Otro mito que se desbarata. Vale la pena leerlo con cuidado.

¿EXPLOTAN LOS PATRONOS A LOS TRABAJADORES CON BAJOS SALARIOS?

Por Anthony Gill
American Institute for Economic Research
19 de octubre del 2021

Nota del traductor: la fuente original en inglés de este artículo es anthony gill american institute for economic research wages, October 19, 2021. En él podrá leer enlaces relevantes originalmente en letra azul en el texto.

Es un “hecho” bien conocido, al menos entre mis estudiantes universitarios de pregrado, que los patronos buscan explotar a sus trabajadores pagándoles el salario más bajo posible. Este “hecho” sirve como base para mucho del apoyo de una política de salario mínimo; si la empresa está tratando de aumentar las ganancias, obviamente pagará la cantidad más baja a sus trabajadores y sólo el gobierno puede entrar para definir un salario justo.

El problema es que este razonamiento no se sostiene ante el escrutinio, si uno piensa acerca de los costos de oportunidad disponibles para la mano de obra y en el hecho real de que los patronos les dan aumentos regularmente a los trabajadores en sus salarios.

Permítanme explicarlo con un ejemplo sencillo.

YO PIENSO QUE SERÍA UN GRAN CANTINERO

Al acercarse mi retiro, he empezado a contemplar qué haría yo con mi tiempo libre. Sentado en la entrada de una solitaria cabaña de madera en las montañas suena encantador, pero, sé que eso me llevaría a la aburrición. Interactuar con gente parece ser más atrayente y, a menudo, he pensado que yo podría ser un maravilloso cantinero. Soy gregario, me encanta conocer gente nueva, y manejo bien mi alcohol.

Dado que he ahorrado una buchaca sólida, ser pagado por mis servicios de cantinero no sería una prioridad elevada, pero, no me importaría ganar unos dólares extra para los pocos placeres de mi vida, como comprarle flores a mi esposa. Con eso en mente, le dije a un grupo de estudiantes en un seminario que estaría feliz sirviendo como cantinero en nuestra taberna local por $5 la hora, muy por debajo del salario mínimo actual de $13.69 en el estado de Washington. (Washington es uno de los pocos estados que no tiene un salario mínimo aun por debajo para empleados que reciben propinas). Trabajar una jornada de seis horas cuando la taberna opera con poca gente me daría $30, lo cual se traduciría en un bello bouquet de rosas.

Les pregunté a mis estudiantes si el dueño de la taberna estaría dispuesto a contratarme por $5 la hora, dejando de lado el requisito legal de que él tendría que pagar el salario mínimo. (Yo podría estar de acuerdo en ser pagado en efectivo, “por debajo de la mesa,” lo cual sería mucho mejor para el dueño, pues no tendría que pagar cargas de seguridad social, seguro de salud, y otras cargas). Mis estudiantes estuvieron de acuerdo en que el dueño se alegraría con esta oportunidad. El profesor Gill es sociable y su disposición para trabajar por una baja paga haría más fácil que el patrón descarte un empleado más caro o negociar una reducción de sus salarios.

Por desgracia, tuve que decirles que ellos estaban equivocados. Probablemente, el dueño de la taberna no me contrataría en lugar de un trabajador más pagado. La razón se relaciona con los costos de oportunidad.

LOS COSTOS DE OPORTUNIDAD ME CONVIERTEN EN UN CANTINERO POTENCIALMENTE HORRENDO.

Si yo estuviera haciendo $5 la hora durante una jornada de seis horas en una noche de lunes, ganaría $30. Sin embargo, dado que yo tengo ingreso por una pensión y que $30 representan menudo, en cualquier momento en que surja otra oportunidad para ganar más de $30, tendré un fuerte incentivo para dejar el empleo. Si de pronto necesitara cuidar a mis nietos, o si mis amigos me piden que se les una en un juego de póquer, bien podría decidir que no necesito los $30 de esa noche y llamaría diciendo que estoy enfermo.

En otras palabras, mis costos de oportunidad relativamente bajos -esto es, el valor de mi siguiente mejor alternativa- significa que puedo ser un empleado muy poco confiable. Si encuentro que valoro mi tiempo como para ausentarme del trabajo, en el último momento un costo al dueño de buscar alguien que cubra mi jornada. Si eso no es posible, él puede terminar atendiendo el bar por sí mismo o incluso cerrando más temprano esa noche, lo que le costaría mucho en negocios perdidos.

Le correspondería al dueño pagarme un salario más alto para así afectar mi decisión de presentarme, dados mis costos de oportunidad, Si estuviera obteniendo $10 la hora (y, por tanto, $60 por una jornada de seis horas), podría pensarlo un poco más antes de estar de acuerdo en cuidar nietos o unirme a un juego de póquer.

Aún con esa paga más alta, podría ser más atractivo contratar algún veinteañero a $15 la hora, pues sus costos de oportunidad de ausentarse son mucho más altos que los míos, y, por tanto, es más posible que él se presente a trabajar sobre una base regular. Los empleados más jóvenes necesitan el dinero más que yo; sus costos de oportunidad de ausentarse del trabajo son significativamente más altos que los míos.
No sólo el dinero importa esa noche, sino que, los empleados más jóvenes querrán evitar ser despedidos si no se presentan. Así, un empleado más joven, de mayor paga, en tal situación le haría en un empleado más confiable que yo, ceteris paribus. (Por supuesto, otras cosas influyen en la formalidad, por eso, la cláusula de ceteris paribus.)

A propósito, esta es la razón por la que los patronos les dan aumentos a los empleados confiables.

ELEVE SUS COSTOS DE OPORTUNIDAD

Que los patronos rutinariamente les dan aumentos regulares a sus empleados de ingresos bajos es otro factor que confunde la creencia de mis estudiantes, de que las empresas se establecen para explotar a sus trabajadores. Yo les pregunto, “¿Cuántos de ustedes ha trabajado en un empleo de salario bajo y recibido un aumento después de algunas semanas o meses? Muchas manos se levantan. “Y, ¿pidió usted ese aumento?” Usualmente, la respuesta es que ellos no lo pidieron, o que sabían que, después de cierto tiempo en el empleo, serían recompensados con un salario más alto.

Entonces, ¿cómo es esto explotación? ¿Y, ¿cómo calza eso con la narrativa de que las empresas siempre buscan mantener salarios bajos? ¡Su patrono está voluntariamente aumentando su ingreso! En este punto, empiezo a ver mentes que cambian.

Presiono más ese punto diciéndoles a mis estudiantes que uno de mis trabajos favoritos en la universidad era laborando en una pizzería, con un salario inicial de $3.25 la hora a principios de los ochenta. Lo admito, fui horrible en mi primer mes en el empleo. Constantemente confundía las órdenes y quemé más de una docena de pizzas. De hecho, al menos en el primer mes en el trabajo, probablemente le costé más a mi patrono que mi mísero salario, debido a mi incompetencia inicial. No obstante, llegaba a tiempo y aprendí de mis errores, algo que mi patrón apreció.

Un día, mi jefe me informó que me pagaría 25 centavos más por hora debido a que quería que yo siguiese con el trabajo. Es bien conocida la elevada rotación en la industria de los restaurantes, pues, a menudo, el trabajo es poco agradable y muchos lo ven como un paso rápido inicial hacia un mejor empleo. Además, muchos amigos preferirían pasarla con sus amigos, lo que es su costo de oportunidad.

Tener que entrenar a nuevos empleados es costoso. Mi patrono se dio cuenta que, al irme haciendo más hábil, tenía un incentivo para irme hacia otro restaurante de nivel superior, que pagara más. Para evitarlo, necesitaba afectar mis costos de oportunidad, ofreciéndome un salario superior. Funcionó, y aprecié la señal de que era un empleado valorado. Al mejorar mis habilidades para hacer pizza, recibí alzas regulares y fui uno de un grupo de empleados que permaneció en el equipo por varios años.

SALARIO MÍNIMO, AUMENTOS, Y COSTOS DE OPORTUNIDAD

Uno de los problemas con un aumento en el salario mínimo es que disminuye la habilidad de recompensar a empleados en una base regular y mantenerlos en el equipo. Como se ve arriba con mi experiencia personal, a menudo, los nuevos trabajadores cuestan más para el empleador que el valor de lo que ellos inicialmente producen. Eso se debe al tiempo requerido para contratar y entrenar al nuevo empleado, combinado con todos los errores que un novato es posible que cause.

Darle un aumente a un empleado no sólo cambia los costos de oportunidad del empleado con respecto a otros empleos potenciales, sino que, también, produce un estímulo para que el trabajador haga un buen trabajo. Si bien “estimulo” es una variable difícil de medir en los análisis econométricos del empleo, a pesar de ello, existe. Hay valor en trabajar para un patrón que rutinariamente recompensa mejorías en el empleo Yo podría haberme ido hacia un trabajo que pagara mejor (y, antes de la aventura con la pizza, laboré por más dinero descargando partes durante una tercera jornada), pero, el reconocimiento continuo de mi esfuerzo me hizo sentir valorado. (A propósito, dejé el empleo de la tercera jornada pues afectaba mis notas en la universidad, un costo de oportunidad que no podía darme el lujo de sufrir.)

Por desgracia, salarios mínimos más altos dificultan a patronos ofrecer esos aumentos (y estímulo) temprano durante la permanencia en el empleo. Un trabajador nuevo que fue contratado por $10 la hora puede llevar más rápidamente su productividad marginal hacia esa tasa de salario, que uno que tenía que ser contratado a $15 la hora. El tiempo agregado para mejorar la productividad marginal propia para llevarla al nivel más alto, significa un tiempo más mayor para obtener aquel primer aumento y, no sorprende, una frustración mayor por no obtener una respuesta financiera positiva al esfuerzo de uno por mejorar. Es más, si sé que un aumento salarial no va a venir pues ya estoy siendo pagado un salario más alto, tengo menos incentivo para que mejore mis habilidades en una manera oportuna. La política gubernamental de establecer salarios a algún nivel arbitrariamente “justo,” puede sólo estar haciendo que la relación patrono-trabajador empeore en el largo plazo y que alimente la creencia de que el salario por el trabajo es explotador.

UN BUEN CONSEJO PARA PATRONOS Y EMPLEADOS

El resumen es que cualquier trabajo por el que vale la pena laborar será sensible a los costos de oportunidad de sus mejores empleados y les recompensará de acuerdo con ello. Patronos que mantienen continuamente salarios bajos para sus mejores trabajadores pronto verán que rápidamente abandonan el barco. Esto no sólo le costará a la empresa en términos de tener que entrenar nuevos trabajadores, sino que, también, afectará su habilidad para brindar un servicio de calidad al cliente. Esos negocios tienden a desaparecer del mercado, tal como debería serlo.

Tal vez, algún día ya pensionado, usted me verá tras una barra. Puede estar seguro que disfruto estando allí y que no estoy siendo explotado. Hasta podría estar siendo muy bien pagado, consideradas todas las cosas.

Ah, y no olvide dejar una propina por un buen servicio.

Anthony Gill es profesor de economía política en la Universidad de Washington y compañero sénior distinguido del Instituto para el Estudio de la Religión de la Universidad Baylor. Habiendo obtenido su PhD en ciencia política en la Universidad de California, en Los Ángeles, en 1994, el profesor Gill se especializa en el estudio económico de la religión y la sociedad civil. Recibió el Premio a la Enseñanza Distinguida en la Universidad de Washington en 1999 y es también miembro de la Sociedad Mont Pelerin.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.