas es algo voluntario de los individuos con base en principios que comparten de cooperación y armonía.

LOS PRINCIPIOS, NO LA COERCIÓN, SON LA FUENTE DE LA UNIÓN

Por Barry Brownstein
American Institute for Economic Research
23 de octubre del 2021

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es barry brownstein american institute for economic research principles, October 23, 2021. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Al vivir en los Estados Unidos rural exige que mi esposa y yo viajemos varias horas para hacer un viaje de compras importante. Alrededor de 3 o 4 veces al año, vamos cuesta abajo por la carretera interestatal a Costco, Trader Joe’s, Whole Foods, y a Co-op. El botín que solíamos usar abundó menos en un viaje más reciente. En Co-op, muchos compartimentos a granel estaban vacíos; sus proveedores mayoristas se habían quedado sin inventarios por más de un mes. También, en Whole Foods, Cosco, y Trader Joe’s, no había disponibilidad de productos básicos que rutinariamente compramos.

Los seres humanos desean orden en sus vidas. Experimentamos el orden, explicó Hayek en “Cosmos y Taxis,” cuando nuestras expectativas se prueban como correctas. El mundo que experimentamos aquel día de compras fue inesperadamente menos ordenado; típicamente, casi siempre, nuestras expectativas son 100% satisfechas.

La mayoría de nosotros piensa poco acerca del orden excepto cuando no está allí. Muchos creen que el orden generalmente viene por “arreglos deliberados hechos por alguien.” Escribe Hayek, “De acuerdo con esta interpretación, el orden en sociedad debe descansar en una relación de control y obediencia, o en una estructura jerárquica de la sociedad como un todo, en que la voluntad de superiores, y en última instancia de alguna autoridad suprema, determina lo que cada individuo debe hacer.”

Somos menos conscientes del orden cuando surge como un fenómeno espontáneo. Hayek lo describe como “un orden que no es creado deliberadamente por nadie.” El orden espontáneo está más allá del control, o incluso del entendimiento, de cualquiera o de un grupo de gente. Con el orden espontáneo, no existe amenaza de coerción; emerge naturalmente una armonía de intereses. Satisfacemos nuestros diferentes intereses mediante la cooperación con otros. La cooperación armoniza los intereses de productores, suplidores, comerciantes y clientes. Aquel día de compras, en cualquier negocio que visitamos, era seguro apostar que no había dos carretillas de compras llenas con los mismos artículos. Los compradores eran libres de perseguir sus propios objetivos al ir comprando.

Piense en el orden planificado de la Rusia de la era soviética. Los compradores permanecían en filas en el frío amargo con la esperanza de comprar un chorizo de baja calidad. En la Unión Soviética había una unidad coaccionada, pero había poca armonía de intereses. La historia enseña que la planificación central en la distribución de alimentos resultó en la hambruna de millones.

LOS AUTORITARIOS COERCEAN LA UNIDAD

El Dr. David Galinsky está seguro que, quienes han escogido no vacunarse contra el Covid, están revelando “una carencia cínica de unidad y resolución” en Estados Unidos. Galinsky razona que los no vacunados “han sido preparados para no creer en nosotros, pues ellos no nos identifican como perteneciendo al mismo país que ellos.” Galinsky cree que hay una división de clases económicas y “políticos astutos que están agitando… la furia y el resentimiento” así como “médicos y enfermeras, quienes han promulgado falsedades, han promovido la preparación.”

Galinsky trata de ser conciliador, pero dibuja una versión de los “deplorables” de Hillary Clinton. Los vacunados no quieren “que la enfermedad se disemine en sus propias comunidades;” quienes hacen elecciones diferentes son dibujados como mal informados o que no les importa.

Mientras que Galinsky ve su oposición a la Guerra de Vietnam como correcta, está seguro que la oposición a su idea acerca de las vacunas del todo no es correcta. En su idea, los no vacunados están matando a los vacunados; y algún día en su “fantasía utópica,” tiene la esperanza de que, con la ayuda de presión vecinal, los “deplorables” de Galinsky tomarán una decisión diferente y serán redimidos.

Podríamos hacerle cien preguntas a Galinsky empezando con la obvia. Muchos expertos están en desacuerdo con las vacunas de refuerzo, la inmunidad natural, y la seguridad de las vacunas, en especial para jóvenes adultos y niños ante el riesgo de miocarditis. ¿La “unidad” de quién debemos seguir?

Una nueva encuesta muestra que un 48.6% “no tiene confianza en que las vacunas contra el COVID-19 son necesarias y apropiadas para niños de edad entre 5 y 12.” Cuando la vacuna se apruebe para ese grupo de edad, ¿serán demonizados aquellos padres preocupados por la vacuna de sus hijos, por ser un obstáculo para la “unidad”?

Galinsky no dice nada de aquellos con inmunidad natural después de haber contraído el Covid. Si lo hiciera, podría entender por qué trabajadores del cuido de la salud despedidos, algunos de quienes contrajeron el Covid, a la vez que arriesgaron sus vidas en el frente de la pandemia, no están “preparados” para compartir su idea de unidad. Para estar claros, muchos se benefician con las vacunas, pero en la medicina nunca hay una misma talla para todos los casos.

Galinsky piensa que aquellos con ideas diferentes de las suyas no tienen nada que enseñarle. Los médicos profesionales que están en descuerdo son sumariamente descartados como diseminadores de “falsedades.” ¿Diría Galinsky que la unidad global ha sido subvertida por autoridades médicas en Dinamarca y Suecia, quienes ahora han detenido el uso de la vacuna Moderna para aquellos de menos de 30?

La orden de vacunarse está causando escaseces de profesionales de la salud. Para enfrentarlas, el gobernador de Nueva York ha ordenado que, a nuevos graduados de las escuelas de medicina y enfermería, se les permita practicar sin el entrenamiento requerido posterior a la graduación, como los internados médicos. ¿Se pregunta Galinsky cómo enfermeras no especializadas, sin experiencia, aprenderán de las pocas enfermeras sénior para que les ayuden a guiarse a través de los riesgos de esos primeros años? Peor, en el Estado de Nueva York, se lanzó la idea de desplegar la Guardia Nacional como proveedora de cuido de la salud. ¿Están los ciudadanos del Estado de Nueva York mejor servidos por médicos y enfermeras despedidos por su ausencia de unidad alrededor de órdenes?

Usted, como yo, probablemente nunca escuchó de Galinsky, pero su mentalidad -que la unidad exige que todos sigamos el mismo camino médico- es compartida por muchos.

La falsa unidad de Galinsky empieza con la noción de que él y sus expertos favoritos tienen un poder como de Dios para saber lo que es mejor para usted. Ellos evaluarán el riesgo para usted y esperan la obediencia sin desafíos. A pesar de ello, las estimaciones de riesgos son subjetivas y políticas.

El profesor de medicina, Dr. Vinay Prasad, denuncia a “quienes son rápidos en etiquetar el diálogo científico legítimo como ‘antivacunas’ o “mala información peligrosa.’” Prasad agrega, “[E]llos están polarizando aún más un debate que ya está polarizado, y, peor, ellos simplemente están equivocados. Hay asuntos verdaderos y vivientes. Los científicos inteligentes tienen que discutir abiertamente estas implicaciones de políticas. Las apuestas en juego no podrían ser más elevadas.”

LÍMITES AL PODER

Para ser justos, Galinsky no dice nada acerca de los mandatos de vacunación de Biden, ordenando obediencia para lograr una unidad coaccionada. La idea de un presidente todopoderoso aterrorizó a los Fundadores. Claramente, James Madison afirmó en el Federalista 45 los poderes limitados del gobierno: “Los poderes delegados por la Constitución propuesta al gobierno federal, son pocos y definidos.” La Novena y Décima Enmiendas a la Constitución reserva poderes no delegados a la gente y los estados. La Novena Enmienda -“El hecho de que en la Constitución se enumeren ciertos derechos no deberá interpretarse como una negación o menosprecio hacia otros derechos que son también prerrogativas del pueblo”- es una de las expresiones de libertad más sublime jamás escrita; sin embargo, pocos conocen lo que significa. Y así, muchos ignoran totalmente la idea de que los derechos no son otorgados por el gobierno, sino que están incorporados dentro de cada ser humano.

En su libro, The Founding Fathers Guide to the Constitution, Brion McClanahan hace ver que los Fundadores “nunca habrían apoyado una rama ejecutiva que pudiera gobernar por decreto, y la Constitución, tal como fue ratificada, no permite una autoridad ejecutiva irrestricta.”

En el Federalist 51, Madison escribió que no importa que tan grande sea una mayoría, permanecen los derechos de una minoría:

“En una República no sólo es de gran importancia asegurar a la sociedad contra la opresión de sus gobernantes, sino proteger a una parte de la sociedad contra las injusticias de la otra parte. En las diferentes clases de ciudadanos existen por fuerza distintos intereses. Si una mayoría se une por obra de un interés común, los derechos de la minoría estarán en peligro.”

La unidad coaccionada niega la legitimidad de las ideas de minorías e inevitablemente nos pone en camino de la tiranía.

LA UNIDAD POR LA VÍA DE NUESTRA NATURALEZA EN COMÚN

Desde los filósofos estoicos hasta los físicos cuánticos, muchos han señalado una unidad subyacente que es la realidad de la vida. El filósofo estoico Marco Aurelio escribió:

“Piensa de cuando en cuando en la indisoluble unión de todas las cosas terrenales y en la relación íntima que existe entre ellas, porque todas están, por decirlo así, entrelazadas unas con otras y, por consiguiente, reina entre ellas una estrecha simpatía; la una se inclina hacia la otra por afecto de la tendencia, del concurso y de la comunión de todas las partes de la materia.”

Marco Aurelio escribió sus Meditaciones como notas para sí mismo. Él escribió “piensa de cuando en cuando” pues sabía que él lo olvidaría. Este olvido es universal.

Hoy, como en la mayor parte de los días, parece como si estuviéramos separados de todo mundo y todas las cosas. Si no disciplinamos nuestras mentes, otros aparecerán como objetos para ser evaluados como que nos ayudan, nos obstaculizan, o son irrelevantes para nosotros. Atrapados en tal mentalidad, perdemos de vista la humanidad de otros.

Aurelio se recordó a sí mismo, “Apenas amanezca, piensa todos los días: hoy encontraré a cualquier persona que tenga alguna de estas faltas: que sea un indiscreto, un ingrato, un insolente, un embustero, un envidioso, un egoísta.”

La solución de Aurelio no era corregir a otra gente, sino corregirse a sí mismo: “Procura librarte, entonces, de otras preocupaciones, y seguramente lo conseguirás si cumples cada acto de tu vida como si fuese el último de tu existencia, es decir, sin precipitación, sin pasión alguna que te impida escuchar la razón; sin hipocresía, sin amor propio y sin indignación contra el destino.”

Aurelio apuntó hacia un principio importante. Él vio que estaba hecho de la misma cosa que todos los otros seres humanos: “no por la sangre y el origen, sino por la participación común en la misma inteligencia. Tú has olvidado que el espíritu de cada uno de nosotros deriva de una emanación de la Divinidad.”

Miles de años después que Aurelio vio unidad en la naturaleza en común de la humanidad, el fallecido físico David Bohm ofreció que la realidad está gobernada por un orden involucrado: “todo está envuelto en todo lo demás.” Envolver es abrazar, juntarse, en el tanto en que todas las cosas están presentes en todo.

Claramente, este orden implicado, esta unicidad, en un orden que nuestros sentidos no pueden detectar. Einstein lo puso de esta forma: “Un ser humano es una parte del todo, llamado por nosotros ‘Universo,’ una parte limitada en tiempo y espacio. Él tiene experiencias, sus pensamientos y sentimientos, como algo separado del resto ̶ una especie de ilusión óptica de su consciencia.”

Reconociendo que poseemos “una porción de lo divino,” Locke articuló leyes de la naturaleza que se presentan “como una regla eterna para todos los hombres, legisladores, así como a otros.” En su Segundo Tratado sobre el Gobierno Civil, Locke vio el principio de autonomía como una ley de la naturaleza: “El hombre es dueño absoluto de su persona y posesiones propias, igual al más grande, sujeto a nadie.”

En sus Derechos del Hombre, Thomas Paine vio los derechos naturales de Locke como la base de la unidad:

“Todas las historias de la creación o tradiciones que nos vienen del mundo letrado o ignorante, aunque profesen varias opiniones o creencias sobre ciertos particulares, convienen, sin embargo, en establecer un punto que es la unidad del hombre, esto es: que el hombre, considerado como tal, tiene generalmente un grado, y por lo tanto, todos los hombres nacen iguales y con igualdad de derechos naturales… nos prueba que todo niño recién nacido debe considerarse como procedente, en su existencia, de Dios. El mundo es tan nuevo para él como lo fue al primer hombre que existió, y su derecho natural sobre la tierra es de la misma especie.”

El principio de los “derechos inalienables” de la humanidad -la base de una verdadera unidad- no es establecido por el gobierno. Es sólo reconocido, o no, por el gobierno.

UNIFICADOS POR LOS DERECHOS NATURALES

En su Primer Discurso Inaugural, Jefferson compartió su creencia que los principios guían hacia adelante a una gran nación:

“Estos principios forman la brillante constelación que nos ha precedido, y la que ha guiado nuestros pasos en un siglo de revoluciones y reformas. Ellos deben componer el credo de nuestra fe política, el texto de la instrucción civil, la piedra de toque para probar los servicios de aquellos en quienes depositamos nuestra confianza. Si por desgracia nos desviásemos de ellos en momentos de error o de inquietud, apresurémonos, a volver sobre nuestros pasos, y a volver a entrar en el único sendero que conduce a la paz, la libertad, y la seguridad.”

La verdadera unidad invita a conversaciones abiertas acerca de nuestras diferencias. Aclaró Jefferson, “una diversidad de opinion no constituye una diversidad de principios.” Casi al final de su discurso inaugural, Jefferson reconoció su propia falibilidad: “Por falta de luces podré muchas veces equivocarme.”

Los autoritarios en el debate acerca del Covid no admiten “equivocaciones.” El Dr. Fauci ha alegado que, si usted le critica, usted critica a la ciencia.

Una lección de historia nos llega desde el Gran Salto Hacia Adelante de China, en que millones murieron de hambre debido a la ruinosa unidad coaccionada de Mao. Mao le dijo a su camarilla íntima, llamada “los inmortales,” en una reunión de 1959, que él quería una conversación abierta, Cuando el ministro de defensa Peng Dehuai aceptó la oferta de Mao, este rápidamente cambió el tono; “Usted o quiere unidad o quiere dividir al partido.”

Mao no toleraba oposición. Había consecuencias al ir contra la falsa unidad de Mao; “los opositores de Mao fueron hallados culpables de haber conspirado contra el partido, el estado y el pueblo.” Sobrevino una cacería nacional de quienes obstaculizaban la unidad.

Hoy, gente está perdiendo su empleo cuando no se une con la “ciencia” oficial del Covid. Ha empezado una cacería de brujas por toda la nación de los herejes. No habrá unidad en el otro lado de una cacería de brujas. No existirá unidad edificada alrededor del desprecio por los no vacunados. La verdadera unidad, nuestra humanidad compartida, debe descansar en el principio de los derechos naturales. La unidad basada en derechos conduce a la cooperación y la armonía, que se sustentan en el respeto por las elecciones voluntarias hechas por individuos, en especial cuando sus elecciones difieren de las nuestras.

Barry Brownstein es profesor emérito de economía y liderazgo en la Universidad de Baltimore. Es contribuyente sénior de Intellectual Takeout y autor de The Inner-Work of Leadership.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.