¿Estamos viendo algo similar en el país?

¿SE ACABÓ (CASI) EL COVID-19?

Por Jim Geraghty
National Review
19 de octubre del 2021

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¿AL FIN YA LA PANDEMIA DEL COVID-19 PUEDE VERSE POR EL ESPEJO RETROVISOR?

Tan recientemente como a mediados de setiembre -21 meses después del primer caso de COVID-19 en Estados Unidos- los estadounidenses vieron los más de 150.000 nuevos casos diagnosticados de COVID-19 diarios y preguntarse si, en algún momento, se aliviaría el agarre de la pandemia sobre nuestra sociedad. Incluso peor, el promedio de siete días de muertes diarias llegó a 1.829 ̶ lejos del peor pico en enero, de 3.646, pero, aun realmente elevado, en particular para un país que había desplegado sus vacunas en diciembre.

Y, hoy, no obstante, la onda delta ha pasado a través del sur de Estados Unidos, abriéndose camino hacia el norte a través de estados más vacunados, y ninguno de los números luce en alguna parte tan cerca de lo malo que fue hace un mes. El promedio de siete días de nuevos casos, según los CDC, es de 67.763 ̶ menos de la mitad de lo que era varios meses atrás. El promedio de siete días de muertes diarias es 1.093 ̶ todavía alto, pero casi la mitad de lo que era hace un mes.

Si usted ve el mapa de “Sitios Calientes” del New York Times, hay un manchón amplio de condados de color amarillo claro, desde Miami a la mitad de Texas, arriba hasta Missouri, y a través de Carolina del Norte. El virus se estrelló a través del sureste de los Estados Unidos a fines del verano, y, ahora, la mayoría de la gente en esa región ha adquirido ya sea inmunidad natural con la infección, o está vacunada, o ambos, o ha esquivado el virus cuando pasaba por allí. Ha habido una reversión, cuando los puntos más oscuros del mapa ahora empiezan en Montana, Oregón, y Nevada, extendiéndose por encima de las Montañas Rocallosas hasta Minnesota, deslizándose a través de Wisconsin, el oeste de Pennsylvania Occidental, y el oeste de Nueva York. De nuevo, estos son casos, y una persona que resulta con un examen positivo no necesariamente se siente mal. El mapa de hospitalizaciones por cada 100.000 personas en cada condado muestra colores claros de costa a costa, aunque hay parches de problemas reales en Montana, Wyoming, y partes de Virginia Occidental.

Como lo he hecho ver en las pasadas tres semanas, las hospitalizaciones por COVID-19 han aumentado en los estados del norte y descendido en los estados del sur. Por suerte, una tasa de hospitalización creciente no significa automáticamente que un hospital está en peligro de alcanzar su capacidad. De hecho, en este momento, según datos del Departamento de Salud y Servicios Humanos, sólo un 7.62 por ciento de los pacientes en camas de hospitales del país está siendo tratado por el COVID-19. En este momento, Montana es el más elevado, con un 15.58 por ciento de las camas de hospitales en el estado tratando a pacientes de COVID-19 ̶ pero, incluso ese estado, en general, está usando apenas un 74 por ciento de las camas de los hospitales, Nacionalmente, poco más de un 75 por ciento de las camas de hospitales está en uso.

A pesar de lo anterior, eso no significa que ningún hospital en Estados Unidos está en peligro de quedarse sin campos:

“El gobernador de Minnesota Tim Walz y funcionarios de salud anunciaron el viernes que el estado cambiaría a algunos pacientes hacia instalaciones de cuido de la salud a largo plazo, para aliviar la presión sobre hospitales, en medio de un aumento en infecciones, hospitalizaciones y muertes por COVID-19, impulsadas por la versión delta altamente contagiosa del coronavirus.

La vasta mayoría de nuevos casos e infecciones severas se reportó entre gente no vacunada, dijeron funcionarios de salud. Para el viernes, alrededor de 1.000 ciudadanos de Minnesota fueron hospitalizados para tratar infecciones severas de COVID-19, dijo la comisionada de salud Jan Malcolm.

Como parte del esfuerzo para mover pacientes médicamente menos comprometidos de las camas de hospitales de Minnesota, dijo Walz que el estado enviaría miembros de la Guardia Nacional para ayudar al equipo de las instalaciones de cuido de la salud a largo plazo; aumentar el equipo de emergencia, y dirigir el departamento de Servicios Humanos a liberar espacios en instalaciones de cuido a largo plazo.”

Alrededor de un 64.4 por ciento de todos los residentes de Minnesota ha recibido al menos una dosis de la vacuna contra el COVID, lo que pone al estado en alrededor de la mitad del grupo nacionalmente. Tenga en mente que esa cifra incluye a niños con edades de once y menos, que aún no han sido vacunados.

Mucha gente está compartiendo esa historia profundamente desgarradora del Washington Post, acerca de un operador de una planta de gas pensionado de 69 años de edad en Stillwater, Oklahoma, quien desarrolló complicaciones por el COVID-19 y necesitaba una cama en la Unidad de Cuidados Intensivos, pero, luego, en última instancia, murió después que las enfermeras no pudieron encontrar una Unidad de Cuidados Intensivos que le aceptara. Sin embargo, esa historia describe la situación desesperada en el pico de agosto; vale la pena notar que, para el 2018, Oklahoma califica en el luchar duodécimo en cuanto a camas de hospital per cápita, pero, el lugar decimoquinto en camas de Unidades de Cuidados Intensivos per cápita.

Como es visto por hospitales que sienten la presión en partes de Vermont y Massachusetts, aún una alta tasa de vacunación entre ciudadanos no puede garantizar abundancia de camas en un hospital, cuando la variante delta pasa azotando. Piense acerca de cuántas camas de hospitales hay en su comunidad, y, después, piense acerca de cuántos ciudadanos adultos mayores o individuos inmuno-comprometidos o tienen comorbilidades, están en su comunidad. Aún si sólo el 10 por ciento de los individuos en todas esas demografías necesitara un hospital en un mismo momento, ello puede crear mucha presión sobre un sistema hospitalario.

Y, como lo demostró el reciente fallecimiento de Colin Powell, un hombre de 84 años de edad plenamente vacunado, quien estaba luchando contra un mieloma múltiple -un tipo de cáncer que se forma en las células blancas de la sangre y que compromete al sistema inmune- puede sucumbir ante el COVID-19. Los octogenarios que están luchando contra el cáncer tienen un riesgo más alto de morir, punto. Como hizo ver Michael Brendan Dougherty, “Esto sucede todo el tiempo con enfermedades endémicas que tiene una expresión moderada en la mayoría de adultos sanos. Típicamente entre estas situaciones señalaríamos al cáncer, no la gripe o influenza.”

El 31 de julio, Bloomberg declaró a Florida “el nuevo epicentro de brote del COVID-19,” diciendo que el Estado del Sol representaba uno de cada cinco casos nuevos en Estados Unidos ̶ y todas estas noticias oscuras vinieron con declaraciones convencidas de que mucho de ello era falta del gobernador Ron DeSantis. Los casos nuevos en Florida continuaron aumentando hasta mediados de agosto, con el promedio de siete días de nuevos casos sobrepasando 22.000. A menudo, Florida es sofocante, pero, rara vez, más caliente y húmedo que en agosto, lo que envía a mucha gente a los interiores de las casas para tener aire acondicionado ̶ lo cual los junta, y es más posible que el virus se disemine del uno hacia el otro.

Y, después, empezando a mediados de setiembre, el número de casos, hospitalizaciones, y muertes, todos, nuevos en Florida, empezaron a caer como una pedrada. El New York Times hizo ver esta mañana que “los floridanos ahora tienen una de las tasas promedio de casos diarios más baja del país.” Mucha gente lo atribuirá a alguna decisión de política gubernamental -los floridanos ¡finalmente empezaron a usar mascarillas de nuevo! Quienes tenían dudas acerca de la vacuna ¡finalmente decidieron ponerse sus inyecciones! ¡Ron DeSantis decidió ser menos malvado!- pero una explicación plausible es que el virus se quedó sin gente que no tenía inmunidad a la cual saltar, y, al pasar el calor del verano, de nuevo, los floridanos salieron al aire libre de sus casas.

Pero, no subestimemos el valor de las vacunas y observe que el 68.2 por ciento de los floridanos tiene al menos una inyección de la vacuna ̶ una tasa lo suficientemente buena como para calificar en el lugar dieciocho entre los 50 estados, y mejor que Delaware, Oregón, Colorado, Wisconsin, y Michigan. Esos estados, con gobernadores demócratas, nunca parecen recibir siquiera alguna crítica por sus bajas tasas de vacunación.

Para esta mañana, los Estados Unidos han administrado más de 408 millones de inyecciones de la vacuna contra el COVID. Casi el 90 por ciento de los adultos mayores en Estados Unidos, el 79 por ciento de todos los adultos estadounidenses, y un 77.1 por ciento de todos los estadounidenses elegibles (dando a entender a aquellos de doce años o más) tiene al menos una inyección de la vacuna. En general, dos tercios de todos los estadounidenses tiene, al menos, una inyección de la vacuna ̶ y recuerde que esa cifra sólo incluye a 50 millones de niños estadounidenses, quienes no tendrán sus inyecciones sino, lo más temprano, hasta el próximo mes.

Casi 190 millones de personas está “plenamente vacunada” ̶ aunque supongo que esa definición es menos clara, ahora que el panel de asesores de la FDA recomendó unánimemente dosis de refuerzo para la vacuna Johnson & Johnson; el consejo es que toda la gente de más de 18 años se inyecte, incluso antes de dos meses. Se espera que la FDA les diga a quienes han recibido la vacuna de Johnson & Johnson, que ellos pueden obtener la vacuna de Pfizer o la Moderna como refuerzo.

En el noticiero de la ABC, This Week Sunday, el Dr. Anthony Fauci incluso sugirió que todos deberían haber esperado que las vacunas de Johnson & Johnson fuera un régimen de dos inyecciones ̶ lo que no es exactamente lo que todo mundo estaba esperando o diciendo cuando la vacuna J&J se presentó en febrero. Fauci dijo este fin de semana que, “Pienso que deberían sentirse bien acerca de ello, pues lo que los asesores de la FDA sintieron es que, dados los datos que vimos, muy posiblemente, para empezar, eso debería haber sido una vacuna de dos dosis.”

Excepto que, allá atrás a fines de enero, Fauci le estaba diciendo a la gente que la ventaja de Johnson & Johnson era que sólo requería una dosis: “Una vacuna que es barata, que es de una sola dosis, y que no requiere de cadena de enfriamiento ̶ ¡eso es muy bueno!,” le dijo a la CNN.

Luego, el domingo, Fauci dijo que, “Esto, para comenzar, debería haber sido una vacuna de dos dosis.” ¡Hasta ahora nos lo dice!

Jim Geraghty es corresponsal sénior de política del National Review.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.