Debemos oponernos a castigos indebidos contra quienes piensan diferente en cuanto a la vacunación. Enfatizo: Estoy a favor de las vacunas y ellas y otras medicinas seguirán mejorando y ampliando sus beneficios contra la pandemia. He aconsejado que personas de alto riesgo se vacunen y, que tomen tal decisión libremente, ojalá después de consultar a sus médicos.

Estoy en contra de obligar a que la gente se vacune, tanto porque pueden ya haber tenido el COVID y sobrevivido, logrando así las defensas necesarias propias, que incluso posiblemente le dan mejor protección que si sólo estuviera vacunada; también, me opongo a la vacunación obligada a mujeres que esperan pronto quedar embarazadas, pues aún no está claro el impacto de la vacuna sobre esos bebés; asimismo, no debe obligarse a personas que, por situaciones particulares de su salud, sufrirían daño si se vacunaran, tal como lo señalan sus propios médicos, y, finalmente, respeto a quienes se oponen por convicciones filosóficas, religiosas o similares, pues deben ser libres de elegir qué deben recibir en sus cuerpos.

Por tanto, me opongo a quienes quieren imponer sus propias convicciones en torno a la vacuna, sobre las decisiones diferentes de otros adultos mayores, con medidas que arruinan sus vidas, al promover, si no se vacunan, prohibirles trabajar, entrar a negocios de alimentos y otros, que no puedan viajar, que no puedan asistir a estadios, etcétera. Eso es un totalitarismo de buenas intenciones. Sorprende que esos mismos proponentes dicen respetar los derechos y libertades de otros, pero en lo que más bien parecen creer es en su libertad para imponerles a otros lo que ellos creen; que obedezcan las órdenes de aquellos: o sea, que estos últimos son libres de ser siervos.

CÓMO SEINFELD (DIVERTIDAMENTE) EXPUSO EL AUTORITARISMO ESPELUZNANTE DE LOS BIENHECHORES AGRESIVOS

Por Jon Miltimore
Fundación para la Educación Económica
3 de octubre del 2021

NOTA DEL TRADUCTOR: Para utilizar los ligámenes de las fuentes del artículo, entre paréntesis y en rojo, si es de su interés, puede buscarlo en su buscador (Google) como jon miltimore foundation for economic education Seinfeld, October 3, 2021 y si quiere acceder a las fuentes, dele clic en los paréntesis rojos.

Los escritores de Seinfeld vieron cuánto del instinto humano de hacer el bien puede alimentar un fanatismo, que es cualquier cosa excepto divertido.

Si usted me pregunta cuál es mi episodio favorito de Seinfeld, tendría un rato difícil para responderle. Simplemente hay tantos ganadores.

Muchos dirían que el mejor de todos los tiempos es “El Concurso,” episodio ganador del premio Emmy, en donde Jerry y compañía compiten para ver quien es el “maestro de su dominio.” Y ¿quién puede olvidarse de “El Nazi de la Sopa” o “El Show de Merv Griffin” o el pollo de Kenny Rogers (“El Asador de Pollos”)?

Personalmente, he sido un aficionado de “La Carrera,” aquel en donde Elaine está saliendo con un comunista -Ned Isakoff- quien alimenta a Kramer con un montón de propaganda socialista, que termina haciendo que Kramer y su compañero Mickey sean despedidos de sus trabajos de Santa Claus y el Duende, en las tiendas de departamentos Coleman.

Todos estos merecen ser discutidos por pertenecer al panteón de Seinfeld; me muero de la risa con cada uno de ellos. Pero, una de las escenas más ilustrativas -y que calza con nuestro tiempo- viene en “La esponja,” cuando Kramer decide participar en una marcha para obtener fondos de caridad en la lucha contra el SIDA.

“USTED TIENE QUE USAR UN LAZO CONTRA EL SIDA”

Como buen samaritano, Kramer llega a una marcha para apoyar la causa: consciencia acerca del SIDA. Sin embargo, las cosas toman un giro cuando declina usar un lazo contra el SIDA.

“VOLUNTARIO: Ya está registrado. Aquí esta su lazo contra el SIDA.

KRAMER: Ah, no gracias.

VOLUNTARIO: ¿No quiere usar el lazo contra el SIDA?

KRAMER: No, no.

VOLUNTARIO: Pero, usted tiene que usar un lazo contra el SIDA.

KRAMER: ¿Tengo que hacerlo?

VOLUNTARIO: Sí.

KRAMER: Sí, vea, esa es la razón por la que no quiero hacerlo.

VOLUNTARIO: Pero, todo mundo usa el lazo. ¡Usted tiene que usar el lazo!

KRAMER: ¿Sabe qué es lo que usted es? Usted es un matón del lazo (se va caminando).

VOLUNTARIO: ¡Oiga! ¡Oiga! ¡Regrese aquí! ¡Regrese aquí y póngase esto!”

La presión de grupo que recibe Kramer es divertida por ser extraña, pero, también, comprensible. Usted no tiene que ser un libertario inflexible inmerso en Rothbard y Mises, para ver que hay una tendencia humana para presionar fanáticamente por la conformidad, aún en asuntos de simbolismo (tal vez, especialmente en eso).

No obstante, la historia no termina aquí. Los escritores exploran qué tan intenso puede ser el impulso por obligar a otros, cuando Kramer inicia su marcha de caridad en una escena que es simultáneamente obscura e hilarante.

“WALKER 1: Oiga, ¿dónde está su lazo?

KRAMER: Yo no uso uno.

WALKER 2: ¿Usted no usa uno? ¿No está usted contra el SIDA?

KRAMER: Sí, estoy contra el SIDA. Estoy marchando, ¿no es verdad? Tan sólo no uso el lazo.

WALKER 3: ¿Quién cree usted que es?

WALKER 4: ¡Póngase el lazo!

WALKER 2: Oigan, Cedric, Bob. Ese maje no quiere usar un lazo,

BOB: ¿Quién? ¿Quién no quiere usar el lazo?”

La escena es un gran ejemplo de la mentalidad de turba. Kramer, quien está marchando a favor de conciencia acerca del SIDA, es intimidado por sus compañeros, a pesar de su apoyo a la causa. A los matones del lazo no les importa si Kramer está marchando en apoyo de la misma causa en que están ellos; todo lo que ellos pueden ver es que él no está usando el lazo.

La escena termina cuando los manifestantes que usan lazos golpean a Kramer en un callejón.

LA PANDEMIA Y LOS LANZADORES DE PIEDRAS

Ver a Kramer ser golpeado en un callejón por no usar un lazo es divertido por ser Seinfeld. Pero los escritores de la serie están también revelando un lado oscuro de la naturaleza humana, que es muy real.

El gran individualista estadounidense Ralph Waldo Emerson hizo ver en una ocasión cómo la humanidad trata a quienes no se amoldan con el colectivo.

“Por no amoldarse, el mundo le da latigazos a usted por su inconformidad,” escribió Emerson.

Emerson puede haber estado haciendo eco de Voltaire, quien dijo “nuestra desgraciada especie está hecha de tal manera, que los que caminan por el sendero trillado siempre tiran piedras a los que muestran un nuevo camino.”

Esto es cierto aún en el mejor de los tiempos, pero, en lo peor de los tiempos, el comportamiento se hace más desagradable.

Entonces, tal vez, no sorprende que la pandemia haya desatado un nivel de furia y hostilidad contra quien elige seguir su propia consciencia, en vez de los decretos del colectivo.

Una persona saludable que declina usar una mascarilla en un supermercado es tratada como Cosmo Kramer.

“¿No quiere usar una mascarilla?”


“Pero, ¡usted tiene que usar una mascarilla!”


“¿Quién cree usted que es?”


“¡Póngase la mascarilla!”


Interesantemente, no usar una mascarilla no es un pecado genuino. Vimos una abundancia de celebridades y políticos desacatar lo que es supuestamente una precaución médica necesaria, sin que la policía de las mascarillas dijera ni cuío, pero que insiste en que los niños las usen en escuelas. Y rutinariamente vemos a nuestros lideres removérselas cuando creen que las cámaras ya se han apagado. Decir que las mascarillas no son necesarias o sugerir que individuos sanos debería decidir por sí mismos si usar una, es la verdadera herejía, la que invita al avergonzamiento y ridiculización.

Elegir no vacunarse conlleva un riesgo aún mayor de estigma y avergonzamiento social. Kramer recibió una golpiza por no usar el lazo del SIDA, pero muchos han sugerido que el no vacunado merece algo peor.

Hace poco Jimmy Kimmel, el anfitrión de un programa de televisión, dijo que los pacientes no vacunados no deberían ser tratados si caen enfermos, mientras que una doctora en Florida recientemente apareció diciendo que ella no trataría a pacientes no vacunados, al igual que lo hizo un médico en Alabama.

Las razones por las que una persona elige no vacunares -tal vez porque ella ya tuvo COVID, o está tratando de quedar embarazada, o es una persona joven saludable, con poco que temer ante el COVID- en realidad parecen no importar Al igual que los manifestantes del SIDA, quienes atacan a Kramer porque todo lo que ellos pueden ver es que él no está usando un lazo, muchos ven sólo una cosa: una persona sin vacunar constituye una amenaza.

La pandemia puede haber alimentado nuestros instintos tribales, que buscan intimidar a quienes se alejan de la conformidad, pero, es importante entender que existió antes e infecta a gente de todos los partidos, ideologías, y persuasiones. (Los conservadores que dudan de esto necesitan sólo ver, en retrospectiva, la furia que desató el candidato presidencial Barack Obama, cuando dejó de usar una insignia en el ojal con la bandera estadounidense.)

El extremismo puede asumir muchas formas, pero, es importante entender que los encargados del cumplimiento del lazo de Seinfeld y los matones del COVID comparten un rasgo en común. Ambos grupos están absolutamente convencidos de que lo que están haciendo es bueno.

El problema es que las buenas intenciones significan muy poco. El siglo XX fue el siglo más sangriento en la historia humana, en gran parte porque muchos humanos buscaron crear un mundo mejor, instituyendo un sistema económico que ellos creían resolvería problemas humanos: el socialismo.

El atractivo de imponer lo que es visto como bueno es poderoso, pero malvado; y es la razón por la que el filósofo francés Bertrand De Jouvenel dijo que la tiranía acecha en el útero de toda Utopía.

El gran economista, filósofo, y fundador de la Fundación para la Educación Económica, Leonard Read, entendió esto, razón por la que él creía que una “mirada profunda” a los fines y medios era necesaria para determinar si cualquier acción era correcta o equivocada.

“Los fines, los objetivos, los propósitos, no son sino la esperanza de las cosas por venir,” observó Read. “Muchas de las más monstruosas acciones en la historia humana han sido perpetradas en nombre de hacer el bien ̶ en busca de algún objetivo ‘noble.’ Aquellas ilustran la falacia de que el fin justifica los medios. Examine con cuidado los medios empleados, juzgándolos en términos de buenos y malos, y la meta se cuidará por sí sola.”

Querer hacer el bien -a través de una marcha por la caridad o estimulando a la gente a tomar precauciones médicas- es un instinto humano noble. Pero, el instinto deja de ser noble y bueno cuando empezamos a usar la agresión y coerción para hacer que otros hagan lo que nosotros pensamos es lo correcto.

Los escritores de Seinfeld vieron cómo la línea entre los dos podía ser borrada, y cómo el instinto humano puede hacer el bien o alimentar un fanatismo, que es cualquier cosa excepto divertido.

Jonathan Miltimore es editor administrativo de la FEE.org. Sus reportajes y artículos han aparecido en la revista TIME, el Wall Street Journal, CNN, Forbes, Fox News y el Star Tribune. Otros: El Washington Times, MSN.com, El Washington Examiner, el Daily Caller, el Federalist, el Epoch Times.

Traducido por Jorge Corrales Quesada.